Capítulo 20
Post; Elisa
Baje un pie, luego el otro tanteando en la oscuridad los escalones de aquella escalera de madera que daba a un escondite secreto bajo la tierra húmeda del bosque. Delante de mí venía el chico que momentos antes encontré, asustada, bajamos en silencio con solo el sonido de nuestras respiraciones y tal vez el de mi paranoico corazón.
De pronto mi pie tocó el fondo, el suelo era duro de concreto, la mayor parte estaba a oscuras solo en las esquinas del lugar unas lámparas alumbraban el pequeño hueco bajo la tierra. Ahora no sólo escuchaba las respiraciones de nosotros dos, unas más se escuchaban, disparejas unas de otras.
Force mis ojos lo más que pude, tratando de ver algo en la oscuridad y entonces después de unos segundos pude distinguir siluetas arropadas por lo negro de la cueva. No eran una o dos, eran cinco o tal vez seis de diferentes tamaños que poco a poco se iban acercando a mí, di un paso hacia atrás chocando mi cuerpo con la escalera por donde baje minutos antes.
─No te asustes ─alcancé a oír, una voz tierna y débil mencionó las palabras que me tranquilizaron un poco.
De las penumbras salió una niña aproximadamente de unos cinco o seis años, traía una pequeña linterna en una de sus manos y aunque la alumbraba muy poco pude distinguir su lindo rostro. La examine y una punzada en mi corazón sentí, mire al sujeto que me había encontrado en el bosque, me sonrió como si con ello me dijera que "confiara".
─Ella es Clare, es mi hermanita ─explicó al notar mi silencio incómodo. La pequeña niña se acercó a mí y tomó mi mano, el contacto hizo que diera un respingo. La sorpresa y el dolor en mi pecho aumentaba con cada latido de mi confundido corazón.
"Se parece tanto a ella"... pensé en silencio.
Los murmullos me hicieron desvanecer mis tristes pensamientos, más sombras se acercaban a mí lentamente hasta que de un segundo a otro se iluminó el lugar. Gracias a la luz pude distinguirlos, las sombras se convirtieron en personas, jóvenes y adultos. Al parecer la única niña era Clare.
─¿Cómo te llamas? ─preguntó una mujer, parecía estar en edad de los treinta.
─Me... me llamó Elisa ─conteste nerviosa, estaba con completos desconocidos, me sentía intimidada. Todos me miraban fijamente sin ninguna semblanza en su rostro, no podía distinguir sus emociones.
El miedo recorrió mi cuerpo, sentía las vibraciones desde la punta de los dedos del pie hasta las palmas de mis manos, que rozaba a cada costado de mi cuerpo sobre mi ropa.
Mi respiración se volvió irregular y el ataque de ansiedad y pánico volvía hacerse presente después de tantos años. Cuando sentí que mi corazón iba acelerar, un cálido apretón en mi brazo hizo que abandonará el terror. Mire a Clare, estaba situada a mi izquierda, me miraba con sus ojos claros que eran azules como el cielo, su pelo rubio recogido en una coleta, su nariz respingada, su rostro redondo e infantil y sus mejillas regordetas rojizas.
─Te cuidaremos ─su tierna vocecita resonó en mis oídos, era tan dulce. Tan solo esas dos palabras me brindaron tranquilidad.
Respire hondo.
─¿Porqué se esconden aquí? ─cuestione al tipo del bosque, hermano de Clare.
─Me llamo Stef y si aquí es nuestro escondite ─admitió con un tono triste y resignado, mirando a su alrededor, bajando y subiendo sus hombros acompañado de un corto suspiro ─. Hemos tenido que dejar nuestro hogar, nadie sabe que es lo que pasa en el pueblo.
Trataba de explicarme lo que él sabía y yo no quería oírlo, me dolía en el alma. Aunque no sabía del todo me lo imaginaba, Lucifer había traído el Infierno al pueblo y se estaba quemando, tenía miedo que al volver solo encontrara restos de cenizas de lo que un día fue.
Mire a Stef y a Clare, que se había movido junto a su hermano, la pequeña niña le trataba de abrazar, sus pequeñas manitas zarandeaban el brazo de Stef queriendo su atención. Stef la miró dedicándole una tierna sonrisa, en la oscuridad pude notar como sus ojos se iluminaron al ver a su hermanita, la tomó en brazos y la cargó.
─Aunque ya piense maduramente, sigue siendo una niña ─explicó, mientras Clare acomodaba su rostro en el hombro de su hermano dando un gran bostezo ─. Esta cansada.
Asentí mirando a mi alrededor, me sorprendí al ver que todos los miembros del grupo se habían movido de lugar a cada esquina del pequeño refugio, no había percatado en que momento fue. Seguí a Stef que se dirigía a una esquina, lo poco de iluminación me permitía ver algunos objetos entre ellos la pequeña improvisada cama a donde nos habíamos acercado.
Era de ramas y grandes hojas apiladas cubierta por una gruesa cobija, Stef acostó a Clare sobre ella y la tapó con una sencilla sabana después acerco su rostro al de la niña y le planto un beso sobre su mejilla. Fue una escena muy tierna, en el pequeño ambiente se podía sentir el cariño y la protección que le brindaba pero no sólo el de ellos dos sino el de todo el grupo.
Mire a mi alrededor, observando a las demás personas. La mujer que momentos antes me había preguntado mi nombre se encontraba con un hombre, se encontraban abrazados y diciéndose cosas al oído. Otra pareja de jóvenes se encontraban íntimamente hablando, todos se conocían y se protegían. Ahora eran una familia, las circunstancias los habían llevado a hacerlo.
─Todos nos cuidamos ─la voz de Stef llamó mi atención, confirmando lo que pensaba momentos antes.
─¿Cómo se conocieron? ¿Cómo llegaron aquí?
Stef sonrió, después se dirigió por una lámpara, la tomó y me indicó con la barbilla la cama situada a un lado de la de Clare, hice lo que me indico. Camine lentamente hacia allí y me senté, él hizo lo mismo.
Me moví un poco para poder verlo mejor, estábamos frente a frente. Él colocó la lámpara en medio de nosotros y ahora con la luz más cerca pude notar su rostro.
Tenía una nariz puntiaguda, su rostro delgado, ojos negros, largas pestañas y gruesos labios. Su cabello despeinado con varios chinos retorcidos bajando por un costado de su rostro y unas cejas pobladas que lo hacían hermoso.
─Nosotros éramos vecinos, vivíamos en la misma zona. Clare y yo como ya sabes somos hermanos, mi padre murió hace ocho años, solo estábamos mi madre y nosotros hasta que...
Se notaba el dolor en sus facciones, le atormentaban los recuerdos y quien era yo para hacerlo recordar, así que con nervios moví mi mano y la puse sobre la suya que descansaba en su rodilla. Trate de trasmitirle ánimos o tal vez tranquilidad, la misma que su hermana me había transmitido a mí momentos antes.
─Mi madre tuvo un accidente ─continuó ─. La dieron por muerta por unas horas pero después despertó como si no le hubiera sucedido nada. La llevamos a casa y entonces unos momentos después de llegar empezó a comportarse extraña y fue cuando trato de lastimar a Clare que me di cuenta que esa mujer no era mi madre.
Trague hondo, con cada palabra que salía de su boca me sentía más nerviosa.
─A todos nos paso algo parecido entonces tuvimos que salir de nuestras casas.
─Y ¿Saben que son esas personas? ─cuestione tratando de averiguar si sabía algo más.
─No, no lo sabemos. Llevamos aquí apenas unos días, nos turnamos para ir en busca de comida pero es muy arriesgado. Y más por el ruido del carro.
─¿Queda muy lejos el pueblo?
─A unos cuantos kilómetros ─respondió angustiado ─. ¿Porqué? No me digas que quieres ir allí.
Me quede mirándolo, se había dado cuenta de mis intenciones.
─No puedes ir, es muy peligroso. ¡Es un caos, todo es destrucción! ─exclamó.
─Necesito encontrar a mi madre ─confesé.
─Te entiendo, si Clare estuviera perdida también haría lo que fuera para encontrarla. Por cierto ¿Qué hacía una chica tan linda corriendo como despavorida en medio de un bosque abandonado?
Sonreí.
─Estas... ¿Coqueteándome en esta situación?
Ambos reímos, callándonos inmediatamente por temor a que Clare despertara. Mire a mi alrededor notando que nuestros acompañantes se disponían ya a dormir.
─Hay que ponerle un poco de felicidad al caos que estamos viviendo, ¿no crees?
No pude contestar, no tuve respuesta.
─Puedes descansar en esta cama, es mía ─dijo, palmeando el sitio donde nos hallábamos sentados ─. Yo dormiré con Clare, siento que no sea cómoda pero esta noche estarás segura.
─Gracias Stef.
─No tienes porque darlas. Estarás segura con nosotros, podría hasta ayudarte a buscar a tu madre, claro si quieres.
Solo una pequeña sonrisa se dibujo en mi rostro, Stef se paró y fue hacía su pequeña hermana. Me acomodé en el elaborado colchón, pensando en las palabras de mi nuevo amigo.
El pueblo era un total caos, un Infierno provocado por mí. Las personas habían perdidos sus casas, sus seres queridos, todo por un capricho de una tonta enamorada.
¿Qué pensarían cuando se enteren que el mismísimo Lucifer deambulaba por estas Tierras? ¿Qué pensaran cuando se enteren que por mí los demonios andan sueltos?
Lucifer había traído el Infierno a la Tierra, si, el pueblo se quemaba en sus llamas y tal vez a mí me tocaba apagarlo.
Pero... ¿Sería capaz de renunciar al amor de mi vida?
¿Sería capaz de renunciar a Lucifer?
¿Sería capaz de dejar mi egoísmo por la tranquilidad de las personas?
Solo de algo estaba segura... Aún no estaba preparada para saber las respuestas a esas preguntas.
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