Capítulo 16
Estábamos en el comedor, Sebastian y Sabrina habían traído hierbas para poder distinguirlas. Poco a poco me explicaban para qué servían cada una, la mayoría para hacer hechizos, las otras para la medicina, como analgésicos caseros.
–Éstas –señala Sebastian a una planta que parece hierba buena–, las usaremos en nosotros para evitar que sienta nuestra presencia –toma el tallo y lo hace girar frente a mis ojos para que todos lo observemos mejor, luego la deja en la mesa y sigue con el resto.
Yo era la carnada, usaremos el collar, el que Sabrina está analizando en el sofá junto a Zack para poder saber en dónde Caín se encuentra e ir hacia ahí. Primero me presentaría yo, dejaría que me viera y cuando intentara cualquier cosa, los chicos aparecerían. Lo haríamos hablar con todo esto. Los hermanos Galeano eran fuertes y controlaban sus habilidades a la perfección.
Sebas y Jesse están leyendo, sentados en el suelo de madera junto a la ventana, miro a Jesse. Parece tan concentrado, sus pestañas espesas cubren sus ojos. Ambos sonreímos cuando nuestras miradas se encuentran.
–Y estas –dice Sebastian atrayendo mi atención. Señala un frasco con polvo verde y lo sacude con cuidado–, es Betula Pendula, es dañina para nosotros ya que "expulsaba demonios" y técnicamente nosotros somos hijos de demonios –lo miro con el ceño fruncido–. Para mí son sólo leyendas, debe haber alguna sustancia tóxica que nos hace secarnos internamente, somos especiales, supongo que eso nos afecta.
–Entonces... si te apuñalara con una daga con ese polvo en la punta, ¿morirías? –Abro mis ojos por la sorpresa y la curiosidad.
–Técnicamente sí. Además de que si lo ingiriera, lo comiera, me lo rociaran en una herida abierta...
Toco el frasco de cristal, él me lo tiende y lo tomo.
Si pudiera hacer que esto haga contacto con Caín... entonces él moriría y... y vengaría a Cody.
Trago saliva. Mis ojos van hacia las dagas en la mesa. Si pudiera tomarlas, si pudiera tomar el frasco. No. Suelto aire y le devuelvo el frasco con cuidado. Sonríe.
–Bien, sigamos. Esto es Vitex Agnus... ok, es un nombre raro así que digámosle VAC. Esto sirve para crear talismanes y por ende podemos deshacerlos, rastrearlos, configurarlos etc...
– ¿Tú tienes un talismán? –Pregunto de manera curiosa.
Sonríe y levanta su mano. En donde hay un anillo de plata se lo quita y puedo verlo mejor. En él hay un elefante esculpido sobre una piedra blanca. Es delicado pero a la vez varonil. Señala a Sabrina.
–Ella tiene uno igual, pero prefiere usarlo en una cadena.
La puerta se abre y mamá entra. Me levanto de inmediato y corro a abrazarla, suelta las manijas de la maleta y me envuelve en sus brazos. Cierro los ojos con felicidad mientras siento su calor traspasarme. Ella estaba bien y Jared también. Me separo de ella.
–Dios, no nos has avisado.
–Bueno, volvimos antes, todo fue mejor de lo que pensamos –dice Jared pero su tono es diferente, como si estuviera enojado. Miro a mamá confundida, ella tiene sus labios presionados en una fina línea. Jared maldice–. Diablos –me mira amenazante– ¿Lo sabías? que mi nombre es Jared porque mi madre se enamoró de un maldito cazador llamado James. ¿Lo captas? James –Jared, Jared –James. De hecho así nos presentó –mira a mamá acusadoramente– esto es una locura.
Entonces para de golpe, como si se diera cuenta hasta este preciso momento que tiene público.
Mira a Sebastian y a sus hierbas. Este lo mira como si estuviese hablando en otro idioma. Sabrina y Zack habían dejado de observar la piedra y lo miraban con la boca abierta, bueno, Sabrina lo miraba como si quisiera comérselo. Jesse y Sebas miraban la escena tranquilamente, como si trataran de no verse sorprendidos. Lilith salió de la cocina por la voz un poco elevada de mi hermano y miró a mamá, luego a Jared.
–Cierra la boca, no es el momento Jared.
Me mira mal y le regreso la mirada. Hasta que lo veo ceder un poco.
– Esto podemos hablarlo después –dirijo la mirada a mamá– ¿Qué pasó ahí? ¿Cuál es la otra parte del plan?
–James los alejará, tenías razón, ellos estaban por venir. James se ofrecerá como cuidador de nuestro territorio. Lo que significa que si él no le avisa al resto del peligro entonces ellos no vendrán. Posiblemente en un par de semanas él vaya a Old Town. Les dará informes falsos cada semana, asegurándoles que no hay ningún origen cerca. Eso nos dará ventaja, por otro lado hay que hacer lo posible por calmar al chico, James no podrá tapar tantas muertes, así que mientras más rápido lo atrapemos, más rápido acabará todo.
Asiento. Entonces significaba que había que partir. Hoy. Miro a los chicos, todos atentos a lo que mi madre dice.
– Creo que es tiempo de volver –me mira preocupada–. Supongo que es mejor que no sepa el plan completo, puesto que te pone en peligro, ¿cierto? –Levanta una ceja.
Miro a Jesse ponerse de pie.
– No, no lo hará –mamá se gira a verlo, al igual que todos– Yo la cuidaré –su tono es seguro al igual que su mirada.
Mamá lo mira y sonríe. – Confío en tus palabras Jesse. Sé que estará segura a tu lado.
Era momento de regresar. Sabrina me ayudó a empacar todo de nuevo. Debía admitirlo, iba a extrañar la cama de Jesse, era tan suave y cómoda. Tenía ganas de llevarla conmigo.
Cuando me giro ella ya me está viendo.
–No me lo habías dicho.
Muerdo mi labio. – ¿Decir qué? –Mi tono es inocente.
–Jesse y tú.
– Bueno... él, decidió abrirse conmigo. Creo que ahora confía en mí.
Levanta las cejas. –Te lo dije, él estaba listo para decírtelo, lo sabía. Pero me refiero a ¿pasó algo más?
Si, él me besó y me mostró las estrellas.
–Sí, bueno... patinamos... y charlamos.
Entrecierra los ojos acusadoramente.
–Sí claro, sólo hablaron.
–Sólo hablamos.
–Y se besaron –sonríe como si pudiera leerme la mente– ¿Hubo lengua? –Pregunta como si fuese una pregunta cualquiera. Casi me atraganto con mi saliva. Esta ríe– ¡Sí, hubo lengua!
Me tapo la cara con ambas manos. ¡Cielo santo!
–Por favor Sabrina –pido sonriendo–, esto es incómodo –niego con la cabeza y recuerdo esa noche. Sonrío. No, río ya que en verdad si hubo. Pienso en los labios de Jesse sobre los míos. Suaves y fríos.
–Oh vamos, ya empezaste a fantasear con él otra vez.
Bajamos todas las maletas. Cuando Sabrina y yo terminamos con las nuestras ayudamos a los chicos con las suyas ya que estaban revisando los perímetros por cualquier cosa sospechosa. Jesse no se había ido, él, y Jared revisaban los autos. Teníamos tres, me sorprendió ver a mi madre en un auto nuevo, no sabía que teníamos fondos de emergencia suficiente como para sacar un auto cuando se quisiera. Sebastian también había traído su auto, era un deportivo color azul. Nos repartiríamos para que ninguno fuera apretado, así como veníamos en el camino hacia Bretder.
Sebastian, Sabrina y Sebas en un auto. Lilith, Jared y mi madre en otro, y por último Zack, Jesse y yo.
La música que Zack puso me hizo querer dormir, durante el transcurso de viaje sentí como mi cabeza se iba de lado pero de inmediato me incorporaba. De momento a otro, a pesar de que era medio día ya no podía ver nada por el sueño. No pude dormir en absoluto, tenía demasiadas cosas en la cabeza. Cosas buenas, cosas malas y cosas hermosas.
Jesse me miró y ladeó la cabeza.
–Duerme un poco –su voz se eleva un poco, ya que la música está un poco alta. Asiento y me acomodo de lado, dándole la espalda a la ventana. Veo a Zack removerse y luego estirarse para bajar el volumen del auto. Sonrío un poco y murmuro "gracias", luego ya no veo nada, pero aún puedo escuchar la suave canción clásica a lo lejos.
Cuando abro los ojos me siento melancólica y lo primero que pienso es "no debí dormirme", ya no había nieve, se había ido.
Habíamos parado en una gasolinera, Jesse no estaba a mi lado ni Zack tras de mí.
Escuché ruidos y luego vi su espalda, solté aire aliviada. Lo vi pagar y luego abrir la puerta del auto y entrar. Sonrió cuando me vio despierta.
–Buenos días dormilona.
–Hey –sonrio con voz somnolienta.
–Están dentro comprando comida, sólo aparcamos y los alcanzamos.
Asiento. Mi cabeza duele un poco, debe ser por el despertar de golpe.
Entramos a la tienda de la gasolinera, en donde había mesas metálicas y un extenso pasillo con comidas rápidas. Veo hacia las mesas unidas en donde están todos, sigo a Jesse, nuestras manos apenas se tocan y luego nuestros dedos se entrelazan hasta llegar a la mesa.
Hay una bandeja llena de papas frente a mí, con una hamburguesa y un refresco. Debo admitir que tengo mucha hambre, empiezo a comer de inmediato.
Después de esperar a Zack ya que tuvo que ir al baño, volvimos a hacer nuestro recorrido de regreso. Árboles verdes, sin una pizca de blanco. Calor y polvo. La carretera libre de humedad. Estábamos lejos de Bretder y cerca de nuestro Old Town.
Mi energía se elevó y el sueño desapareció, en un abrir y cerrar de ojos estábamos en el pueblo. El cartel de bienvenida nos lo decía.
Todo parecía igual, el bosque, las casas, las personas caminando en los andenes, saliendo y entrando en los centros comerciales. Nada extraño parecía haber sucedido en nuestra ausencia.
Cuando llegamos a casa mamá no preparó galletas ni les dio la bienvenida a los invitados como solía hacerlo, no. Ella dijo: – Bien, es momento de sacar las armas. –Algo que las madres no suelen decir a menudo.
Repasamos el plan. Nuestras madres presentes fruncían el ceño cada vez que mencionábamos "matar" "morir" "perder" y "volver después de las diez de la noche".
Mi collar aún estaba en manos de Sabrina, me lo entregó para que pudiera ver en donde estaba Caín ya que por alguna extraña razón era la única que podía usarlo de manera correcta. Me asombró ver que ni los hermanos siendo hechiceros pudieron lograrlo.
Ajusto el cordón negro en mi cuello, la textura es como siempre, dura y extraña en donde se entrelazan las tiras hasta parecer una trenza. Mis dedos tocan la piedra y respiro profundo antes de cerrar los ojos.
Intenté concentrarme pero, ¿cómo hacerlo? Yo no sabía cómo lograba hacerlo.
Mi mirada pasa por el rostro de todos, me miran de manera seria esperando cualquier cosa. Mis ojos buscan los de Sabrina quién es la que está a mi lado, parece, de algún modo comprender lo que pensaba.
–Denos espacio por favor, esto necesita perfecta concentración.
Asintieron y se alejaron dispersándose en toda la casa. Mamá y Lilith se fueron a la cocina y los chicos se fueron a la sala. Sabía que veían pero a distancia era menos estresante.
–Bien, ahora sí. Concéntrate.
Cierro mis ojos y despejo mi mente. Lo siento, es como una corriente eléctrica, algo poderoso que pasa entre mis dedos y sube por mi antebrazo hasta mi nuca, me estremezco y luego entro como en mi propio mundo, un mundo en blanco, es como una puerta que se abre en medio de la nada, la abro y salgo, ¿o estoy entrando? no lo sé, sólo sigo mi instinto.
Una casa, un borrón café entre el verde de los árboles. Sus cristales están agrietados, todo es viejo, la madera podría estar podrida. Camino hacia la vieja casa. El porche está mohoso, la madera en la barandilla está quebrada y todo cruje bajo mis pies, que en realidad son sus pies.
Su mano gira la vieja perilla y abre la puerta. A pesar de ser pequeño y viejo, por dentro está bastante equipado. Sillones acolchonados, una alfombra persa bajo una mesa circular de madera que contiene algunos libros apilados y una taza de café sucia. Hay una cama en la esquina, es grande y está desordenada, las almohadas regadas y el edredón gris están a poco de caerse al suelo. Hay una cocina y un pequeño pantry. Tiene todo lo necesario.
Avanzó él avanza hacia el sillón y agarra el primer libro de la pila. Lo reconozco al instante y me siento tonta por no haberlo sabido antes. Era el libro de mitos y leyendas, aquel que estaba incompleto el que no había devuelto a la biblioteca y que... estaba en mi habitación.
Lo veo agarrar lo que parece un lápiz pero no lo es, es una especie de linterna con luz ultravioleta. Poco a poco línea tras línea es visible en la hoja antes libre de cualquier manchón.
El libro está un poco más de la mitad y me siento concentrada en las líneas.
"Mes séptimo.
Estoy emocionada, falta poco para que el bebé esté con nosotros, Richard está eufórico, pintó aquella habitación en un celeste cielo y armó las piezas de la cuna de madera. No puedo creerlo, al fin tendré una familia. Una que si me querrá. Este niño será especial, puedo sentirlo, Richard también puede. Caín puede cambiarlo todo, será la prueba de que no tiene por qué haber diferencias entre nuestras especies, él puede cambiarlo, puede detener la guerra."
Me quedo sin aliento ante aquellas palabras, las de su madre. Es su diario durante el embarazo de Caín. Puedo sentir como algo crece en él, ¿Tristeza? ¿Enojo? ¿Dolor...?
Estoy aturdida, estoy segura de que no sólo es él, puedo sentir mi propia confusión.
"Mes octavo."
Estoy en casa, la partera ya viene. Caín está desesperado por nacer, por conocernos. Estoy nerviosa, ya quiero verlo en mis brazos, sentir su calor contra el mío, poder ver sus ojos abiertos, ¿de qué color serán? Puedo imaginármelo gateando, caminando, corriendo. Ni siquiera ha nacido y ya me imagino su futuro. No quiero que viva escondido, eso no sería vida para él. Quiero que descubra el mundo, quiero ver el destello en sus ojos cuando descubra el amor. Quiero verlo crecer... quiero estar ahí siempre. Mi bebé, pronto lo tendré en mis brazos, sabrá qué es amor, tendrá a personas a su alrededor que se lo mostrarán."
Richard acaba de entrar a la casa, puedo escucharlo y puedo escuchar a la partera.
Estoy por verte mi cielo."
La mano que sostiene el libro se tensa. Se hacen arrugas pequeñas en las hojas y entonces... una lágrima cae sobre una de las líneas. ¿Caín es capaz de sentir? ¿Quién es Caín realmente?
Es el asesino de tu mejor amigo, el asesino de tantos... Si, ese era Caín.
Mi mandíbula se tensa. Casi, casi siento pena por él. Pero no, no puedo.
"Ya estás conmigo, eres tan pequeño... me sorprendiste, no lloraste. Tu mano se enroscó en la mía desde que me tocaste. Tus ojos son una fina línea al igual que tu boquita. Tu cabello es como el de tu padre, de un color extraño, una mezcla de rubio, blanco y dorado. Sólo sé que esa fue una de las cosas que más me gustó de tu padre. Tu padre lloró cuando te tuvo con él, su mano cubrió del todo la tuya y entonces lloraste, Richard se asustó, pensó que te había hecho daño, pero no lo hizo, nunca lo haría.
Estás dormido, te dormiste en mis brazos, te miras tan sereno ¿cómo es que no lloras? Olvídalo, prefiero que nunca lo hagas. He decidido hacer de esto un diario para ti, porque sé que en algún momento te entrará curiosidad por saber que hay dentro de estas páginas. Así que esto es para ti. Mi experiencia contigo desde los primeros meses... hasta mi último día contigo pequeño Caín."
El libro sale volando hacia la pared y cae en la cama. Camina hacia el espejo cerca de la cama y lo miro. Caín me regresa la mirada con odio, sus ojos llenos de furia, su respiración acelerada y su cuerpo tenso. Su mano pasa por su cara de manera brusca y entonces, con un grito, el puño lo estampa contra el espejo. Los fragmentos caen como lluvia y algunos se tiñen de rojo. Retira el puño y lo observo, está herido, está sangrando.
–Ese niño no existe, madre –su voz es como un gruñido adolorido y eso es lo que su rostro muestra. Dolor–. Ese niño murió contigo.
Y es como si en ese momento me sacara de él, me expulsara de su mente sin saber que estaba ahí. Regreso a la realidad, a mi casa. Sabrina me observa y me agarra el brazo por la manera brusca en que intenté capturar aire.
– ¿Estás bien? –Pregunta con el ceño fruncido. Logro asentir, puedo ver a los chicos atentos, Jesse me mira desde la distancia. Parece preocupado.
–Y –yo, no sé lo que vi, era... era él en... en el bosque, una casa, su casa.
– ¿Qué hacía?
Trago saliva. –Leía... era el libro que buscaba, el que te conté. Lo encontró, es como...como el diario de su madre.
Tuerce el gesto como si aquellas palabras no tuvieran sentido.
– ¿Sólo el diario de su madre?
–Ella está muerta.
Sebastian se levanta con paso relajado.
–Bueno, ahora ya sabemos por qué es tan malévolo. El típico niño huérfano buscando venganza por su madre muerta y bla bla bla –rueda los ojos cansado de eso–. Me imagino que trata de justificar sus actos con eso –se encoge de hombros.
–Bueno, un punto débil –opina su hermana– ¿Qué más viste?
–Caín no es sólo un hechicero, es algo más. Su madre lo dijo en el diario. Algo sobre que él podría detener la guerra –Sebastian se ríe de forma arrogante.
–Que irónico es todo, siendo él quien está empezándola.
–Dice que él será la prueba de que no tiene que haber diferencia entre nuestras especies. Lo que significa que...
–Que él podría ser un híbrido –termina él por mí. Jesse ya está con nosotros, atento–. Tenía sospechas, me parecía loco... pero no imposible.
El hijo de ambas especies. El hijo de ambos bandos. El hijo de la guerra.
Era más fuerte de lo que pensábamos pero no importaba, iba a caer, iba a pagar.
–Tenemos que apresurarnos –dice Jesse– antes de que su ejército crezca.
–Tenemos que saber dónde encontrarlo.
Por alguna razón yo sabía cómo llegar, tenía una especie de mapa en mi cabeza, una imagen clara de aquel lugar, ¿será producto del poder del collar?
–Yo puedo guiarlos –los miro, algo se enciende dentro de mí. La chispa de ira, la que hace fuerte a cada quien en esos momentos malos y difíciles. La mía estaba por volverse fuego puro y quemar todo dentro de mí–. Si nos apresuramos puede que lo encontremos.
Todos me miran sorprendidos. Sebastian es el que habla.
–Guíanos.
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