Capítulo 41
Post: Elisa
Me sentía enojada, con rabia.
Me encontraba amarrada de pies y manos en una silla junto a la chimenea en el hogar de mi madre. Era una total traidora, mi mente divagaba en cada rincón de esta casa tratando de encontrar en ella alguna forma de escapar o alguna forma de persuadir a aquella mujer.
Necesitaba salir de aquí e ir en busca de Lucifer.
─¿Era necesario hacer esto madre? ─pregunte claramente enojada, observe su rostro y podía distinguir claramente sus distintas emociones en una sola mirada. Enojo, tristeza, preocupación, no quería hacerla sufrir más pero debía acabar con esto de una vez por todas.
─¡Si, si era necesario Elisa! ─soltó, sus ojos parecían dos mares, sus lagrimas empezaron a correr por sus mejillas ─. Parece que tu instinto de supervivencia esta fallado.
─Sabes que soy la única que puede terminar con todo esto.
─¡¿Pero porqué tú?!
─No lo sé, algo en mí... me lo dice.
─¡No, no, no, me niego a que vallas y hagas una locura! ─gritó mi madre ─. Eres lo único que me queda en esta vida Elisa.
El silencio nos inundo a ambas, en parte tenía razón, era la única persona que quedaba en su vida. Mi padre dio su vida por mí, mi hermana ardía en el infierno por segunda vez y yo, yo iba a tratar de pelear contra un poderoso demonio y claramente sabía que tenía las de perder. Pero debía intentarlo ya que había echo demasiadas promesas y tener hasta la mínima oportunidad de que mi madre viviera y salvar a aquellas personas que me brindaron su ayuda cuando más lo necesitaba me daba la fuerza y la seguridad que necesitaba para irme en la búsqueda de aquella batalla.
─Lo siento madre ─susurre bajando la mirada, me dolía verle sufrir pero esta vez era tan necesario ─. Necesito que me ayudes, por favor.
─Lo siento mi amor ─lloriqueó ─. Pero no, no lo hare.
Suspire, rendida.
Mi madre se alejaba poco a poco de mí dándome la espalda, se retiraba de la pequeña estancia con la cabeza gacha y lloriqueando bajo. Me sentía mal, claro que sentía mucha tristeza por ella pero que más podía hacer si era yo quien había ocasionado todo lo que hoy le pasaba a este pueblo.
No quedaba más que rendirme a mis intentos de escapar, baje mi rostro con la ganas de llorar y el nudo en la garganta imposible de tragar. Sentía mis ojos llorosos y cuando la primera lagrima salió y rodo por mi mejilla... las puertas de la gran casa se abrieron de par en par.
Una densa neblina blanca entraba desde el exterior cubriendo la alfombra y todo el suelo del primer piso. La silueta grande y amenazante de al parecer un gran hombre se hacía presente en la entrada, algo decía en mí que lo conocía perfectamente aunque aún no podía ver el rostro mi instinto me indicaba que era él ser que menos esperaba aquí.
El sujeto dio un paso, atravesando la puerta sin ser invitado aunque ahora no llevaba consigo su clásico bastón, vestía exactamente como lo vi la primera y última vez de nuestro gran encuentro.
Respire profundamente, preparándome mentalmente para lo que se venía.
─Mira a quien tenemos aquí ─solté con una pizca de burla, sabía el sarcasmo que se cargaba este señor.
No obtuve ninguna respuesta y el silencio que reinaba mientras se acercaba poco a poco me incomodaba prefería mil veces sus respuestas dramáticas y exageradas.
La niebla desaparecía mientras se acercaba, cuando estuvo solo a un paso de mí se hincó quedando su rostro a la misma altura que el mío y fue ahí cuando al fin una emoción cruzo su cara dibujando una sonrisa extensa de oreja a oreja.
─¡¿A quién más esperabas?! ─respondió en tono burlón ─. ¿A tu amado Lucifer? No Elisa, él sigue creyendo que podrá vencer a mi hermano.
─¡¿Entonces que haces aquí?! ─cuestione eufórica, moviéndome de un lado a otro intentando zafarme de los amarres que habían echo Rafael y Miguel ─. ¡Es tu hijo debes ayudarle!
─No, yo no soy él que debe ayudarlo ─afirmó, mirándome serio y a los ojos. Él también sabía lo que yo debía de hacer, pero aún quedaban demasiadas dudas en el aire que esperaba me resolviera.
─¿Porqué yo? ─pregunte mirando mis rodillas, esperaba que por primera vez el gran señor y amo del Infierno contestara francamente, no se porque sentía en mi interior que me debía respuestas si era yo la que al final se sacrificaría por todos.
El silencio, de nuevo un silencio que hacía dudar de mis esperanzas.
─Así estaba escrito desde el momento de tu concepción Elisa ─respondió y entonces alce mi mirada tan rápido que me maree, por un momento todo giro a mi alrededor.
─¿Co-como? ─tartamudee de la impresión que había causado su confesión esperaba solo que fuera cierto eso y todo lo que estaba a punto de descubrir.
─Lo que oíste niña. No creas en todo lo que la gente dice o predica, el cielo y el infierno esta unido por pactos y reglas. Nosotros recibimos a los pecadores, asesinos, a los malos de la sociedad y obviamente el cielo recibe a las personas buenas, honestas, a los que se han arrepentido a tiempo. Hay muchos secretos en estos tratos que no me conviene rebelarte pero vamos a hablar de ti.
─Estoy dispuesta a escuchar pero primero suéltame de estos amarres. Tengo que ver a mi madre, por favor ─pedí en un susurro.
─No te preocupes ya me encargue de ella, esta bien.
Lo mire preocupada, con él no era nada de fiar.
─Que esta bien ─repitió─. Esta en un largo sueño.
Suspire.
─¿Entonces que tengo que ver en todo esto? ─replique ansiosa.
─¿Sabías que tu madre tuvo abortos antes de que tu nacieras? ─preguntó, mientras desamarraba las cuerdas gruesas que rodeaban mi pequeño cuerpo. Sentir la presencia del ser más temido del mundo era algo inexplicable, irradiaba un calor poco de tolerar pero a la vez me hacía sentir segura, algo loco.
Cuando estaba completamente sin esas sogas, asentí como respuesta.
─Pues fueron provocados, no quisiera decirte por quien ─dijo con una sonrisa ─. No quiero dañar su buena imagen pero en fin, pero poco después cambio de opinión mandando a su ángel Rafael a cumplir su misión. Para no hacer tan larga la historia y perder más tiempo pues ya sabes todo lo que paso hace años, hable con él, con tu Dios y todo era un plan desde el principio. La muerte de tu hermana fue un pago justo por no querer tu alma.
─¡¿Cómo?! ─grite horrorizada.
─Fue una profecía desde antes de que nacieras. Se sabía que un demonio de miles de años saldría a la Tierra a querer adueñarse de todas las almas del mundo y sería el fin.
─¡¿Y todo por lo que pasamos Lucifer y yo cuando querías deshacerte de mí?!
─¿Fue un plan muy bien armado, no crees? ─sonrió.
─¡Si que eres despreciable! ─grite con rabia.
─¡Oye que no soy yo el de todo el merito!
─¡¿Pero, porqué yo?! ─las lagrimas amenazaban por salir de nuevo, toda la verdad sobre mi existencia pesaba cada vez más en mis hombros.
─Porque dentro de ti, hay un ser que te ayudara a sobrevivir.
─Un ángel ─afirme, ya con las lagrimas corriendo por mi rostro ─Pero, pero se supone que mi vida esta ligada a ti.
─No, eso fue lo que le hicimos creer a Belcebú.
─Entonces él piensa que estoy ligada a ti y piensa que matándome te matara a ti pero... al que destruirá será a él mismo...
─Exacto.
─¿Quienes saben esto? ─cuestione.
─Solo yo y Él.
─Vaya que drama, tanto tiempo escondida, tanto sufrimiento, tanto por una profecía...
─Así debe ser siempre, como esta escrito deben suceder las cosas. Terminando todo esto, debes vivir tu vida normal Elisa como si nada hubiera pasado ─respondió, pude sentir su sinceridad en sus palabras.
Por más extraño que fuera, por primera vez empecé a creer que así debían de ser las cosas.
En Edición... ULTIMOS CAPITULOS.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro