Capítulo 25
Me desperté abrazada a Jesse, ambos dimos un salto al escuchar la alarma, él murmuró palabras sin sentido antes de despertarse. Su cabello estaba revuelto y me alegraba ver que las bolsas bajo sus azules ojos habían desaparecido, se miraba adorable con su rostro adormilado. Me regaló una sonrisa mañanera mientras le tendía su ropa deportiva. Ambos nos alistamos turnándonos en la regadera, cuando salí lista de la habitación él estaba llenando unos termos con café.
–Pensé que estarías como un zombie. – Le digo sonriendo mientras tomo el termo.
–No, la verdad es que estoy lleno de adrenalina.
–Bien, espera unos días más y en verdad estarás como un zombie.
Rueda los ojos. – Niña de poca fe.
Levanto mis manos. – Sólo digo.
Salimos de la cabaña luego de asegurarnos que todo estaba en orden, pasamos por la cabaña de los hermanos de Jesse y para nuestra sorpresa también estaban listos.
–Ya te dije que limpiaras eso. – Murmuró Zack abriendo la nevera y sacando jugo de naranja. – Nunca me haces caso.
–Buenos días. – Los saludé.
Jesse se quedó con ellos en la cocina y yo me senté en el suave sillón.
–Hola Abby. – Me saluda Zack sonriendo. –¿Ya desayunaste? – Pregunta llenando un vaso del líquido naranja.
Levanto mi termo color gris. – En eso estoy.
–Bien. – Dice Sebas bajando el trapo. – Terminé, es mejor salir ahora, no quiero llegar tarde.
–Alguien está emocionado. – Murmuro. –Eso es bueno.
–Sí, ese alguien quiere conocer a más medio orígenes, yo por otro lado quiero aprender a patear traseros.
Miro mi reloj, es hora. – Chicos, hay que irnos ahora.
Me levanto del sillón y veo como Zack se apresura a beber su desayuno, Sebas que también está listo con su ropa deportiva abre la puerta y Jesse avanza a mi lado. Sabrina y Sebastian están abriendo la puerta en cuanto salimos, Sabrina corre y me abraza.
–¿Nerviosa? – Pregunto.
Niega con la cabeza. – Creo que he esperado este momento por años, el luchar en algo importante.
–Creo que yo también.
–¿Ya has decidido? – Pregunta. El viento sopla y su oscuro cabello se eleva ondeando.
Si, Jesse me había ayudado en eso.
Asiento. – Tomé la decisión ayer por la noche.
–y ¿qué tal?
Trago saliva por el nerviosismo. – Lo haré esta semana, antes de que finalice.
Asiente. – Eres valiente. – Murmura con aprobación.
A veces lo era y a veces al caer lo único que quiero es quedarme en el suelo, ayer por la noche era el caso, quería rendirme, quería dejarlo todo pero entonces Jesse llegó y me levantó, no es la primera vez que lo hace y sé que no será la última, aún falta mucho por recorrer.
Los guío a la parte de entrenamiento que le corresponde a cada quien. Por desgracia no íbamos a estar juntos.
A Zack y a Sebas los dejé en la parte en la que se encontraban todos los medio orígenes. Varios pares de ojos se posaron en los nuevos integrantes, podía sentir o ver la inquietud de ambos hermanos.
Llamé al instructor, era un chico de veinte años también medio origen cuyo poder era eléctrico. Sus manos estaban cubiertas siempre por guantes. Su cabello era castaño claro y rizado, sus ojos grises así como los míos y tenía barba.
–Chicos, él es Paul y será su instructor.
–¿Eres como nosotros? – Pregunta Sebas conteniendo su emoción con un tono neutro.
Paul con quien había hablado un par de veces le sonríe. – Claro, aquí. – Dice señalando a todo el grupo. – Todos lo somos.
Zack los mira a todos entrecerrando los ojos. –¿Cuál es tu poder? – Le pregunta.
–¿Vas por ahí preguntándole a todos cuál es su poder siempre? – Pregunta Paul.
Zack tuerce el gesto. – No siempre así de directo pero sí.
Veo que a Paul le agrada. – Electrokinesis. – Contesta este en tono orgulloso. –¿Y tú?
–Telequinesis. – Contesta Zack levantando el mentón.
–¿Y tú? – Le pregunta Paul a Sebas
Los ojos de este se dirigen a su nuevo instructor. Se le queda mirando sin hablar hasta que lo codeo.
–Control mental. – Dice en tono bajo y tímido.
–Genial. – Contesta Paul. Me mira. –Hola Abby ¿Sólo ellos?
–Sip, el resto viene conmigo.
–Bien, suerte chicos. – Dice al resto. – Ustedes dos vengan conmigo. – Empieza a caminar, Zack y Sebas se despiden de nosotros y lo siguen medio trotando.
Escucho como Paul los presenta al resto del grupo, parecen nerviosos pero al mismo tiempo orgullosos de lo que son.
–Bien, ahora voy con ustedes. – Digo refiriéndome a los hermanos Galeano.
–¿Y si no se sienten cómodos? –Pregunta Jesse en tono nervioso a mi lado.
Ha empezado a morderse las uñas.
–Estarán bien. – Le aseguro. – Les gustará conocer a más de los suyos.
–Pero ¿y si no?
–Jesse. – Lo regaño. – No seas sobreprotector, estás siendo paranoico.
–Bien, bien.
Lo miro y entonces descubro lo que oculta.
–No estás hablando de ellos. Tú eres el que está nervioso.
Me mira, una leve sonrisa aparece en su rostro. –¿Cómo...? Dios, sí que eres buena.
–No estés preocupado, todo saldrá bien. Confía en mí.
Llegamos a la parte de entrenamiento con armas.
Tanto orígenes como medios orígenes o hechiceros practican sin parar.
Todos juntos.
–¿Hay humanos aquí? – Pregunta Sabrina asombrada. –¿Por qué?
–No son muchos, no superan a dos docenas pero los que está aquí es porque conocen a alguna persona aquí y esa persona es importante para ellos.
–¿Pelean por amistad? pero ellos no tienen ningún poder en especial.
–Al igual que yo por el momento y aun así logré atrapar a un cazador. Los humanos son normales, no tienen ningún poder pero su mente es grande y algunos saben dominar con más facilidad esta. Otros son expertos luchando, su fuerza también es impresionante y no hablo sólo de la física o de la mental, sino también de la interna. Son más fuertes de lo que piensan.
–Es impresionante. – Murmura Sabrina viendo como uno de ellos, un hombre de treinta y algo se lanza hacia su oponente y hace un mortal que termina con una patada en el rostro de este.
Jordy se acerca a nosotros. – Bienvenidos. –Murmura de manera reservada. – Los hermanos Galeano se quedarán conmigo.
Los miro una última vez antes de que estos lo sigan. Me quedo a solas con Jesse y espero que Elías decida dejarnos juntos.
Nos acercamos hacia donde se ubicaba la parte de entrenamiento físico.
Me acerqué junto a Jesse, todos se giraron a vernos, bueno, a verlo.
Las chicas dejaron de hacer sus ejercicios y lo miraban sin pudor, sentí una ráfaga intensa de celos, la mano de Jesse apretó la mía y le sonreí.
Las chicas miraron nuestras manos, algunas apartaron la mirada y otras la mantuvieron.
–Buenos días Elías. – Lo saludo.
–Abby. Jesse. – Asintió en nuestra dirección. – He hablado con Caín y ha dicho que primero pruebe al chico, si está lo suficientemente avanzado se quedará en nuestro grupo sino tendrás que llevarlo al nivel uno.
Asiento. –¿Le harás las pruebas tú o le asignarás a alguien?
–Lo haré yo. Por favor acompáñenme.
Mientras caminamos le explico lo que tiene que hacer.
–Lucharás contra él y mostraras tus mejores habilidades sin sacar tus poderes.
–Luchar. – Repite él. – Puedo hacerlo.
Elías le indica al resto que hagan un círculo, se ubica en el centro esperando a Jesse.
Jesse saca los guantes que le entregué en la mañana y se los pone, hay cierto brillo oscuro en sus ojos que me indica que quiere hacerlo.
Nos abrimos paso entre el resto de aprendices y nos colocamos en el centro. Mi corazón se acelera ante el pensamiento de que se haga daño.
Me coloco a su lado. – Jesse Thompson, tendrá que probar tu nivel habilidad, nada de armas, nada de cryokinesis por ahora. – Jesse asiente y luego Elías me mira. – Abby, sal de en medio por favor.
Trago saliva pesadamente y miro a Jesse, asiente.
Mi cuerpo se tensa mientras empiezo a retroceder.
No le harán daño, sé que Elías sabe hasta dónde llegar. Sé que Elías es bueno.
Me quedo en el círculo con varios de mis compañeros a mis lados.
–Ataca primero. – Le indica Elías.
Jesse avanza en posición, sus piernas ligeramente separadas mientras lo hace. Sus puños están levantados hasta la altura del mentón y calcula la distancia que hay entre sus puños y el rostro de Elías. Jesse lanza el primer golpe pero no logra su objetivo. Elías toma la mano de Jesse y luego lo golpea en el estómago con su pie.
Mi respiración se entrecorta cuando miro a Jesse doblarse pero no caer.
Mi Jesse se incorpora y vuelve a golpear. Los movimientos de ambos son rápidos, parecen borrones. Veo como Jesse esquiva golpes pero no todos. Elías agarra a Jesse del hombro y se apoya en este para levantar su pie y empujarlo. Jesse cae al suelo y ve como su oponente se coloca encima de él.
No.
Elías lo agarra por el cuello y el rostro de Jesse se torna rojo mientras trata de zafarse.
–Error de principiante. – Dice el instructor. – No intentes zafarte de todas formas no funcionará, busca como derribar a tu oponente.
El cuerpo de Jesse se relaja pero no significa que la presión en su cuello también.
Entonces su puño se estrella justo en la garganta de Elías. Este retrocede tosiendo. Jesse levanta su torso y lo hace caer de rodillas mientras aprovecha para ponerse de pie.
Escucho los murmullos a mí alrededor de sorpresa.
Sus ojos me buscan pero es un error ya que cuando lo hace unos brazos aprisionan su cuello desde atrás, Jesse no cede y flexiona las rodillas antes de dar un mortal hacia atrás llevándose consigo el agarre de Elías, queda detrás de él y con una patada en su espalda lo hace caer.
Lo miro respirar agitadamente y su nariz sangra mientras que sus ojos brillan por la euforia.
Muchos gritan y yo soy la primera en hacerlo. Sonrío, lo ha logrado.
Elías se levanta, no luce enfadado, al contrario, sonríe hacia Jesse, le tiende la mano y Jesse lo mira receloso pero la toma. – Bienvenido.
Corro hacia él y enrosco mis piernas alrededor de su torso. Sus brazos me envuelven y sostienen con fuerza, escucho su corazón golpear rápidamente. Está sudado y su camisa se le pega más al cuerpo.
–Lo hiciste. – Digo de manera energética. – Lo hiciste.
Besa mi cabeza y me deposita en el suelo con una sonrisa. –¿Acaso lo dudabas?
Sonrío. – Nunca, sólo temía que en proceso te dañaran aunque sea un poco.
–Estoy bien, vamos, es tiempo de comenzar a entrenar realmente.
Nos ubicamos en parejas, chicos con chicos y chicas con chicas.
Hicimos ejercicios mixtos y luego paramos para escuchar a Elías dar consejos de bloqueo los cuales practicamos con forme iba explicando. Dos horas después terminamos.
Tanto Jesse como yo estábamos sudados.
–Estuviste fantástica. – Dice cuando se acerca a mi. – Te movías demasiado rápido.
La sangre de su nariz ya la ha limpiado pero se mira un poco roja. Sus palabras me hacen sentir como un pavorreal.
–Tú también lo hiciste genial. – Le digo.
La sensación de tranquilidad desaloja mi cuerpo cuando sé que es hora de separarnos, el ejercicio físico era el único que compartimos. –¿Quieres que te lleve a tu siguiente lección?
–No. – Contesta enseguida. – Tu aprendiste esto sola, te acostumbraste sola y yo no quiero tenerlo todo tan fácil así que me guiaré a mí mismo.
Asiento y le doy un casto beso en la mejilla. – Nos vemos a mediodía en tu cabaña.
–Nos vemos.
Estaba corriendo junto a Isabel, dábamos vueltas como prueba de resistencia alrededor de todo el perímetro, éramos las primeras, el resto nos seguía desde atrás mientras hacíamos zic zac entre los árboles sin cruzar las barreras. Mi cabello atado se agitaba por la velocidad y el viento. Había un tronco caído y tuve que apoyarme con las manos para poder pasar sobre el con un movimiento rápido, Isabel me imitó y se acomodó a mi lado en un abrir y cerrar de ojos, ninguna aceleraba el paso para dejar a la otra atrás, en otras palabras no era como una prueba para nosotras sino una vía de escape para los pensamientos, a menos parecía que para ella también ya que su mirada estaba perdida, no mencionó palabra alguna desde que empezamos a correr, fue como un interruptor de silencio.
–¿Qué ocurre? – Le pregunto.
Parpadea, sus pestañas espesas aletean sobre sus ojos azules. – Ocurren muchas cosas. – Dice sin ánimo y sé que está enojada o realmente triste.
–¿Cody te hizo enojar?
–Cody siempre me hace enojar.
Ruedo los ojos ante sus respuestas repetitivas a mi pregunta.
–Okey, si no me quieres decir... lo entiendo.
Tuerce el gesto. – No estoy enojada contigo.
–Um no parece...
–No parece pero no es verdad, no es contigo, es con él.
–¿Ahora qué hizo?
–Fue mi culpa, siempre lo es. Verás, me siento presionada, la guerra se acerca y siento que por alguna razón mi vida puede acabarse en un dos por tres, por la noche saqué mi lado sensible podría decirse, me puse a pensar en todo lo que podría salir mal y entonces tuve el pensamiento de que si muriera mañana o hoy por la tarde no vería más a Cody, sé que no vería a nadie más pero me refiero a que mis oportunidades de intentar algo con él se habrán ido. Sé que no me quiere, que no le gusto y que me mira como una hermana. – Cosa que no es del todo cierta, miré a Cody en aquel edificio mientras entre todos se apuntaban con un arma y lo atrapé viéndola a ella, no le preocupaba el hecho de que alguien le apuntara con un arma a él sino el que le apuntaran a ella, Cody odia hablar sobre sus sentimientos, ya pasó una vez y cuando decidió abrirse fue tarde, él nunca mencionó nada relacionado con el tema romántico entre él e Isabel y podría decirse que cuando yo mencionaba algo parecido siempre quería cambiar de tema, pero no tenía que decir nada, sus ojos hablaban por él, sentía algo, algo más que amistad o hermandad.
Sin embargo no la interrumpo y la dejo hablar. – Cody estaba ahí cuando esos pensamientos me envolvieron y me consumieron, intenté estar sola en mi habitación pero entró y... me vio llorar. Odié que lo hiciera y odio lo que hizo.
–¿Qué hizo?
–Me consoló, me abrazó y me susurró que estaba conmigo, es un idiota, un idiota. Eso fue como... como la gota que rebalsó mi vaso de claridad. Le confesé todo, las palabras salieron de mi como vómito verbal y ¿Sabes qué fue lo peor? – Niego con la cabeza mientras esquivo otro tronco. – Lo peor fue que no se apartó. Me dijo que... que aunque llegara a tener esos sentimientos por mí sería imposible ya que nuestro destino no era estar juntos, le dije que todo era una mentira aunque eso él ya lo sabía pero es verdad, aunque todo fuera por un vil hechizo este es capaz de dominar corazones y mentes, ni el más fuerte se salva de lo que ese hechizo nos hace sentir a todos el estar ligado a alguien más. Entonces yo de idiota seguí insistiendo, le dije, no, lo obligué a que me lo dijera en la cara, que me dijera que no sentía nada y el estúpido no lo hizo, no lo negó. – Puedo escuchar la frustración en su voz y casi quiero reír me recuerda a mí con Jesse, a mis inseguridades.
–Pero Isabel, no entiendo, no lo hizo y si no lo hizo es porque siente algo ¿no? eso es bueno.
–No lo es. – Dice histérica. – Porque me contó todo, me dijo que me quería, me dijo que yo fui la que lo mantuvo cuerdo cuando todo le parecía alocado en este nuevo mundo, que era como su ancla y luego de que me hizo sentir en las nubes con sus palabras me derribó con otras. Natalia. – Ante la mención de mi amiga trago con más dificultad. – Cody aún quiere a Natalia, me habló sobre lo que aún sentía por ella y aun así... – Se calla y su rostro se vuelve de un tono rojo.
Su mirada me asusta y más porque no puedo descifrar qué quiere transmitirme.
–¿Qué? – Pregunto animándola. No contesta. – Por Dios Isabel, habla de una vez.
Escucho el silbato que nos indica que hemos terminado y miro la bandera roja del final, cruzamos los últimos metros y luego jadeantes nos hacemos a un lado para dejar pasar al resto. La veo intentar alejarse pero la tomo del brazo. – No, no, dime qué pasó. –
Se muerde el labio de manera nerviosa. – Si no me dices sacaré conclusiones... – No funciona. –¿Lo asesinaste verdad? – Me mira confusa. – Siempre supe que ocultabas algo, te lo dije, saco mis propias conclusiones....
–¡No! – Exclama. – No lo asesiné...
–Dime, por favor.
–Yo... él... bueno, me dejé llevar y puede que lo besara y que él me besara y la cama estaba cerca, ya sabes, una cosa llevó a la otra y entonces nos habíamos acostado. –
Me atraganto con mi saliva, puede que haya hablado de manera rápida pero le había entendido a la perfección. Estaba roja tan roja como un tomate y se tapaba el rostro con ambas manos.
Santos orígenes, no puede ser.
Mi boca se abre y se cierra, no sé si sentirme feliz por ellos o mal. –Yo... bueno ¿no seré tía verdad? porque dime por favor que no se te olvidó o que no se le olvidó al irresponsable de Cody que sin gorrito no hay fiesta. – Seguro que mi mirada refleja el pánico interno que cargo en estos momentos.
–Claro que si usamos gorrito... digo, si usamos protección por Dios! esa no es la cuestión, la cuestión es que él no fue el que se alejó después, fui yo. Literalmente lo saqué a patadas de mi cabaña.
–¿Qué? ¿Por qué?
–Porque mis ideas se aclararon, sigo enamorada de él pero él está enamorado de otra persona.
–Y aun así tuvieron...
–Calla. – Me riñe en un siseo. –Si pero fue un error.
–Para ti pero ¿Para él también?
–No me interesa, bueno si pero no voy a demostrarlo más.
–Te estás haciendo la difícil. – Apunto en tono de demanda.
–Si. – Admite. – Si, me estoy haciendo la difícil.
–¿Y qué tal te va hasta ahora? – Pregunto alzando una ceja.
Abre la boca para contestar pero no lo hace. Una silueta se acerca desde mi lado derecho.
Y una voz suave y tímida nos saluda a ambas. – Hola. – Dice Cody.
Mis ojos se abren de la sorpresa, era Cody pero en una versión no creída y vanidosa.
–Eh... hola. – Lo saludo.
Mis ojos viajan de él hacia Isabel que mira hacia otro lado.
–¿Qué tal te va Abby? – Me pregunta pero sus ojos ni me miran.
Ruedo los ojos. – Creo que mejor que a ti. – Es cuando ambos me miran de mala forma.
Luego Cody le habla a ella ignorando mi comentario. –¿Podemos hablar? – Le pregunta en tono suave y susurrante.
Por suerte para mi escucho como Elías me llama y me salgo de esta situación con las manos limpias.
–Suerte. – Les murmuro antes de irme corriendo.
Ese sí que era un lío, ahora Isabel era la que tenía las cosas claras y Cody era el confundido por primera vez. Natalia y él jamás habían tenido relaciones sexuales, tampoco es que tuvieran tiempo, todo había ocurrido muy rápido y se mezcló el deseo con el amor y los sentimientos por la desesperación y todo al final quedó hecho un lío y no hablo sólo de la situación entre Natalia y Cody.
Cuando me acerco me doy cuenta de que Caín está junto a Elías.
–¿Pasa algo? – Pregunto.
–Nada grave. – Contesta Caín. –Quería saber si tenías tiempo libre, estaba investigando unas cosas y necesito que mires lo que encontré.
"¿Tengo que ser yo?" pienso de manera automática.
–¿Necesitas algo en especial?
–Por el momento solo tu compañía. –
Asiento no del todo segura. – Nos vemos luego Elías. –Se despide Caín.
Le hago un gesto de despedida a este y empiezo a seguir a Caín, llegamos hasta su cabaña y frunzo el ceño ya que todas las cosas que se tratan de los cazadores lo hablamos en la cabaña de armas.
–¿Por qué aquí?
Caín alza una ceja. –¿Por qué tantas preguntas? ¿Acaso tienes miedo?
–Claro que no.
–Entonces sígueme.
Me hubiese negado si en verdad le temiera o si aún tuviera esas malas ideas sobre él como las que tenía en el pasado. Pero las personas parecían confiar en él, claro las que lo conocían en su mayoría así que como no ha demostrado ser nada de lo contrario lo sigo. Puedo ver cierto nerviosismo en sus gestos y no es que él sea así, trata de ocultar lo que siente en su mayoría del tiempo.
–Ocurre algo malo ¿cierto?
Subimos su porche y no se gira cuando le hablo. Busca sus llaves y abre la puerta, el lugar por dentro es oscuro y no me explico muy bien por qué ya que en todas las cabañas hay ventanas.
–Es algo delicado. – Murmura. – Puedes pasar.
Lo hago pero a paso lento. Cruzo el marco de la puerta y lo primero que percibo es olor a pino y a limpio. Ahora sé el porqué está tan oscuro y es que ha cubierto todas las ventanas con cortinas oscuras. A mis espaldas enciende la luz, la lámpara en el techo parpadea unas cuantas veces antes de encender de una vez.
Y me sorprende lo que veo. Hay fotografías por doquier, unas enmarcadas y otras pegadas a su pared y sobre todas esas fotos de paisajes florales o lugares sombríos hay algo que sobresalta.
El cuadro pintado de una mujer de cabello platinado y un hombre con ojos tan dorados que parecen naranja. En ellos puedo ver a Caín. La pintura no puedo decir si es exacta pero él es idéntico a ellos.
–Son tus padres. – Murmuro acercándome lentamente. Puedo ver el tejido del lienzo tan cerca que noto cada detalle.
Acerco mi mano a la pintura pero la mano de Caín me impide tocarla. Su agarre es fuerte pero delicado.
En sus ojos veo temor, temor a que arruine el retrato de sus padres. – Lo siento. – Murmuro alejándome de ellos.
Aparta la mirada. – Ya no sé si está bien que te haya traído. – Parece nervioso. – Esto es sobre la operación que estamos llevando a cabo pero no es todo.
Frunzo el ceño. –¿Entonces?
Lo veo agarrar un viejo libro de la mesita de cristal a su lado. Lo reconozco al instante, es el diario de su madre, aquel libro que había sacado de la biblioteca un día en busca de información mágica, por alguna razón el libro llegaba a la mitad así que lo dejé a un lado, luego Caín buscó como loco el libro así como al principio había buscado su collar, ahora sé por qué lo buscaba tanto, su madre lo había escrito y era su diario dirigido a él, había desarmado toda una biblioteca buscando ese libro, en una visión lo vi leerlo, sentí lo que sentía mientras lo hacía, eran las hermosas palabras de una madre.
–Sé que lo reconoces. – "Lo que no sabes es que te observé leyéndolo" pienso de manera automática. – Es el libro que tenías hace unos meses en tu habitación.
–No sabía lo que era.
–Lo sé. – Asiente. – Ahora lo sé, la cuestión es que hay cosas aquí que creo que pueden ayudar. Era el diario de mi madre.
–Yo aún no sé tú historia Caín, sé qué libro es pero... aun no comprendo muchas cosas.Como por ejemplo cuál es tu historia.
Baja la mirada a la negra portada desgastada.
–Creo que no hay mucho que saber. Mi madre era una orígen de fuego y mi padre un hechicero, ambos me concibieron y luego fueron asesinados por los cazadores. – Sabía que no era toda la historia. Yo había soñado con dos personas antes, lo había olvidado todo al despertar pero luego al ver la tumba de Cody aquella vez descubrí que a su lado estaba la tumba de Ana Warner y Jason Warner, su madre y su hermano menor.
–Lo siento. – Murmuro.
–No busco tu compasión Abigail, este libro puede ayudarte con el cambio, mi madre plasmó aquí todo acerca de lo que pasará y puede que te identifiques con ella, por eso estás aquí. – Su revelación me agarra por sorpresa, pensé que sería algún plan o alguna noticia nueva, nunca imaginé que trataría de ayudarme de esa forma.
–Pero no entiendo ¿por qué me entregarías el diario de tu madre? es demasiado personal.
Se encoge de hombros. – Sólo quiero ayudarte, has tomado la decisión de cambiar, este diario me ayudó demasiado cuando lo encontré y puede ayudarte a ti también. –
Sigo sin entenderlo, si fuera mi caso, si fuera el diario de mi padre no se lo entregaría a nadie más, lo mantendría siempre oculto. Como siempre, desconfío. Nadie hace nada sin nada a cambio, algo me dice que oculta algo, que hay otra razón que simplemente solidaridad.
–Caín ¿Harías lo mismo por otra persona? – Pregunto en voz baja.
Las palabras de Jesse vienen a mi mente.
"la manera en que te mira, no digo que sea una mirada de acoso sino...como si quisiera protegerte o algo así y en cierta forma le agradezco que te haya cuidado pero esa mirada sólo la tiene alguien que quiere a alguien."
Por un momento quiero que Jesse no tenga razón pero Caín me mira de esa forma otra vez y ahora quiero salir de aquí. Sus ojos se vuelven suaves y los baja al diario en su mano, entonces contesta. – No, no lo haría.
–¿Y por qué esa excepción conmigo? – Insisto en saber.
–¿Sabes? te estoy haciendo un favor, sólo tómalo y agradece. – Se vuelve brusco de nuevo pero sigue con la mirada perdida.
"Porque yo te miro de esa forma, conozco esa mirada, la tuve por meses, aún la tengo." ¿Qué pasa si Jesse tiene razón? de todas formas, eso no cambiaría nada, nada en mi vida, nada en la suya.
–Gracias. – Le agradezco en un susurro.
Me tiende el diario con movimientos vacilantes cuando lo tomo aparta la mano como si mi tacto lo quemara y saca algo de su bolsillo, es largo y delgado de un color gris brillante, parece un lapicero o eso pensé la primera vez que lo vi. – Es una lamparita, podrás ver la tinta ultravioleta con ella. – También me la tiende. – Promete que no se lo enseñarás a nadie más, que lo cuidarás con tu vida.
–Lo prometo. – Digo de manera sincera. – Lo cuidaré como si fuese el diario de mi padre. Gracia por ayudarme.
Asiente. – Hemos terminado.
–Bien, yo, tengo cosas que hacer.
Vuelve a asentir y luego nos guía de nuevo hacia la puerta.
Le doy una última mirada a las fotografías. –¿Tú las tomaste? – Le pregunto mirándolas.
–Sí, lo tomo como un pasatiempo.
–Son hermosas. – Murmuro girándome para ver los que hay a mi otro lado.
Se coloca a mi lado y las admira también. – Eso no es nada. – Dice en tono orgulloso. – Arriba están mis favoritas pero esas no las ha visto nadie y tampoco quiero que las vean, son más personales.
Una imagen viene a mi mente y no sé por qué sucede. Caín mirando por la ventana, su mano apartando una de las cortinas , el contraste del amanecer golpea sus facciones y las hace brillar levemente, el sol se refleja en sus ojos naranjas y su cabello cambia de tono a uno más oscuro, en sus músculos desnudos hay una mezcla de colores y todo a su vez lo hacen ver perfecto...
Parpadeo varias veces para apartar esa imagen de mi mente y puedo sentir como mi cara empieza a arder. ¿Por qué tuve que imaginar eso?
–Deben ser imágenes hermosas también. – Trato de sonreír.
Asiente mirando su trabajo. – Lo son, créeme.
–Bueno. – Digo con voz ronca. – Tengo que irme, gracias de nuevo.
Abre la puerta y veo la luz de nuevo.
–Veo que lo usas. – Dice mirando hacia mi pecho. Hacia el collar.
Y si, lo llevo, sin embargo tampoco sé por qué lo uso. – Si, tú también lo llevas. – Señalo con la mano libre su collar naranja.
–Me lo dio mi padre. –Dice tomando la piedra de la manera en que yo la tomaba antes.
–Ahora sé por qué era tan importante para ti.
No dice nada y yo no agrego nada más así que me retiro, mis pasos son pesados y sigo siéndolo hasta que llego a mi cabaña, Caín sigue viéndome aun cuando cierro la puerta.
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