Capítulo 4
Todos se levantan al mismo tiempo del sillón, la sala queda en completo silencio. Me miran, tal vez esperando una reacción. Trato de hablar pero mi madre avanza hacia mí y me abraza.
–Abby, pensé que te había sucedido algo –su voz es amortiguada por la presión con la que me sujeta. La abrazo con fuerza, me siento culpable por haberla preocupado.
–Perdón mamá, no quería que...
–No es tu culpa –dice sonriendo–. El cambio nadie lo controla a la primera.
Frunzo el ceño –No mamá, yo no he... no he cambiado.
Su rostro suave cambia a uno de preocupación – ¿Qué quieres decir? tu ropa, el incendio, la llamada...
Me aclaro la garganta y miro a mi alrededor. Lilith está en la esquina, cerca del sillón en donde se encuentran los chicos.
–Hay que hablar, ese incendio no lo provoqué yo, siento haberlos confundido. Al salir de clases, Natalia me dijo sobre un trabajo importante y sobre que necesitaba mi ayuda. Sin embargo necesitábamos pasar por algunos materiales, Natalia y yo nos dirigimos a comprarlos, ella vio el humo primero, era cerca de un área que conocía –omito la charla sobre Zack y también la parte en el que me sé el bosque de memoria, ya que a mi madre no le gustaría saber que permanezco más tiempo ahí que aquí en casa. No quiero preocuparla con mis salidas al bosque con Natalia–. Ella pensó en que alguien podría necesitar ayuda.
Escucho como alguien resopla, miro hacia el sillón, todos parecen atentos y eso me pone más nerviosa.
– ¿No te pareció una mala idea? ¿A quién se le ocurre entrar al centro de un incendio? –dice Jesse con el ceño fruncido, me mira como si estuviera loca, como si mis acciones fueron totalmente tontas. Y tal vez lo hayan sido pero no es nadie para opinar sobre eso.
Lilith lo hace callar con palabras y Zack lo golpea en el hombro.
– ¿Ella está bien? –Refiriéndose a Natalia–. ¿Tú lo estás? –Agrega al percatarse que es el nuevo centro de atención ante su elección de palabras. Lilith comenzando a perder la paciencia
–Chicos callen de una vez –los regaña.
–Yo ni siquiera he dicho una palabra –se queja Sebastian desde atrás.
Lilith rueda los ojos mientras se tapa la cara con la mano. Jesse se coloca un dedo sobre los labios y sisea para que Sebastian se calle y sonríe.
Me lo quedo viendo. Tonto.
–Le dije que no había nadie, discutimos pero al final de cuentas ella era la que manejaba así que...
– ¿Así que te llevó ahí? –Pregunta Karum–. Por eso es que no podemos ser amigos de humanos –admite con desaprobación–. Ellos nos ponen en riesgo.
Lo miro mal y luego de forma involuntaria a Zack, Sebastian también ve a su hermano con desaprobación.
–Yo aún soy humana –escupo al fin.
Niega con la cabeza, –No lo eres, eres un origen.
– ¡Ni siquiera he cambiado! –Exclamo enojada–. Ahora calla.
Lo miro mal y él sube las manos y niega con la cabeza.
–Sí, ella iba conduciendo pero yo no la hubiese dejado tampoco. Sí, es humana y se arriesgó por ver si alguien necesitaba ayuda.
– ¿Qué pasó ahí Abby? –interfiere mi madre. Me sorprende el que esté tan calmada.
–Nos adentramos en el bosque, el humo era demasiado espeso y me costaba ver. Saqué mi celular para llamar a los bomberos y cuando iba a decírselo a Natalia había desaparecido.
– ¿Se la llevaron? – Zack parece sorprendido.
–No, no –lo tranquilizo al ver el peso de mis palabras–. Ella se adentró más, le pareció escuchar un grito de ayuda. Salí en su búsqueda, la llamé. Cuando me di cuenta estaba en medio del incendio, las ramas caían y el calor era infernal. Sentí la presencia de alguien más, sentí que me observaban. No hice caso a eso, pensé que era por lo sofocada que estaba en ese momento pero después escuché un grito de ayuda, y su voz no era la de Natalia. Luego vino el grito de Natalia, creo que intentaban confundirme con las voces.
–Como si trataran de tapar los gritos de ella –comenta Jesse pensativo.
–Sí, pero logré dar con ella, alguien había intentado quemarla, ese alguien estaba envuelto en fuego – Fruncieron el ceño al escuchar eso, incluyéndome por el solo hecho de recordar la escena–. Yo vi, lo que parecía la silueta de alguien entre las llamas.
–Un origen de fuego. – Dice mi madre pensativa y yo estoy de acuerdo.
–Tal vez un novato –dice Jared hablando por primera vez desde que entramos–. Puede que no fuese intencional.
– ¿Pero por qué empujarla? ¿Por qué llevarnos a las llamas? eso no fue intencional –pierdo mi mirada en la habitación.
Jared se queda pensativo pero no dice más, nadie lo hace por un momento.
–También está la lógica –rompe el silencio Sebastian–. Si fuera intencional, ese origen debe ser un idiota, ¿Quién quiere a los cazadores cerca?
–Tal vez –dice mi madre–. Tienen razón Abby, pudo ser un novato asustado. Asustó a Natalia por puro impulso, algunos se vuelven violentos con el cambio.
–Otros más sarcásticos –apunta Zack viendo a Jesse.
–Calla –lo riñe este–. A otros más nerds –sonríe irónicamente.
–Sus comentarios están fuera de lugar chicos –interrumpe Sebastian.
Dejo de mirarlos y miro a mi madre.
–No me crees entonces, nadie lo hace –bajo la mirada a mis manos y niego con la cabeza.
–No hay que meternos en esto. Los bomberos ya se hicieron cargo –dice mamá colocándome una mano en el hombro, yo asiento.
Me abraza otra vez. –Estaba asustada.
–Aun no entiendo –intento no pensar en su poca confianza–. Cómo es que pensaste que era yo antes de que llamara, siempre tardo en volver a casa, casi siempre salgo con Natalia a esas horas.
–Tuve un presentimiento –dice alisando mi cabello–. Además de que no contestabas el celular, estés donde estés siempre lo haces. Luego, hubo un mini reportaje de unas llamadas a la policía sobre un incendio. Ahí empezó mi temor, llamaste y miles de ideas llegaron a mí. Llamé a Lilith porque estaba angustiada, ella trajo a los chicos y se ofrecieron a ir en tu busca.
Los miro. Sebastian y Zack me sonríen.
–Gracias –expreso mientras miro a uno por uno–. A todos por... por preocuparse –miro a mi madre–. Pero para la próxima no saques conclusiones de ese tipo, no siempre serán cosas graves.
–Eres mi hija, claro que me tengo que preocupar.
Sonrío. –Además...
–Aquí viene lo bueno –dice Karum guiñándome el ojo.
–Estás castigada –concluye mi madre.
Abro los ojos como platos. – ¿Qué? no...
–Sólo podrás salir con tu hermano, y conmigo.
– ¿Contigo? ¿Quieres ir a las fiestas de futbol?
Se lo piensa un momento. –Bien, pero tu hermano debe estar contigo todo el tiempo, o Karum.
Este sonríe.
–Puedo ofrecerme también –irrumpe Zack como un super héroe–. Me gusta el pueblo así que puedo ir contigo como turista.
Intento no reírme. Los Thompson son especiales.
–Bien –digo de mala gana–. Gracias Zack, espero que no seas aburrido como Jared, sólo va a practicar fútbol y a casa de sus aburridos amigos. – Digo mirando a Karum
Zack ríe. –Soy más del tipo de biblioteca.
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Sin embargo no hace falta que salga. El sábado por la tarde Natalia entra a mi habitación con unas bolsas plásticas de "The Paper House", la librería a la que vamos. Siempre encontramos lo que buscamos en ese lugar, a pesar de no es muy grande, tiene buenos materiales.
–Te dije que descansaras – Consigo levantarme de la cama. Dejo mi libro en ella y la abrazo.
–Dios Abby, no fue para tanto – Natalia deja las bolsas en el piso y me mira.
Tal vez, pero quiero cuidarla.
–Tenía planeado ir a buscar los materiales.
Reviso las bolsas, hay todo lo que necesitamos. –Pero ya lo has hecho tú.
–Sí, es mejor ser precavidas.
– ¿Por dónde empezamos?
–Hay que buscar los cálculos –busca alegre en su bolso.
Matemáticas, ¡Que divertido!
No, no lo es.
Me encargo de pintar las bolitas de poroplast, la puerta se abre y mi mamá entra con un plato de galletas y unos vasos de jugo de naranja.
–Gracias Sarah –toma el plato y el jugo Natalia.
–Gracias mamá.
–Bien, estoy haciendo marcas para que pegues eso ahí, no te salgas –asiento mientras trato de no llenar mis dedos de pintura.
Cuando levanto la vista la atrapo pensativa. – ¿En qué piensas?
Ella suelta aire. –Pienso en lo de ayer.
Me mantengo inexpresiva mientras ella continúa hablando.
–Pienso en ese chico.
–¿En el chico? –Frunzo el ceño. Quiero confundirla, para que deje de pensar en ello.
–Sí, cuando te dije que ese chico estaba envuelto en llamas y no sentía dolor, dijiste que si lo hacía, que lo escuchaste gritar.
Trago saliva. –Si lo hacía, es fuego Natalia. Claro que sentía dolor.
–No hubo muertos –dirige su mirada a la ventana–. ¿Cómo sobrevivió a eso? ¡Estaba envuelto en fuego de pies a cabeza, era como si él fuese el mismo fuego!
Dejo el pincel quieto –No sé lo que pasó ahí Natalia –coloco la bolita de poroplast encima del cartón en donde hay más para dirigir mi atención a ella–. Pero cosas así pasan, incendios, gente involucrada, gente muere ahí.
–Pero él no murió –se gira hacia mí–. Es eso, eso es lo que llama mi atención. El hecho de que sobreviviera. El hecho de que quisiera llevarme a las llamas también.
–Espera. Dijiste que intentó atacarte...
Ella abre los ojos como platos
–Yo... Él me agarró por detrás y me empujó hacia el fuego pero forcejé hasta caer al suelo. Vi su rostro después.
Entonces ella no vio su rostro antes de caer al suelo. ¿Cómo pudo agarrarla envuelto en llamas? Su ropa hubiera quedado prendida en fuego. Las voces de ayuda que parecían llegar de lugares diferentes, el que alguien tratara de llevarla hacia el fuego mientras había alguien más mirando desde la distancia...
No era sólo un origen, eran dos o más. Eso también quita la suposición de mi madre y el resto, no fue accidental.
–Abby –me llama sacándome de mis pensamientos.
–Quiero que dejes el tema, no hay que meternos en lo que no nos llaman Natalia.
–Pero es extraño, ¿cómo se sobrevive a eso?
– ¡No lo sé! –Exploto–. No lo sé todo. Sólo que hay cosas en la que no debemos meternos en esta vida, sé que hay secretos que no deben salir a la luz. Lo sé. A veces hay que dejarlo así, no es tu deber descubrir los secretos del mundo.
Respiro rápidamente, estoy enojada conmigo misma. Sé cómo es de obstinada y terca, yo era así también antes de saber mi verdad. Ahora busco como ser precavida, no hacerme notar tanto como mi madre me enseñó. Porque si los cazadores algún día venían, no tendrían una razón para buscarme.
Me gustaba leer con ella sobre mitología griega, leer libros de fantasía, hacer suposiciones de las mismas. Nos hacíamos las mismas preguntas. Ella siempre ha sabido que detrás de este mundo hay otro. Incluso antes que yo.
–Lo lamento –murmura tomando otra pelota de poroplast–. A veces no puedo evitar separar la fantasía de la realidad.
– ¿Fantasía? –La miro extrañada–. ¿Qué tiene que ver la fantasía con el incendio?
Procuro estar serena y sin expresión en el rostro a pesar de que por dentro estoy gritando como loca millones de preguntas.
–En este mundo no estamos solos, ese hombre... Una persona no puede sobrevivir a eso así por así –intento decir algo pero ella me calla–. Y sé que lo que digo puede sonar loco, algo que me extraña de ti últimamente, antes... Disfrutábamos eso juntas, pensar en las cosas que podrían existir además de nosotros, ya no lo haces más –hay tristeza en su voz.
–Descubrí que hay cosas que no quiero saber.
–Tal vez tienes razón, tal vez lo que pasó... Tal vez está muriendo en estos momentos, probablemente su familia está rezando para que viva. Otra vez he hecho historias en mi cabeza, lo siento.
–No te pongas así –me levanto intentando remendar mis palabras–. Lo siento es mi culpa me alteré.
–Con razón –dice mirando hacia otro lado–. Debes pensar que estoy loca por pensar en cosas así en momentos como este.
Pues no estás muy lejos de la verdad. Pienso. Lo cual es peligroso, la pone en peligro. No puede saber la verdad, podrían matarla por ello.
– ¿Qué tal si seguimos? –La animo volviendo a sentarme–. Creo que sacarás lo que vale gracias a mí –señalo las muy bien decoradas pelotas de poroplast.
Ríe por lo bajo. –Bien.
Hicimos el trabajo, nos quedó bien. La tarde pasó rápido y para la noche tenía un plan.
Estamos Jared, mamá y yo cenando. No menciono mi teoría de que era más de un origen pero mi silencio me delata.
– ¿Estás bien? –Me pregunta Jared con el ceño fruncido–. Nunca estás callada. No es que me queje. – Bromea sutilmente.
–Que gracioso Jared –miro mi plato, no tengo apetito–. No me pasa nada, estoy bien.
Puedo confiar en Jared, hacemos muchas cosas juntos, incluso cosas que a mamá no le gusta. Pero esta vez no puedo contar con él, sé que lo que haré será tonto y seguro él me detendría.
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Espero a medianoche, espero a que estén dormidos y me levanto. Lo primero que hago es ver hacia la ventana, no hay nadie y por suerte la casa de los Thompson está a oscuras, no quiero que nadie sea testigo de esto. Me visto con unos jeans oscuros camiseta negra, sudadera del mismo color y unos botines. Lista por si tengo que correr.
Voy a tener que caminar, no puedo usar el auto de mamá ni la motocicleta de Jared. Así que abro mi puerta lentamente mientras me asomo en el pasillo, escucho a través de la puerta de ambos, están dormidos puedo escuchar los ronquidos de Jared y la habitación de mamá está en completo silencio.
Bajo las escaleras, en cada paso que doy la madera cruje un poco.
Estoy en la sala, miro hacia atrás, no hay nadie, quito el seguro de la puerta sin hacer ruido. Mi pulso martillea en mis oídos y siento como si el corazón se me saliera del pecho. Logro abrirla y me felicito mentalmente por haber llegado hasta aquí sin ser descubierta.
Estoy fuera, miro hacia mi casa y suelto aire. Entonces corro, me meto entre las casas para no ir en línea recta. A mitad del camino estoy cansada, soy poco atlética y estoy pagando el precio.
La calle no está tan desierta, los bares están llenos, cruzo una calle. Estoy cerca, hay un centro comercial adyacente, los letreros neón iluminan un poco mi cara.
Cada poco miro hacia atrás para asegurarme de que nadie me sigue. Tengo cuatro horas para volver. Las casas y los edificios empiezan a desaparecer y el verde bosque los sustituye. Estoy justo en frente, puedo imaginarme el auto justo enfrente de mí.
Enciendo la linterna de mi celular, las marcas de las llantas del auto están ahí, junto con pisadas, pueden ser las mías, pueden ser las de Natalia, e incluso de los bomberos.
–Esto no me sirve, pienso apagando la linterna y adentrándome al bosque–. Lo único que a duras penas ilumina mi camino es la luz de la luna que pasa a través de las ramas de los árboles.
Enciendo nuevamente la linterna y apunto hacia el suelo quemado. Las flores lilas son negras y están chamuscadas, otras se vuelven polvo al pasar cerca. El pasto es negro y cruje bajo mis pisadas.
Algo llama mi atención, ilumino el tronco del árbol. Hay una marca en él. Es la palma de una mano incrustada en la madera. Coloco mi mano encima de la hendidura, la madera se rajó y hundió hasta dejar visible la marca de una mano.
También veo el borde de esta, es negro. Como si estuviese quemado. Acerco mi rostro y olfateo.
–Está quemado –afirmo.
Fuego.
Escucho el crujir de una rama y de inmediato apago la linterna. Me escondo tras el tronco. Pisadas que se acercan me hacen contener el aliento. Me tapo la boca con la mano mientras me asomo levemente para ver algo.
Podría ser un ciervo...
Las pisadas se detienen, por un momento no escucho nada. Bajo mi mano y trato de ver en la casi oscuridad. No soy un origen aún, soy totalmente humana.
Me alejo del árbol lentamente, pendiente de cualquier ruido o movimiento. No hay nada...
Una silueta se mira a través de las sombras y me trago un grito. Da unos pasos, no veo su cara, no lo necesito.
Empiezo a correr.
Mis pesadillas parecen volverse realidad. La noche, la persecución, el miedo que corre por mis venas y el hombre que corre tras de mi buscando mi muerte. Sólo que en la realidad no hay fuego que me salve, estoy totalmente indefensa.
Aparto las ramas para evitar que me golpeen.
¿Un origen? ¿Un cazador?
No miro atrás, sigo corriendo.
No me da tiempo de reaccionar cuando mientras corro siento a alguien tirarme al suelo con su peso y tapa mi boca con su mano bruscamente.
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