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CAPÍTULO 21.

***

Absolutamente nada era una coincidencia, nada sucedía porque sí o al azar. Menos cuando una astuta persona merodeaba hasta conseguir que su objetivo se encontrara en el sitio y el lugar correcto para obtener información.

Luna había decidido visitar a su madre como cada vez que podía, mientras las clases y los exámenes lo permitieran. Últimamente los TIMOS estaban consumiendo todo su tiempo y no podía darse el lujo de reprobar ninguna de sus materias; estaba entusiasmada principalmente con criaturas mágicas y herbología, pues eran las asignaturas que más le agradaban.

Pero sin duda que ella podía darse el tiempo de acudir a aquel lugar donde siempre encontraba paz, consuelo y la capacidad de pensar con claridad todo lo que le aquejaba. Realmente ella sentía la presencia de su madre allí aunque sabía que desde hace mucho su madre era parte del universo. A ella le gustaba pensar que Pandora Lovegood la escuchaba desde donde fuera que estuviese.

Al llegar a Hogsmeade algo llamó su atención de inmediato, allí había un nuevo puesto de flores. La Ravenclaw disfrutaba escogiendo las flores con las que decoraría el lugar de su madre, en cada ocasión le llevaba una que pensaba sería llamativa o le agradaría, recordando sus gustos y aromas preferidos.

—¿Es un nuevo puesto, cierto? Nadie aquí tiene flores tan hermosas, no le dan la real importancia que deberían darle a los que ya partieron.

La joven rubia que atendía la florería la observó de manera detenida. Luna Lovegood no sabía que Katrina Dimitrova había buscado la instancia para encontrarse con ella; no para hacerle daño, si no para lo que ella llamaba advertirla.

—Sí, he llegado hace muy poco desde el extranjero. Y concuerdo contigo, no se les da la mejor valoración— contestó otorgándole una cálida mirada.

—¡De verdad! Eso es muy interesante, ¿se puede saber desde donde llegaste?

—Bulgaria, ha sido difícil avanzar siendo una forastera.

—¿Enserio? ¡Mi novio también es búlgaro!

Aquellas palabras resonaron en la cabeza de Katrina y sus manos temblaron; después de todo ella no había llegado a Londres con el fin de unirse al bando tenebroso para ser una carroñera más, lo había hecho para vengarse del hombre que le había arruinado la vida.

El mismo hombre que Luna tenía como novio.

—Siempre nos dicen que somos bienvenidos en cualquier parte del mundo, somos buenas personas— dijo a modo de relajarse mientras elaboraba un ramo de flores —Eres muy joven ¿Estudias de Hogwarts?

—Sí, soy de allí. Hoy es el día en que vengo a ver a mi madre— respondió encogiéndose de hombros—, siempre vengo aquí los fines de semana; ella es todo para mí y debo reteibuírlo comprando las flores más hermosas.

Katrina leía a las personas con mucha rapidez, de inmediato pudo percibir que Luna era una buena chica, una chica demasiado inocente y sin malas intenciones, demasiado considerada para su propio bien. La Ravenclaw tenía una manera de ser tan luminosa que no dejaba lugar a dudas de que era una chica que no poseía maldad en su corazón.

Y eso enervó más a Katrina.

Que él se estuviera aprovechando de ella en uno u otro sentido, porque sabía que ese acercamiento era para obtener una respuesta a una situación que Luna no sabía.

—Creo que eres una de las pocas personas que comprenden el significado de la muerte y lo que nuestros seres queridos dejan en nosotros— murmuró finalmente después de haberse reprimido al escucharla.

—¿Crees que puedes prepararme un ramo sólo con peonías rosas? A ella le encantaban.

—Por como hablas de ella asumo que la recuerdas con mucho amor todavía— mencionó mientras seleccionaba las flores escogidas para preparar el ramo de la rubia.

—No hay día en que no piense en ella y en el que no recuerde sus caricias—relató —, ella era una mujer sumamente especial, a todo le ponía una dosis de amor total, las cosas se volvían más hermosas cuando ella las hacía o cuando tenía que ver con lo que pasaba. Era una bruja extraordinaria y creo que debido a eso mismo murió pronto, dicen los muggles que la gente buena parte antes de este mundo porque es demasiado dañino para ellos.

—¿A qué se dedicaba tu madre? —preguntó sin poder ocultar su curiosidad. Sin haberlo planeado mejor estaba hablando con la chica y esta le contaba sus cosas como si fueran amigas desde hace mucho tiempo.

—Era periodista en el periódico que fundó mi familia, ella y mi padre llevaban el Quisquilloso de tal manera que muchos magos y brujas dejaron de leer El Profeta por el enfoque investigativo que había propuesto mi madre para este.

Katrina notó que Luna debía de ser muy similar a su madre en muchos aspectos, en su belleza, en la forma de hablar, en su manera de expresarse y en el entusiasmo que ponía para poder decir lo que su mente guardaba. Era una real lástima que estuviera involucrada con personas y en asuntos tan densos como en los que Viktor estaba envuelto.

—¿Y eso fue hace mucho?

—Sí, fue ya hace varios años; sin embargo aún no dejó de extrañarla. Creo que jamás podré superar el hecho de que me haya dejado tan joven— susurró —A veces siento que no es real lo que mi padre me contó con respecto a su muerte, en ocasiones creo que alguien le hizo daño y que él no quiso decirme para evitar causarme dolor.

La bruja no sabía si seguir preguntando sería buena idea, sentía que estaba invadiendo de verdad la privacidad de la chica. Después de todo ella no tenía idea quién era realmente, creía que era una simple florista amable y no una espía. No obstante Luna siempre tenía ganas de hablar y contar las anécdotas que le habían ocurrido.

—Creo que tienes que pensar en que ahora desde algún sitio está cuidando de tí— declaró Katrina sin mirarla —, siempre es bueno tener a alguien que nos cuide, aunque ya haya partido. Eso nos provoca una sensación de bienestar a pesar de la pérdida.

—Eres muy agradable ¿puedo saber a qué haz venido a Londres? Acá las personas no son muy amables que digamos —quiso saber Luna—, tú eres agradable.

Luna sí era muy inocente, muy confiada y todos aquellos adjetivos que la describían. Jamás pasó por su mente el ponerse a pensar quién era ella y porqué era tan gentil, porqué precisamente también era de Bulgaria, porqué estaba en un lugar que frecuentaba tanto y mucho menos porqué se había molestado en entablar una plática tan cordial.

—He venido a resolver algunos temas pendientes que tenía aquí, mi familia viajó hace algunos años y me hice de algunos amigos —mintió —, quiero aprovechar de verles también.

Luna sonrió ante la perspectiva de que ella no estaría sola en un país donde estaba a punto de estallar una guerra, que probablemente después cerraría las fronteras y tendría que pedir asilo político y que este no podría asegurar su integridad.

—Sabes, esta no es la mejor época para venir a Londres, con el regreso del señor tenebroso todo se ha vuelto más difícil —murmuró mientras le entregaba los galeones—, deberías salir de Inglaterra cuanto antes y volver en un tiempo más, no es seguro aquí.

Al menos tenía nociones de lo que pasaba a su alrededor.

O eso pensó Katrina.

—Mencionaste que tu novio también era búlgaro ¿vive aquí hace mucho? —interrogó ella mientras le daba los toques finales al ramo.

—Bueno probablemente lo conozcas, él es Viktor Krum— dijo con una risita de adolescente enamorada —, trabaja en el Profeta como periodista deportivo. Siendo honesta no creo que vaya a tener inconvenientes debido a que puede darse el lujo de pagar por protección.

Katrina sintió que los colores se le fueron a la cara cuando escuchó el nombre del mago. Sentía tanto rencor y odio hacia él que estuvo a punto de contarle todo a la bruja menor. Para ella Viktor era un patán que estaba aprovechándose de Luna por alguna buena razón y la descubriría en medio de esta conversación, estaba segura de ello.

—Claro que le conozco—se limitó a decir —fuimos compañeros de clase, sólo que no tranzamos muchas palabras.

—Quizás deberíamos quedar en algún momento, él es muy amable y estoy segura de que estaría muy contento de ver un rostro conocido aquí. Está muy solo y no tiene una relación muy apegada con su madre en estos momentos.

—«Así que esa es la excusa que utiliza para sus desapariciones constantes» pensó la florista. —Sigue sin tener mucha imaginación y continúa siendo un imbecil para solucionar sus problemas.

Katrina le entregó las flores finalmente y le otorgó una sonrisa cálida. O al menos trató de fingirla, no podía seguir reteniendo a la chica allí, sin embargo la observaría y se mantendría muy cerca de ella.

—Estoy segura de que a tu madre le encantarán, sea de donde sea que esté viéndote ahora —declaró.

—Oh sí, ella era muy crítica en algunos aspectos, en su última investigación antes de que muriera me enseñó que uno siempre tiene que dar lo mejor de sí, desde lo más complejo hasta lo más simple. Quizás si no se hubiera obsesionado tanto con las reliquias de la muerte aún estaría aquí —dijo con tristeza.

Allí la mente de la bruja hizo click.

Eso era lo que necesitaba Viktor de Luna.

Necesitaba saber el paradero exacto de las reliquias y se acercó a ella debido a las investigaciones que había hecho el matrimonio Lovegood. Necesitaba conocerlo para dárselo a Voldemort y probablemente eso implicaba a la familia en el paquete para conseguirlo.

—Ha sido un real placer conocerte —se despidió Luna—, espero volver a verte en algún momento.

—Lo mismo digo—siseó despidiéndose sin el mismo entusiasmo con el que había comenzado a interrogarla. Existía una sensación de pesar en su mente sobre lo que acababa de descubrir y sintió los deseos irrefrenables de detener a Viktor en lo que fuera que estuviese sucediendo.

Había conocido a una bruja que realmente no se involucraba en nada turbio ¿por qué arrastrarla a aquello? ¿Por qué fingir amor para saber algo más?

Bueno que al parecer era una de las especialidades del búlgaro.

Mientras Katrina se inundaba de pensamientos pasados, Luna estaba ajena a ello ante la sepultura de su madre y ante la inminente verdad que todavía desconocía.

Por eso sonrió cuando escuchó la voz de Viktor en la lejanía.

—¡Luna!

—¡Viktor!

Corrió hacia él y se lanzó a sus brazos, llenándose de la esencia del mago al que había extrañado tanto durante estos días.

—¿Por qué desapareciste así? Me tenías muy preocupada —exigió saber —, no me dijiste nada, ni una sola nota; creí que te había sucedido alguna cosa terrible.

Él puso una expresión de aflicción debido a que claramente le mentiría para esconder lo que verdaderamente había estado haciendo. En ningún momento contó con sentir algo real por Luna, él había fallado en su misión.

—Tuve problemas con mi madre, cariño. Viajé de improviso y mi ave estaba enferma como para enviarla, mi cabeza estaba algo dispersa y no actué con claridad— se disculpó —. No mereces eso, perdóname por favor.

—No me pidas perdón, sólo no vuelvas a hacerlo ¿sí?

—Lo que tú quieras hermosa— contestó dejando un beso en su cabellera rubia— ¿Tú dejaste tan bello este lugar?

—Sí, las he comprado fuera a una chica que vendía. Jamás le habia visto antes —comentó —quizás la vayamos a encontrar al irnos.

—Me agrada que puedas hacer nuevos amigos.

—Quizás podríamos reunirnos, mencionó que te conocía, que habían sido compañeros en la escuela. Que torpe fui, no le pregunté su nombre —dijo viendo la posibilidad de volver a donde estaba Katrina.

—¿Compañeros? ¿Cómo era, Luna?

—Era de tez clara, rubia y su cabello era muy lindo. Además tenía los ojos verdes—señaló —, era muy bella de verdad ¿Cómo no la vas a recordar?

Viktor estaba pálido, sabía perfectamente de quién estaban hablando. No era posible que la hubiera hallado tan pronto, tan rápido.

Katrina había encontrado a Luna.

—Yo creo que debe estar confundida.

—Viktor eres una estrella, nadie podría confundirse contigo.

Ese era el problema, Katrina ya lo tenía en el radar y no podía hacer nada para salir de su alcance.


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