Capítulo 16
Post; Elisa
─ ¿Cómo... Cómo que quiere destruir-los? ─mi voz se quebró en la última palabra, un miedo incontrolable se apodero de mí.
Fue cuando al fin las palabras de Rafael cobraron sentido, todo era mí culpa.
─ Quiere encontrarte, pero no lo dejaremos ─afirmó Miguel, mirándome, dando un paso hacia mí y poniendo su mano sobre mi hombro.
─ Ni acercándote harás que me sienta mejor, no está vez Miguel ─me solté de su agarre de una sacudida.
─ Quise intentarlo.
─ ¿Cuál será tu plan? ─interrogue, esperaba dijera que yo estaba involucrada. Si no, tendría que buscar la forma de salir de aquí e ir en busca de Lucifer.
─ Mantenerte protegida. Nos reuniremos toda la guardia celestial. Hay que empezar a mandar a todos lo demonios intrusos en cuerpos de humanos al Infierno. Pero el principal debe ser Lucifer, él es el único que podrá mantenerlos a raya.
─ ¿Y su padre? ─pregunté temerosa. Nunca hablé con Lucifer sobre su padre, era un tema que me daba miedo tocar. La razón por lo que hace años pasó.
─ Esta fuera de todo asunto. Quiere que su hijo afronte todas las consecuencias de sus actos junto a Belcebú ─confesó, su semblante era serio. Y en mí la duda se instaló...
Entonces... Eso quiere decir...
─ Va a dejar que ustedes destruyan a su hijo, ¿verdad? ─mi voz se torno apagada, sin ganas.
─ Lo siento Elisa, pero Lucifer ha causado un desequilibrio desde que llegó a la Tierra. Todo debió seguir su curso, aunque es sabido que su padre lo mandó al principio debió de hacer su trabajo.
─ ¡Pero entonces yo no estaría viva, tal vez! ─grite horrorizada.
─ Si, Cálmate. Si estarías viva, porque por eso fui a buscarte. Ya te había dicho que no debemos entrometernos en los pactos. Pero tú, tu eres un caso especial ─susurro Miguel.
─ ¿A que te refieres?
─ Tú... Fuiste y eres un regalo de Dios.
La cabeza me daba vueltas, ya no entienda nada de este asunto.
─ ¿Más secretos Miguel? ─susurre, mi voz fue apenas audible. Estaba llegando a un punto donde la desesperación me ahogaba.
─ Lo siento Elisa.
Cuando de mi boca estaban apuntó de salir reclamos y mi mente pedía explicaciones. El azote de una puerta al cerrarse, llamó la atención de ambos. Los dos volteamos a mirar el lugar donde había provenido aquel golpe.
Entonces apareció Rafael, sorprendiéndome completamente. Bajaba vestido con una armadura que nunca antes les había visto. Parecía la época donde los romanos reinaban, hace muchos años. En una de sus manos sostenía una espada, que mi mente recordaba vagamente. Eso me sorprendió más que haberlo visto bajar vestido así.
Cuando llegó hasta nosotros, lo busque con la mirada. Quería una explicación a su porte, pero en ningún momento me volteo a ver.
─ Miguel, es hora de irnos ─la forma hostil en cómo se dirigió a su compañero me heló la sangre.
─ Rafael ─mis labios pronunciaron su nombre en un murmullo, no tenía intención de llamarlo pero era involuntario.
En ningún momento hubo contestación de su parte, ni siquiera una mirada de odio o fastidio hacia mí. Eso hizo sentirme desdichada y no sabía porque él sentimiento de rechazo cuando momentos antes había surgido un beso inexplicable entre los dos.
Prefería que tan siquiera unas palabras venenosas y toscas de su parte como siempre lo hacía me dijera a ser ignorada de la forma como lo estaba haciendo.
─ Rafael, ¿Por qué estas vestido así? ─cuestione, tragándome mi poco orgullo que había quedado en mi en todo este tiempo.
─ Miguel, vámonos ─volviendo a ignorarme, se dirigió hacia la entrada. Abriendo las puertas y saliendo por ellas.
─ Lo siento ─las palabras de Miguel no me aliviaron en lo más mínimo.
Negué con la cabeza y él se despidió con un semblante. Saliendo detrás de Rafael.
No preguntaba a dónde irían, no servía de nada porque lo sabía perfectamente. Ese "lo siento" de Miguel decía muchas cosas.
Sabía que irían tras Lucifer. Era de esperarse.
Mi plan era quedarme a esperar noticias, pero una mejor idea se me ocurrió. Tratar de buscar una salida era una idea más factible que quedarme llorando en el sillón.
Alguna entrada alterna, un callejón escondido, una ventana rota lo que sea era preferible a estar sin tener noticias de él.
Me carcomía la desesperación por noticias a medias, falta de información y luego lo que contaban eran más que desgracias.
La culpa me golpeaba y aunque solo quería llorar, sabía que con eso no arreglaba nada.
Empecé a inspeccionar la gran mansión. Pero cada vez que intentaba abrir alguna ventana de las habitaciones, sonaba una especie de alarma. Al escucharla inmediatamente la cerré con fuerza, lo único que mis ojos alcanzaron a ver era un manto de hojas verdes. Eso me indicaba que seguíamos en el bosque y tal vez, solo tal vez cerca del pueblo.
Seguí indagando pero mis esperanzas fueron muriendo cada segundo y minuto que pasaba sin encontrar la manera de salir. Me dirigí a la cocina, la sed por el cansancio me calaba en la garganta.
Recorrí la gran sala y el comedor, podía escuchar las voces de hombres fuera, no reconocía lo que decían. Parecía que hablan un idioma diferente. Decidí no prestarles atención, al llegar a la cocina y dirigirme a la alacena por un vaso, a mitad de cocina tropecé con una gran alfombra. Mi pie hizo que se doblará, dejando a la vista una gran abertura que dividía el piso y contenía un cerrojo abierto.
Con ambas manos, me agache y tome la alfombra y la retire completamente. Era como una puerta en el piso, tomé el cerrojo y con toda mi fuerza la levante poco a poco.
Aunque fue difícil y pesado, pude levantarla y al asomarme pude visualizar unas escaleras que iban hacia abajo, un terror me embargo, la oscuridad me alucinaba y un aire fresco me pegaba de lo más profundo.
Esperaba y rogaba que fuera lo fresco del bosque y que fuera una salida.
Corrí en busca de alguna linterna, busque cajón por cajón de las grandes alacenas que se encontraban en la gran cocina. Necesitaba encontrar alguna y así poder comprobar que aquello que había descubierto era una salida.
Pero el tiempo me hacía pensar que un nuevo fracaso encontraba, ya que era mucho el tiempo desperdiciado. Y aunque tal vez Miguel y Rafael no regresarían aún algún otro ángel podría hacer su aparición.
"Ármate de valor Elisa", pensé. Entrar en ese lugar oscuro era aterrador pero sin el éxito de encontrar con que iluminar era mi única alternativa.
Me coloque frente aquel hueco, respire varias veces. Y entonces baje un pie y luego otro, con ayuda de mis manos me sostuve del borde del piso. Al tercer escalón tuve que ponerme de cuclillas poco a poco ya que el espacio era más pequeño de lo que había imaginado. Un terror más horrible empezó a apoderarse de mi nuevamente, el lugar me daba ansiedad. Pero respire cuando llegué al fondo y en una esquina del pequeño cuarto visualice una ventana que daba entrada a luz.
Aunque seguía un poco encorvada, me dirigí hacia allí, despacio solo con mis pies palpando el piso y así no caerme. La luz era la única guía de visión a mi alrededor. Para mí buena suerte en este desastroso día, estaba abierta.
Era tan fácil de salir por ahí, por lo pequeño del lugar. Al llegar, era tanta mi desesperación, que como pude me impulse para salir, entonces escuché unas voces provenientes del lugar donde había bajado.
Aunque fuera unos murmullos, sabía que ya se había dado cuenta que descubrí este sótano.
Y al salir, corrí... Corrí sin ninguna dirección...
NOTA de la Autora:
Hola, disculpa por haber tardado en actualizar este capítulo. Estoy en un nuevo proyecto en que lo podrán encontrar en mis historias publicadas.
Si como escritores quieren que recomienden sus historias aquí y en mi página oficial de Facebook o como lectores quieren opciones para leer pueden entrar y checar mi libro sobre Recomendaciones.
Un beso y un abrazo demonios 😉😘
DenisseVzz.
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