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𝐄𝐒𝐂𝐄𝐍𝐀 𝐄𝐗𝐓𝐑𝐀

Grant estaba terminando de hacer la primera torre del castillo de arena cuando el celular de Natasha comenzó a sonar. Muy pocas personas tenían ese número para contactarla, así que ella decidió ir hasta la silla para atender.

–Espérame un rato, hijo, ya regreso –le desordenó el cabello.

El niño era una réplica casi perfecta de Steve Rogers, sus ojos verdes eran lo único que tenía igual a su madre.

–Diga... –contestó la llamada del número desconocido.

–Hermanita, ¿cómo estás?

Sonrió al reconocer la voz de Yelena.

–Muy bien. ¿Sucede algo? Acabo de leer tu postal.

–Hice algo que tal vez no te guste pero que necesitas.

Natasha frunció el entrecejo.

–¿De qué estás hablando?

–Espero que me perdones pronto. En muy poco tiempo sabrás a lo que me refiero.

–Espera... –La comunicación se cortó.

La mujer hizo una mueca antes de dejar el teléfono en la silla. El día estaba estupendo, así que se acercó lo suficientemente al mar para mojar sus pies. Su vestido claro que llevaba encima de su traje de baño comenzó a seguir la dirección de una ráfaga de viento.

¿Qué pudo haber hecho Yelena? No pudo comenzar a cuestionarse las opciones cuando le pareció ver que alguien se acercaba a lo lejos. Puso una mano frente a su cara para tapar el sol en sus ojos y verificar que no se tratara de una alucinación.

Steve Rogers, vistiendo una camisa blanca con los primeros botones desabrochados y unos shorts verdes, se acercaba lentamente. Ella se frotó los ojos sin poder creerlo. Aquella era una isla privada, no se permitían turistas. Sus pies caminaron en su dirección por instinto. Natasha olvidó respirar incluso cuando estuvieron uno frente a otro.

–¿Por qué estás aquí? –preguntó más afectada de lo que podía admitir.

–Tu amiga está casada con mi mejor amigo. Le tomó algo de tiempo notar que yo seguía afectado por su muerte.

Con algo de duda, él levantó una mano para acariciar su rostro con los nudillos. La pelirroja cerró los ojos y soltó el aire que había estado reteniendo.

–No sabes las veces que deseé tener una oportunidad más de tenerte frente a mí. Después de que te vi morir tan cerca de mí, todo lo demás ya no valía la pena. Como esa frase de "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

–Steve... Yo era tu misión, no puedes estar hablando en serio...

–Decidí que lo único que no fue real en mi vida resultó ser lo más significativo. Yo sé que tuvimos nuestros motivos, pero no creo que lo que compartimos haya sido fingido.

La rusa detuvo la mano del hombre. Aquello no podía estar pasando. Pero el aroma del capitán parecía tan real. Quizá se había insolado y estaba alucinando.

–No nos conocemos...

–No, por completo. Pero tenemos toda una vida para hacerlo, Nat.

Ella lo observó aún más confundida.

–¿A qué te refieres?

–A que te amo y no estoy dispuesto a dejarte ir. Estoy convencido de que podemos hacernos feliz.

–Dios... Steve... Apenas puedo creer que estás aquí. Yo jamás te habría buscado de vuelta –confesó mirándolo fijamente.

–Lo sé, es por eso que decidí dar este salto por nosotros –La tomó de las manos.

El temor de que él quisiera quitarle a su hijo se hizo presente con fuerza. ¿Acaso estaba allí por ese motivo?

–¿Qué más te dijo Yelena?

–Además de contarme todo lo que planearon. Dijo que tuviste un hijo después de desearlo por mucho tiempo.

–¿Qué piensas de eso?

–Que me gustan los niños.

Siguiendo su instinto, ella lo rodeó con sus brazos y acercó su boca a la del hombre. Fue como degustar un sabroso dulce después de años de estar a dieta. Steve la sujetó con mucha fuerza para no dejarla escapar, saboreando su boca como había deseado tantas veces.

Apartaron sus rostros cuando les fue necesario respirar.

–Debo confesar que en nuestro primer encuentro no controlaste bien tu fuerza, por eso tuve que esperar a que las marcas desaparecieran por completo para volver a llamarte. Si no hubiera sabido que eras un supersoldado, eso te habría delatado.

Él la abrazó con mucho afecto. Aunque él había tratado de evitarlo, aquella mujer le había robado el corazón.

–No sabes las veces que rogué por ese momento –susurró hundiendo su nariz entre los cabellos de la rusa.

Natasha sonrió complacida.

–Tal vez, hubiese sido más romántico si confesabas que nos habías imaginado en la cama –lo molestó con tono juguetón.

–Te extrañé tanto... –dijo para poner ambas manos en las mejillas de la pelirroja y volver a besarla.

La rusa gimió en medio del beso, recordando que a unos metros estaba su hijo. Culminó el roce con varios picos y lo tomó de la mano.

–No sé cómo lo vayas a tomar, pero conoces más de lo que crees al donador de esperma.

Steve parpadeó confundido mientras se acercaban al pequeño que jugaba en la arena dándoles la espalda.

–Grant, hijo, quiero que conozcas a alguien. Él es Steve Rogers.

El niño se levantó y volteó en dirección a la pareja. Natasha deseó haber grabado ese momento en el que padre e hijo se reconocieron en el otro. Grant levantó su pequeña mano y el supersoldado la estrechó con mucho cuidado.

–¿Cómo es posible? –preguntó en dirección a la mujer.

–Gracias a la ciencia. No fue complicado obtener una muestra de tu esperma cuando éramos amantes.

El rubio mayor asintió comprendiendo, con algo cálido en el pecho. Aquel pequeño era su hijo biológico. Y la mujer que lo tenía hechizado, aún después de varios años, era su madre.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pues había encontrado esa familia que había deseado antes de caer congelado. Sentía que tanto amor no cabía en su pecho.

–Haremos que funcione –la tomó de la mano con mucha seguridad. Después se agachó un poco para dirigirse a su hijo–. ¿Sabes jugar con la pelota?

Grant saltó emocionado antes de ir a buscar su juguete. Entonces, Steve acercó más a la mujer para abrazarla por el costado.

–Seremos muy felices, Nat. Lo prometo.

La rusa le dio un breve beso ya que escuchó que el niño estaba regresando. Steve no podía dejar de sonreír. Todo en ese lugar, con Natasha y Grant, se sentía correcto. Construirían los lazos paso a paso, no había prisa.


Ahora sí, FIN.   

Aunque la voz de mi hermana diciendo: "a nadie le importa tus explicaciones, ellos solo quieren leer" resuena en mi mente, tengo algo que decir. Realmente el final del capítulo anterior es el que yo tenía pensado desde que se me ocurrió la idea de esta historia. Un mensaje en particular me dejó toda la madrugada pensando. Gracias a eso recordé que una vez lloré con un final abierto, ni siquiera era tan trágico, pero el momento que estaba atravesando influyó mucho. En ese entonces, le escribí un mensaje largo a la autora para pedirle si podía escribir otro final alternativo, recuerdo haber mencionado que el final del romanogers ya fue muy triste para volver a experimentar algo así. Pensando en eso, y en el alivio que sentí cuando se me cumplió el deseo que yo creía improbable, es que decidí traerles esta escena extra. Estamos en cuarentena, quizá muchos están pasando por dificultades económicas o de salud y necesitan animarse un poco. Este es mi granito de arena para aquellos que quedaron bajoneados con el final anterior. 

Gracias <3 <3

PD: no me agrada que termine en 11 la historia, pero bue...

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