Capítulo 12
―Despierta ―. Alguien enojado me habla, y yo, por imbécil, le hago caso abriendo los ojos. La cabeza me duele todavía, como una gran resaca con un poco de droga encima. Ah, y que además de eso, te hubieran pegado una paliza con palos y piedras.
― ¿Qué quieres? ―Gruño. Ariel está de pie, y a diferencia de cuando lo conocí, no tiene la sonrisa de tonto chico bueno, está... ¿Frustrado?
―Respuestas ―antes de poder pensar otra cosa, me agarra por el cuello de la ropa, elevándome en el aire. Este tipo es fuerte, con vestido y todo―. ¿Cómo lo haces? ―Presiona sus dientes.
Sonrío con sorna, ¡el angelito está berrinchudo! Pobrecito. ¡Ni siquiera sé qué hace aquí!
― ¿Cómo hago qué? ¡Estás loco! Ni me hablas, y ahora apareces en mitad de la noche como una mujer en sus días ―alzo las cejas―. Mira, no te voy a besar por más que te me acerques. Lo siento.
Él rueda los ojos, libera un bufido conteniendo la furia, y me suelta. Casi me caigo, pero no le doy el gusto. Mejor que me diga de una buena vez que quiere, o mejor, que me explique qué pasó con el libro.
Peina su cabello hacia atrás y mueve las alas, nervioso. Las tiene replegadas, pero siguen siendo bastante grandes.
―Estuve pensando ―su semblante de piedra me da la sensación de que el asunto va a ser un poco complejo, así que me trago mis bromas y escucho― aquello que supones sobre nosotros ―susurra, luego sube la voz―. No es cierto.
-Ah...¿no? ―Río irónicamente― Dime una cosa, ¿dónde estaban ustedes cuando ella murió? ¡¿Dónde estaban ustedes cuando mi padre se portaba como una mierda?! ―Grito y lo empujo. Ángel no nos escucha, supongo que estamos aislados de alguna manera.
Me sorprende como en sus ojos aparece el dolor.
―¡Estuvimos ahí! ―se quiebra― ¡Siempre estuvimos ahí! ―Realiza una pausa para retomar la compostura― Pero no se nos permite hacer nada. Tanta miseria en el mundo...amo a los humanos―se golpea el pecho― ¡y tengo que soportar ver cómo se comenten injusticias a diario! ―lleva las palmas su cara y las deja allí unos segundos― Le he pedido a Dios durante siglos que me dé la capacidad de accionar...y te la otorgó a ti ―me señala, furioso― ¡A TI! ¡Un pecador! ¡No te mueve el amor por nada, sólo es un mero impulso egoísta! ―Escupe ― Quiero saber por qué el Creador hace eso, quiero saber qué tienes de especial...
Un silencio tirante surge entre los dos por al menos un minuto, hasta que decido hablar:
―Pues si te soy honesto ―pongo una mano en su hombro, proponiendo la paz. A ver, entiendo qué se siente que otro obtenga algo que tú crees merecer...y es una verdadera cagada ―no sé qué pudo haber encontrado en mí, de hecho, creo que tienes razón.... El viejo necesita lentes ya. Tú serías mil veces mejor para el trabajo, y mira que odio ser un chupa medias.
Él no esperaba una reacción así de mi parte, me doy cuenta porque queda descolocado un instante, sin creerlo.
― ¿No vas a insultarme? ―Ok, el tipo este tiene retraso severo. Me suena a que se cayó de cara varias veces antes de venir― Eso es más normal ―sonríe. Ah...con que lees mis pensamientos de nuevo, te voy a enseñar a no... ―. Tranquilo, tranquilo ―interrumpe. Me mira con esa cara que tiene el Jesús de los cuadros con lucecitas, como sonriente, pero no sonriente...raro ―. Gracias― y ahora me abraza. Esto es aún más raro. ¿Fumé mariguana? A lo mejor sí se me quemaron las neuronas cuando toqué al condenado Lázaro― es bueno hablar con alguien que no esté tan metido en la luz, ayuda a descargarte.
―De nada, de nada. Suéltame, que me apestas con el perfume de bebé. ―Todos me abrazan ahora, ¿tengo pinta de buda? No, ¿verdad? Aléjense.
Ríe otra vez y me rodea por los hombros:
―Aquí entre nos, amigo, sabemos que me extrañabas. Lamento haber sido un...tonto ―. Wow, qué insulto. Va a revivir a mi abuela.
―No pasa nada, alado. Y no, extraño más el aceite de mi moto ―recuerdo entonces que él es quien sabe de estas cosas, así que aclaro la garganta para preguntar―. Oye...¿qué fue lo que me pasó hoy en el examen?
Tuerce la cabeza un poco y se sostiene la barbilla:
―Al parecer te estás pareciendo a nosotros ―cuando ve que no entiendo a dónde va con aquello, prosigue―. Aunque no somos capaces de interactuar con las personas, podemos recopilar datos sobre ellos, con sólo tocar un objeto, la información presente en él, palabras, energía, sensaciones... Todo llega a nuestra mente y así comprendemos lo que sucede ―. Mueve sus alas como si se encogiera de hombros.
¡Eso es genial! ¡Tengo súper poderes! Lástima que se me abra el cerebro al medio por usarlos.
―Eso es porque no estás muy listo, te falta práctica ―. Deja de leerme o te pateo el culo, ¿te parece? Rueda los ojos y se cruza de brazos―. Sólo si dejas de referirte a nosotros despectivamente.
―Bien, ¿qué otras cosas pueden hacer? ―Me gana la curiosidad. ¿Qué sigue? ¿Fuerza? ¿Velocidad? Oh, que sea velocidad.
―Descúbrelo tú mismo. Recuerda que no puedo intervenir... ―dice con cierto tono de disculpa― es más, me jugué el pellejo al venir aquí, así que agradecería mucho que no se lo contases a nadie. Ah, y no los llames súper poderes ―. Sacude la cabeza en negación.
― ¿Y eso por qué? ―Enarco una ceja.
Sonríe amistosamente:
―Le quieta seriedad.
Y al fin se va, después de agradecerme por lo menos dos veces más. Serán muy buenos y todo lo que quieras, pero son todos unos bipolares. Juro que estuve a punto de no perdonarlo por interrumpirme el sueño y querer golpearme, aunque bueno, mis amigos me despertaban así casi siempre. No estoy refiriéndome a que la Sirenita sea uno. ¡Ni borracho! Para empezar, fue él y su parejita los que me metieron en líos. El lío inicial.
Un gemido apagado me hace girar la vista. La luz que entra por la ventana es escasa, pero me permite verla. Está moviéndose y revolviendo las sábanas. Es igual todas las noches, poco falta para que tire las mantas al suelo. No sé qué soñará cuando pasa eso.
Ah, una idea surge...no pierdo nada intentándolo.
Me acerco paso a paso y la observo un poco más. Parezco un maldito enfermo observándola dormir, pero es que me da curiosidad. Se ve frágil, siento que podría hacerle cualquier cosa. Eso en sí me aterra. Y pienso que soy un idiota por lo que voy a hacer. ¿De verdad debería revisar sus pensamientos? Puede que sea algo personal...pero por otro lado, me ayudaría a saber...a entender.
―Demonios, tengo que hacerlo ―. Murmuro.
―¿Hacer qué? ―Ella frunce el ceño y abre los ojos, semi dormida. Ah, genial, justo cuando me había decidido te despiertas.
―Ya qué, seré honesto...quiero tocarte.
Abre la boca indignada y se cubre hasta el pecho.
― ¡¿Cómo?!
¿Y ahora qué carajos hice?... Oh, vaya, vaya, vaya.
―Eres toda una pervertida ―. Sonrío de costado y me coloco a horcajadas sobre ella.
Entonces, sin nada más que un chillido, eleva una pierna y me da en los huevos. Sí, ¡en mis malditos testículos!
Caigo a un lado, retorciéndome de dolor. Cuando se da cuenta de lo que hizo se incorpora y cubre su boca, "apenada".
― ¡Lo siento! ¿Estás bien?
Claro, cariño, espera que me los bajo de la garganta para poder responderte:
― ¡Me castraste, pedazo de enferma! ―Gimo.
Blanquea los ojos mientras apoya los pies en el piso y se para.
―No seas bebé...fuiste tú el que se me quiso subir encima ―. Se agacha un poco y estira el brazo para ayudarme, poniendo la vista en la nada.
Hago una mueca y sin previo aviso la tomo y la hago caer al suelo. Todo su cuerpo choca contra la madera en un quejido. Exagerada, ni que se rompiera el cráneo. ¡Ojalá cada vez que tocaba el suelo en las carreras, hubieran sido tan suaves! ― ¡Bruto!
―No seas bebé ―. Me río y ella termina haciéndolo también, pero solo después de golpearme el brazo.
Y...los dos tirados de cualquier manera. Me faltan unos cuantos vasos descartables, líquidos de diversa naturaleza, una puta gratis, y sería igualito a las fiestas de antaño. Y por supuesto que ella no es la puta. Nadie con ropa interior del tipo bóxer y esa cara puede llamarse así ― ¿En qué estabas soñando? ―Bueno, si no le puedo robar información, tal vez me la dé amablemente.
Su gesto se ensombrece un poco:
―Soñaba con mamá. Suelo soñar sobre ella ―susurra, perdida en sus sentimientos― a pesar de que pasan los días...falta. Me falta y la extraño y... ―sus ojos se llenan de lágrimas y trata de limpiarlas con el antebrazo―Soy una perdedora llorona.
―Ey, ¡no! ―Me enderezo un poco― Los que no pueden llorar, ¡esos sí que son perdedores! ―Me vuelvo a acostar― Llorar es necesario a veces...
― ¿Has llorado alguna vez?
Me río incrédulo.
―Una vez, cundo me tocaron el ojo ―. Bromeo.
―¡Hablo en serio! ―Empuja mi hombro.
Suspiro y pongo mis brazos detrás de la cabeza.
―Claro...no muy seguido. Pero sí. Casi todos los humanos lloran.
Ahora la que se eleva es ella, entusiasmada:
―¡Entonces eres humano! ―Sonríe y se pone de pie.
El tiro con esta muchacha siempre me sale por la culata, ¿no se supone que YO le iba a sacar información?
―Era ―me rindo...bueno, casi.
―¡Sabía que no podías ser un demonio! ―Va a la cama, orgullosa de su hallazgo― Eres bastante agradable para serlo... ―Su voz recae cuando se da cuenta.
Una sonrisa ladina de mi parte. Oh, ahí tienes. Karma instantáneo.
―Con que te parezco agradable...¿eh? Ese dato no lo tenía —. Ella ríe nerviosa.
―Yo no dije eso.
―Nena, sé que me amas. Pero es normal, no hay quien se resista a mi persona. El mundo pronto se va a enterar de que estás babeando por mí ―. Me paseo por la habitación con aire interesante.
― ¡Ja! Primero muerta ―. Sonríe al tiempo que se acomoda la cabeza en la almohada.
―Entonces, ¡morirás por mentirosa! ―La cubro con las colchas y finjo asfixiarla.
Grita y se sacude entre risas. Cuando la suelto, noto como está toda despeinada, parece una esponja de aluminio. Una esponja feliz. Es como Helen...solía hacer esto con ella.
Me alejo un poco y me siento en el colchón. Mierda...no quería recordarla otra vez. Estuve años sin hacerlo. Pero es como si de repente a mi cerebro se le ocurriera ponerse nostálgico... Pues bien, nada que una buena noche en la Grieta del Tuerto no pueda arreglar.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Oh, sí. Mi propio orgasmo espiritual. Me siento como pez dentro del océano más grande.
Incluso ser atravesado por estas personas es mejor, somos iguales. Todos unos abandonados del barbudo (yo no tanto, últimamente se le dio que quiere que sea su hijo, o lo que sea que son los que están arriba).
La música explota en mis oídos. ¡Genial! Hay fiesta y no me la perdí.
Ingreso y como esperaba...luces, escándalo. Se ve que la policía (ratas de azul) no andan cerca.
Mujeres buenas bailando y moviendo curvas cerradas de izquierda a derecha. Me doy el lujo de tomarle la cintura a una y seguirle el baile, aunque claro, cuando se da vuelta y ve que no hay nadie pega un grito agudo y sale. Bueno, no importa, puede que encuentre una lo suficientemente borracha como para que no le importe hacerlo con el aire...
<<Eso se llama lujuria...y está mal>>
No le hago caso y sigo buscando por la multitud:
<<Lo tuyo se llaman pajereadas, y nadie te dice nada>>Río ante el gruñido de Rafael. Incluso creo que puedo sentir la risa de Ariel en alguna parte.
Y por fin, luego de un rato, conseguí una belleza: Una botella de cerveza bien fría que pude disfrutar tranquilo. Es grandioso cuando todos a tu alrededor están drogados, nadie cree que sea raro ver alguna cosa flotando.
No, pero ahora en serio, encontré una tipa muy caliente y borracha que se está yendo a un sitio apartado. (Nooo, que no la voy a violar, sólo si ella dispone. Como dice el dicho: "El hombre pone y la mujer dispone" ah, no... Espera, así no es. ¡Ya qué! Ni que me importara).
La sigo, alejándome cada vez más del ruido.
La chica se tambalea un poco y se quita las plataformas con esfuerzo. Una vez llega al recoveco, se recuesta ahí. Tiene los ojos cerrados, como ida. Aprovecho y toco sus hombros, beso su cuello y mandíbula y luego arremeto contra su boca. Ella libera un gemido y corresponde sin peros.
Justo cuando presiono sus brazos una punzada me ataca el cerebro, y soy absorbido por un torrente de pensamientos que poco a poco se tornan escenas, algo así como una película:
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
―¡No! ―Es ella, la muchacha. Está toda golpeada, le sangra el labio y tiene un ojo morado―¡Amor, escúchame!
Un hombre de mala cara le tuerce el rostro de un puñetazo que la desmaya. Mi dientes rechinan de impotencia. No puedo moverme.
―Eres una asquerosa puta, Kiara... ―tira de su cabello hasta dejarla a su altura. Escupe sus facciones y la vuelve a arrojar al suelo como si nada.
―¡DÉJALA! ―Vocifero, pero para entonces el entorno cambia. Ahora Kiara está guardando sus pertenencias en una maleta. Mira el reloj, aterrada, y sale de la casa.
Lo que siguen son mudanzas y despidos a casusa del maldito violento.
Comienza a drogarse con calmantes, luego siguen inyectables, después la heroína y el alcohol.
Él siempre la encuentra, la última vez juró que iba a matarla.
Cree haberlo visto entre la gente, tiene miedo.
Quiere morirse.
Después de que la use como muchos otros, va a inyectarse hasta que se quede sin fuerzas.
Eso es lo que piensa.
Y me siento enfermo y asqueroso.
Hay algo más...
Sí, él de verdad está aquí.
Me separo de ella. Esta vez mi cráneo no duele tanto, eso, o no tengo tiempo de pensarlo mucho, pues alguien más la sacude con fuerza, dándola contra la pared.
―Así que aquí estás, Kia. Te extrañé mucho, cariño―. Sonríe absolutamente zafado.
La chica grita, completamente horrorizada, y trata de liberarse. Todos la ignoran, están perdidos en la atmósfera.
Va golpearla otra vez.
Ah no, no hoy, pedazo de mierda.
Sujeto su brazo con una fuerza que no sabía que tenía. Disfruto internamente su gesto de sorpresa antes de golpearle el estómago con la rodilla y romperle mi botella vacía en plena cabeza. A ver si una linda cicatriz te hace pensar mejor.
Pega un alarido de dolor y retrocede, lo alcanzo a tomar por el cuello y gruño en su oreja. Para este punto ya veo todo rojo. Diría que podría matarlo.
―Escucha porque solo lo diré una vez. No vuelvas a ponerle un dedo encima a una mujer o juro que te vas a arrepentir ―suda y empalidece, hasta se orina del miedo. Arrojo esta bolsa de porquería al piso―. Ahora vee de aquí y no regreses, das asco ―. Agrego con deprecio.
Apenas sus piernas tocan el suelo, se arrastra para huir despavorido como la cucaracha que es, gritando fuera de sí.
Me giro y presto atención a la chica. Ella está viéndome. Estoy casi seguro de que sus ojos están clavándose en los míos. No, debe ser porque está drogada...no, no me...
―Gracias ―. Libera un susurro tembloroso.
Ahora el que se va a orinar soy yo...
¡Puede verme!
Oh...ya no.
Se desmayó.
La pregunta del millón, ¿cómo hago para transportarla sin que parezca una poseída flotando en mitad de la gente?
Ok, pensemos un momento. Los poderes (me importa un bledo que a Ariel no le guste), reunamos todos los poderes que tengo hasta el momento:
1) Soy sexy e inteligente. (Rara combinación).
2) Puedo obtener información con la mente tocando objetos, y ahora tocando personas también.
3) Soy invisible.
¡Ah, ah, ah! Alto ahí. Si soy invisible...¿podré hacer las cosas invisibles?
<<Al fin aprendió a usar la cabeza>>Festeja Rafael con ironía.
Aprendí a usar los puños también, si quieres te muestro.
Nah, mejor presto atención, que donde meta la pata todo se va al carajo.
Me pongo en cuclillas, la recojo por la nuca y detrás de las rodillas, y me levanto.
Suspiro, cierro los ojos y doy la vuelta.
Ya, griten, corran, nombren a Satán. Lo que sea.
¿Nada? Genial, caminemos.
Doy varios pasos, nervioso. Evito a la gente que puedo intentando llegar a la salida. No falles maldito, sólo no falles.
Aprovecho que Kiki deja entrar a un par para colarme con todo y desmayada. ¡Permiso, drogada invisible y casi fantasma en camino! ¡Apártense!
Salimos a la noche de la ciudad. Luces de autos, algún borracho rezagado...nada importante.
No tardo mucho en llegar al hospital, justo a tiempo para dejar a mis brazos descansar. Los sesos se me están aguando con el pasar de los minutos. Ojalá no tenga que dormir en la calle otra vez.
La dejo bajo la luz del cartel fosforescente, recostada a la pared. Una enfermera la ve en cuanto la suelto, y rápidamente los paramédicos y doctores de guardia la atienden, colocándola en una camilla para trasladarla.
―¿Dónde está él? ¡El chico! ―Dice con esfuerzo.
―Tranquila, todo va a estar bien. Pásenle... ―los médicos hablan entre sí y tratan de clamarla.
Planeo marcharme, pero primero...
―¡Oye! ―Alza la mirada y me encuentra― Pórtate bien ―. Sonrío y la saludo con la mano.
Le doy la espalda, listo para irme a dormir. Espero que le vaya bien, de verdad.
¡Hola! ¿Todo genial? Yo estoy bien. Algo cansada, ocupada, y en medio de una crisis emocional/hormonal/existencial XD. Pero bueh, lo importante es que encontré un poco de tiempo para actualizar. ¡Ojalá les guste! (Yo tengo mis dudas... Maldición *borra la historia y se va para no volver nunca*ya, mejor no) Por mientras voy a seguir escribiendo, y estudiando... Wooow, no saben, ¿quieren que les hable de las enzimas de la glucólisis? Sí, yo sé que quieren, no voy a ser la única desgraciada que agranda su trasero con los libros de bioquímica >:v, ahí les va: La hexoquinasa.... *le pegan con algo*
¡Saludos desde mi rincón! :D.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro