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Capítulo 34

Me quedo parada en la habitación viendo con asombro los cuerpos de los cazadores, las paredes están salpicadas de rojo y los vidrios ahora caídos están teñidos de rojo.
El primer pedazo del suelo cae y es en una esquina de la habitación. Zack se levanta y deja a su hermano recostado, coloca sus manos juntas en su pecho y las besa antes de acercarse a mí, no puedo ver bien por el sudor y las lágrimas. No es necesario repetirle que debemos irnos, Zack me toma de la mano y me dirige a la salida.
–No puedo dejar que tú tampoco mueras, si estuviera solo me quedaría a morir con él pero tú estás aquí y no puedo perderte tampoco a ti. – Dice con voz ronca.

Pasamos entre los cuerpos, sigo llevando mi espada en mano pero decido guardarla, es muy pesada para mí en estos momentos. Bajamos los escalones con prisa, escuchando como más pedazos caen, el polvo se levanta mientras bajamos el último escalón y dejamos el cuerpo de Sebastian Anderson, el hermano de Zack y Jesse, atrás.

Zack agarra las armas que puede de los cuerpos y las guarda, me tiende algunos cuchillos.

–Es todo lo que tenemos ahora, ellos se llevaron el resto. – Me dice.
Comprendo lo peligroso que es, tienen nuestras armas envenenadas.

No digo nada, no me atrevo y no sólo por temor a qué decirle a Zack. Sino por mí, no puedo dejar de ver el cuerpo de Sebas, me reconforta saber que no sufrió a la hora de su muerte, que la bala dirigida a su cabeza lo mató al instante. Pero eso no hace ningún cambio en mi pesar, está muerto, realmente lo está.
Dejamos el edificio, no hay cazadores a la vista, sólo alguien que corre en nuestra dirección como si de su vida dependiera, al principio pienso que a esa persona la siguen más cazadores y luego comprendo que no es así, está solo y camina hacia nosotros.
Deseo con todas mis fuerzas que sea Jesse, que venga y consuele a su hermano y con la vista de ambos juntos y abrazados me sienta un poco mejor, pero no es él, es Caín.

Cuando me ve hay alivio en su rostro. –Habías desaparecido. – Dice. – Y luego vino el terremoto, algunos edificio cayeron y pensé que... que en uno estabas tú, fui a ver cada uno de ellos pero no te encontré hasta ahora. – Parece cansado, no deja de respirar por la boca.

Una herida pasa cerca de ojo, no es profunda, es apenas un rayón.
No le digo nada, ve a Zack y comprende que algo salió mal.
Busca a alguien más con la mirada. Lo comprende, de verdad lo hace.
–Lo siento. – Le dice a Zack. – Lamento tu pérdida.
Zack niega con la cabeza. – No, no lo haces. – Pasa saliva. – Había algo que quería decirles antes de que nos atacaran y rompieran nuestro contacto, James estaba aquí, estaba atado en el bosque. Se dieron cuenta de su traición y lo golpearon hasta que se desmayara, luego lo dejaron en el bosque.

–Tenemos que ir por él. – Digo de inmediato, mi voz ya no suena fuerte, es apenas un susurro.

–Vayan ustedes. –Dice Zack. – Ya no quiero pelear más.

–Por favor, no te dejaré Zack, ven conmigo. – Vuelve a negar. – Yo te cuidaré. – Le digo.
–Lo lamento Abby, no puedo. – Toma mi mano y la aprieta con fuerza antes de empezar a caminar a la entrada del edificio, no entra, se sienta en medio de la pasada.

Miro a Zack, no quiero dejarlo, no puedo.
Empiezo a caminar hacia él pero Caín toma mi mano. – no puedo dejarte. – Le digo. – Eres como mi hermano, te quiero.
Me mira, a través de sus pestañas mojadas. –Y tú eres como mi hermana pero no puedo pelear más, Sebastian está muerto, como mis padres. La muerte me ha rodeado desde pequeño, ahora me doy cuenta de que sigue por aquí, no quiero ver como otra cara conocida pierde la vida delante de mí. Vete por favor, no dejes que James muera también. – Luego mira a Caín. – Y tú cuida de ella, si algo le pasa entonces no me importarán mis palabras y también morirás.
–Ella está a salvo conmigo. – Sus palabras me recuerdan a Jesse, quiero ir por él, quiero saber i está bien pero por el momento tengo que ir con James, mi madre no soportaría que su otro amor muriera lejos de ella.
Corro junto a Caín, doblamos la calle hasta que no veo más a Zack.
Dos cazadores se interponen entre nosotros y la última cuadra antes de la salida. Mueren atravesados por flechas.

Mi rostro busca el de Jesse con desesperación pero no es él, es Natasha. Brinca de la escalera de incendios a un lado del edificio y baja con nosotros.

–Tenemos que ir por James. – Dice Caín. – Descubrieron que estaba con nosotros.

Me siento culpable, debí llamarlo cuando pude, incluso estaba a punto de desconfiar de él cuando no lo vi por ningún lado, nunca me imaginé que lo descubrirían y descargarían en él toda la ira.
No debió pasar mucho tiempo desde que supieron que era un traidor, pero no entiendo cómo fue que lo descubrieron.

En la entrada hay una hilera de cazadores que cuidan de que nadie salga y nadie entre del pueblo.

Natasha levanta su arco hacia ellos y los mata uno a uno hasta que la salida queda despejada. Admiro cómo se ve, su cabello largo y ondulado no parece despeinado como el mío, yo soy un desastre, no sólo en eso sino en todo. No pude salvar a Sebas, llegué demasiado tarde.
En este momento no sé quiénes están vivos y quiénes nos. Lo descubriremos cuando esto acabe.

Salimos del pueblo y mis botas casi se hunden en el lodo, empezamos a caminar, adentrándonos en el bosque, no hay demasiados árboles, no como en Old Town, incluso los troncos son más delgados y parecen más jóvenes que los de casa.
Cuento los segundos en los que James está solo y herido, me repito al igual que Zack que no puedo soportar otra pérdida.

Veo un bulto rojo recostado a un árbol, mis ojos casi se llenan de lágrimas al ver cómo su cabeza se gira a nosotros. Está vivo.

Corro hacia él y caigo de rodillas a su lado.
–Estás vivo. – Digo sonriendo. Su ceño se frunce y luego hace un gesto de dolor.

–N –no pensé... que... t –te emocionaría –a tanto el verme respirando.
Sonrío. – Ni yo, pero me alegra que lo hagas.
Sonríe. – Te ayudaré. – Digo mirando hacia su torso. Gruesas cadenas lo ligan al árbol. Miro a Caín con súplica.

–¿El hechizo cubre esta área? – Pregunto.

–Sí, pero puedo anularlo en ti. – Se acerca y toca mi hombro, siento como un peso que no sabía que estaba en mí, me libera.
Me giro hacia James y ubico mis manos en las cadenas que no tocan su torso sino el árbol, para evitar quemarlo. Miro su rostro magullado, lleno de heridas sangrante, pienso en todo lo que le hicieron, pienso por todo lo que tuvo que pasar por mí, por mamá y hace que una furia muy bien guardada salga de mí, mezclo la tristeza de haber perdido a Sebastian con el enojo de la tortura de James y todo por un enemigo en común. Los cazadores.
Nadie más morirá hoy.
Mis manos se calientan pero no sale fuego. La parte de las cadenas que está en contacto conmigo se vuelve de un rojo fuego y empieza a salir humo de estas hasta que se derrite y luego caen. Deshago los nudos de las cuerdas que quedan y luego James queda libre.
–Lamento que pasaras por esto. – Le digo. Me entristezco al saber que no tuve oportunidad de decirle eso a Sebastian.

–Ellos no son el enemigo. – Dice. Lo miro confundida. – Su líder no es quien pensábamos que era.

–¿A qué te refieres? – Pregunta Caín.

–Nuestro enemigo –o son los, los primeros. – Dice con dificultad.

–Los primeros. – Repito. –¿Nuestros creadores?
Asiente. –Uno de sus hombres se hizo pasar por el líder, no digo que no cazamos a los orígenes durante todos estos años, eso fue cosa nuestra pero esta batalla ya estaba planeada por ellos, los primeros quieren destruir lo que quedaron.

Mis ojos se abren con horror, James empieza a toser y sangre salpica su uniforme rojo.
–El líder me lo confesó, el que se hizo pasar por él, pensó que moriría antes de que pudiera decirlo. Los primeros tienen miedo, hay una sobrepoblación de orígenes y medios orígenes, han estado planeando como eliminarnos a todos por años, eso es lo que quieren, eliminar nuestra raza y quedar sólo ellos. Escucharon los planes de Caín, ellos lo saben todo y aprovecharon para armas sus planes. Asesinaron a nuestro líder original y contribuyeron en desgracias para enfurecer a los orígenes, nuestras reglas habían cambiado, por cada familia que asesináramos teníamos que dejar a uno o dos miembros vivos para que el odio hacia los cazadores aumentara, para que se unieran a Caín en la guerra. El líder ordenó que se diera la reunión en este lugar, yo ayudé en los planes y los primeros se daban cuenta de todo, todo salía acorde a su plan. Y estamos aquí así como planearon, para matarnos unos con los otros y hacer el trabajo por ellos. No somos enemigos, ellos lo son y nos quieren muertos. – Me cuesta comprender sus palabras ya que se queja en medio de estas o se ahoga con su saliva o sangre. Todo empieza a formularse en mi mente. Los primeros, nuestros creadores nos quieren muertos, quieren quedar solo ellos.

Los cazadores que murieron en mis manos, todo se repite en mi mente ¿todo fue una farsa? ¿Quité vidas por nada?
–Si eso es verdad entonces tenemos que anunciarlo. – Dice Natasha junto a Caín, parece igual de sorprendida que todos. – No podemos dejar que los planes de los primeros se complete.

–Hay que alertarlos a todos. ¿Crees que puedas hacerlo? ellos, los cazadores confían en ti y yo subiré contigo. – Dice Caín. James asiente.

–Tiene que ser rápido. – Dice este. – No sé cuánto tiempo me quede.

–No, no digas eso, tienes que vivir. Por favor James, no te dejes vencer.

James me mira sonriendo apenas, siento dolor al saber que hay una posibilidad de que muera en esa tarima.

–Trataré, pequeña.
"Pequeña".

Un recuerdo viene a mi mente.

De cuando mi padre salió a trabajar una mañana en invierno, yo estaba con sueño, a penas despierta y miraba a papá desayunar.

–Papá ¿volverás pronto a casa?

Me mira a través de sus lentes con una sonrisa que jamás en mi vida olvidaré.
–Trataré, pequeña. – Me dice mi padre.

Tengo que parpadear varias veces para evitar llorar, ese fue su último viaje, él nunca volvió.

Me acerco a James y lo abrazo. – No me digas que tratarás. – Le pido en un susurro. Estoy tan sorprendida de sentirme así, de verlo así, como parte de mi familia. – Dime que lo harás, que volverás.

–Lo haré. –Dice con voz herida. – Te lo prometo.
Suspiro aliviada y me alejo poco a poco, regalándole una sonrisa. Asiento.

–Te estaré esperando.

Miro a Caín y con la mirada le digo lo mismo que Zack le dijo a él sobre cuidarme.
–Que Natasha se quede contigo. Nosotros detendremos esta guerra y liberaremos la verdad. – Dice Caín.

–Vuelvan. – Les digo.
Ambos sienten y se van. James tiene que recostarse a Caín para poder caminar bien. El destino de nuestras razas está en sus manos.

Cuando miro mis propias manos veo sangre, sangre de James mezclada con la de Sebas. Hago de ellas puños y los aprieto con fuerza. No más.

–Sé que lo lograrán. – La oigo decir.
–Debiste ir con ellos. –Le digo. – Yo estaría bien.

–Lo sabemos pero no puedo dejarte, es muy peligroso.

Tuerzo una sonrisa. –¿Así que te preocupas por mí? – Pregunto sarcástica.

Rueda los ojos pero puedo ver que también sonríe.

–Si alguien va a matarte, esa seré yo.
Estoy por reír pero entonces lo veo, mis ojos no pueden creerlo. Corro hacia él ignorando los llamados de Natasha.
Los ojos de Jesse me miran de manera sorprendida y luego sus brazos me envuelven.

–Estás vivo. – Digo con alegría y alivio. – Sabía que volverías a mí.

Inhalo su aroma a frescura, jabón y menta.

–Te estuve buscando. – Me dice con voz ronca. –Pero no te encontré.

–Lo sé, también traté de buscarte pero...fue imposible. – Me doy cuenta de que no sabe sobre la muerte de Sebas, no tengo corazón para decírselo, no sé cómo hacerlo. Me estremezco en sus brazos, tenía miedo de perderlo también, pero ahora nunca más tendré ese miedo, Caín y James están alertando a todos. Los primeros jamás lograrán su objetivo, no podrán separarnos. – Todo está por arreglarse. – Le digo levantando mi rostro hacia el suyo. Ahí están esos hermosos zafiros. Me miran con anhelo y puede que un poco de tristeza, debe ser que al igual que yo, tuvo miedo de no volvernos a ver.

–Sí, lo sé. – Dice en un susurro. Baja su mirada al suelo.

–¿Ah sí? – Asiente.
Debió encontrarse con Caín y James en el camino. Admiro su rostro, buscando alguna mala herida en el pero me sorprende ver que no hay ni una sola, miro sus brazos, nada. Me doy cuenta de que está totalmente limpio, a diferencia de todos nosotros, es como si... él nunca hubiese peleado.

Frunzo el ceño. –Estás limpio. – Le digo. –No me malinterpretes, me alegro de que no te lastimaran pero...

Siento como un brazo me tira hacia atrás, miro confundida a Natasha que mira con odio y furia a Jesse. Me aleja de él. –¿Pero qué...?
Jesse no la mira sorprendido, ni siquiera intenta detenerla. ¿Qué está sucediendo aquí?
–No luchaste. – Lo acusa. Incluso enojada no pierde su elegancia o su toque.
Los ojos de Jesse no la miran a ella, me mira a mí, de manera profunda e intensa.

–No vine a discutir, vine por Abby.
¿Por mí?

–Ella no se irá contigo a ninguna parte. – Dice ella.

–Ellos ya vienen, tengo que llevarla conmigo. – Dice Jesse.

–¿Cómo lo sabes? – Pregunto yo. Estoy totalmente confundida.

Me mira, no sé por qué pero su mirada duele, quema. – Lo lamento. – Me dice. – Tenía que hacerlo, tengo que hacerlo.

Avanzo un poco pero no lo suficiente como para tocarlo.
–¿A qué te refieres? – Pregunto. Forma de sus manos, puños. –¿Jesse qué estás tratando de decir?
–Mi padre está vivo Abby. – Abro mi boca, totalmente sorprendida.

–Jesse, eso es bueno. – Digo aún dudosa pero empezando a sonreír. –¿Pero por qué estás así?
–Porque tengo que hacer sacrificios para ayudarlo, ya hice una parte y ahora me toca hacer lo último.
Mi corazón se hunde, sus palabras me dicen que no es algo bueno. Algo malo está pasando y Jesse va metido en esto.

–¿Qué hiciste? – Le pregunto, mi voz sale temblorosa.
–Te explico luego, tenemos que irnos. – Dice avanzando hacia mí. Natasha levanta su arco hacia él.

Estoy asustada, ideas locas empiezan a llenar mi cabeza pero me digo a mi misma que sólo son eso, ideas.

–No des ni un paso más. –Le dice Natasha con voz firme.

Jesse sigue avanzando y Natasha dispara, justo en el momento en que Jesse levanta su arco al cielo. Me trago un grito.¿Qué están haciendo?
–Jesse. – Lo llamo. – Natasha. Paren.

–No lo entiendes Abby. – Dice ella. – Ya comprendo qué es lo que tuvo que hacer ¿Acaso estás tan ciega?
Niego con la cabeza. –¿A qué te refieres?

Mira a Jesse. –¿Por qué no le explicas? deja de ser un cobarde y dile.
Jesse me mira, aun sosteniendo el arco de Natasha en el aire.

–Los traicioné a todos. – Dice. Mi corazón se estira y se encoge ante sus palabras. No es posible. Casi me río al escucharlas, él nunca me haría eso. – Mi padre está vivo y trabaja para los primeros así que me pidió ayuda y...
–Y tú se la diste. – Termino por él con dolor en mi voz. Niego con la cabeza y respiro profundo para evitar llorar, no puedo llorar. – No puedo creerlo. –Digo en un susurro. – No...

–Tuve que hacerlo, entiende. Es mi padre y estoy seguro de que si se tratara del tuyo, tú lo ayudarías.

–Mi padre nunca me pediría hacer tal cosa. –Le digo con enojo en mi voz. Aún no lo creo, duele pero no lo creo.

–Me dijo que es hora de irnos, también me dijo que podías venir conmigo. Planeábamos irnos ¿recuerdas? después todo esto íbamos a irnos. ¿Acaso eso cambió?
Lo miro con el ceño fruncido. Por supuesto que sí, no iba a ir con el enemigo.

El enemigo... si Jesse nos traicionó, es significa que... ahora él es el enemigo. Mi cuerpo se tensa.

–No voy a ir contigo Jesse. – Mi voz sale dura a pesar de que por dentro estoy temblando.
Me mira de manera intensa pero ahora sus ojos cambian, se vuelven oscuros mientras asiente.

–Sabía que no vendrías, te conozco.

–Entonces lo haces lo suficientemente bien como para saber el daño que me has causado.

–Lo siento. – Me dice, antes ese tono de voz me hacía creer que las cosas eran verdaderas, ciertas. Ahora no sé si lo dice enserio. Mira a Natasha mientras deja caer el arco. – Lo siento también, pero tú atacaste primero. – Antes de que pueda reaccionar está clavando una daga en el estómago de Natasha. Un grito brota de todo mí ser. Corro hacia ella que se tambalea y la tomo en brazos antes de que se golpee al caer. Ambas caemos pero mi cuerpo amortigua la caída. Los ojos de Natasha lucen sorprendidos mientras tapa o trata de tapar su herida.

Miro a Jesse con fuego en mis ojos. –¿Por qué lo hiciste? – Digo con los dientes apretados.

Me mira sin arrepentimiento en sus ojos. No dice nada, sus ojos son lo último que veo antes de que desaparezca entre los árboles. No puedo creerlo, apuñaló a Natasha sólo por enojo, por venganza. Este no es el Jesse del cual me enamoré. Es ahora cuando me pregunto ¿ese Jesse alguna vez existió?
Miro a Natasha, está acostada sobre mis rodillas mientras la sostengo, me mira con la boca entre abierta.

–Vas a estar bien. – Le digo con urgencia a pesar de saber que no será así, esa daga era una de las nuestras, estaba envenenada. Me trago las lágrimas, trato de verme fuerte.

–Lo lamento. – Me dice con voz apenas audible. – Lamento haber sido tan mala contigo. – Su mano aprieta la mía y su mirada duele, me mira con arrepentimiento y tristeza, está muriendo y lo sabe.
Niego con la cabeza. – No digas eso, no hay nada que disculpar. – Trato de sonreír pero estoy segura de que es una mueca lo que me sale.
Cierra los ojos con fuerza y luego los abre, están brillosos por las lágrimas. Por Dios, no por favor.
–Sí, te debo una disculpa, fui demasiado mala p –pero fue porque lo quería. – Empieza a toser sangre y salpica un poco su rostro, me doy cuenta de que la mano que me dio estaba cubierta de su sangre también. Tengo tres tipos de sangre en la misma mano sin contra la de los cazadores que maté hoy, y todo por nada, todo por el enemigo. Aprieto su mano con fuerza. –Lo amo Abby y... sé qu –ue él no sentía lo mismo pero...

–Si lo hacía.... –Sonríe.

–Caín te ama a ti y lo sé p –pero no quiero que sufra, por favor no lo hagas sufrir, no se lo merece.

Una lágrima mía cae en nuestras manos. – No lo haré y te disculpo Natasha, no te guardo rencor, es más. – Digo sonriendo con tristeza. – Creo... creo que hubiésemos sido grandes aliadas. – Se ríe pero se ahoga con su risa y más sangre brota de ella. Me aprieta con fuerza la mano y luego cierra los ojos, su sonrisa poco a poco se va apagando y su agarre se afloja.

Un sollozo se escapa de mi garganta.

–Puedes dejarte ir. – Le digo. –Puedes irte ahora.
Mi corazón late de prisa. Natasha está muerta, su corazón ya no late, el veneno ya llegó hasta él.
Limpio la sangre en su rostro y arreglo su cabello. Me quedó con ella en brazos y lo haré hasta que ellos regresen.
Escucho a lo lejos voces, luego más y luego gritos, pero no de esos que se lanza por preocupación sino de victoria o algo así. Pasan los minutos, minutos en los que Natasha sigue en mis brazos.

No éramos amigas, nunca habíamos tenido una buena charla pero ella era una buena persona, una que amaba, una que protegía lo que quería. No me alegro de su muerte a pesar de que sé que me miro hipócrita llorando por ella pero realmente siento que se haya ido, ahora más que nunca me arrepiento de no haber hecho las paces con ella.

Veo como la gente empieza a salir del pueblo. Rojos y negros salen corriendo. Algunos llevan gente herida en brazos, otros llevan cuerpos inertes y otros corren solos.
–¡Tenemos que irnos ahora, ellos ya vienen! – Grita alguien, no distingo si es un origen o un medio origen.

Se suben en camiones y auto, otros simplemente corren pero todos lo hacen en direcciones diferentes.
Varias figuras se acercan y mientras lo hacen, logro poco a poco ver sus rostros.

Caín
James
Elías
Jordy
Cody
Isabel
Aria
Zack
Sebastian
Sabrina

Cuando me ven empiezan a correr con fuerza hasta llegar hacia mí. No puedo contener las lágrimas y el dolor.

Jesse causó esto, Jesse la mató.
Isabe se arrodilla junto a mí y mira con horror el cuerpo de Natasha, la sigue Caín.

–¡No! – Dice sin poder creerlo. Lo repite una y otra vez mientras me la quita de los brazos.

Me levanto e Isabel se levanta conmigo, me abraza con fuerza, veo la cortada en su brazo antes de pasar mi brazo por encima de su herida.

Tiemblo en sus brazos.

–¿Qué fue lo que pasó? – Pregunta Isabel en mi oído.

Miro a Zack antes de responder.
–Jesse la mató.
Mi garganta arde mientras lo digo, como si garganta estuviera herida y las palabras fueran ácido.

Caín me mira unos segundos antes de desviar su húmeda mirada hacia otro lado.
Sé que todos me escucharon.

Zack se acerca a mí con pasos débiles, también me abraza.

–Lo lamento. – Me dice, como si él fuera el responsable.

–No fue tu culpa, fue la de él. – Digo llena de rabia y tristeza.
No dice nada más.

Cuando me calmo un poco llego hasta James y lo abrazo con fuerza retenida, se mira un poco mejor.
–Gracias por volver. – Le digo.
–Te lo prometí, aquí estoy.

Todo parece pasar lento después de eso.
Volvimos al pueblito, algunos cazadores y algunos orígenes arrastraban cuerpos al centro, cerca de la tarima, nadie peleaba ya, todos tenían el mismo rostro de pérdida.

Buscamos los cuerpos de los caídos, Zack y Cody levantaron el cuerpo de Sebas y lo llevaron junto con todos los cuerpos amontonados. Caín colocó a Natasha en la cima negándose a que los otros cuerpos la sepultaran y entre todos los orígenes de fuego, incendiamos los cuerpos.
Las llamas los consumieron a todos y la llama creció tanto que sobrepasó la altura de los edificios. Estábamos reunidos juntos, viendo como los nuestros se volvían ceniza. Levanté mi mirada al cielo con el corazón destrozado, completamente roto. No se suponía que esto fuera así. Traición. La traición está en todas partes, no puedes confiar en nadie. Qué lástima que no me di cuenta de eso antes. Antes de apartar la mirada veo una silueta arriba de uno de los edificios, parece ver el cielo también, me pregunto si aquel chico perdió a alguien, así como yo.

Luego fuimos al camión de regreso a Old Town. Sabrina y su hermano Sebastian quien sufrió quemaduras en su rostro se quedarían en la carretera a mitad del camino, no dijeron a dónde irían.

Conducía Cody e Isabel iba a su lado. Caín iba muy cansado como para conducir. Nos sentamos todos en la parte de atrás y dejamos el pueblo atrás.

James me cuenta lo que pasó ahí. Les había dicho a todos la verdad. Nos usaron para matarnos entre nosotros, el padre de Jesse trabajaba para los primeros, se hizo pasar por el líder de los cazadores y los condujo a la muerte, el hombre no era un canoso de ojos grises, era un hombre de cabello negro y ojos azules como su hijo, el mismo hijo que nos traicionó, que vendió a James, por culpa de Jesse torturaron a James y casi lo matan.
Los primeros, los creadores de ambas razas eran los que ahora nos querían muertos, todo porque hay una sobre –población de nuestras especies, eso debieron pensarlo antes de crearnos. Ellos iban a venir para ver nuestros cuerpos y cuando el padre de Jesse y el mismo les digan lo que pasó, vendrán por nosotros, terminarán lo que empezaron. O mejor dicho, lo que empezaron.

Ya no hay más cazadores, ahora son medio orígenes, no nos cazarán más y nuestras especies están en paz. Ellos escucharon a James y creyeron en él

La idea aún parece loca en mi cabeza, hace unas horas estaba sedienta de sangre de cazador, me había repetido a mí misma que se merecían morir, ahora esa sangre es la que veo en mis manos a pesar de que ahora están limpias. Pero yo no las veo así, cada muerte provocada por mí, se repite en mi cabeza. No quiero esto nunca más, me da miedo la Abby en la que me convertí. La que mata sin piedad, sólo por lo que piensa que está bien. Me convertí en Jesse. No quiero serlo.
Creo que no hace falta decirlo, todos sabemos lo que debemos hacer ahora. Huir, separarnos y no mirar hacia atrás. Al menos eso es lo que haré junto a mi familia, la alejaría del peligro.

Cuando los miro me doy cuenta de que están igual de afectados que yo. Caín y yo nos miramos, veo el dolor en sus ojos y el sentimiento de pérdida también, quiero decirle que lo siento, pero no tengo fuerzas. Mi mundo está cayendo y no puedo permitir que siga así, soy más que eso.
Miro hacia otro lado y durante las próximas horas pienso en Jesse, sé que no debo hacerlo, sé que dolerá pero igualmente lo hago porque a pesar de todo lo que hizo... lo sigo queriendo.
Recuerdo el día en que nos conocimos, nuestras primeras palabras, nuestros encuentros, nuestra primera pelea, la siguiente y la siguiente. Casi me río. Recuerdo nuestro primer beso, nuestra primera caricia, sus declaraciones de amor, sus ojos de color azul zafiro, nuestros momentos, cada uno de ellos los guardo en una cajita y la cierro con llave para luego guardarla en lo más profundo de mi ser. Luego tiro la llave lejos y me obligo a apartar la mirada para no ver en dónde cayó.

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