Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 23.


¿Qué implicaba convertirse en un mortífago?

Pues era algo con lo que Theodore Nott aún no estaba familiarizado. Algo que lo hacía ir en contra de sus creencias, sin embargo lo arrastraba de manera vertiginosa con el fin de no convertirse en la carnada de Lord Voldemort.

A diferencia de Draco, él tuvo que hacer misiones secretas que implicaban entregar información al señor tenebroso, él había sido obligado a unirse al bando tenebroso sin poder objetar. Su vida dependía de ello, no obstante estaba más seguro que su compañero de casa en ese momento.

Pero aquel día los dos tendrían que dejar Hogwarts.

Theo ya no podía continuar allí después de lo que Draco tendría que hacer. Estaba seguro que los aurores tendrían que ir uno a uno por todos los estudiantes levantando las mangas de sus uniformes con el fin de cerciorarse que no quedara ningún otro infiltrado, él era uno de ellos y si no quería ir a Azkaban debía huír cuando tuviera la señal.

Le entristecía la forma en la que de cierta manera su vida estaba llevándose a cabo, pues tenía la remota idea de que posiblemente no tuviera muchos años más. Era joven pero estaba del bando equivocado de la historia, eso lo tenía más que claro.

—¿Estás seguro, Draco? —le preguntó por una quinta vez de lo que llevaba el día.

Ese había sido un amanecer sombrío, las nubes cubrían los leves rayos de sol que trataban de penetrar los muros del castillo de Hogwarts.  Draco tenía la mirada perdida; hace poco había salido de la enfermería luego de que su cuerpo sufriera múltiples cortes tras el duelo con Harry Potter.

—No tengo otra opción Theo, lo sabes. No tenemos otra opción, ninguno de los dos; pensé que eso ya lo tenías claro.

Theo pensó en silencio y asintió, su compañero tenía razón. Ellos por el sólo hecho de tener la marca tenebrosa estaban condenados a una vida de sombras de la que probablemente no podrían huir si es que Voldemort se hacía con el poder.

Pensó en las cosas buenas que había tenido en su vida y una de ellas era su amistad con Draco, desafortunadamente habían crecido en un mundo donde aquello no era valorado y lo único que importaba eran las apariencias, lo que se podía conseguir y en cómo se podían usar las personas.

—Cuando me avises te daré la señal— comentó cuando comenzó a quitarse el uniforme para elegir la ropa más oscura que tuviera.

Draco observó a lo lejos sin expresividad. Sus ojos no tenían brillo alguno, su cara estaba demacrada y visiblemente se hallaba adolorido.

—Esta es mi tarea, Nott. No necesitas ayudarme, puedo hacerlo solo; es mi momento.

—Te conozco de los seis años, tienes miedo y no lo estás disimulando, ambos estamos metidos en la mierda hasta el cuello— contestó lo más sereno que pudo—, nadie nos va a rescatar de nada y ya que eso es así, al menos que salga bien.

El rubio suspiró y miró directo a los ojos a Theo. Era lo más cercano que podía decir que significaba un amigo.

—Será a las diez, ya no habrá tanta gente en los corredores. Todos van a estar en las salas comunes, o eso es lo que espero.

—¿Cómo piensas burlar a los aurores? Están en la entrada de la oficina de Dumbledore.

—Ahí es donde entras tú, te necesito para aturdirlos sin que se den cuenta. Quince minutos antes de las diez hacen un cambio de guardia, allí es cuando debes estar atento y aturdir al que sea si no tengo la pista despejada.

Theo lo contempló con actitud resignada. La tarea de Draco era asesinar a Albus Dumbledore, una batalla que tenía perdida desde antes de pensar en la misma. Era imposible bajo cualquier punto que Malfoy pudiera lograr aquel cometido. Voldemort había pensado muy bien su venganza en contra de la familia de su compañero.

Infiltrar mortífagos en la escuela era una cosa, matar al mago más poderoso del mundo era otra cosa muy distinta y fuera de lo común.

—¿Te despediste de Astoria?

Esa pregunta implicaba mucho, infería que quizás jamás la volvería a ver y esa era la realidad. No había que ser un genio para darse cuenta que si no cumplía su misión el señor tenebroso acabaría con él sin pensarlo dos veces.

—No, pero ya me he alejado lo suficiente como para que sepa que no habrá nada entre nosotros ¿Para qué iba a decirle que nos volveríamos a ver si probablemente el nosotros no volverá a existir? —declaró —, a la larga es conseguir que se ilusione por una idea que no es real ni viable.

El otro Slytherin asintió y se preparó a salir de la habitación, tenía claro lo que tenía que hacer y el matiz que estaba tomando la conversación no le estaba satisfaciendo. Draco necesitaba estar concentrado y no lamentarse sobre lo que pudo o no haber hecho, así que prefirió evadir alguna otra conversación.

No obstante el rubio levantó la mirada y farfulló en su dirección.

—¿Y tú? ¿Te despediste?

Theo se detuvo a pensar de quién podría despedirse. Quién era realmente importante en su vida, o más bien dicho para quién era realmente importante y se dió cuenta de que probablemente nadie lo echaría en falta si es que esta noche las cosas no salían bien.

—Mis padres me metieron en esto, ellos no cuentan. Fuera de ellos no tengo a nadie más, a nadie más a quien le haga falta.

Sus pensamientos se fueron hacia la rubia, pero entre menos supiera más a salvo estaría. Luna era curiosa y le gustaba brindarle apoyo y ayuda a todo aquel que lo necesitara, así que jamás pasaría por su mente mencionarle los acontecimientos que estaban a punto de suceder.

Era mejor así, que todo siguiera su curso.

Salió de la sala común de Slytherin con el objetivo de pasear por los corredores, por los montes, por los jardines. Ir por última vez a donde realizaban la clase de criaturas mágicas pues este sería su último día en Hogwarts. De cierta manera quería despedirse del sitio que le había dado abrigo durante seis años.

Hogwarts se había convertido en un hogar, en un lugar seguro del que ahora tendría que desprenderse junto con todo lo que le importaba. Pronto llegaría la hora y tenía que estar dispuesto a ayudar a Draco en lo que fuera que necesitas. A ambos les convenía que todo resultara bajo lo que estaba planeado. Así terminaría más rápido, así la agonía no sería tan larga.

Durante todos esos minutos restantes Theo se dedicó a pensar en las vivencias que había pasado en el castillo. Sin embargo la amistad que había surgido entre él y Luna a pesar de ser breve había sido de lo más significativo e importante; ella había sido tan distinta, vió más allá del prejuicio que se tenía hacia Slytherin y le integró a pesar de que jamás se hubieran hablado, a pesar de que todos en su casa le llamaran loca o chiflada. En los ojos de la rubia había visto más amor que en cualquier otra cosa a lo largo de su vida.

Pensó en Luna Lovegood y en las cosas buenas que merecía, en que ella tenía que tener el mundo a sus pies y aunque doliera no sería junto a él. Theo tenía plena conciencia de que Viktor tampoco era bueno para ella y se sentía sumamente culpable por no haber tenido coraje para decírselo a tiempo, no obstante confiaba en que el universo conspirara a su favor y mantuviera a Luna a salvo de todos los sucesos que sabía que vendrían.

Le pidió al cielo para que después de este día ella no tuviera que vivir ninguna situación que le causara dolor o angustia, pues la rubia merecía cosas buenas.

Al llegar la hora acordada, observó como todos sus compañeros comenzaban a abordar hacia sus salas comunes; él había pasado de la cena para meditar cerca del Lago Negro y ahora emprendía su viaje hacia el pasillo que lo llevaría hasta la oficina del profesor Dumbledore. No era bueno que estuviera a la vista, no podía levantar sospechas; no con los aurores mirando cada uno de los pasos que daban los profesores, en ese instante no podía pasar a ser un blanco de interés o todo estaría perdido antes de tiempo.

Cuando se percató que todo parecía estar sin movimiento, se deslizó por los pasillos con pleno sigilo. Sólo iba quedando uno que otro alumno que venía desde los baños, desde el campo de Quidditch o desde la biblioteca.

Su corazón casi dió un vuelco porque muy cerca de donde él estaría oculto para ayudar al rubio, estaba Luna. Leía absorta en sus pensamientos, colocaba expresiones faciales que le causaban tal nivel de ternura que la desesperación hizo presa de él.

¿Cómo era posible que estuviese allí y no en la sala común?

Hace ya varios minutos que había sonado la campanada del toque de queda.

¿Sería el destino el que le regalaba la posibilidad de despedirse de ella y advertirle?

Él no creía en eso, pero en esta ocasión había decidido hacerlo, no podía permitir que ella estuviera cerca de donde una horda de mortífagos saldría al ataque, por donde subirían las escaleras a donde estaba sentada. No podía dejar que ese grupo de personas que la atacaría sin dudar la vieran.

Se acercó con el pánico visible en su rostro y la interrumpió sin anunciarse.

—Luna ¿Qué demonios haces aquí? El toque de queda ya ha sonado.

Ella le sonrió y observó sorprendida su reloj de pulsera, el chico tenía razón y el nerviosismo la invadió.

—Theo ¡qué grata casualidad! Tú también estás fuera de tu sala común ¿No crees que vestido así te ves algo tenebroso?

Theo no podía detenerse a contestar eso, pues era imperioso que ella se fuera a la torre de Ravenclaw cuanto antes.

—Luna debes ir a tu sala común —. El tono sonó un poco más amenazador de lo que pretendía y logró levantar la alerta en la Ravenclaw quien de inmediato frunció el ceño.

—¿Qué sucede, te sientes bien? Estás algo alterado.

—¡Maldita sea, Luna! Te encuentras en el momento y el lugar equivocado—; sin detenerse la tomó con toda la delicadeza que pudo y la arrastró tras una de los postes de granito que estaban cerca de allí.

La bruja también se asustó debido a eso, pues percibió como la puerta de la sala de menesteres se abría. Theo rápidamente sacó la varita y la cubrió con su cuerpo. Luna se quedó petrificada al notar que varios capuchas negras salían de allí con paso sigiloso, sin ser percibidos por nadie, sin que nadie les impidiera el paso.

Ya era la hora.

Theo se dió el tiempo de mirarla por última vez y susurró sin perder tiempo.

—Ve a tu sala común y dale aviso al profesor Flitwick que un grupo de mortífagos ha invadido la escuela— declaró con súplica —, no te detengas a buscarme porque no volveré, no te preocupes por mí.

—Theo qué sucede. . .

—Esto es la guerra, Luna. Desde hoy el mundo como lo conoces no volverá a ser jamás, el castillo no será como antes.

—Tú, ven conmigo— dijo aún sin entender—. Puedes refugiarte en la sala de Ravenclaw.  .  .

Antes de que ella tirara de él, este la detuvo.

—No, no puedo —dijo sin verla a los ojos y allí ella comprendió todo, quedándose en su sitio inmóvil—.Soy uno de ellos, ellos han venido a por Dumbledore y debo huir con el grupo si quiero seguir con vida al menos un tiempo más.

—El director te ayudará.  .  .

—No. En este momento el director debe estar siendo desarmado.

—¿Qué?

Él no le dió tiempo para replicar o preguntar nada más. No pensó que tendría el valor, pero las situaciones desesperadas implicaban medidas desesperadas.

Entonces la besó, porque supuso que nunca más la vería.

La besó en los labios como un acto de despedida.

Y Luna está vez correspondió a su beso sin saber porqué.

Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Theo, el tiempo corrió ya que los minutos parecieron ser horas. Hubiera quedado que aquel instante fuera eterno pero sabía que no era así.

—Lo siento Luna— le rogó—, siento que esto sea así.

—Theo.  .  . —. Ella se llevó los dedos a los labios teniendo consideración de lo que había hecho.

—Tienes que mantenerte a salvo.

El chico comenzó a alejarse debatiéndose entre sí romperle o no el corazón.

—¡Theo! —exclamó Luna.

El aludido se volvió y suspiró.

—Debes alejarte de Viktor, es uno de ellos, es uno de nosotros.

Aquella frase quedó en el aire antes de que se fuera.

Minutos después la marca tenebrosa estaba en el cielo.

Dumbledore había muerto.

Theo se había ido.

Luna estaba en shock.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro