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CAPÍTULO 24.

¿Qué dolor era peor?

Luna no sabía que era lo que le dolía más.

Las palabras de Theo o saber dentro de ella que estas eran reales. La Ravenclaw siempre fue muy sensitiva, curiosa, tenía muy desarrollada la gama de emociones que sentía y llegaba a percibir que esas palabras eran ciertas sin tener prueba.

¿Por qué? ¿Qué era lo que le provocaba confiar en Theo?

Después de todo él había huído del colegio con los aurores pisándole los talones y cuando fuera encontrado sería puesto a disposición de la justicia. Pero este siempre fue sincero con ella, trató de ser fiel a lo que creía y con la forma de ver el mundo en el cual vivían.

¿Y Viktor? ¿Qué sabía ella de él realmente?

Sabía que había dejado su prometedora carrera en el Quidditch para convertirse en periodista después que El Profeta le ofreciera un empleo.

Aquello ahora que lo pensaba mejor, no tenía ningún sentido. Él tenía una carrera prometedora, no había motivo para que dejara su pasión por algo tan simple como el periodismo deportivo.

Y algo más importante.

¿Había motivo para que un chico como Viktor Krum se fijara en ella de la manera que todo sucedió?

Todas sus inseguridades volvieron a aparecer. Ella había logrado empoderarse y confiar en lo que podía llegar a ser, sin embargo ahora pensaba en las palabras de Theo y obviamente el búlgaro se había acercado a ella con una razón, por algún motivo que aún no conocía.

Pero el amor no había sido y eso le destrozaba el corazón.

Recordó cuando apareció por primera vez en el cementerio, después las veces en las que coincidían en Hogsmeade y él galantemente había mantenido una plática con ella. Siempre mostró real interés en lo que sucedía en su vida, en cómo estaba llevando los acontecimientos que le estaban pasando.

¿Por qué realmente ella habría de gustarle?

Viktor Krum tenía un séquito se fans tras de él, chicas más guapas que ella a los ojos de la misma, sin mencionar que era mayor que ella. Algo que jamás fue un problema para él. Jamás notó que no había interés real por su parte, jamás notó que algo era lo que buscaba.

Si Viktor pertenecía a las filas del señor tenebroso y se había acercado a ella, era porque buscaba algo que no obtenía aún.

Y Luna estaba dispuesta a averiguar qué es lo que era aunque fuera lo último que hiciera. Aunque tuviera que extraer la verdad de alguna manera ilegal, no se iría al castillo hasta que pudiera conversar con él.

Las constantes desapariciones del mago tampoco fueron atendidas realmente por ella. Llegó a la conclusión que se había aprovechado de su ingenuidad para sacar provecho y ahora tendría las respuestas del porqué. No se quedaría conforme, le haría frente y obtendría las explicaciones que esperaba.

Hogsmeade había sido cercado por el ministerio de magia a la espera de esclarecer los hechos sucedidos en el castillo. Estaba siendo muy difícil salir, sin embargo ella consiguió escapar con la excusa de que necesitaba recoger su vestuario desde Tiros Largos. Cantaría para el funeral de Albus Dumbledore y debía estar vestida para la ocasión, por lo que ese instante era el ideal para poder abordar la viviendo del que supuestamente era su novio.

¿Cuántos secretos guardaba realmente el búlgaro?

Las preguntas abrumaban su cabeza pues no podía contestar absolutamente ninguna. Para todas lo necesitaba a él para acallar sus dudas. Pero el malestar no cesaba, muy por el contrario, crecía cada vez más.

No tendría otra oportunidad, luego del funeral del director volverían a casa por la inestabilidad que había en el ambiente. El ministro de magia estaba manteniendo conversaciones con Severus Snape y Minerva McGonagall y estaban llevándose a cabo batallas administrativas impensadas. Por lo que tras eso debería abordar al expreso y retornar a Devon.

No podía volver a casa llena de dudas.

Al menos debía terminar ese capítulo si es que la horrible verdad terminaba teniendo certezas.

Se adentró entre las callecitas que estaban vigiladas por los aurores, por ese motivo debía ser sumamente cuidadosa. No quería ser retornada a la escuela sin llevar a cabo su cometido. Recordaba con precisión el camino que tenía que tomar para llegar a donde Viktor –que a estas alturas ya no sabía ni lo que eran–.

Suspiró y se armó de valor en el momento que estuvo frente a la puerta. Mantuvo siempre cerca de su cuerpo la varita en caso de que la fuera a necesitar, pues la usaría sin pensarlo en caso de una emergencia.

A estas alturas ya no sabía que pensar ni creer con respecto al guapo y misterioso hombre que había entrado en su vida de una manera tan natural que ahora hasta le generaba temor.

Había sido ingenua y no podía sentirse más frustrada por eso.

Ella era una Ravenclaw y se dejó engañar absolutamente.

Eso era lo que el amor conseguía.

Nublar el juicio y cegar de la forma más natural.

Tocó tres veces de manera segura aunque por dentro su corazón tiritaba. Aguardó a que alguien fuera por ella y no tuvo respuesta. Insistió, no dejaría de golpear hasta que el mago le recibiera. Se percató que alguien se asomó entre las cortinas y luego de eso abrieron la puerta.

No era quien esperaba.

Era Ilarion.

El misterioso amigo de Viktor que no tenía idea como hacía para aparecer en los momentos menos oportunos.

—Vaya vaya, miren a quién tenemos por aquí— saludó coquetamente— ¿Luna Lovegood no es así?

El chico rubio le sonrió de una seductoramente amenazante. Jamás habían tratado más de varias frases, no eran cercanos y nunca entendió el porqué vivía allí si supuestamente no se mantendría en Londres por mucho tiempo.

—¿Viktor se encuentra en casa? —preguntó de inmediato. No quería que él comenzara a disuadirla, algo muy común entre la camaradería masculina. Obviamente él sabía que Viktor la evitaba.

—No, no se encuentra, creo que tendrás que venir más tarde preciosa.

Antes de que él pudiera cerrar la puerta, ella sacó la varita y apuntó hacia él. Algo que de no ser por los consejos que le dió Astoria jamás hubiera hecho.

—No me iré hasta que pueda hablar con él. Así que voy a esperarle dentro —le ordenó sin llegar a ser intimidante—,Viktor dijo que si necesitaba algo podía venir cuando quisiera, jamás mencionó que alguien me negaría la entrada.

Ilarion se rindió y se apartó de la entrada para dejarla pasar. Este no llevaba nada más que un pantalón liviano con el que podía decirse hacía ejercicio. Luna apartó la mirada porque no tenía intenciones de verle en esa facha. El chico sonrió de forma coqueta, se sirvió un vaso de agua y luego analizó a Luna.

—Iré a vestirme, probablemente a Viktor no le guste verme vestido con el pijama si es que estás aquí — mencionó —, últimamente anda demasiado irritable y no quiero que se enfade por algo así de simple; así que me disculpas, hermosa.

Fueron pasando los minutos y ella comenzó a ponerse nerviosa, no porque Ilarion anduviera por allí merodeando, si no porque Viktor no aparecía y quizás no lo haría.

¿Realmente Theo tendría razón?

Ustedes.  .  . —preguntó Ilarion desde su espalda, consiguiendo que ella diera un saltito por la sorpresa —¿Se encuentran bien? Veo que no tienes buena cara —señaló.

Luna no sabía que responder, después de todo jamás había sido cercana con él y tenía la manía de estar siempre en el lugar equivocado.

—No tengo porqué responderte aquello a tí, después de todo tú eres sólo un amigo de Viktor. Nuestras cosas personales son aparte.

Ilarion negó con la cabeza y sonrió de forma cínica.

—Viktor y yo nos contamos todos, somos hermanos ¿o acaso no te lo dijo? Creo que todavía le genera mucho fastidio asumir que cuando su madre se fue de viaje por dos años llegó con un regalo para él que resulté ser yo— acotó.

¿Eso era enserio? ¿Ilarion era hermano de Viktor?

—¿Tú?

—Oh, sí Luna. Somos hermanos, antes podría haberme dolido el que no lo mencionara, pero ya me acostumbre, a donde vaya mi hermanito yo voy y eso es lo que importa, al parecer no le dice a nadie de mi existencia porque quiere librarse de mí— sonrió —él está acostumbrado a hacer eso, sacarse de encima a quien no le conviene que esté a su lado.

Luna desvió la mirada.

Sí era capaz de ocultar a su hermano, era capaz de ocultar un montón de cosas.

Y en eso la puerta se abrió, la manecilla giró por arte de magia y allí apareció él. Con un bolso grande y vestido completamente de negro. La mirada de Luna y del búlgaro se encontraron y este no pudo disimular la perturbación que le generó verla.

—¡Luna! ¿Qué haces aquí?

Ilarion interrumpió antes de que la rubia pudiera contestar.

—Estoy muy herido Viktor, voy a salir pero después conversaremos seriamente. ¿Cómo es que tu novia no sabe que somos hermanos? Pensé que ya habías superado que tu madre se involucrara con mi padre, después de todo cuantas veces no he estado allí para tí, hermanito.

Ilarion.

—Después— sentenció este —, voy a darles privacidad. No quería dejar sola a tu invitada aquí, pero asumo que ella no quiere conversar contigo en mi presencia.

El mago desapareció sin más y allí el aire estaba en extremo denso y pesado. La Ravenclaw pudo sentir en su corazón el filo de la tensión, era como si las palabras de Theo fueran una cinta que no paraba de repetirse en su cabeza.

—Cariño— dijo él, tratando de acercarse pero ella dió un paso hacia atrás y le enfrentó de forma desafiante— hey ¿Qué sucede?

La Ravenclaw no sabía de qué forma lidiar con sus sentimientos, no entendía lo que su corazón estaba experimentando; de lo que sí estaba segura era de que no dejaría que sus emociones la cegaran. Tragó saliva para que la voz saliera firme y no flaqueara ante la presencia del mago.

—Me mientes, me has mentido durante todo este tiempo— le acusó —, no intentes convencerme de que no es así porque ya lo sé. Estaba ciega y no fui capaz de ver tus verdaderas intenciones.

—Luna.  .  .

—Ahora lo entiendo todo, era imposible que tú y yo —comentó con un dejo de sarcasmo en su voz —¿Cómo iba a estar Viktor Krum conmigo? Yo soy insignificante al lado de la fama y el prestigio que tienes.

—¿Qué dices? No sé porqué me dices esto, Luna.

—¡Deja de fingir, por favor! Si me tienes un poco de aprecio y respeto, te ruego que hables con la verdad. Sé que te acercaste a mí con un motivo, quiero saber qué es lo que pretendes.

Cariño, siento estar tan lejos, las cosas con mi madre no están bien.

—¡Basta de tus mentiras, Viktor Krum! ¡No vuelvas a llamarme cariño! Sé que tú e Ilarion están en el bando de Lord Voldemort y que quieren obtener algo de mí ¿Creíste que jamás iba a saberlo? ¿Pensaste que jamás lo iba a averiguar? Puedo ser ingenua y pensar bien de las personas pero no soy ninguna tonta.

Viktor palideció, las palabras de ella eran tenaces. Sus acusaciones no dejaban lugar a que pudiera rebatir algo. Ella estaba demasiado confiada de lo que sus labios decían.

Ella lo sabía todo.

Quizás no todo, pero sí sabía qué era lo que estaba haciendo.

Sabía que ella tenía que ver.

Sabía que se había acercado a ella con un propósito y no conseguiría engañarla de nuevo.

—¿Enserio creíste que podrías engañarme para siempre? Tú y tu hermano son unos descarados ¿Por qué engañarme? —gritó —¿No podías obtener lo que necesitas sin tener que dañarme? Dudo ser un elemento valioso en toda esta guerra, no soy una pieza clave.

El silencio reinó entre ellos dos. Él barajaba la opción de escapar o de enterrarse en el sitio de ser factible.

Ella lo miraba de la misma manera que lo hizo Katrina años atrás. Con desprecio y decepción.

¿Cómo era posible que se hallara en la misma situación nuevamente?

Lo acepto, si necesitaba algo de ti. Soy lo que dices, no puedo seguir mintiendo.

—¿Era necesario continuar con la farsa? ¿Por qué no sacaste lo que querías y ya?

—Porque terminé queriéndote en verdad. No estaba en mis planes pero así fue; me terminé enamorando de ti, Luna.

Ella no se permitió conmoverse por esa confesión.

Aquello era real.

Sin embargo ya no podía creerle.

No después de todo aquello, no después de que la había usado.

Ahora ya no había espacio para el amor, sino que sólo había espacio para la verdad.

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