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CAPÍTULO 19.

A veces el karma actuaba antes que cualquier desgracia, Viktor tenía aquello muy claro. 

No sabía en qué momento se había desviado de su principal tarea y eso sin duda lo llevaría por un camino vertiginosamente peligroso del que ahora no tenía idea cómo salir o volver a enrielarse.

El joven búlgaro no había regresado a Londres con el fin de ser periodista deportivo como le había hecho creer a todo el mundo; ser parte del diario el Profeta jamás había estado en sus planes de forma deliberada. Todo había sido un plan urdido de forma compleja y con una aspiración mayor, con un deseo de venganza y con la esperanza de conseguir lo que antes sus antepasados se habían esmerado en renegar. 

No obstante no esperaba que el pasado quisiera jugar con él, no esperaba que todas las malas acciones que había cometido en su vida se personificaran, literalmente. Él no era creyente, sin embargo en esos momentos estaba completamente seguro que algo; una fuerza del universo o un ente sobrenatural, se estaba encargando de que recibiera su merecido. 

O eso sintió al llegar a la Mansión Malfoy, cuando se percató de la presencia incómoda que se hallaba sentada en la mesa junto al resto de hombres que compartían junto al señor tenebroso. Ella implicaba que su pasado volvería a azotarlo con fuerza y le recordaba que no se podía escapar del destino tan fácilmente. 

—Señor Krum, hace tanto tiempo que no había recibido noticias suyas— mencionó la gélida voz del señor tenebroso—, había comenzado a creer que se había arrepentido de ser una de mis colaboradores indirectos. 

Viktor Krum no era un mortífago, no obstante se había involucrado hasta el cuello en el bando tenebroso únicamente por un arrebato de ira y de ego juvenil. Los hombres por lo general siempre creen que pueden conseguirlo todo, creen que pueden romper las reglas y también sienten en ocasiones muy reiteradas las ganas de ir en contra de las creencias familiares, sienten en su interior el llamado intenso a rebelarse por cómo han sido criados.

En medio de esas tribulaciones, Viktor fue arrastrado por la labia del señor tenebroso y para demostrarse a sí mismo que era capaz, cayó en un juego que probablemente no terminaría bien para nadie para ninguna de las personas que involucró, para ninguna de las personas que se cruzaron en su camino con su vuelta a Londres, donde la mayormente implicada era la dulce Luna Lovegood que había ido hacia él de la misma forma en que las polillas van hacia luz; sin detenerse a pensar qué era lo que les sucedía a sus alas cuando se ponían en contacto con los atractivos focos. 

—Me ha costado conseguir lo que me ha encomendado, pero no le decepcionaré— acotó sin demostrar mayor sentimiento, ni en su mirada, ni en su tono de voz, ni en su postura corporal— tendré su pedido, no tenga dudas de ello. 

A diferencia de los demás, el búlgaro no se había unido a las filas por devoción; a ciencia cierta, ni siquiera era parte real de las filas del señor tenebroso; sólo era lo que Voldemort había dicho, era un colaborador que le ayudaría en la tarea de convertirse en el mago más poderoso de todos los tiempos mediante las averiguaciones que este había aceptado hacer como desafío. 

Una tontería quizás. 

En su momento no lo vio así, inclusive lo analizó y le era sumamente atractivo; ahora le pesaba completamente el haber vuelto a Londres, sobretodo cuando se percató de quien estaba sentada en la mesa principal del oscuro comedor. 

—No he tenido mucho tiempo para pensar en ti y me aseguraré de que lleves a cabo la misión que me prometiste; sabes que no hay ningún plazo que no se cumpla y tampoco hay deuda que no pague, señor Krum— siseó y sus fosas nasales aletearon al votar el aire contenido— No obstante en estos momentos aún no es necesario, pero llegará el momento en que sí lo sea y espero que no seas una decepción. 

El mago no hizo ningún otro comentario y dio la media vuelta. Nuevamente la gélida voz del hombre le interrumpió. 

—Viktor, ¿acaso no te has dado cuenta quién nos acompaña? No seas grosero, ella ha viajado desde muy lejos con el fin de ayudar con la causa— expresó con fingido placer—; me llena de orgullo que vengan brujas y magos desde tan lejos a unirse a mí con el fin de ponerle un alto a las atrocidades que los sangre sucia le han provocado al mundo mágico. 

—Katrina— saludó Viktor sin denotar ningún atisbo de sentimiento—, estás muy lejos de casa. 

—Igual que tú, Viktor. 

—Creo que ustedes tienen mucho de lo que hablar, señorita Dimitrova; ha sido un verdadero placer conocerla, es una de aquellas mujeres que ya no se encuentran. 

Una mujer alta, de figura esbelta y largo cabello rubio asintió poniéndose de pie ante Lord Voldemort. Llevaba vestiduras acordes al clima frío de Noruega, sin embargo no conseguían menguar su hermosura, sus rasgos eran los de una princesa vikinga, tenía la piel pálida, los ojos grises más feroces que se hubieran visto, unos labios finos con los que podría cautivar a cualquiera; tenía el aspecto de un ángel. 

Salvo que Katrina Dimitrova no lo era. 

Katrina no era un ángel, quizás antes; no obstante ahora era un demonio en el cuerpo de una frágil e inocente mujer. Una mujer que quería venganza a cómo dé lugar y sabía cómo y dónde obtenerla. 

¿Quién era ella realmente? ¿Por qué se había dejado caer en Londres?

Viktor lo sabía perfectamente, ella estaba aquí por él; para cobrarse todos los acontecimientos que habían vivido en el pasado. 

Porque antes, Viktor había sido un demonio en la vida de Katrina y ella se convirtió en uno por causa de él. 

—Tanto tiempo sin vernos, Krum ¿Quién diría que viniste huyendo hasta Londres? —Las palabras y el tono de voz fueron sumamente afiladas tenían toda la intención de atacarle sin piedad. 

Él por su parte se mantuvo inexpresivo, no podía dar señales de debilidad ante ella; pues lamentablemente para él, le conocía demasiado como para no tomarla en serio. Viktor sabía perfectamente de lo que Katrina era capaz, de lo que podría llegar a planear y de lo fácil que le era ejecutar planes malignos.

Él era el culpable de aquello, pero no creía tener que encontrarse de frente con todo lo que enterró con el fin de volver a mirar. 

—Tú siempre siguiéndome—contestó de forma irónica. 

—Y tú siempre arrancando— rebatió en pie de guerra—, aunque no sé porqué no me extraña. Acá en Londres al parecer no conocen lo que realmente eres. Debo reconocer que me sorprende cómo nadie te ha desenmascarado ¡Oh ya sé! Probablemente sabes cómo fingir ser el famoso humanitario y sencillo hombre que no eres.

—No deberías estar aquí. 

—Pues tú tampoco, créeme que voy a divertirme mucho viendo cómo todas las mentiras que haz contado van cayendo, como tu máscara se va desfigurando y cómo tu miserable actitud vuelve a salir a flote—amenazó con una mueca sarcástica en el rostro. 

Viktor realmente no contaba con que Katrina Dimitrova volviera a aparecer en su vida, ese era el capítulo más oscuro de su existencia, representaba una faceta que no creyó volver a ver, significaba que en algún instante de su vida le había causado sufrimiento y miseria a alguien, y que por su responsabilidad se había convertido en un ser retorcido, que era capaz de todo; inclusive de perseguirle hasta Londres con el fin de verlo hundido. 

—No sabes nada sobre mí, esto para ti no significa nada ¿Acaso te unirás a ellos con el fin de hacerme sentir miserable?

—¿Y tú porqué trabajas para él? ¿Querías poner a prueba si aún eras un maldito? O sólo es por diversión.

—Tengo una misión determinada y volveré a Bulgaria, no me interesa quedarme en Londres. 

—No sabía que la conspiración fuera de tu agrado ahora. ¿Lo haces por diversión?

—No te interesa, mantente lejos de mí. 

—¿Me amenazas? En efecto no haz cambiado en nada—recalcó consiguiendo sacarlo de quicio.

—Más te vale que vuelvas a Noruega, Katrina; no tienes nada que hacer aquí. Si tienes algo que decir dilo de una vez, yo al menos no tengo ningún otro objetivo que no sea el que me encomendó el señor tenebroso y al hacerlo me esfumaré y allí espero de verdad no volver a ver tu maldita cara en mi vida. 

La joven le observó con una mirada incisiva y desafiante. Ella había estado siguiéndole los pasos hace bastante tiempo. Él no contaba con que ella tuviera un as bajo la manga en su contra.

—Hace mucho tiempo que te desviaste del objetivo.

—Eso no es de tu incumbencia, tú a lo tuyo y yo a lo mío ¿Logras entender eso? — respondió con un tono de voz violento. El tono que usaba para darse a respetar entre todos esos magos. — ¿No crees que ya es demasiado? Primero me sigues ¿Ahora no se te hace que pasas la línea al tratar de controlarme?

— Sólo te digo esto para que recuerdes quien realmente eres, para lo que realmente viniste aquí — indicó la mujer, sonriendo cínicamente. — Así como vas, no sólo tendrás que cuidarte de mí — hizo una pausa — Recuerda que Él lo sabe todo, y no tardará en descubrirte.

— ¡Ya te lo dije! — gritó, perdiendo la paciencia, la empujó contra la pared, sacó su varita y la presionó con fuerza contra el cuello de ella. — No te conviene ser un estorbo — le advirtió.

— Se te acaba el tiempo — siseó con malicia — Pronto él te llamará ante su presencia, ya lo verás y lamentarás no haberme escuchado.

— No sabes lo que dices, estás paranoica. 

—Mira, dí todo lo que quieras a cerca de mí— refutó la rubia paseándose alrededor del mago—pero no creo que la linda rubia que frecuentas sepa de lo que eres capaz ¿acaso ella es mayor de edad, Krum?

Al escuchar que ella sabía de la existencia de Luna enloqueció y le hizo frente de forma algo agresiva. No contaba con que Katrina hubiera sabido de ella. Luna era angelical, une buena persona, inocente y de buenas intenciones.

Tal como Katrina hace algunos años. 

—¡No te atrevas a involucrarla aquí! —le gritó— No la conoces , no te acerques a ella. 

—¡Ella corre más peligro contigo que conmigo! ¿No lo crees así?

Viktor se mantuvo en silencio. 

— Y voy a mantenerme cerca hasta asegurarme que a ella no le hagas lo mismo que me hiciste a mí, Viktor— sus rostros estaban tan cerca que cada uno podía transmitir la rabia que sentían por el otro—, no voy a permitir que ella sufra lo mismo que yo y si tengo que delatarte para salvarla, créeme que voy a hacerlo. 

— Aléjate de ella, de mí y de mis asuntos— quiso zanjar el tema y caminar hasta la salida de la mansión— Véte, si tienes problemas conmigo espera a que termine aquí. 

— No, ya estoy harta de ver cómo te vanaglorias; quiero que caigas del pedestal en que todos de tienen, quiero que sepan de lo que eres capaz; no me interesa que lo sepan todos. Sólo me importa que lo sepa ella ¿cómo es que se llama? ¿Luna? 

Viktor apretó su puño con fuerza para controlarse y no lanzarle un Avada Kedavra en ese momento, aunque quizás eso sería más fácil para él.

—¿No te parece un poco enfermo que incluso ella se parezca tanto a mí? Eres un cerdo. 

—Cuídate Katrina, ya no somos unos niños y si tengo que ir en contra de ti lo haré. 

Ella sonrió. 

— Ves, ves que realmente no eres bueno, no eres nada de lo que tratas de aparentar; y cuando salga aquello que tratas de ocultar será tu ruina. No creo ninguna palabra que sale de tu boca y estoy segura de que la dulce Luna no querrá volver a verte y para qué vamos a negarlo, que tu salgas de su vida es lo mejor que puede pasarle. 

Ambos magos se observaron, no se quitaron la mirada de encima. 

Sus rencillas pasadas estaban más presentes que nunca. 

Y ninguno de los dos iba a dar su brazo a torcer. 

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