Capítulo 43 (En edición)
Post; Elisa
Contemplaba a través del vidrio el pueblo donde alguna vez había sido feliz, ahora, ahora solo quedaban cenizas de una buena infancia y adolescencia. No podía mover ningún musculo de mi cuerpo, estaba pasmada y asustada.
Y aunque ya me había dicho a mi misma y al padre de Lucifer que era hora, no podía lograr que ningún musculo de mi escuálido cuerpo se moviera.
Mi mente repetía una y otra vez que debía bajar de una vez por todas de la camioneta, podía sentir como mi acompañante empezaba cada vez más a desesperarse poco a poco.
─Elisa ─mencionó mi nombre con un toque de irritación en su voz ─. Tienes que bajar ahora.
Deje de ver el pueblo para verlo a él, quería comprobar que la misma emoción que denotaba su voz también la mostrara en su rostro pero lo que vi en su cara causó en mi confusión y miedo. Su rostro mostraba un tipo de compasión que jamás pensé verla en él acompañada de una tristeza reflejada en sus ojos.
La pregunta de pronto se formulo en mi mente y aunque sabía perfectamente la respuesta, no dude en hacérsela con una voz clara y fuerte.
─¿No habrá un felices para siempre verdad?
Dejó de verme, concentrándose en algún punto lejano enfrente de nosotros...
No hubo respuesta...
Respire profundamente, una lagrima rodó sobre mi mejilla pero rápidamente con el dorso de mi mano le arrebate su final como todos me arrebataron el mío.
Dejándome controlar por la rabia, me decidí. Abrí la puerta de la gran camioneta, bajando de un brinco y cerrando de un portazo. Cuando empecé a dar grandes pasos puede escuchar a mi espalda como el rechinido de las llantas avisaban que me había quedado completamente sola.
Una vez más mi acompañante me dejo sola.
Era de esperarse.
Seguí caminando poco a poco y mientras más me iba acercando, más podía escuchar los gritos y amenazas de demasiadas personas.
Y entonces empecé a correr.
Poco a poco los gritos sin ningún significado se fueron convirtiendo en discusiones entendibles, puede reconocer la voz de Miguel, Rafael y la que más me importaba... Lucifer.
Reduje poco a poco mi avance para poner atención a su discusión.
─¡Eres un cobarde Belcebú! ¡No quieres enfrentarte a mi padre pero si quieres a una pobre muchacha! ─una voz familiar le gritaba al enemigo y como respuesta, unas risas profundas y macabras se escucharon al unísono.
─ ¡Más bien mi hermano es el cobarde por no aparecer y ligar su vida a esa pobre muchacha como la llamas tu, Lucifer!
─¡Entonces no nos quedará de otra que pelear contra todos ustedes! ─la voz de Miguel hizo que pegara un brinco de lo decididas y valientes que fueron sus palabras.
Al fin había llegado, me encontraba tras un edificio destruido y ahora podía verlos a la lejanía.
Sorprendida por lo que veía, mis ojos no podían creerlo.
Demonios en todo su ser, otros aún en forma humana de un lado. Pude reconocer a Leviatán sometido por dos demonios. Enfrente la alianza celestial, los hombres más hermosos con sus armaduras y alas enormes. En medio de ellos 4 seres que reconocí de inmediato, a cada costado Rafael y Miguel y en el centro mi Lucifer acompañado de Gabriel.
Un impulso casi hizo que saliera de mi escondite, una energía, las ganas de correr a sus brazos.
Pero no sabía si aún era el momento de mostrarme, no sabía si aún era el momento de morir.
¡¿Cómo rayos iba a saberlo?!
─¡¿Quieres una batalla sin sentido?! ─gritó Belcebú ─. Solo es que me entregues a la muchacha Lucifer y listo.
─Ya te lo dije, eso jamás pasara.
Pude notar como Belcebú negaba una y otra vez por la respuesta que obtuvo de parte de Lucifer.
─Si esto es lo que quieren...
Después de soltar aquellas palabras acompañadas de una risa que hizo que todo mi cuerpo se entumeciera, pude notar como el cielo se oscureció y la llegada de más y más demonios se hizo presente.
Mire a Lucifer notando una expresión a aquellos ángeles que estaban a su lado, como si les estuviera confirmando algo...
Y entonces se hizo la pelea.
Ángeles contra demonios luchaban a lo lejos, los buenos con sus grandes espadas destruían a los demonios en dos tan fácilmente como si cortaran mantequilla. En cuanto las espadas los atravesaban ellos se reducían en cenizas.
Otros no tuvieron tanta suerte, los demonios usaban contra ellos sus alas, las arrancaban y en cuanto lo hacían un alarido de dolor tumbaba al celestial.
Mis pies estaban paralizados, no podía con tanta destrucción.
Pero entonces mis ojos lo captaron. Belcebú sometía a Lucifer tan fácil, lo tenía arrodillado, tomándolo de la cabeza, como si quisiera arrancársela.
Era un total caos.
Cuando no pude más salí corriendo hacía ellos.
─¡NO! ─grite lo más fuerte que pude.
De pronto todos me miraron a mi.
Pero yo solo podía ver a mi enemigo.
Belcebú sonrió al verme, dejando al descubierto sus horribles dientes. Soltó a Lucifer y en cuanto lo hizo solo pude concentrarme en él. En sus ojos con los que me suplicaba que me fuera, que huyera, que me escondiera pero al ver la magnitud de toda la pelea era lo menos que iba a hacer en este momento.
─¡Vaya, vaya mira quien apareció! ─las palabras de Belcebú corrieron en tono malicioso. Camino, olvidando completamente a Lucifer. Me miraba de arriba a abajo, girando en torno a mí.
─La pequeña e inocente Elisa al fin apareció ─soltó con falsa alegría.
─¡¿Porqué estas aquí Elisa?! ─preguntó Lucifer en un grito ─. ¡No la toques maldito enfermo!
Lucifer trató de pararse para llegar a mí, pero antes de que lo hiciera dos demonios llegaron a su lado y lo tomaron cada uno de cada brazo.
Cuando levante mi vista pude notar la verdadera escena. Todos los ángeles estaban acorralados y custodiados por demonios. Pude notar a Miguel con sus ojos llenos de temor, me dirigí al rostro de Rafael el miedo lo controlaba, queriendo zafarse de los demonios que lo tenía sujeto.
Respire profundo una vez más en lo que llevaba del día.
Deje de verlos a todos y me concentre en él único ser que debía concentrarme a partir de este momento.
Belcebú.
─Es hora ─dije más para mí misma que para los demás.
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