Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21

Estaba abrigada hasta la barbilla abrazando a una almohada y entonces mi sueño fue interrumpido por el golpe en la puerta. Abrí los ojos y parpadeé para acostumbrarme al lugar, pensé que al despertar me desubicaría pero no lo hice, era como si mi cuerpo y mente estuvieran listos para este día. Me levanté y abandoné la que ahora era mi habitación y fui hacia la puerta. Del otro lado estaba Caín, vestía ropa deportiva oscura y se le ceñía al cuerpo.
–Buenos días. – Saludó asintiendo. –¿Cómo estuvo tu noche? – Pregunta
–Bien, supongo. – Dije automáticamente, no quería relacionarme de más con él. – Supongo que ya es hora de empezar ¿cierto?
Creo que captó mi indirecta y asintió dando por acabada la conversación. – Te traje ropa adecuada para el entrenamiento, vuelvo en quince. – Me entrega la ropa igual de colores oscuros, le agradezco. Cuando levanto la mirada hace que me tense por la manera en que me mira, es como si quisiera saber lo que pienso, me pregunto si puede hacerlo.

–¿Sigues odiándome cierto? – Pregunta con voz calmada, pero puedo ver en sus ojos que ellos no lo están.
–¿Acaso eso importa? – Le pregunto encogiéndome de hombros.
–Te hice una pregunta. – Dice a la defensiva.
¿Quiere la verdad? bien, va a tenerla. – Si, lo hago.
Tal vez era injusto ya que estaba en su territorio pero no estaba aquí por él y lo sabía.

Su ceño se frunce, su expresión es extraña y me doy cuenta de que no lo entiendo, no sé lo que podría estar pensando, no sé lo que hará, no sé quién es. Sabía que era un líder que velaba por su grupo pero¿qué más? no sabía nada.

–Entonces, supongo que nunca me perdonarás por aquella noche.
Entrecierro los ojos en su dirección. ¿Qué pretende realmente con sus aclaraciones?

–No veo el problema con que no lo haga, después de todo no te quitará el sueño.
Baja la mirada y asiente, estoy segura de que se ha enojada y me da igual. Él quería la verdad.
–Tienes razón. – Suelta aire y me mira. – No tardes, es tu primer día.
Se gira y camina fuera.
¿Por qué siquiera me preguntó eso? ¿Qué más daba?
Caminé fuera. – Espera. – Le dije y paró de andar, girándose lentamente.
Sus ojos brillaban, me observaban atento y sus labios eran una fina línea. –¿Quién eres? – Pregunto.

Sé que no me contestará, sé que la pregunta es tonta pero quería hacerla de todas formas.
Lo vi sonreír de manera triste. – Si te lo dijera no me creerías. – Su voz es un susurro que escucho a la perfección.
–Inténtalo.
–No soy el monstruo que crees que soy.

Me debato entre creerle y no, sus ojos me decían una cosa y sus acciones otra, entonces me pregunto qué diría Cody sobre él.
Es eso, de ahí nace el rencor. Caín lo había asesinado.

–Eso me han dicho. – Admito. – Pero sé lo que he visto y tus acciones me dicen lo contrario.
No borra su sonrisa. – Te dije que no me creerías.
Y se va.

Quince minutos después ya estoy lista, la ropa me quedó a la perfección, lo que me hizo pensar en cómo habrá adivinado mi talla. Cuando regresa ya no es el mismo.

–Es hora. – Dice con voz neutral.
Asiento mientras cierro la puerta tras de mí.

No me espera, camina delante de mí y se me dificulta seguir sus pasos, pero sigue sin importarme.
Todos se movían de un lado a otro, algunos jóvenes nos pasaron trotando a paso lento, vi como algunas personas se dirigían al mismo lugar que él y yo. No íbamos en la dirección en la que vi a las mujeres entrenar o donde todos practicaban con sus poderes, a donde me llevaba era en una parte más pequeña y más centrada en el lugar.

No eran muchos y estaban chicos y chicas mezcladas, agradecí el hecho de que hubieran algunos de mi edad y no sólo niños.

Lo seguí y todos se giraron a vernos, estaban sentados en el suelo escuchando a... lo miré bien, era Elías, sonreí y me saludó.

–Caín. – Asintió.
–Ella va a integrarse desde ahora. – No me mira cuando lo dice, de hecho lo tengo de espaldas a mí.
–Oh que bien, puedes sentarte. – Se gira hacia todos. – Chicos ella es Abby.

Algunos sonrieron y otros se mantuvieron serios. Le dirigí una última mirada a Caín antes de hacer lo que Elías me dijo. Sus ahora fríos ojos me observaron.

Encontré un espacio, al lado de dos chicas y me senté.

Pasaron unos cuantos minutos en los que ambos siguieron hablando y luego Caín asintió y se retiró, desapareciendo entre los árboles directo a las cabañas o entrenar al resto.

–Bien chicos, empezaremos con el calentamiento. – Miró en mi dirección.
Fue duro, no parecía un simple calentamiento.
Empezamos estirando, lo que era fácil, luego estiramos de verdad.

Primero las piernas, me senté en el suelo y me estiré lo más que pude, esto me recordó a los programas de danza que miraba de pequeña en la que las bailarinas eran súper ágiles y flexibles, bien, ahora hacíamos ejercicios parecidos.

Abrí las piernas lo más que pude y estiré mi torso. El dolor es insoportable pero al mismo tiempo siento como si me liberara.

Estiré mis brazos, imitando al resto, luego como había indicado Elías, me levanté de forma rápida y llevé mi pierna derecha hacia adelante, dejándola en el aire. Sentí como los tendones de mi pierna se estiraban y hormigueaban pidiendo estar puesta en el suelo nuevamente. Luego hice lo mismo con la otra pierna y repetimos el proceso.

Entendí que la técnica era perfecta para las patadas. Hicimos nuevos ejercicios. Giro y golpe, giro y golpe, mi pierna empezaba a elevarse más fácilmente.

Elías empezó a recorrer a todos con la mirada, yo trababa de seguir a pesar de que sentía que no podía más, entonces vino mio turno, lancé una patada y luego giré y volví a golpear.

–Con más fuerza. – Exigió él y cumplí.
Mi pie salió disparado con más fuerza y dolor. Mis brazos estaban cruzados en mi pecho que subía y bajaba rápidamente.
–Y... paren.
Nadie se dejó caer como yo planeaba hacer.
Cuando entorné la vista todo dio vueltas y quería vomitar.
Cerré los ojos con fuerza y respiré más lento. Mi pecho ardía con fuerza y quería llorar pero no por el dolor sino por la emoción.
–Terminamos por hoy. – Avisó.
Los chicos murmuraron alegremente mientras se retiraban, yo aún no podía regular mi respiración.
–Abby, luego del almuerzo busca a Caín para tu próximo entrenamiento.

Lo miré con los ojos abiertos ¿acaso había más?
Elías comprendió mi reacción. – Esto sólo fue entrenamiento físico, falta la parte en la que tenemos que entrenarte para sacar tu poder.

Oh rayos, si esto sólo era la parte física ¿cómo será el resto?
Asiento rígidamente.

Cuando me giro para caminar siento los quejidos de mis músculos y aprieto mis labios para no gritar.

Voy hacia la cabaña de Caín para preguntarle sobre el próximo entrenamiento así como Elías me indicó.

Toco la puerta varias veces hasta que escucho una voz detrás de mí, una muy odiosa voz.
–No tienes permiso de estar aquí. – Me giro y miro a Natasha.

Sus curvas se marcaban de manera provocadora y femenina con las prendas deportivas, muy diferente a como a mí se me veía a mí.
–Elías me dijo que lo buscara cuando...
–No me interesa niña, no tenemos permitido entrar ahí. – Señala la cabaña de él.
Me encojo de hombros, como sea, lo buscaré luego o a cualquiera que pueda ayudarme.
Salgo de su porche y empiezo a caminar lejos de ella y de la cabaña.
–No sé qué haces aquí. – La escucho decir y paro de caminar. – Eres débil, no podrás aguantar mucho tiempo.
Me giro. – No soy débil. – Le aseguro. – Y no pienso renunciar.
Sonríe de lado. – Sabes que no te necesitamos ¿Cierto? sólo queríamos la información que tenías y ahora que la tenemos... no nos sirves.
Entrecierro los ojos en su dirección. – No sé cuál es tu problema conmigo pero debes superarlo de una vez. – Vuelvo a girarme y camino.
En un parpadeo está a mi lado y me agarra del hombro para girarme, gimo de dolor y ella ríe. –¿Lo ves? eres débil, no nos sirves.
Me sostengo el hombro mirándola. – Voy a demostrarte lo contrario. – La miro seria y me acerco más. – Voy a demostrarte que no soy débil y cuando te des cuenta seré mejor que tú.
Se queda callada mirándome con odio, a lo lejos miro a Caín con un grupo de orígenes, todos nos miran y esta vez nadie me intimida.
Voy a ser buena, voy a ser la mejor.

Me las arreglé para seguir al grupo de chicos con los que me tocaba el segundo entrenamiento, no le pregunté a nadie sólo vigilé a todos aprendiendo los horarios, comí antes de unirme a ellos.

Jordy era el guía y sabía que esto iba a ser arduo.
Me ubiqué entre los chicos que estaban en una fila.

–Bien. – Habló el hermano de Elías con voz dura, su mirada se dirigió a mi y luego la apartó. – Como ya les había explicado, su poder está ahí, dentro de ustedes esperando a salir, a que ustedes estén listos... – Nos miró a todos, la manera en que andaba a través de línea tras línea de cada uno de nosotros me recordaba a los militares. Espalda recta, manos atrás y rostro serio y amenazante. –¿Lo están? – Preguntó en un gruñido que me hizo brincar.

Todos dijeron al mismo tiempo "Si, lo estamos" y yo me lo repetí internamente.
Si, lo estoy.
–Bien, es hora de empezar, su poder empezará a evolucionar desde ahora.
Primer paso, concentrarse.

Todos cerraron los ojos y yo lo hice también mientras escuchaba la voz de Jordy.
–Pongan su mente en blanco, despejen su mente.

Traté de hacerlo, una pared blanca se construyó en mi cabeza. – Ahora imagínenlo creciendo dentro de ustedes, los de fuego imaginen las llamas recorriendo sus venas, sientan su calor emanar de ustedes y luego imagínense expulsándolo. Los de hielo, imaginen el frío en ustedes, como poco a poco explota y el hielo se incrusta en sus venas buscando salir, imagínenlo todos, cuan poderosos son.

Visualicé mi interior, visualicé la llama en mi, la imaginé crecer y extenderse por todo mi ser. Pero no sentí nada, la llama se apagó y mi cabeza dolió por el esfuerzo.

La chica a mi lado sollozaba y abrí los ojos girando mi cabeza levemente para verla. Tenía las manos hechas puño y sus ojos y labios estaban fruncidos.
–¡Vamos! – Inquirió Jordy. – Ustedes pueden.
–No puedo. – Murmuró la chica rubia.
–Si puedes. – Le murmuré y abrió los ojos llorosos. A pesar de las lágrimas me sonrió y volvió a intentarlo.
–Vamos a probar con otra técnica. – Resopló Jordy. – Traten de verse en medio del bosque. –
Lo hice. – Solos e indefensos, ahora imaginen a un cazador frente a ustedes.

Mis pesadillas volvieron, en las que me encontraba corriendo en medio del bosque. – Ustedes son su arma, son lo único que tienen. ¿Qué harán?

En mis sueños había sido fácil y ahora no podía ni imaginarme cómo podía encender mi poder.
Aprieto mis ojos y trato. – El cazador está frente a ustedes sosteniendo a alguien, a alguien que aman.

Suelto aire mientras me imagino al cazador frente a mí sosteniendo a mi madre y depositándola en el suelo... junto a Jared y Jesse. Los tres en una línea esperando su muerte.

La furia crece en mí, llena mis venas, me hace caminar hacia él sin temor a perder la batalla si con eso lograba salvarlos.

–Abran los ojos. – Dijo justo cuando iba a brincar contra el cazador.
Parpadeé antes de entornar la vista. –¿Qué sintieron? – Pregunta.
Nadie contesta, la chica a mi lado parece asustada.
–Tú. – Señala a un chico al azar. –¿Qué sentiste?
–Rencor. – Murmura.
–¿Y tú? – Señala a una chica.
–Miedo... – Murmura
Jordy no sonríe por las respuestas. –¿Y tú? – Sigue preguntando, todos van contestando.
– Adrenalina.
–Dolor.
–Inseguridad.
Cuando sus ojos se dirigen a mi sé que es mi turno. –¿Tú qué sentiste?
levanto mi mentón y contesto. – Furia.

Me mira un tiempo más antes de asentir. – Bien, eso que sintieron es su motor. Ese sentimiento es lo que va impulsarlos a que su poder aparezca porque es como un interruptor, su poder es la energía, deben encenderlo.

Furia, la furia me motiva.
–Lo primero que vamos a hacer es someterlos a pruebas, quienes pueden defenderse de su propio elemento y quiénes no.

Nos ubicó en dos hileras, una frente a otra, todos le dimos nuestros datos de qué clase de orígenes éramos y así ubicarnos en parejas. Los chicos frente a nosotros eran orígenes avanzados que pertenecían a otro grupo.
–Ellos van a proyectar su poder hacia ustedes y tendrán que bloquearlo.
–Pero...¿Qué pasa si no lo logramos? – Pregunta alguien.
Jordy tuerce el gesto. – Mueres.
Tan simple y sencillo, si no lo lograba moría.
Ya lo había hecho antes pero no sabía cómo rayos lo había hecho, entonces lo recuerdo. Furia.
El chico frente a mi tenía mirada dura, sus ojos me recordaron a Karum, amigo de Jared y un hermano para mí.
–A mi señal muchachos.
Respiré profundo.
Piensa en ellos, a los que protegerás Me digo a mi misma.

También pienso en lo que le hicieron a papá y en lo que harán a los que me quedan si llegaran a encontrarlos.
Lo siento dentro de mí, la furia crece.
–¡Ahora!

El chico alarga los brazos y veo venir la llama. Mi primer impulso es cerrar los ojos y apartar el rostro pero lo que hago es imitar sus movimientos, alargo mis brazos con mis manos levantadas y abiertas. El fuego no me toca, es como una burbuja que me protege, las llamas me envuelve pero no me tocan. Es como la otra vez en la fogata o como cuando Caín me atacó en la biblioteca.
La furia crece.
Quiero gritar.
Quiero gritar.
Quiero liberarlo.
Lo hago.
Grito, empujo mis manos y alejo el fuego de mí, dirigiéndolo hacia él.

El chico hace un movimiento con las manos y evita que lo golpeé con e fuego y este parece meterse de nuevo en su cuerpo, como el humo metiéndose en un extractor de humo.

Cuando me enderezo y mis brazos caen a cada lado de mi cuerpo me siento orgullosa, lo había logrado.
Todos me miran asombrados.
Jordy se acerca a mí a pasos rápidos y me agarra del hombro, parece enojado ¿Hice algo mal?
Luego asiente y empieza a sonreír. – Eso. – Me apunta con el dedo. – Es un buen trabajo.

El resto de chicos aplaude y siento como mi pecho deja de sentirse tan vacío, sólo por unos segundos antes de recordar que ninguno de los que quiero estuvo aquí para ver lo que hice, para sentirse orgullosos.

Estaba sentada en el sillón aplicándome una pomada para evitar el dolor muscular cuando Isabel entró haciéndome saltar.

–¿Cómo rayos entraste? – pregunto con una mano en el pecho
Demonios, me había asustado.
Se ríe acomodándose en uno de los sillones, no la había visto en todo el día. – Es un don, como sea, vine por ti.

Me acordé al instante de lo que habíamos quedado, iba a conocer al chico de Isabel, que no era su chico pero que para mí hacen buena pareja.
Me levanto dejando la pomada en la mesa. – Deja me cambio, no creo que quieras recibirme en pijama.
Isabel me sonrió. – Te aceptaría como sea pero apúrate.
Sentí un tirón en mi estómago al escuchar su frase y traté de que no se notaran mis emociones en el rostro. "Te aceptaría como sea" algo que Nat no pudo hacer...
Me cambio rápido y salgo, ella me tira del brazo bruscamente y cierro a cómo puedo la puerta, cruzamos riendo el camino ancho que nos separaba.
Todo afuera estaba oscuro, la fogata y algunas antorchas eran lo único que iluminaban los caminos, eso y las luces de algunas cabañas.

Isabel sacó su llave y cuando abrió me hizo señas de que entrara.

Olía a pinos y por lo que pudo ver todo estaba perfectamente ordenado, era la misma hechura que su cabaña pero con diferentes decoraciones, cambió el sillón de posición, era lo primero que se veía en la entrada, miré el televisor frente a ese, estaba ubicado en la pared y un chico estaba de espaldas viéndolo, su cabello era castaño.

Fruncí el ceño porque me recordó a alguien.
El chico al escucharnos se puso de pie y se giró.
Entonces lo vi y todo mi mundo se cayó. Mi corazón se estremeció y me llevé una mano a la boca para evitar gritar.
¿Esto era real?
Sentí mis lágrimas caer al verlo, sus ojos verdes se agrandaron y se cristalizaron.
No podía moverme, tampoco respirar, todo dio vueltas y toqué el suelo con mis rodillas aun viéndolo.
Isabel estaba hablándome lo sabía pero no podía escuchar ni responder.
Lo vi acercarse, él también lloraba, sus piernas temblaban como las mías. Traté de hablar mientras él se arrodillaba frente a mí.

Ambos llorábamos, sollozos se escapan de mis labios y lo toco, toco su mejilla para asegurarme de que es real, si lo es y es diferente, su piel es fría.
No puedo creerlo.
–Abby. – Me dice con voz entrecortada.
Mi labio tembló mientras decía su nombre.
–Cody.
Me abrazó, sus brazos me rodearon fuertemente y sentí su temperatura fría, no me importó.
–Oh Dios. – Murmuro pegada a él. – Estás vivo, estás vivo.
–Abby. – Dijo mi nombre de forma dolorosa.
Está vivo, Cody estaba vivo y era un origen de hielo.

Pasaron varios minutos para que ambos nos calmáramos, él tranquilizó a Isabel quien no sabía lo que pasaba y juntos nos sentamos en los sillones de ella, yo aún estaba en shock, estaba vivo, realmente lo estaba.
–No lo entiendo. – Digo aun llorando, lo tenía enfrente y a mi lado estaba Isabel. –Esa noche... te vi morir. – Mi voz se cortó y me tapé la boca. – Yo lo vi...
–No morí, el fuego me hubiese matado si no fuera un origen de hielo.
Parpadeo varias veces por las lágrimas. – Entonces te dejé... – Admito. – Oh Dios Cody. – Lo miro. – Te dejé ahí.
Cody niega frenéticamente. – No no, tú no lo sabías, no sabías lo que era.
–Necesito saber lo que pasó. – Pido.

–El fuego me quemó, lo sentí todo, como mi cuerpo se calentaba a niveles críticos, sentí que moría y lo hacía poco a poco, me quedé inconsciente dejándome llevar por el dolor, te escuché llorar, lo escuché todo, luego llegó Caín y me ayudó, no sé cómo hice pero aún inconsciente tomé su brazo, él me ayudó. En ese momento algo hizo en mí, murmuró algunas cosas y luego lo sentí, estaba cambiando. Todo empezó en mi corazón, sentí como el hielo lo cubría y luego pasaba por mis venas, por todo mi cuerpo, mi piel empezó a sanar, fue como si cambiara de piel y de momento a otro estaba despierto, estaba bien y sin ningún rasguño. El fuego no pudo conmigo.

Está vivo, repetí. – Abby. – Me llamó. – No llores, estoy aquí y lo sé todo, él me lo contó.

No hablo, no puedo, miro un punto muerto y me quedo así. – Tú me lo advertiste, a mí y a Natalia. – Cuando menciona su nombre lo hace con un tono diferente. – No hicimos caso y fuimos, esto me cambió... para bien. Sé que eres una origen, que tu familia y los Thompson también lo son, también sé por lo que pasaste cuando me creíste muerto, yo te vi, te cuidé de lejos.
–¿Tú... me observabas?
Asiente. – Algunas veces Caín me dejaba visitarte, te miré en el instituto, en el parque aquel día... estuve ahí contigo.

Es cuando me doy cuenta de que Caín sabía quién era él, le reclamé por su muerte y todo el tiempo supo de quién se trataba y no me lo dijo, no me dijo que estaba vivo, dejó que lo tratara de esa manera, dejó que pensara lo peor de él y no me lo desmintió

–Estabas ahí. – Y yo no estuve para ti. – No... Cody, al menos debes estar enojado conmigo.
–No lo estoy, ni un poco. Abby eres como mi hermana, nunca podré dejar de quererte.
Me levanto bruscamente, siento como si mi cerebro fuera a explotar. También se levanta.
Cody. Cody. Cody.
Tantas cosas han cambiado, ya no éramos unos niños... ya nada es como antes, normal.
Lo abrazo con fuerza por si esto no es real, quiero que lo sea, realmente quiero esto.

–Está bien, creo que necesito una explicación. – Dice Isabel totalmente desconcertada a nuestro lado.

–Isa. – La llama él. – Ella es la hermana de la que te hablé.

Isabel se mira anonada, me mira y luego a él. – Oh Dios, me han dicho muchas cosas sobre ti. – Dijo asombrada.

Isabel nos preparó té. – Entonces Caín te salvó...

Asiente. – Yo... no sabes lo confundido que estaba, él me ayudó a aceptar quién era, me contó sobre los cazadores y me dio la opción de pelear con ellos o irme, pero no al pueblo, no podía volver.

Si, lo habíamos enterrado. Suelta aire. –¿Y cómo está ella?

–No lo sé. – Contesto. – Se alejó de mi por completo.

Ahora estaba segura de que Caín no la dañaría.

–Se dio cuenta de... lo que somos.

–No lo sé, sospechaba cosas y luego ya no estaba a mi lado, no la culpo. ¿Y tú? cuéntame de tus entrenamientos, de tu puesto, de lo que has hecho, quiero saberlo todo. – Dije animada

Volvimos a empezar y fue como antes, me contaba sus problemas y sus logros, me habló de Isabel o Isa como él la llamaba y supe que la quería, no como hermana ni amiga sino como algo más, sus ojos brillaron mientras hablaba sobre ella y me pregunté si así me miraba yo al ver a Jesse.

También le conté sobre él, no hablé sobre lo que sus hermanos son, eso era demasiado personal.

–Cuando lo vi, estaba todo el tiempo en su porche viendo a la nada y dije " este chico tiene problemas" – Se burló Isabel.

Cody rodó los ojos. – Claro, y te acercaste porque te sentías identificada ¿cierto?

–Bueno ¿para qué mentirte?

Me dio ternura el verlos así. –Oh Dios, ambos necesitan ayuda. – Me burlo.

–Bueno y mira quién fue a hablar...

–Oh cállate. – Lo golpeo en el hombro.

Cenamos y seguimos hablando, para cuando nos dimos cuenta era pasada de madrugada.
–Me voy. – Les aviso. – Tengo que entrenar.

Cody se despide de mí con un abrazo. – Nosotros igual, nos vemos mañana Abs.

Me despido felizmente de Isabel por avernos reencontrado aunque sabía que no era a la única que debía agradecerle.

–Gracias. – Murmuro en su oído.
–No tienes que agradecer. – Sonrió felizmente
Cody me acompañó hasta mi porche. – Te gusta. – Le suelto de pronto.
No dice nada, mira hacia mi puerta. – Yo... Abby estoy envuelto en un lío, si, siento algo por ella pero...
–No has superado a Natalia. – Termino por él.
–Exacto y no sé qué hacer, ambas son imposibles.
–Cody, a veces creemos enamorarnos de alguien pero en realidad no lo hacemos.
–¿Pero y si me equivoco?
–Natalia no se merece vivir en nuestro mundo, es demasiado riesgoso para ella e Isabel... ella es fuerte, ella forma parte de tu mundo.
–¿Y qué pasa cuando encuentre a mi alma gemela?
–Bueno... yo no lo sé, Jesse me quiere a pesar de que sabe que algún día la encontrará pero me dijo que no la buscara, que soy suficiente para él así que ¿por qué no sigues su consejo?

–No has cambiado en ese aspecto Abs, sigues teniendo buenos consejos. – Sonríe. – Pero hay algo que quiero pedirte.
–Dime.
–No seas tan dura con Caín, sé lo que piensas sobre él.
Aparté la mirada porque tenía razón. – Sé que hizo muchas cosas malas pero las hizo pensando en cosas buenas.
Asiento. – Lo sé, ahora lo sé.
No soy el monstruo que crees que soy.
–Duerme bien Abby.
–Igual. – Sonrío. – Quiero verte mañana.
Asiente. – Es más que obvio que así será.

No entro cuando se va, me quedo mirando la cabaña de al lado, las luces están encendidas y sé que es tiempo.

Golpeo la puerta mirando a mi alrededor. Cuando abre la puerta su expresión es dura pero luego la cambia a inexpresiva. –¿Necesitas algo? – Pregunta arqueando una ceja.

¿Cómo lo digo? no soy muy buena con las disculpas. Ruedo los ojos mentalmente.

–Bueno... quería. – Trato de no tartamudear. – Yo... vi a Cody. – Suelto. – Su rostro se suaviza un poco.
Asiente.
–Bien por ti.
Trago saliva. – Bueno, quería darte las gracias por salvarlo.
–Claro. – Contesta con sus ojos fijos en los míos.
Trato de no exasperarme. – También quería pedirte disculpas por las cosas que te dije...
Suelta aire. – No, tienes razón, no soy una buena persona, aunque salvé a tu amigo no dejo de tener las manos manchadas de sangre.
–Pero no eres lo que pensaba. – Digo. – No creí que...

–¿Sabes qué? – Su tono de voz me alarma. – Déjalo así, tú ya diste tu opinión sobre mí y si, tienes razón, no me quitará el sueño así que no hay problema.
Tiene razón de estar enfadado pero demonios ¿tenía que ser tan idiota?
Asiento. – Sólo vine a eso. – Cuando toco mi cuello por acto reflejo siento el cordón alrededor y sé que es hora de volver con su dueño. Me lo quito con cuidado y siento su mirada en mí mientras lo hago. Sus ojos brillan al ver su collar. – Y a darte esto, te pertenece.

No se mueve, se limita a observarlo de una manera que parece dolorosa para él, me sorprende lo que dice. – Puedes quedártelo, ya no lo necesito más.

Retrocede y hace ademán de cerrar la puerta.
–¡No! No puedes, te lo dio tu mamá...
Sin embargo sigue sin tomarlo. – Buenas noches Abigail. – Dice luego de unos segundos.
La culpa me carcome, fui muy dura con él y se me olvidó que al igual que yo, tenía sentimientos.
Miro el collar en mis manos, no puedo quedármelo y menos ahora. Aprieto la piedra en mi puño.
La puerta tiene una rendija por donde puede pasar, me decido a dejarlo pasar por ahí. Con cuidado meto la mano y suelto lentamente el collar para evitar que la piedra se quiebre. Cuando la siento caer me levanto y me voy. Ya me disculpé con él, era todo lo que podía hacer.
Me siento tentada de revisar mi celular pero sé que si lo hago me sentiré peor, la culpa por dejarlos me consumirá y me nublará la razón. Así que metí mi celular en uno de los cajones de la alacena y me fui a dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro