Capítulo 31
No sé qué es lo que debería sentir. Tal vez emoción, miedo, felicidad, enojo... no lo sé, simplemente no siento nada. O tal vez si, quizás la mezcla de todas esas emociones me hacen sentir nada.
Todo ocurrió muy rápido, siento que no debió pasar de esa forma ni tampoco este día, hay cosas más importantes en qué centrarnos ahora.
Pero ahora me siento perdida, por un momento me asustó la actitud de Jesse, me entristeció el que dijera esas últimas palabras porque siento como si no me conociera, como si no supiera que lo elegiré a él a pesar de saber la verdad pero cuando hoy sus brazos me sostuvieron no me sentí en casa, no me sentí bien y al ver lo que le causó a Caín me hizo querer gritarle.
Caín. Ahora lo comprendo todo. Su comportamiento, sus palabras y miradas, mi propia alma gemela me ayudó a despertar mi poder. No puede ser, estuve tan ciega, tan centrada en otras cosas que nunca noté lo que sentía por mí, hasta ahora. Pero no siento nada, no puedo sentir nada más que gratitud hacia él. Y todo por Jesse, él es el único al que quiero, mi amor por él es único e incomparable y creo que no hay espacio para nadie más, no de esa forma. Pero no puedo evitar sentirme mal por Caín, está solo con el recuerdo de las muertes de sus padres aún fresca en su mente y sé que eso lo atormenta.
Tal vez pueda acercarme a él, no de forma amorosa sino como una amiga cercana, algo que sea sano para ambos. La conexión va a estar ahí siempre, sé que la roca no es demasiado fuerte como para ocultarlo por mucho tiempo, el otro día sentí algo en el entrenamiento con Caín, eso fue a causa de la conexión.
Mamá toca la puerta de mi habitación. Habían pasado varias horas desde que todo sucedió y sabía que mamá me conocía lo suficiente como para saber cuánto tiempo necesitaba de soledad y cuanto no.
Camina hacia la cama quitando sus zapatos y se mete a la cama conmigo hasta que se hace de noche. No dice nada, ni yo tampoco y para cuando ella se duerme yo ya he tomado una decisión.
Dejaré este asunto en segundo plano, lo discutiremos cuando volvamos de la guerra pero para mientras no puedo distraerme con esto. Lo haré, aunque tenga que distanciarme un poco de Jesse en el proceso de estos días, al fin y al cabo cuando regresemos, él y yo nos iremos.
Casi no duermo, de hecho no iba a hacerlo pero me recordé a mí misma que era necesario hacerlo, necesitaba fuerzas y energías para el gran día.
Me despierto con los brazos de mamá a mi alrededor, bostezo y me escabullo con cuidado para no despertarla justo en el momento en que tocan la puerta.
Lo primero que pienso es "por favor que no sea Jesse" necesito tiempo.
Pero no es él, es Isabel. Por la manera en que mira sé que o escuchó todo o ya se lo contaron.
–Hey. – Dice. –¿Estás bien?
Tuerzo el gesto. – Si, pero no quiero hablar de eso. Mejor dime ¿qué hay que hacer hoy?
–Mejor ve a alistarte, estaremos ocupadas toda la mañana, tarde y noche.
Suelto aire, hoy sería un día pesado pero no tanto como los días que se vienen.
–Creo que eso me ayudará a distraerme.
–Eso y yo, no creas que te dejaré caer sola. – Sonrío.
–Gracias, ahora entra, tengo que alistarme.
Hoy todos vamos de traje de combate. Amo tanto este traje.
Quince minutos más tarde estoy lista y mamá sigue dormida así que le dejo una nota diciendo que estaré atendiendo unos asuntos pero que si me necesita le diga a James que me busque.
Hay varios grupos divididos, unos llevan cajas tras cajas hacia el terreno de entrenamiento, otros aún ejercitan. Jesse está ahí, parado junto a Zack y un grupo de nuevos, todos escuchan a Jordy y luego caminan hacia la barrera que se abre sin problema. Es mejor así...
Isabel me observa, siento su mirada sobre mi. – Caín nos ha llamado.
Asiento.
Natasha, Elías, Caín y otros chicos que no conocía están reunidos cerca de la cabaña de armas.
Me paro derecha mientras camino y hago como si nada hubiese pasado ayer, Caín hace lo mismo.
–Nos toca fuera, iremos por los transportes. – Mira a Isabel. – Cody también viene, sólo está vigilando a un último grupo que salía a recoger a otros nuevos.
–¿Los que traen los camiones también se nos unirán? – Pregunta un chico alto de tez oscura y cabello rapado.
Caín asiente. – Si, los traeremos en los vehículos. – Hace una pausa para vernos a todos. –¿Listos?
Todos asentimos y empezamos a seguirlo hasta la caja en el suelo. La abre y saca varias armas, ningún cuchillo, todas armas de fuego.
–M14. – Dice entregándonos el fusil. El arma es alargada y de color café.
Cuando me entrega el fusil siento el toque del metal bajo mi mano.
–¿Qué tienen de especial estas armas?. – Pregunta Isabel. –¿Por qué estos son eficaces contra los cazadores y el resto no?
–Los cazadores sanan rápido y mejor que nosotros, casi igual como las primeras generaciones de orígenes así que descubrimos que si una bala los traspasa ellos no morirán, no como nosotros, eso sería mortal para los orígenes. Estas armas tienen Batracotoxina, uno de los venenos más potentes modificado con magia, esto hace que ellos mueran de inmediato, no podrán sanar ya que cuando una bala, un cuchillo o una flecha haya traspasado su carne, el veneno se esparcirá hasta su corazón y morirán. Pero ustedes deben tener cuidado, si esto. – Señala su arma. – Es capaz de matarlos a ellos, es capaz de matarnos a nosotros con mayor facilidad.
Todos miran asombrados el arma que tienen en sus manos, incluso yo.
–El veneno destruirá sus paredes celulares y cuando llegue a su corazón este se parará, la magia sólo reforzó el veneno lo que significa que es mucho más mortal para ellos. – Explica Elías.
–Bien, ahora que lo saben debemos irnos.
Agarro mi arma y la cuelgo sobre mi hombro gracias a la correa que esta trae.
Cody nos alcanza antes de que salgamos y Caín se sitúa a mi lado. Respiro profundo.
Se lleva la mano a uno de los tantos bolsillos de traje y extrae dos dagas, me las tiende. Son de color dorado excepto por la empañadura, esta es de color rojo sangre.
–Gracias. – Murmuro y en cuanto lo hago se posiciona en frente de todos como guía.
Meto las dagas en las fundas que tengo escondidas en el traje y vuelvo a admirar mi arma. Es asombroso, es letal.
Todas esas armas que cargamos y llevamos a la cabaña están modificadas, envenenadas especialmente para matarlos.
Batracotoxina, había estudiado sobre ese veneno en clase de historia y aún lo recuerdo, los indígenas lo usaban para envenenar sus flechas. Es una de las neurotoxinas más potentes del mundo. Me pregunto qué pasaría si uno de nosotros fuese atravesado por un cuchillo, una bala o flecha envenenada, sería atroz, sería una muerte segura.
Al salir del bosque nos dividimos para usar los dos autos aparcados a la orilla de la carretera vacía.
Natasha, Cody y dos chicos más irían conmigo y Elías y otros cuatro con Caín, según él todos tendríamos que conducir un camión militar y traerlos hasta acá, meterlos al bosque y hacerlos invisibles hasta mañana.
El auto que Caín conduce, un deportivo Toyota de color gris va al frente guiándonos. Cody usa el GPS por cualquier cosa y según las indicaciones nos dirigimos a una bodega a las afueras del pueblo.
En el transcurso del viaje hay unos momentos en que sólo se miran praderas, nada de casas, nada de vehículos, sólo hierba seca y un poco alta y entonces veo un edificio largo y viejo.
El viento frío hace que mi cabello se mueva y cubra mi rostro, así como el pasto se mueve de un lado al otro. Estamos casi fuera del pueblo, sólo he visto este panorama cuando fui a Bretder, nunca había salido de Old Town más lejos que eso y ahora iría a Inglaterra, siempre quise ir ahí, a pesar de que nunca fue imposible ir ni mi mamá ni Jared ni yo tuvimos razones para ir. Ahora si la habían.
El auto delante de nosotros nos indica que hay que salirnos de la carretera para recorrer el camino hacia el viejo edificio, doblamos a la derecha y hay un camino de tierra que nos guía hasta ahí. La hierba es alta y está seca a nuestros lados, me recuerda a las películas de miedo en donde los protagonistas se meten a maizales con espantapájaros y horribles sensaciones y luego mueren. El panorama aquí no es tan así, la hierba no está así de grande y no hay espantapájaros gracias a Dios. Recorremos el camino recortado y estacionamos frente al edificio con letras blancas pintadas en la parte de arriba. "Granero Nuevo Amanecer"
Nos bajamos todos para observar.
Es de color gris, o tal vez no era gris pero el pasar de los años lo ha vuelto gris. Es de madera y tiene puertas anchas parecidas a las de los garajes.
Hay más de diez puertas en total y eso que por lo que veo en la parte trasera hay más. Caín avanza hacia el granero –garaje y coloca su mano justo en medio de una de las puertas, luego todas se abren por si solas.
Y ahí están. Más de una docena de camiones militares repletos de gente.
Cinco hombres altos y musculosos se bajan para acercarse a Caín quien los recibe con una sonrisa.
–¿Listos para irse? – Les pregunta él.
Todos los hombres sonríen con malicia. – Nacimos listos.
Caín les hace señas de que se acerquen a nosotros. – Esta es una pequeña parte de mi gente, los que puedan conducirán mientras que ustedes van escondidos en la parte de atrás.
–Bien, te ayudaremos con el hechizo, no puedes ir por ahí conduciendo camiones militares ¿verdad? – Le pregunta de broma un pelirrojo.
Son brujos, los cinco son brujos. Bueno, brujos no, hechiceros.
–Por aquí. – Nos dice Caín. Avanzamos, entramos al lugar, viejo por fuera y moderno por dentro. – Tomen cada uno un camión y esperen mi señal para empezar a marcharnos.
Todos empiezan a dispersarse. Miro a Isabel y luego a Caín.
Atrapa mi mirada y se acerca. – Ustedes dos tomen los dos últimos. – Señala los de la última fila a la izquierda.
–Gracias. – Murmuro antes de caminar junto a Isabel, yo agarro el último. Todos son de un color verde oscuro con una carpa en la parte de atrás en dónde varios hechiceros y orígenes van ocultos. Veo como el grupo de hechiceros se reúnen con Caín ahí, todos cierran los ojos y empiezan a murmurar en latín. Cuando abren los ojos estos tienen la pupila dilatada, cada uno de ellos se dirige camión por camión, al tocarlos estos adoptan otra forma y color. Ante mi vista parecen autos cualquiera, cuando uno de los hechiceros vestidos de camiseta y jeans oscuros se acerca al camión en donde estoy coloca su mano al lado de mi puerta, miro por la ventana a Isabel, me mira pero no parece preocupada, su camión baja de tamaño y se vuelve pequeño, tamaño normal de color negro desgastado.
Y el camión en donde estoy también cambia. Sin embargo su interior no lo hace, mi vista me engaña pero todo cambia cuando el hechicero toca mi brazo, entonces todo vuelve a la realidad, veo los camiones tal y como son.
Todos verán autos normales en vez de camiones militares y así será mañana mientras viajemos a Londres.
Los dos autos en los que veníamos se colocan frente a nosotros y empiezan a dejar el lugar, los primeros camiones empiezan a seguirlos, uno por uno hasta que veo el camión de Isabel adelantarse yo enciendo el motor del mío. No acelero mucho y trato de no emocionarme por el hecho de conducir esta monstruosidad, a Zack le daría un ataque si me viera conducir esto.
Hay cientos de personas aquí que lucharán con nosotros. Orígenes, medio orígenes y hechiceros, todos juntos.
Nos dirigimos de regreso en exactamente dos horas y media. Cuando aparcamos como siempre a un lado de la carretera esperamos a que todos bajen mientras son guiados a la comunidad, los que conducimos los camiones nos quedamos esperando a meterlos en el bosque. Los hechiceros nos guían el camino, estamos haciendo una fila y yo voy de última. Por el intercomunicador Isabel me habla.
–Están despejando el camino, por eso se tardan tanto. – Me avisa.
Esperamos alrededor de veinte minutos y luego poco a poco la fila fue avanzando. Los árboles parecían doblarse para dejarnos pasar, tuve que hacer un gran esfuerzo para no darme la vuelta con todo y camión al doblar para meterme al bosque. Escuché como todo traqueteaba pero por suerte ya estaba dentro. Había un gran espacio libre de árboles en dónde todos estaban estacionados en hilera, me ubiqué en el espacio que habían dejado vacío para mí.
Isabel y yo nos quedamos atrás hasta que no hubo nadie más por pasar a través de las barreras.
–¿Hay algo más que debamos hacer? – Le pregunto a Caín.
–Por ahora no, sólo escuchar, armaremos el plan delante de todos pero primero debo enseñarles el lugar a los recién venidos.
Será como una asamblea. Asiento. – Si haya algo más sólo dime.
Asiente y se gira.
"Como si nada hubiese pasado"
El lugar está lleno, a pesar de que el terreno es enrome, está por rebozar. Ya no hay cabañas vacías, algunos incluso dormirán fuera con tiendas de acampar.
Mañana, mañana nos iremos, mañana todo cambiará.
–Escuchen todos. – La voz de Caín resuena en mi cabeza. Estamos todos reunidos, cubrimos todo el terreno, Caín está en medio junto con nosotros, su grupo de confianza. Está usando un hechizo para que todos puedan escuchar lo que dicen pero sólo en la mente, así será aún más seguro. Los hechiceros que se nos unieron hoy le ayudan a canalizar su poder. – Mañana partiremos todos, los niños y ancianos se quedarán aquí a salvo el resto nos iremos por la mañana. Los camiones nos esperan afuera, más están por venir y nos repartiremos en grupo y cada grupo tendrá su líder. El lugar al cual nos dirigimos es un pueblo abandonado, algunos grupos tomarán edificios y otros tendrán que quedarse bajo tierra en unas alcantarillas que fueron ocupados nunca. Durante todo el día de mañana colocaremos explosivos, puliremos nuestras armas, revisaremos los perímetros y veremos los diferentes puntos por dónde empezar, nuestro amigo presente James nos dará todos los detalles, por ahora cada uno tendrá una copia de los planos del pueblo.
La voz de Caín se va debilitando poco a poco.
–Estarán lo suficientemente armados desde que salgamos, si tiene dudas por favor acudan a sus líderes de grupo. Serán divididos dos veces. Primero quiero que los orígenes de hielo hagan una sola hilera, los de fuego otra, medio orígenes en el centro, humanos siguiente hilera y por último pero no menos importantes, los hechiceros.
Los grupos se iban moviendo con el sonido de la voz de Caín. Ahora podría distinguirlos por el momento. Habían más hechiceros que los que esperaba.
–Nuestro total. Doscientos orígenes, cincuenta medio orígenes, diez humanos y ciento diez hechiceros. Dejamos los números cerrados porque habrá algunos que se quedarán a cuidar el lugar. A continuación llamaremos a los jefes de grupo.
"Elías Martin, Natasha Morgan, Jordy Martin, Aria Morgan, Paul Ryder , Caín Warner"
Sabía que no estaba calificada para ser jefa de grupo, aprendí mucho durante mi estancia aquí pero prepararme como ellos llevaría más tiempo, aun así le había demostrado a Natasha que podía ser más de lo que pensaba de mí.
–Cada jefe de grupo mencionará el nombre de cada uno de sus miembros, vayan con su líder por favor.
La conexión se rompe y todos empiezan a dispersarse, los mencionados por Caín van a buscar a sus grupos. Cody, Isabel, Zack, Sebas, los hermanos Galeano, Jesse y yo nos quedamos aún donde estamos hasta que Caín se gira hacia nosotros para hablar en privado.
–Siento no haberlos hecho líderes pero no podía poner a todos los buenos en un sólo puesto, ustedes formarán parte de mi grupo, seremos el principal. – Nos entrega los planos. – Si pueden empezar a planear estrategias desde hoy sería perfecto.
–Como somos el grupo principal ¿eso significa que tendremos que levantarnos más temprano? – Pregunta Zack
Caín sonríe. – Si, por desgracia sí.
–Rayos. – Murmura Zack. – Pero bueno, vale la pena.
–Habrá una fogata esta noche de despedida, ya saben, por si alguno de nosotros no vuelve. – Dice Caín. – Espero que acudan.
–Yo estaré. – Dice Sebas. – De todas formas no podré dormir.
–Yo también. – Dice Zack. – Será divertido, tal vez así nos relajemos un poco.
Miro a Jesse de frente por primera vez en el día.
La mirada que me da hace que quiera ir y abrazarlo, no puedo estar enojada con él, no puedo. Le doy una pequeña y disimulada sonrisa y cuando lo hago se relaja y me la devuelve. Mi corazón da un vuelco.
–También iré. – Dice Jesse mirándome.
–Yo igual. – Digo.
–Bien, entonces nos vemos luego. – Dice Caín. – Necesito administrar bien a la gente.
Cuando se va, todos nos quedamos en silencio, estoy plantada en mi lugar cuando miro a Jesse caminar hacia mí, su mano se levanta y viaja a la parte trasera de mi cuello, el frío tacto hace que me estremezca, no como los primeros días, esta vez es placentero. Sus labios viajan a mi mejilla y luego de un casto beso va hacia mi boca. Sus labios se mueven en una combinación frenética y dulce. Mi mano agarra su sedoso cabello negro y lo apego a mí. Mi respiración choca con la de él mientras nos fundimos en un beso. Me quedo sin respiración, de una manera literal. Cuando nos separamos ambos jadeamos de manera descontrolada. Nuestros pechos se mueven en unísono al igual que nuestros corazones al latir. Sus pupilas están dilatadas y sus ojos brillan, siento calor, mucho calor y Jesse hace que su toque levante choques eléctricos en mi piel.
Sus manos acunan mi rostro. – Te amo tanto. – Dice con voz jadeante. – Tanto...
–Yo también te amo. – Digo sonriendo con todas mis ganas. Estábamos bien, al diablo el tiempo si no lo pasaba a su lado.
Entierro mi rostro en su cuello y aspiro su aroma.
Sus brazos me apegan a él. –Creo que necesitamos hablar en privado. – Me dice.
–Si ¿ahora? – Pregunto.
–Sí, ahora.
Me aparto de él sosteniendo su mano.
–Zack estaré con Abby en nuestra cabaña. – Dice mientras me mira.
Escucho la risita de Zack y puede que también la de Sabrina.
–Sólo no desordenen tanto el lugar. – Dice él.
Ruedo los ojos mientras que Jesse le da una mala mirada. Nos giramos y empezamos a caminar.
Necesitábamos hablar, necesitábamos hacerlo.
Me siento en el sillón junto a él y las primeras palabras que salen de su boca hacen que quiera acurrucarme a su lado.
–Lo siento tanto. – Dice afligido. – No sabes cuan mal estaba por todo esto. Pensé por un momento que lo que hice ayer te alejaría para siempre de mí y eso me estaba matando. – Su rostro es una mueca de dolor, las palabras que dice le duele, en verdad tiene miedo. – Y si Abby, te conozco no lo dudes y por eso mismo sé que esto te afectó demasiado, no te lo puse fácil sé que deseabas recibir esa noticia, si alguna vez pasaba, de una forma suave y que yo estuviera ahí para ti, para ayudarte, aconsejarte pero no estuve.... y lo siento.
Nuestras manos están agarradas con fuerza a pesar de que nuestros cuerpos están a distancia.
–Te perdono Jesse, está bien. Sé que lo que hiciste no estuvo bien para nada y tus palabras dolieron pero ahora sé por qué lo hiciste pero, por favor promete que no harás una escena así nunca más, que lo hablaremos todo con calma.
–Lo prometo y quiero que sepas que sé que es importante para ti aunque aún no lo sientas así, no te prohibiré que hables con él o que te le acerques, no eres de mi propiedad y puedes hacerlo cuando quieras porque sé que tu amor por mí nunca se irá.
–Gracias por entenderlo Jesse y si, no puedo alejarme así por así, él nos ha ayudado a todos y está muy lastimado no te imaginas cuánto. Estuve pensando en ser su amiga, nuestra conexión siempre estará ahí pero aún te amo Jesse, no amo a nadie más de esa manera. Por favor dime que me entiendes.
Asiente. – Lo sé, lo entiendo y admito que... mis celos siempre estarán ahí pero prometo que los controlaré, todo por ti, confío en ti. – Su voz es ronca y sale de manera apresurara como si temiera que me fuera en cualquier momento. Me acerco a él y él a mí, tomo su rostro en mis manos y trazo su piel con mi dedo sonriendo. Siento un hormigueo en mi estómago y sé lo que es. Amor, deseo, felicidad.
–Estamos bien Jesse, todo está bien. – Lo tranquilizo.
Suelta aire y me abraza. No puedo explicar lo que siento cuando estoy con él, es lo que siempre deseé, era como la versión combinada de un príncipe azul, superhéroe, y novio de literatura a su vez.
Creo que lo más normal que hubiésemos hecho él y yo luego de nuestra reconciliación hubiese sido besarnos por horas o hablar sobre lo fatal que pasamos el día el uno sin el otro pero hicimos todo lo contrario. Dormimos juntos. Ambos estábamos cansados y caímos rendidos a la cama.
Cuando despierto lo primero que veo es la pared, trato de moverme y me doy cuenta del brazo a mi alrededor y sonrío. Cuando me giro por completo lo miro dormido, su rostro está tan tranquilo, su boca está un poco entreabierta y se ve demasiado besable en estos momentos.
Me sigue abrazando y yo me acurruco contra su pecho inhalando su perfecto aroma.
Um, huele tan bien, a limpio y menta. Siento su pecho moverse seguido de su risa.
–Voy a ignorar el hecho de que me estás olfateando. –Dice en tono divertido.
Levanto mi rostro para ver a sus profundos ojos azules. – Bueno, no lo estás ignorando en estos momentos ya que lo estás mencionando.
–Touché. – Dice antes de tomar mi rostro y besarme.
–¿Sabes cuánto dormimos? – Pregunto abrazándolo de nuevo.
–Nop, pero supongo que fue mucho tiempo, me siento relajado.
En ese momento ambos nos sobresaltamos por el sonido de la puerta al abrirse. Por acto reflejo me tapo con la colcha a pesar de estar completamente vestida, además ¿por qué no estaría vestida? si Jesse y yo lo único que hicimos fue dormir.
–Oh por Dios, lo sabía. –Escucho la voz de Zack.
¿Qué rayos?
Me destapo la cabeza y ahí los miro... a todos.
Sabrina y Sebastian, Zack y Sebas.
–Zack! – Lo llama Jesse furioso tratando de abrazarme con su brazo. –¿Qué carajos haces?
Zack se está riendo como desquiciado. – Oh Dios, pensé que los encontraríamos en una posición peor.
Jesse mira a Sabrina y ella levanta las manos. – Lo siento hermano, su propuesta de encontrarlos desnudos fue demasiado tentadora.
–No puedo creerlo. – Digo yo tapando mi boca para no reír. – Esto es tan vergonzoso, Sebas, esperaba esto de Zack y de Sabrina pero de ti...
Su rostro se contrae en una mueca. – Ah no, a mí no me metan, yo no quería venir.
–Ay santo cielo. – Dice Jesse pasándose la mano por el rostro. – Sólo dormimos y ya.
Varios lamentos se escuchan en la habitación. – Como sea. – Dice Sebastian Galeano. – Es hora de la fogata bellos durmientes.
Habíamos dormido por horas y para cuando salimos era de noche y ya todos se hallaban alrededor de una gran fogata, la brazas salían dispersas con ayuda del viento y hacían un recorrido sin rumbo alguno. Voy de la mano con Jesse y nos sentamos todos juntos en los lugares apartados por mamá.
Estaba distraída hablando, todos lo hacíamos pero a pesar de que estábamos juntos aún no nos conocíamos lo suficiente como para entablar una conversación entre todos así que hablábamos con nuestros grupos de confianza. Mamá hablaba con Jesse sobre cómo era yo de pequeña, sobre el día en que me dijeron que era una origen y de cómo llevé el asunto. Toda la situación me hizo recordar el primer momento en que lo vi. "¿Lo recuerdas?" me digo. "¿Recuerdas lo que sentiste al verlo?" "Si" "Fue el comienzo de mi todo"
¿Cómo olvidar el principio de esto?
Las primeras miradas, las primeras risas, las primeras discusiones, los primeros descubrimientos... Me pregunto cómo me tomaré estos recuerdos cuando sea anciana, si es que llego a serlo, me gusta pensar en que así será y que tendré una larga y feliz vida con Jesse. Pero ahí está ese algo, ese pensamiento negativo que me dice que es demasiado bueno como para ser verdad, odio ese pensamiento, me hace dudar.
Una mano se envuelve en mi hombro y cuando volteo sacada de mis pensamientos me encuentro con Natasha, se mira preocupada. – Hola. – Digo asombrada por su presencia junto a mí.
–Es Caín. – Dice. – No ha salido y me estoy empezando a preocupar.
Miro a Jesse que está junto a mí y sé que ha escuchado sus palabras a pesar de estar hablando con mamá.
–Vuelvo pronto. – Le digo.
Me regala una sonrisa tranquila mientras asiente y sigue con su charla.
Sigo a Natasha. –¿Está enfermo o algo así? – Pregunto.
–No, él está cerrándose, de nuevo. – Hace una pausa. – Tu sabes por qué.
Y ahí estaba, es hora de sacar el tema. Llegamos a su porche y tocamos su puerta pero nadie abrió.
–Caí. – Lo llamo. – Soy yo, soy Abby.
Al principio nada pasa y luego sale, su rostro está serio y sus movimientos son bruscos al abrir la puerta. –¿Qué quieres? – Pregunta indiferente, se cruza de brazos y bloquea mi visión de su cabaña. Miro a Natasha sin saber qué decir ya que no esperaba encontrarlo de esa manera.
–Ya inició la fogata ¿no piensas unirte? – Trato con eso.
–No gracias, estoy ocupado por aquí. – Natasha resopla y Caín la mira mal.
–Pero fue tu idea...
–Sí, para el resto de la comunidad no para mi. – Brama con tono cansado.
Miro a Natasha de nuevo ahora un poco irritada por su reacción y luego le regreso la mirada a él
–¿Podemos hablar?
–Creo que no hay...
–No digas esa frase cliché por favor, sabes que si hay de qué hablar.
Me mira con fuego y le regreso el gesto hasta que se encoge de hombros. – Pasa.
–Bien. – Dice Natasha. – De nada.
Quiero agradecerle pero Caín empieza a impacientarse, lo capto por su mirada y gestos.
Entro por segunda vez y ahora está muy desordenado, hay libros, una mayor cantidad de ellos dispersos por toda la sala, veo el cuadro de él y sus padres y la calma vuelve a mi como si sintiera que debo comportarme ante ellos. Hay velas encendidas y la cera se expande por el piso y mesas.
–Bueno, enserio estaba ocupado.
–Estaba estudiando hechizos. –Aclara y puedo adivinar por su tono que ahora está un poco más tranquilo. – Todos esos son grimorios. – Señala los libros viejos y gastados. Me acerco al primero que veo y tanteo las páginas de color crema amarillo por el pasar de los años. Las letras están trazadas a mano y son casi ilegibles, hay dibujos de círculos y formas curvas y extrañas.
–Quiero disculparme. – Es lo primero que digo.
–¿Disculparte por qué? – pregunta cauteloso. – No has hecho nada malo.
No, de hecho lo he hecho desde que te conocí. Te juzgué mal, te quería muerto, te traté como basura y ahora me arrepiento de todo eso ya que he visto que eres como cualquier chico de dieciocho años pero con otro tipo de deberes.
–Quiero disculparme por lo que Jesse hizo, no estuvo bien.
Se encoge de hombros. – No sé por qué piensas que está mal, al fin de cuentas te dijo la verdad que yo ocultaba.
–Me refiero a que no debió decirlo de esa forma.
Asiente. – En ese caso, acepto tus disculpas en su nombre, ahora puedes irte...
–No, espera. Quiero decirte que... creo que me sentí aliviada al enterarme de que eras mi alma gemela. Digo, pudo haberme tocado un asesino o un loco o algo así, pero fuiste tú, un chico fuerte, valiente y de gran corazón, por eso me sentí bien al saber que eras tú.
Veo como se forma una minúscula sonrisa antes de que baje su mirada.
–No tienes que decir esto Abby, sé que no me amas. – Niega con la cabeza viendo hacia otro lado lo que le hace ver por primera vez desde que lo conozco de una manera indefensa.
Mi voz sale rasposa y dolorosa cuando vuelvo a hablar. – No Caín, no te amo y sabes por qué pero eso no significa que no sienta aprecio por ti. Tengo tanto que agradecerte, me ayudaste a ser quien soy, me ayudaste a ser fuerte. – Me acerco a él con cada palabra y cuando termino lo tengo delante de mí, toco su mejilla y lo hago verme a los ojos. – Siento no poder ofrecerte lo que tú quieres de mí, pero puedo ofrecerte algo más. – Digo yo.
Su mano se coloca sobre la mía y la aprieta con fuerza.
–¿Qué cosa? – Su voz sale débil, temblorosa.
–Mi amistad. – Y sus ojos se cierran. – Podemos ser amigos íntimos, después de todos nuestra conexión nunca se irá, podemos aprovechar eso en forma amistosa, te ayudaré y protegeré en lo que pueda.
Niega con la cabeza pero yo sigo. – Puedo ser tu confidente, tu consejera...
–No lo entiendes.
–Lo prometo. – Termino de decir y él suelta aire.
–Sabía que todo iba a cambiar. – Dice. – Desde el momento en que te vi.
–¿Cuándo fue esa primera vez? – Pregunto.
–Realmente fue en ese supermercado, fue la primera vez que hablé y te vi de verdad.
–¿De verdad? no sé a qué te refieres.
–Te había visto antes, no tu rostro sino como que había sentido tu presencia. La primera vez fue en el bosque cuando lo incendié en busca de la atención de los cazadores.
Mis ojos se abren por la sorpresa. – Eras tú. – Digo.
Asiente. – Lamento haberlo sido de esa forma. – Cuando me mira lo hace con pesar y sé que me dejará ir. – Acepto ser tu amigo Abigail Williams, prefiero ser eso a nada. – Y me besa, besa mi mejilla antes de sonreír tristemente. – Prometo que te cuidaré con mi vida y luego de esta vida encontraré la forma de seguir haciéndolo.
Cierro mis ojos al sentir sus labios sobre mi piel y sonrío agradecida de que me ha liberado, de que me dejado escoger mi destino. Sus palabras causan un gran impacto en mí, nuestra promesa de protección se quedará grabada por siempre en mi corazón.
Lo hago salir de la cabaña, me siento ligera, feliz de haberlo logrado y cuando nos encontramos con todos en la fogata y Caín mira a Natasha, este va hacia ella y la besa, todos los miran y cuando Natasha abre sus ojos están desorbitados y aturdidos pero hay una gran sonrisa en su rostro.
Yo miro a Jesse y este me devuelve la mirada orgulloso. Me siento a su lado mientras vemos como todo inicia y entonces nos unimos, contamos historias, viejas leyendas y así pasamos la noche, nuestra última noche de paz antes de que todo esto pase.
Nos marcharemos en unas horas. La batalla está por empezar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro