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—Tori ¿Quieres apresurarte por favor? —habló por segunda ocasión Luna Lovegood. La rubia miraba su reloj un tanto estresada, mientras Astoria Greengras se pintaba los labios frente al gran espejo de la habitación de la rubia.
—Ay Luna, ya cálmate. —reclamó la joven quien presionaba sus labios, asegurándose de dejar el lápiz labial color carmesí bien distribuido. —Los chicos siempre llegan tarde a las citas, y por más famoso e importante que sea Krum no creo que sea la excepción. Es un chico, al fin y al cabo.
Luna resopló haciendo volar un mechón de su rubio cabello.
—Aún no me dices a donde irán. —añadió la Slytherin colocándose perfume en el cuello.
—Es una sorpresa. —dijo Luna y dejó escapar una pequeña sonrisa. —Sólo me indicó el lugar de nuestro encuentro.
Astoria posó la mirada en su amiga y entrecerró sus ojos.
—¿Qué? —preguntó inocentemente Luna frunciendo el ceño.
—Luna ¿Segura que Viktor no fue imprudente o atrevido aquel día? —inquirió escudriñando con la mirada a su amiga. —Porque mira que llevarte a almorzar a un lugar sorpresa no me da mucha confianza. Podría querer llevarte a otro lugar… y es que tú eres muy inocente para leer entre palabras, Luna ¿Qué fue exactamente lo que…
—¡Astoria Greengrass! —Luna alzó la voz interrumpiendo las especulaciones de su amiga. La Slytherin calló de inmediato. Luna tomó aire —No soy tonta Tori, tal vez no sea una experta en el tema, pero créeme que sabría si alguien se estuviera insinuando de otra manera. Así que calma tus especulaciones y mueve tu trasero, porque se nos está haciendo tarde, y yo odio llegar tarde.
La Slytherin hizo una mueca, estaba realmente sorprendida de las palabras que habían salido de su angelical amiga. Se echó a reír fuertemente mientras Luna la miraba cada vez más exasperada.
—Ay, lo siento, lo siento. —dijo la joven castaña tratando de calmarse, inhaló y caminó a tomar su bolso. —Tienes razón Lovegood, tú sabes defenderte y bastante bien. —sonrió —Vamos, hay que llegar a tiempo.
Luna negó con la cabeza, pero sonrió al final, ató su brazo al de Astoria y caminaron juntas hasta los carruajes a Hogsmeade.
Miemtras tanto, Viktor se encontraba ya en los límites de la plaza del pueblo, donde se había quedado de ver con la rubia de Ravenclaw. Él iba muy guapo, sus vestiduras eran completamente negras resaltando sus intensos ojos avellana. Al darse la hora acordada alzó la vista y miró alrededor.
Aún no había señales de la joven.
—¿Se habrá arrepentido? —se preguntó el búlgaro con ligera inquietud.
Eso hasta que la larga cabellera de Luna se hizo notar entre el mar de estudiantes de Hogwarts. Él la miró y sonrió de manera involuntaria. Llevaba un vestido negro corto y con algunos estampados en diferentes tonos resaltantes. Así era como él la recordaba en las pocas ocasiones que se la topó en el castillo.
Normalmente aquellas vestiduras le parecerían inusuales y hasta un poco ridículas, pero el búlgaro encontró que en la joven se veían muy bien; pues las usaba con tanta naturalidad que la hacían ver hermosa. Supuso que hasta con un mismo costal de patatas se vería linda.
Luna llegó por fin ante él, aún del brazo de Astoria,obligando que el joven extranjero abandonara sus pensamientos hacia su vestuario.
—Siento el retraso Viktor. —musitó la joven antes siquiera de saludar. Estaba muy avergonzada.
—Apenas han sido unos minutos Luna, no te preocupes. —sonrió el joven y depositó la mirada en su acompañante. Le hizo un gesto con la cabeza en modo de saludo. —Hola, Astoria.
La castaña nerviosa atinó a sonreír.
—Yo… sólo vine a acompañar a Luna. —exclamó deshaciendo el entrelace de su brazo con el de su amiga. —Que tengan linda tarde —los animó despidiéndose, besó la mejilla del búlgaro y después se aproximó a Luna.
—¡Si trata de propasare no dudes en lanzarle un hechizo! —masculló en el oído de su amiga, provocando que las mejillas de la rubia se encendieran,
se separó de ella y luego volvió a girar—Diviértanse. —hizo un gesto con la mano y se fué caminando hacia el pueblo.
Hasta entonces Luna se dió cuenta lo guapo que se encontraba Viktor.
—Te ves muy linda. —comentó el joven —Tu piel resalta muchísimo y ni hablar de tus ojos.
La Ravenclaw sintió que sus mejillas ardían de nuevo.
—Tu también te ves muy bien, Viktor, Muy elegante. —declaró la chica y Viktor sonrió.
—¿Nos vamos? —incitó el búlgaro extendiendo su brazo.
Luna lo observó nerviosa.
¿Quería que lo tomara del brazo?
Él pareció leer su pensamiento y rió divertido.
El aliento mentolado del joven hizo cosquillas en la nariz de la rubia, sacándola de su ensoñación.
—Descuida, sólo es para aparecernos en el lugar. —le aseguró Viktor y Luna asintió avergonzada nuevamente.
—Pero claro —sacudió la cabeza para tratar de controlar el sonrojo, entonces entrelazó su brazo al de él.
La típica sensación de un tirón por el ombligo la invadió completamente y en segundos ya se hallaban frente a un gran edificio.
Tenía aspecto de un hotel muy exclusivo, esto por los numerosos magos y brujas que se aproximaban a la entrada con suma elegancia y porte.
Luna miró de arriba abajo el lugar.
—¿Es aquí? —preguntó confundida.
—Sí . —respondió el joven notando el tono de inseguridad en la rubia. —¿No te gusta?
—Es muy bello. —admitió la ojiceleste.
—Entonces, vamos ¿Te parece? —la animó y volvió a colocar el brazo extendido hacia ella, jugando con su suerte.
Esta vez Luna no dudó en tomar el brazo del búlgaro, pues estaba nerviosa de entrar a ese lugar. Un hombre joven corpulento y de cabellos negros se apresuró a la pareja tan pronto distinguió al búlgaro en la entrada.
—Señor Krum. —saludó el hombre con un tono muy cortés. —Es un placer recibirlo a usted y su acompañante. —mencionó mirando a Luna. La chica no pudo evitar notar como el señor la escaneaba detenidamente. —Mi nombre es Bastián y estaré a su servicio.
—Gracias. —correspondió Viktor de forma cordial. —Tengo una reservación privada en la terraza.
—Por su puesto señor, me he encargado personalmente de reservarle la mejor mesa. —respondió. —Acompáñenme.
El hombre caminó delante de ellos, indicándoles el camino y Viktor aprovechó para mirar a Luna de reojo. Pudo ver que el rubor en sus mejillas se había intensificado aún más.
—¿Todo en orden, Luna? —inquirió preocupado.
A la muchacha todo aquello le parecía demasiado, el lugar parecía más un palacio que un restaurante. Las enormes ventanas regalaban una hermosa vista del jardín de los alrededores, mientras un delicioso aroma a vainilla inundaba el establecimiento y los pisos brillaban pulcros.
—Me ha parecido buena idea traerte a mi lugar favorito. —la miró —Además, aquí no hay periodistas en los alrededores. —sonrió y Luna le correspondió aliviada.
—Bueno yo soy una futura periodista, así que este lugar ya no es tan seguro. —respondió divertida y Viktor la observó asombrado.
—¿Periodista? —inquirió y alzó las cejas. —Eso es perfecto, seremos colegas muy pronto.
Luna asintió sin emitir palabras, se sentía algo cohibida con la presencia del acompañante.
—Por aquí, señor Krum. —le indicó el hombre a quien por un momento Viktor había olvidado por completo, pues estaba demasiado inmiscuido en la rubia.
Bastián los dirigió a su respectiva mesa y tal cual había mencionado antes, era la mejor ubicada del lugar. Tenían una vista panorámica hermosa y Luna podía ver desde ahí que no estaban tan retirados de Hogsmeade.
Viktor sonrió para sus adentros al ver el rostro maravillado de la rubia y como todo un caballero se acercó a ella para recorrer su silla.
Luna, encantada por el gesto se acomodó y enseguida volvió a mirar al horizonte. Bastián les entregó a cada uno una carta con el amplio menú y los dejó a solas, no sin antes hacer una cordial reverencia.
—No tenía ni idea de este lugar, Viktor Krum. — la rubia cortó el silencio y lo miró por encima de su carta. —Tiene una vista maravillosa.
—En ocasiones vine aquí cuando estuvo el torneo de los tres magos. —mencionó y rubia no pudo evitar pensar que tal vez ella no era la primera chica en visitar aquel lugar junto a él. —Pero debo admitir que se vuelve más fascinante el venir acompañado. —añadió echando por tierra las especulaciones de la rubia. —Por cierto, cuéntame más sobre tu decisión de unirte al periodismo, no lo habías mencionado antes.
—Oh, pues sabes que mi padre es creador del Quisquilloso. —dijo bajando el menú. —Empezaré a escribir la columna de criaturas mágicas. —añadió orgullosa.
—Tendré que empezar a leer esa revista. —declaró el búlgaro. —Y…—vaciló con un ligero matiz de nervios. —¿Tu madre se dedicaba a esto también? —preguntó por fin.
Luna sonrió al recordarla.
—Sí . —confesó —Ella trabajaba para el New York Times en el mundo muggle y para el Profeta. —recordó.
—Vaya, debió ser realmente talentosa. —dijo Viktor.
—Lo era. —afirmó la rubia. —Ella era la mejor periodista en el mundo mágico, por eso papá se enamoró de ella.
Viktor asintió comprendiendo y la miró con intensidad.
—Eso suena como una historia fascinante —comentó.
En ese instante Bastián hizo aparición de nuevo ante ellos. Ambos jóvenes ordenaron lo más delicioso del amplio menú y la charla comenzó a ser más amena. Viktor le relató su vida como jugador de Quidditch profesional mientras Luna lo miraba sumamente interesada en aquello.
Los platillos no se habían tardado demasiado y pronto se encontraron degustando aquellos manjares de alto precio.
Luna seguía escuchando las historias de Viktor y mientras más lo hacía más le atraía ese acento peculiar y remarcado que poseía el mago de cejas pobladas. Ahora comenzaba a entender porqué todas las chicas lo hallaban tan atractivo.
—Bueno, cuéntame más sobre tu padre y su trabajo en el Quisquilloso. —exclamó Viktor. —¿Qué es lo que escribe?
—Bueno, en realidad el Quisuilloso no ha sido el mismo desde que falleció mamá. —confesó Luna apenada —Mi padre suele publicar algunos artículos poco apropiados, perdimos la credibilidad del público por algunas de sus excentricidades.
—¿Enserio? —inquirió Viktor interesado.
Luna asintió dando un sorbo a su té.
—Mamá solía hacer investigaciones profundas y detalladas, siempre de fuentes confiables y reconocidas —dijo. —Mi padre no es tan dedicado, y no tiene mucho apoyo.
—Bueno, espero que pronto eso cambie. —mencionó el búlgaro. —Contigo en el equipo del Quisquilloso, estoy seguro que eres como tu madre. —le halagó. —Una excelente investigadora.
En ese instante sin previo aviso una mano fuerte se posó en el hombro de Viktor haciéndolo girar.
Luna estaba desconcertada, pues unos segundos atrás ese chico no estaba ahí.
—Técnica de desilusión. —pensó la chica y de inmediato sacó su varita.
—Hey, tranquila. —exclamó el joven con el acento noruego muy remarcado, incluso más que el de Krum. Alzó las manos ante la varita de la chica asustada.
El joven ante ellos no aparentaba más edad que Viktor. Era alto, cuerpo atlético y rubio, tenía una barba ligera y los ojos de un azul intenso,usaba ropa juvenil muy al estilo muggle. Sin embargo, su aspecto era muy acorde al lugar donde se encontraban.
Él dibujo una pulcra sonrisa y Krum lo miro ligeramente pasmado.
—Cuanto tiempo sin vernos Viktor. —dijo y entonces el nombrado dibujó una pequeña sonrisa en su rostro.
—Lo mismo creo Ilarion. —exclamó.
Ilarion ensancho aún más la sonrisa y pronto volvió a mirar a Luna.
—Ilarion Ulianov. —pronunció el joven y le tendió una mano a la Ravenclaw.
Luna, vacilando un poco levanto la mano y la unió al joven noruego.
—Luna Lovegood. —murmuró.
—Es un placer, Luna. —dijo. —Disculpen si los asusté, sólo que no pude resistirme a saludar a un viejo compañero—añadió volviendo su mirada a Viktor.
—Ilarion y yo estudiamos juntos en Durmstrang. —señaló Viktor al notar la confusión de Luna.
—¡Y que años! —murmuró Ilarion riendo levemente. —Al menos puedo presumir haber visto al mejor jugador de Quidditch del mundo en sus inicios como golpeador en el instituto, su época gloriosa y ahora su retiro.
—¿Jugabas con él? —preguntó Luna.
—Oh no, para nada, yo era … ¿Cómo explicarlo? —llevó una de sus manos al mentón.
—El chico que yacía en las sombras del colegio. —dijo Viktor y rió.
—Y el que te salvó el trasero en Artes oscuras. —añadió el rubio.
En ese momento la figura corpulenta de Bastián llegó apresurado al pequeño grupo.
—Señor le dije que no podía pasar a este sitio. —declaró el hombre mirando con enfado a Ulianov.
—Descuide. —comentó Viktor.
—Sí, descuide. —pronunció Ilarion en tono burlón. — Yo sólo vine a saludar y ya me retiro. —apretó el hombro de Viktor. —Cuídate amigo. —le dijo amistoso y enseguida posó su mirada de nuevo en Luna. Ella juró ver por un momento a un cuervo noruego ante ella, la mirada de Ilarion era penetrante y cautivadora a la vez—Señorita Lovegood, un placer conocerla.
—Igualmente. —murmuró Luna, sintiéndose nerviosa por su presencia.
Sin más, dió media vuelta y se retiró con paso relajado ante la mirada furiosa de Bastián.
—Mis más sinceras disculpas señor Krum. —apurado, el hombre se dirigió a Viktor.
El búlgaro asintió y sonrió para hacer que el hombre no se sintiera mal.
—La cuenta va a nombre de la casa, como disculpa. —añadió el hombre antes de retirarse, chasqueando los dedos y haciendo desaparecer los platos vacíos de su mesa, dejándola pulcra de nuevo.
—A él no recuerdo haberlo visto durante el torneo. —dijo Luna refiriéndose al joven.
—Optó por no inscribirse. —Viktor se encogió de hombros. —No era de su interés, traté de convencerlo.
—Entiendo. —asintió Luna.
Al llegar la hora acordada Luna y Viktor se retiraron de regreso a Hogsmeade; la sensación de la aparición provocó que Luna se desestabilizara, y Krum con los magníficos reflejos de buscador que tenía logró tomar a la joven antes de que cayera al suelo.
A lo lejos Theodore Nott observó la peculiar escena de película romántica muggle y le hizo una seña a Astoria para que mirara.
—¡Oh, debieron pasarla hermoso! —comentó la castaña mirando la escena también.
—¿No me habías dicho que Luna había ido a visitar la tumba de su madre? —le reclamó el Slytherin y Astoria riócon ganas.
—Lo siento, no quería que te pusieras celoso.
—¿Celoso de qué? —alzó la voz provocando más risas por parte de la castaña. —Estas loca.
Se quedaron observando a lo lejos mientras miraban a los magos en la lejanía.
Luna observó a Viktor con una mirada de disculpa por casi tropezar.
—Viktor, lo siento. . .
— Luna, no tienes que preocuparte, me la he pasado muy bien el día de hoy junto a tí—el chico dejó un mechón que se había arrancado de su melena y lo colocó tras la oreja de ella—La verdad hace tiempo que no me lo pasaba tan bien.
La rubia se colocó algo nerviosa, durante toda la cena se sintió bien por estar con él, pues realmente era amistoso y tenían cosas en común. Pero no podía negar que estar cerca de él le intimidaba un poco, no sabía cómo actuar por aquello.
— Viktor también me lo he pasado muy bien, quiero agradecerte por el día de hoy—comentó —De verdad, el lugar, la comida y la plática me gustaron mucho.
Él se acercó y dejó un beso suave en su mejilla.
— ¿Te gustaría que lo repitieramos? —propuso el mago, observándola con interés —No te sientas presionada, pero realmente me la pasé muy bien, me gusta pasar el tiempo contigo.
— Creo que sí, me gustaría mucho —confesó —Me gusta esta ¿Nueva amistad?
— Claro Luna, sabes que puedo ser tu amigo, no necesitas preguntar —el acento cautivador de Viktor la embelesó—Ahora debes volver, creo que tus amigos te esperan—indicó haciendo alusión a Astoria y a Theodore—Al parecer no confían en que estés conmigo.
Luna se volvió y puso los ojos en blanco al verlos más allá.
— Ella es algo sobreprotectora.
— Pues también lo sería si tuviera una amiga tan especial, ahora que lo somos creo que también lo seré.
Ambos se quedaron observando antes de que Luna se alejara hacia sus amigos. Viktor se quedó pensando en los ojos celestes del chico, mientras que ella siguió recordando los ojos avellana del mago.
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