Capítulo 26
Me salté todas las obligaciones por hoy y me encerré en mi cabaña. Prácticamente corrí a mi habitación dejando las ventanas cerradas y cubiertas por algo así la luz no entraría. Estaba en la oscuridad y entonces una luz se encendió mostrando palabras que podrían guiar mi camino.
Leo las primeras páginas y me doy cuenta de que esa parte no me incumbe ya que son palabras demasiadas personales dirigidas a Caín así que sigo buscando hasta que encuentro las partes del cambio.
Cuando mis padres me dijeron la verdad no les creí, era totalmente imposible que fuese cierto, pero lo era al parecer. Cuando estuve más calmada me explicaron todo pero creo que se equivocaron en algo, en la parte de "Nosotros somos enemigos de los hechiceros y ellos son nuestros enemigos" pero vayamos con calma pequeño, empecemos por la parte en que te ayudo a entender este mundo. Empecemos por lo que sentirás.
Primero sentirás algo dentro de ti, en tu pecho y corazón, sentirás como el fuego se expandirá a todos tus huesos, tus venas, vértebras y entonces el fuego formará parte de ti. Tú serás el fuego.
Pero no tengas miedo, eso es lo que serás. Yo tuve miedo, al principio pensé que me consumiría pero no lo hizo, mi familia me ayudó y si estás leyendo esto querido hijo es porque yo ya no estoy contigo, lo que significa que no me tendrás en cuerpo pero recuerda que siempre estaré en tu corazón, confío en que tu padre está contigo pero si no lo está tampoco y te sientes solo en todo esto debes saber que no es malo, no digo que el estar solo sea bueno, lo que quiero decir es que a pesar de que te sientas así debes seguir luchando, aférrate a algo que quieras y haz que sea tu ancla, te aseguro que si la tienes no podrás hundirte, cuando cambies piensa en ese algo y cuando logres dominar tus dones tampoco lo olvides porque ese algo te recordará siempre por lo que peleas."
Las palabras de Ana me han llegado al corazón, puedo leer el amor que tenía a su hijo, es un amor precioso y sano. Pienso en que si estuviera aquí Caín sería diferente, no es malo pero puedo notar cuál es su ancla. El rencor y la ira. Y lo comprendo, es lo único que tenía en esos momentos cuando se quedó solo y esos sentimientos lo han seguido desde entonces, ahora son parte de él y no puede cambiarlo, no tan fácilmente.
Continúo con mi lectura.
"Cuando cambié todo fue nuevo para mí. Me sentía más fuerte, más rápida y ágil. Mis venas estaban llenas de euforia y me sentía feliz por lo que me había pasado hasta que me enteré de otra parte de la historia. Mi alma gemela.
Me pareció algo egoísta el que no tuviéramos esa libertad de elegir lo que queríamos y las respuestas que todos me daban eran las mismas "Es que así debe ser" no, no debía ser así.
"Caín, hijo mío. Yo conocí a mi alma gemela pero a pesar de sentir aquella conexión sentía que me faltaba algo y se suponía que no debía ser así sino lo contrario, no sé cómo explicártelo, mi alma sabía que le pertenecía a alguien más y ese era tu padre. No lo conocía aún pero cuando lo hice... todo cambió en mí. Me enamoré de él en cuerpo y alma a pesar de saber que no era mi alma gemela, no me importó. Sabía que era el enemigo, no, la verdad no, nunca vi a los hechiceros de esa forma, a pesar de lo que se decía no hacía caso así que hice lo que mi corazón me dictó, me dejé llevar por nuestro amor y ambos huimos. Sé que lo correcto no es huir sino hacer frente pero fue una de las mejores decisiones que ambos tomamos además de tenerte. Así que te digo, cuando cambies y te sientes oprimido por lo de las almas gemelas, bueno, si es que te sientes así, déjame decirte que hagas lo que tu corazón diga. ¿De qué te sirve hacer lo correcto si no eres feliz? no sirve de nada. Haz tus propias reglas basándote en lo que sepas que es correcto, sé que puedes hacerlo. Eres libre hijo mío, si te enamoras de tu alma gemela o de una hechicera o hechicero... o alguien del mundo humano entonces tienes mi bendición y la de tu padre desde donde nosotros te cuidamos."
Una de mis lágrimas cae en la página y trato de quitarla con mi dedo sin romper la hoja.
No puede ser, Ana, ella es tan parecida a mí. Una esperanza crece en mí, ella hizo lo que le dictó su corazón y fue feliz con quien ella amó. ¿Vale la pena morir por eso? en otras palabras lo que me pregunto es... ¿Vale la pena arriesgar todo por el amor que sentimos Jesse y yo? Dejarlo todo por amor.... si, esa es mi respuesta. Porque sin amor no hay vida. ¿De qué sirve una vida sin amor?
Mis respuestas se han contestado y sé lo que debo hacer, mi miedo se ha desvanecido casi por completo, ahora sé que tengo un ancla o por lo que parece, varias en una sola. Mi ancla son todos aquellos a los que amo, lo tendré presente cuando cambie y luego en toda mi vida.
Leo las últimas palabras.
"Con amor, tu madre."
Y cierro el diario de Ana Warner.
Lo primero que hago es correr, correr y buscar a Jesse.
Mi respiración duele, quema mi garganta porque es una mezcla de desesperación por encontrarlo, por el llanto y por decirle lo que tengo que decirle.
Paso entre grupos de hechiceros y entre orígenes, todos me miran como si de una loca se tratara pero no me importa. Lo busco en la sección de dominio de armas, luego en combate a cuerpo y no lo encuentro hasta llegar a la parte en donde se entrena para controlar el poder de fuego o hielo. Lo miro.
De sus manos sale hielo y se eleva, las venas de sus brazos y manos parecen ser una luz azul celeste y su rostro muestra felicidad, lo veo sonreír y murmurar algo al compañero a su lado. Luego junta su hielo con el fuego de un chico frente a él y se forma lo que vi antes, un fuego helado de color azul, la combinación de ambos poderes. Sus ojos brillan, sus zafiros parecen orgullosos, yo estoy orgullosa de él.
Cuando sus ojos me encuentran sé que la decisión que he tomado es la correcta.
Jordy nota mi presencia y hago un gesto hacia Jesse, asiente y se acerca a él para murmurarle algo, luego Jesse me mira y empieza a trotar en mi dirección.
Me acerco y lo rodeo con mis brazos cerrando mis ojos.
Siento como me acerca más a él con sus fuertes brazos.
–Eh. – Me dice con una sonrisa. –¿A qué viene eso?
Me separo ligeramente de él sin perder la distancia entre nuestros cuerpos.
Lo miro a los ojos de manera profunda y entonces lo dejo ir.
–¿Te escaparías conmigo? – Pregunto seriamente.
Mi pregunta lo toma por sorpresa, sus ojos cautelosos se fruncen pero no se aleja. –¿Qué? – Pregunta confundido.
–Cuando todo esto pase, cuando la guerra pase y nuestras familias esté a salvo...¿te escaparías conmigo? – Mi corazón late deprisa.
Sus manos se tensan sobre las mías y empiezo a temer por su respuesta.
–¿Hablas enserio? – Me pregunta, sonríe abiertamente. – Abby, no juegues con eso.
–No lo hago, estoy hablando enserio Jesse, después de todo esto quiero huir contigo, ser feliz lejos contigo. Quiero empezar de nuevo y que nuestro amor sea nuestra prioridad. ¿Qué dices? – Abre la boca y la cierra por el shock. – Yo...¿Estás dispuesta a dejarlo todo? porque si tú lo estás entonces yo también. –Sus palabras tiemblan pero sé que son sinceras, me lanzo otra vez a sus brazos con una sonrisa en mi rostro, me aferro a su frío cuerpo.
–Estoy dispuesta a hacerlo por ti, quiero que sólo seamos nosotros dos, quiero ser libre, quiero quererte sin temor a qué podría suceder "si"
–Entonces lo haremos, huiremos juntos cuando esto acabe, te lo prometo, seremos felices y yo prepararé todo. –Me abraza con fuerza. – No sabes lo que eso significa para mí Abby. Cada parte de mi te ama, mi corazón late por ti, tu eres mi vida y si algún día te pierdo entonces moriré.
–No me perderás. – Le aseguro. – No me iré ni aunque tú me lo pidas.
–Entonces está decidido. – Lo siento sonreír y relajarse conmigo.
Lo amo, amo a Jesse Thompson y él es mi vida, mi corazón, mi todo.
–Lo está. – Digo sin pensarlo dos veces.
–Pero tengo una condición. – Dice él.
Me separo de él y lo miro cautelosa. –¿Cuál?
–No creas que te descuidaré, ni a ti ni a tu futuro. Ambos nos graduaremos, ambos iremos a la universidad y ambos trabajaremos. Seremos como las personas normales, viviendo vidas normales juntos, pero debes prometerme eso, que no descuidarás nada de eso por mí.
–Te lo prometo, pasaremos por eso juntos, tendremos un verdadero futuro junto.
Siento sus labios sobre los míos de una manera feroz e intensa. Es como si sus labios me dieran paz, como si sus manos sobre mi espalda me dieran energía y su corazón cerca del mío me diera vida. Juntos nos completamos.
Me separo con los labios hinchados y el corazón a punto de estallar. – Mañana será mi último día como humana y quiero pasarlo a solas contigo, quiero que sea especial.
–Será inolvidable, te lo prometo.
En sus ojos puedo ver miedo pero también fe.
Sé que es la decisión correcta, nuestras familias estarán a salvo y nosotros también pero alejados de todo esto, empezaremos otra vez, juntos con un nuevo futuro.
Pasado mañana mi vida cambiará y yo también pero ahora sé algo.
Lo que siento por Jesse jamás va a cambiar, por nada ni por nadie.
Todos lo sabían, ese mismo día todos nos habíamos reunido y Jesse y yo dimos la noticia de mi cambio, se decidió que ayer iba a ser mi último día como humana y fue uno de mis mejores días ya que lo pasé con Jesse a solas.
Salimos de la comunidad y recorrimos el pueblo, visitamos la heladería, el parque e incluso fuimos al instituto pero de forma invisible, Caín nos había dado unas pulseras que si oprimíamos el botón metálico en medio de estas nos volvíamos invisibles, uno de los tantos inventos de Elías.
Me sentí nostálgica al recorrer nuevamente esos pasillos, los estudiantes, mis viejos compañeros pasaban a nuestro lado sin percatarse de nuestra ausencia, Jesse me acompañó a mi casillero, había pasado mis dedos sobre la puerta metálica y recorrido el material recordando tantas cosas que habían pasado aquí. Aquellos encuentros con Natalia y Cody.
Luego fuimos hacia las aulas, recorrimos las mías, luego las de Jesse. Ambos sonreímos cuando vamos al salón de Historia, sabía que también lo recuerda, aquel primer día de clases, aquellos primeros momentos.
–Quiero verla. – Le había dicho a Jesse.
–Entonces vamos.
Mi corazón había saltado en mi pecho mientras nos dirigíamos a la clase de arte y ahí estaba ella. Natalia.
Su cabello oscuro cayendo sobre sus ojos mientras su mano se movía con el pincel, sonreía, le sonreía a la chica a su lado y luego la chica le había pasado levemente el pincel por la cara y Natalia hizo lo mismo con una de sus mejores sonrisas. Mi corazón no sabía si estar feliz por ella o triste por mí. Aun así había sonreído.
–Es feliz. – Le digo a Jesse. "Sin mi" quiero agregar. – Me alegra saber que no se estancó con mi ida o la de Cody.
Había respirado profundo mientras ambos salíamos. Y ambos lo vimos, Jesse había sujetado mi mano con fuerza al ver a Jared caminar junto a Karum. Le recordé que no podía vernos pero aun así no había dejado ir su lado protector.
Ambos salimos de ahí y nos habíamos dirigido a la heladería donde quitamos nuestra invisibilidad. Ambos pedimos algo nuevo y nos sentamos en la misma mesa que la otra vez.
–Menta y crema con galletas. – Murmura Jesse con una sonrisa en su rostro y mirada nostálgica.
–La mejor combinación. – Completé por él.
–Aún no puedo creer que me hicieras probarlo.
–Pero tienes que admitir que te gustó.
–Sí, me gustó pero no tanto como tú.
Mis mejillas se habían tornado rojas ante sus palabras.
Y entonces nos dirigimos a casa, a nuestros antiguos hogares.
Jesse miraba su hogar y yo miraba el mío, nos dábamos la espalda admirando lo que habíamos perdido.
Mi casa, mis jardines, mi habitación, mi familia.
–Podemos entrar. – Le había dicho sabiendo que él quería hacerlo tanto como yo.
–Por la ventana, cinco minutos. – Dijo antes de besarme en la frente y ambos fuimos a nuestros hogares.
Subimos por la ventana y entramos.
Mi cama igual que como la había dejado, mi closet medio vacío. Mis manos tocaron cada retratera, cada cuaderno, cada cosa que pude tolerar y al final algunas lágrimas cayeron. Los recuerdos parecen fantasmas a mí alrededor, todo pasa como si fuese una película.
Yo acostada junto a Natalia leyendo, mamá y yo conversando, yo sacando ropa tras ropa al no saber qué ponerme, yo llorando por alguna razón, yo mirando hacia la ventana, yo sentada en el escritorio con el cuarzo en mis manos, Jesse y yo acostados aquella última noche aquí...
Y al girarme hacia la ventana había visto a Jesse. Ambos a la distancia, me había acercado al marco de la ventana así como él. Por un momento había olvidado lo que se sentía verlo de esa forma. Los recuerdos de cuando lo miraba de manera acosadora sin que se diera cuenta me dan ganas de reír. Jesse me saludó desde su habitación con una sonrisa triste y le respondo el gesto, luego me hace señas de que es hora de irnos, asentí y bajé.
Y aquí estoy hoy, todos a mí alrededor tan nerviosos como yo. Mi estómago está apretado y mi corazón acelerado. Jesse no se apartó de mi lado desde que despertamos y nos dirigimos a la cabaña de Caín para avisarle que estábamos listos.
Los hermanos Anderson, los hermanos Galeano, Cody, Isabel, Jesse, Caín y su grupo de confianza estaban conmigo en la parte más vacía de la comunidad, en donde no habían más que árboles, las cabañas y la gente estaban un poco lejos de nosotros.
En estos momentos me siento como cuando era pequeña y tenía que ir al hospital por x razón. Los nervios los tengo a mil y me siento enferma.
–El proceso no es tan sencillo. – Dice Caín. – No digo que es demasiado doloroso tampoco.
–Si así fuera, igual lo haría. – Le digo decidida y este asiente.
–Jordy me dio la información de tu progreso. ¿Recuerdas cuando él les preguntó cuál era su motor? tu respondiste que era la furia. – Recuerdo ese día, mis primeros entrenamientos, mis primeras lecciones y caídas ¿cómo olvidarlo? fue el inicio de mi cambio. – Entonces tenemos que hacer que te enojes, así tu poder se activará.
–¿Y cómo haremos eso? – Pregunto confundida, no podía fingir estar enojada. Intrigada, temerosa tal vez pero no enojada, no después del hermoso día que tuve con Jesse ayer.
–Me meteré en tu mente y te haré ver cosas que...
–No. – Dice Jesse casi como rugido. – No le harás eso otra vez. – Toco su brazo para calmarlo. – No, no puede hacer eso. – Dice ahora mirándome. –¿Acaso se te olvidó lo que pasó después de eso? estuviste en shock, te dañó. – Veo dolor en sus ojos y al mismo tiempo temor.
Tomo sus manos en las mías. No hay más que discutir, yo ya había decidido y mientras me hicieran daño sólo a mi estaba bien, con tal de ayudar, con tal de ser útil. Iba a hacerlo.
–Jesse. – Lo llamo sonriendo. – Estaré bien, no soy la misma Abby de antes, no soy débil.
–Nunca lo fuiste. – Dice tomando mi rostro entre sus manos.
Coloco mis manos sobre las suyas. – Si lo fui, tienes que aceptarlo. Jesse pase lo que pase seguiré siendo tuya, seguiré estando bien. – Lo tranquilizo.
Tiene miedo y ese miedo se divide en varios sectores, el primero es que algo me pase así como la primera vez que Caín se metió en mi cabeza, el segundo, temor ya que sabe que algo puede cambiar y ese es un miedo que ambos compartimos pero que yo ya he superado bastante porque sé que él y yo somos uno. – Tú me dijiste cuando lo nuestro comenzó, que no ibas a buscar a tu alma gemela porque no la necesitabas. – Le recuerdo. – Yo tampoco lo haré, sólo somos nosotros dos.
–Pero... – Sus ojos se cierran y presionan con fuerza. – Tienes razón, estarás bien, estaremos bien. – Abre los ojos y miro que están cristalizados y luego se dirigen hacia Caín. – Si algo malo le pasa estarás muerto y no me importará morir en el acto.
Caín ante su amenaza no hace nada, ni siquiera parpadea. – Ella estará bien. – Promete y le creo.
–Es tiempo. – Le digo a Jesse. Empiezo a alejarme, nuestros dedos unidos se separan poco a poco hasta que su contacto ya no está conmigo, me dirijo hacia Caín, Jordy y Elías.
Este último me sonríe de manera amigable así como ha hecho desde que llegué. –¿Lista? – Me pregunta y asiento.
Miro a Caín y me asusta ver que él también tiene una mirada de temor en su rostro.
–Puedes recostarte en el suelo. – Dice con voz ronca y lenta. Hago lo que me dice, mi cuerpo cae en la hierba y en las flores blancas que hay en el suelo así como una manta blanca sobre el suelo. Las hojas me hacen cosquillas en el cuello y se enredan en mi cabello esparcido por todo el lugar. Llevo un vestido blanco de seda larga así como un ritual, Sabrina y Natasha me habían ayudado a alistarme.
Miro a Jesse junto a sus hermanos con el rostro contraído por el miedo.
Luego miro al cielo, a las nubes blancas que pasan de manera lenta.
–Las imágenes serán fuertes, unas más que otras. No sólo experimentarás dolor, sino también enojo, pérdida, entre otras. Si no puedes aguantar lo único que tienes que hacer es decirme que pare. – Asiento a la voz de Caín. – Será como si estuvieras ahí, pero no podrán verte u oírte, algunas cosas serán falsas y otras serán sacadas de tu mente pero en ocasiones no distinguirás cual es real y cual no.
–Como la última vez. – Murmuro sin verlo.
–Si, como la última vez.
–Estoy lista. – Murmuro.
–Cierra tus ojos Abby.
Lo hago pero no antes de mirar a Jesse primero.
No miro nada y luego lo miro todo.
Ya no siento como si estuviera acostada, es más, ya no me siento en mi cuerpo.
Cuando abro los ojos me encuentro en mi habitación pero no en la misma que en la actualidad, está decorada diferente, las paredes rosadas y llenas de dibujos y en mi cama también de color rosa está una niña, estoy yo de pequeña. Me acerco con fascinación a aquella yo pero antes de que llegue a ella por completo la puerta se abre y entra mi padre.
Doy varios pasos hacia atrás por la sorpresa. Mi padre está vivo, está conmigo.
Luego recuerdo que él no puede verme.
Mi padre se acerca a la pequeña Abby y sonríe al verla. La niña está completamente dormida y papá le da un beso en la frente antes de irse.
Usa un traje gris, su cabello castaño está como lo recuerdo, un tanto largo y caen algunos mechones sobre sus cejas.
Se va y me quedo ahí con el antiguo recuerdo de mi padre y con unas inmensas ganas de llorar al saber que nunca más pude sentir sus besos en mi frente cada mañana. Luego todo cambia con un giro, la niña está un poco más grande y es despertada por unos fuertes gritos. Se despierta y se levanta de salto. Cierro los ojos al recordar lo que está a punto de pasar. Sigo a la niña escaleras abajo y ambas encontramos a nuestra madre tirada en el piso con el celular en la mano y llorando.
Está de rodillas y grita con todas sus fuerzas. Quiero ir, quiero levantarla.
Mi padre murió por segunda vez para mi. Jared baja las escaleras y al ver a mamá corre hacia ella mientras que la pequeña Abby mira todo totalmente sorprendida.
–Ve con ella. – Le digo con las lágrimas a puntos de salir. –Ve! – Grito pero no se mueve.
–Su padre. – Dice mi madre con respiraciones entrecortadas que impide que sus palabras salgan correctamente. – Su padre está muerto.
La pequeña Abby no hace nada, está en shock.
Puedo sentir su dolor, o tal vez es el recuerdo de ese dolor el que me inunda.
Luego no estoy ahí.
Abro los ojos y me encuentro acostada en un frío suelo. Todo a mi alrededor es sombrío. Hay una pared de vidrio a mi derecha por donde entra un poco de luz, digo poca porque los vidrios son oscuros.
Hay papeles por doquier y viejos escritorios están rotos caídos. Debe ser una oficina. Hay ruido afuera, como un grupo de gente que habla al mismo tiempo. ¿No había dicho Caín que estaría en los lugares que me mostrasen pero que no podrían oírme o verme? pensé que sería como un fantasma en los recuerdos pero al parecer tenía un as bajo la manga. Me levanto, llevo el traje de combate puesto pero está manchado con sangre al igual que mi piel. ¿Qué está pasado?
Caín ¿qué me estás haciendo?
Avanzo hacia las ventanas y lo que miro me deja sin aliento.
Estoy en alto piso mirando hacia abajo. Hay varios edificios delante de mí y en medio hay una muchedumbre alrededor de una tarima con una horca en medio. Mi corazón late de prisa mientras intento descubrir lo que pasa. Entonces los veo a todos ellos. Son cazadores con sus armas al aire apuntando hacia el cielo, ahora escucho más claro lo que dicen. "Muerte" "muerte a los orígenes"
La multitud se abre a la mitad mientras entre ellos pasan un grupo de jóvenes con las manos atadas a sus espaldas y un cazador que los guía. Mi alma cae al ver quiénes son ellos.
Veo el rostro de mis amigos, de Jesse, de Caín, de mi hermano...
Todos ellos capturados por los cazadores y van a ser ahorcados. El primero es Zack, su rostro está hinchado, sus pómulos antes finos están llenos de moretones y golpes.
–¡No! – Grito golpeando el vidrio.
Veo como colocan la soga al redor del cuello de Zack y aparto la mirada, busco a Jesse y lo miro en la fila, es el tercero y al igual que todos, está quieto. Jesse. Jesse.
Tengo que hacer algo.
Miro a mí al rededor, hay una puerta y corro hacia ella. Trato de girar la perilla pero esta no se mueve. La golpeo con los puños una y otra vez pero no pasa nada. Busco algo que me ayude a romperla, la luz no es suficiente y empiezo a desesperarme. Hay una computadora en el suelo y la levanto, esto puede romper la puerta de madera. Corro con ella en brazos y luego la estrello contra la puerta, la cual empieza a agrietarse, me acerco casi corriendo y estampo mi pie contra la rajadura, se escucha como todo se rompe y la puerta se parte en dos. Paso a través de los pedazos sintiendo el dolor en mi brazo cuando un trozo se clava en él. Ignoro el dolor adentrándome al pasillo oscuro, logro divisar unas escaleras metálicas y corro hacia ellas bajándolas a trote pero parecen infinitas. Escalón tras escalón, el tiempo corre y se acaba poco a poco. Llego a la planta baja que está igual de destrozada que la sala en la que me encontraba, abajo se encuentra un gran salón con puertas a mi alrededor, todas iguales y arriba de mi un candelabro de cristal. Corro a la puerta de mi derecha pero sólo hay oscuridad ahí, ni un sólo suspiro o luz. La cierro y voy a la siguiente, hay una chica al borde de un precipicio y la distingo gritando su nombre.
–¡Natalia! – Digo para detenerla pero ya es tarde, Natalia se había tirado ya.
No ¿Qué es esto? no, no, no pude ser real. Si no lo es, se siente como si así fuera
No hay anda que hacer, cierro la puerta con el sentimiento de pérdida dentro de mí, tengo que dejar esta puerta, tengo que salvar a los vivos. Me dirijo a la siguiente, una casa, una mujer y un hombre en la cocina, el hombre está de espaldas a mí pero lo veo besar a su mujer en el cuello apartando el cabello color cobrizo con una sonrisa. La mujer se voltea con sus ojos grises brillando por la felicidad.
–Los niños vendrán en cualquier momento pastelito.
Mi corazón se detiene. Al darme cuenta de que aquella mujer entre sus brazos soy yo. Los brazos me tiemblan y mi corazón late fuerte. ¿Qué es esto?
Cierro la puerta de golpe sintiendo algo dentro de mí, algo que no sé si es bueno o malo, no me permito pensar, debo salvarlo a él y al resto. Abro todas las puertas y me topo con muerte y vida es cuando me doy cuenta de que ninguna es la puerta que busco, no hay salida. La única que me queda esa saltar.
Miro los escalones metálicos y corro hacia ellos. No llego ni al primero cuando escucho los gritos de gloria de parte de los cazadores y unos cuantos pocos de dolor. No. Zack no.
Corro ignorando el dolor en mi pecho y en mi cuerpo pensando en que Zack está muerto. Cuando llego de nuevo a la habitación lo primero que hago es correr hacia la pared de vidrio y miro el cuerpo sin vida de Zack la imagen me hace gritar. Sus pies no tocan los tablones de madera y su cabeza está de lado con sus ojos verdes abiertos con temor y ahora estaban vacíos.
–No, no por favor. – Lloro mientras golpeo el vidrio.
Veo como dejan caer su cuerpo y luego lo tiran a la multitud. No quiero ver pero tampoco puedo apartar la mirada. Los cazadores cubren su cuerpo y levantan sus armas.
El segundo es llevado arriba y se trata de Caín. Su cabello blanco manchado de sangre y suciedad. Mi corazón empieza a latir con fuerza frenéticamente.
Tengo que romper el cristal. Me alejo de los ventanales y arrastro una silla metálica para empezar a golpear el cristal. Levanto la silla y golpeo una, dos, tres veces y nada pasa.
Ni un rasguño, ningún quiebre. Golpeo con más fuerza al ver que la soga ya está al rededor del cuello de Caín.
¿Por qué no hace nada?
–No te quedes ahí. – Digo con voz rasposa. – Por favor haz algo.
No entiendo lo que empiezo a sentir ahora, una impaciencia.
Busco otra cosa para golpear, arrastro el escritorio y luego lo tiro hacia el ventanal y como la última vez, nada pasa.
Escucho los gritos frenéticos de los cazadores y me doy cuenta de que es tarde, Caín está muerto. Su cara está girada hacia mi y sus ojos me miran, me hace gritar de dolor y horror. Araño los ventanales. Me duele, por alguna razón duele.
Todos empiezan a decir otras palabras pero no entiendo nada, creo que no es de nuestro idioma.
–Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge.
Escucho como todos ellos dicen al mismo tiempo y es como si esas palabras tuvieran algún poder sobre mí, mi cuerpo empieza a arder, a doler. Mi mente se nubla y tengo que cerrar los ojos por el dolor, siento como si mi cuerpo tuviera fuego por dentro.
Mis ojos se abren y veo a Jesse con la cuerda alrededor de su cuello.
Tengo que salir, tengo que ayudarlo, él no, él no por favor.
Me pongo firme viendo al chico que quiero a punto de morir. No dejaré que pase.
Retrocedo varios pasos viendo hacia la multitud, retrocedo hasta que ya no los veo y entonces corro hacia ellos. Mis pisadas son pesadas para mí y mi cuerpo sigue sintiendo aquel dolor punzante. Con cada paso que doy siento como si me incendiara, como una chispa que se enciende. No me detengo, no disminuyo mis pasos y entonces me estrello contra el cristal, este se rompe, se fragmenta en millones de pedazos y siento como algunos se clavan en mi rostro, brazos, cuello. Aprieto mi mandíbula por el dolor y ahora estoy en el aire.
Todo parece estar en cámara lenta mientras poco a poco voy cayendo, siento como si mi alma se quedara en el aire mientras desciendo y luego caigo. El aire abandona mis pulmones, mi espalda golpea el suelo y yo hago un sonido brusco. Nadie se gira a ver lo que pasó, nadie parece notarme, todos siguen con lo suyo.
No puedo moverme, el dolor es demasiado, no sé ni cómo estoy viva.
–Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge
Mi cuerpo parece volver a nacer, entonces no siento dolor, me siento viva y fuerte. Me levanto, ya no hay dolor.
Nadie me mira, nadie me nota. No pueden verme ni oírme por alguna razón pero ¿cuál es esa razón? no lo recuerdo, tampoco recuerdo cómo llegué aquí, lo único que importa ahora es que el amor de mi vida está a punto de morir y debo detenerlo.
Corro a través de los cazadores, siento sus cuerpos golpearme al pasar, siento el aroma a sangre, a dolor y sufrimiento mientras me acerco a Jesse. La soga se ajusta a su cuerpo y no se mueve.
Lo llamo, mi voz suena lejana pero me mira, sus ojos azules me encuentran y los miro sin vida.
Vuelvo a llamarlo y le digo que no morirá, que estoy aquí con él y entonces sucede, sus pies ya no tocan nada bajo ellos. Su boca se abre y sus ojos lloran mientras su vida se va. Grito hasta llegar a él y trata de agarrar su cuerpo inerte, deshago el nudo y lo bajo, ambos caemos en la tarima, toco su rostro sudado y magullado, sus labios están entre abiertos mientras sus ojos me miran sin vida.
–Vamos. – Le digo de manera entrecortada. – Estoy aquí, estoy aquí.
Pero sé que él ya no está conmigo.
Todos los cazadores están quietos, como robots a los que les dieron la orden de apagarse.
–Jesse. – Lo llamo con un gramo de esperanza. – No me dejes.
Pero no hay respuesta.
Grito. Mi garganta arde pero no tanto como mi corazón.
Jesse está muerto.
Jesse está muerto y no hice nada para detenerlo.
Jesse se ha ido y yo estoy aquí.
Pienso en aquella puerta abierta y la imagen de nosotros en el futuro, un futuro que ahora no existirá jamás.
Con mano temblorosa cierro sus ojos y beso su frente.
La ira crece en mí, me consume, yo soy la ira.
Respiro profundo y lo único que siento es el nudo en mi garganta y el vaho caliente que sale de mi boca y nariz.
Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge
Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge
Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge
Las palabras chocan contra mí y todo desaparece a mi alrededor mientras sostengo el cuerpo de Jesse, el dolor en mi pecho se esparce y es más doloroso mientras los segundos pasan, es como si una parte de mi muriera con él. No, no.
El cuerpo de Jesse desaparece.
–¡Devuélvanmelo! – Grito
Grito, grito, grito mientras siento como algo se libera en mí y en un parpadeo estoy envuelta en llamas.
Excita potentiam tuam et veni ut lumen ignis Invoco te, implebis imperium transitum vobis levate oculos vestros et potentia excellebat carnem veniat inde excitare, excitare, surge
Abro los ojos.
Lo primero que veo es el aleteo de las ramas y el cielo color celeste. Mis manos tocan seda, la seda de mi vestido blanco. Estoy desorientada y por un momento he olvidado la realidad. Me siento con la espalda recta y cuando miro a mi alrededor me doy cuenta de que todos están en el suelo mirándome con los ojos muy abiertos.
Y es cuando lo siento, un tirón en mi pecho, algo eléctrico que recorre mi piel, mi espalda, mi pecho, mi cabeza.
Todos se levantan lentamente.
Miro mis manos, están de color negro carbón y cuando miro más allá veo que las flores y el pasto a mi alrededor están quemadas. Miro mis manos con asombro y luego al resto que se acercan.
Miro a Jesse, sus ojos están preocupados. Está vivo, la felicidad crece en mí.
No soy capaz de hablar, las emociones mezcladas en mi me impiden hacerlo pero cuando logro hacerlo, lo único que puedo decir es...
–He cambiado.
Lo siento en mi cuerpo, en mi mente y en mi corazón.
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