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Capítulo 29



Faith

Cuando te acostumbras a que la gente siempre te señale con el tiempo todo deja de importarte. Las palabras crudas que mis padres utilizaron conmigo no me dañaron como lo imaginé, siempre me esmeré por enorgullecerlos y ahora simplemente dejaron de interesarme.

Mattew por otro lado se estaba comportando muy bien, tanto que mi corazón latía desbocado cada que lo tenía cerca, me sorprendí mucho verlo en el hospital. Algo dentro de mí sucumbió ante él cuando supo lo del embarazo y lejos de reprocharme solo se quedó a mi lado. Mi lado sensible salió a flote cuando me defendió de mis padres, cuando se esmeró porque bajaran todo de redes sociales, y aunque a él tampoco le favorecía las habladurías, nadie podría confirmar que era él quien salía en ese video. Su rostro no se veía y el mío se alcanzó a ver por unos pequeños segundos en lo que él apartó la cámara para terminar de grabar.

Ahora mismo también volvía a darme su apoyo con mi decisión de demandar a Jake y Lauren.

—Todo se hará como quieras, mañana recibirán la demanda y serán detenidos hasta el día del juicio —dijo cuando le comuniqué que mañana mismo haría que mis abogados presentaran la demanda.

Sonreí ante sus palabras y deposité un beso en su mejilla abrazándome a su torso y hundiéndome mi cabeza en su cuello, amaba sentir su olor y su calor, me sentía en paz y con ganas de no soltarlo nunca. Todo lo que sentía por él ya estaba fuera de mi control y no quería seguir ocultándolo.

—Lo que daría por tenerte así siempre, pero debo conformarme con tener solo tu amistad —traté de disimular la amargura que me provocaba esa verdad, me quemaba al desear algo que no me podía dar.

—Faith —me llamó en un murmullo, tomó mi rostro entre sus manos obligándome a verlo a los ojos —hay algo que debo confesarte.

—¿Qué pasa? ¿Mas malas noticias? —me preocupé pero antes de que pensara en nada él se apresuró a negar con su cabeza.

—Te quiero, de alguna manera también terminé enamorándome de ti —¡Oh, maldición! —En poco tiempo te has metido tan profundo en mi corazón y en mis pensamientos que no me veo en un futuro sin tenerte a mi lado.

Quería llorar y gritar de todo lo que me provocaba, parecía estar metida en sueño y que en cualquier momento me despertaría ante la cruda realidad.

—¡Oh, Matt! Dime que no es broma, por favor —pedí en un suplicio buscando la sinceridad en sus ojos.

—No lo es, Faith. En verdad te quiero.

Mis ojos se aguaron y me abracé a un más a su cuerpo, no quería soltarlo y no hice más que llorar en su pecho, no de dolor sino de cómo la agonía desaparecía y era reemplazada por una felicidad que parecía no caber en mi pecho.

Él no me soltó en ningún momento, se aferró de la misma manera en que yo lo estaba haciendo. Besó la coronilla de mi cabeza, murmurándome cosas bonitas.

—¿Cómo...? —Ni siquiera podía formular la pregunta, saqué la cabeza de su pecho para observar esos pozos azules que me recordaban al océano y en ocasiones a las tormentas, cuando se oscurecían por el deseo fervientemente que desataba en él.

—¿Cómo no iba a hacerlo, Faith? Eres eso que siempre quise y nunca busqué, logré conectar contigo desde esa semana en Washington y esa conexión se volvió más fuerte con cada momento en el que pasábamos juntos y supe que había algo más que me negaba a aceptar ese fin de semana en Bora Bora —me dedicó una sonrisa mirándome como nunca lo había hecho, un atisbo de timidez que desapareció en cuestión de segundos —nunca disfruté tanto de la compañía femenina como lo hago contigo, es algo más de pasar un buen rato. En verdad eres importante para mi, Faith.

Acercó su rostro para plantar sus labios sobre los míos, esta vez tomándolos de una forma distinta, lento y suave.

—Quiero intentar algo contigo, preciosa —murmuró contra mi boca robándome el aliento —¿qué dices?

—¿Qué qué digo? —repetí con las lágrimas deslizándose por mis mejillas —¡Que si, obvio! No tienes una idea de cómo soñé con esto, pensé que iba a resignarme a verte desde lejos y a conformarme con el "qué hubiera pasado si..."

—Me tienes, Faith, me tienes de una manera que nadie más lo ha hecho —me dio otro pequeño beso —y aunque no lo parezca, me gusta la idea de formar una familia contigo —colocó la mano sobre mi vientre sonriéndome —tengo miedo a lo que me espera con esto pero haré mi mejor esfuerzo por ser lo que ambos se merecen.

—Me haces tan feliz

—No más de lo que tú me haces a mi —volvió a besarme con la misma vehemencia, paseando sus manos por mi cuerpo de manera cariñosa subiendo todo de intensidad, me aferré más a él dejando que recostara a lo largo del sofá, mis manos buscaron el contacto de su piel por lo que me deshice de su camisa.

Mordí mi labio inferior disfrutando de la desnudez de su torso, me sentía ansiosa de tenerlo de nuevo, adueñándose de mi cuerpo y haciéndome ver las estrellas. Se volvió a acomodar sobre mi teniéndome abierta de piernas mientras rozaba su cuerpo con el mío, elevó la pequeña bata con la que me encontraba vestida, la sacó de mi cuerpo dejando mis pechos libres. La mirada lujuriosa que me dedicó sólo me hizo humedecerme más, los tomó con su boca turnándose con cada uno sacándome jadeos llenos de placer, avivando más el deseo.

De un momento a otro se deshizo de sus pantalones y de la ropa interior, quedando completamente desnudo para mi deleite. Rompió mi pequeña braga y se adentró en mi enloqueciéndome de placer, me aferré a sus hombros mientras tomaba sus labios y lo besaba con ferocidad, me acoplé a sus movimientos lo cuales eran rápidos y duros. No cambiaba su rudeza y eso me fascinaba.

Mi cuerpo sudoroso temblaba con el éxtasis que ese hombre provocaba en mi, gemía alto su nombre y le pedía más. Escuchaba sus gemidos varoniles y sus obscenidades susurrarlas en mi oído. Estaba ardiendo nuevamente en sus brazos y esta vez sintiendo más que en otras ocasiones, restableciendo esa vínculo que creamos en este tiempo.

¡Dios! Cuanto había extrañado a este hombre, tenerlo de esta manera tan intima y no sólo hablaba del sexo, sino al hecho de que ahora también ocupaba un espacio en su corazón. En esta nueva aventura en la que nos estábamos adentrando, una que superaba el nivel de cualquier cosa.

Cuando terminamos me tomó en brazos para llevarme a la habitación donde los besos y las caricias continuaron, las promesas que con sólo una mirada compartíamos. Arderíamos en el infierno por establecer nuestra relación sobre escombros, sobre personas a las que les pisoteamos los sentimientos y no nos importó dañarlo, por las que no sentíamos remordimientos y que de ser posible volveríamos a repetir si eso conllevaba estar así siempre.

Mi cuerpo, mi corazón y mi alma le pertenecían, y el que ahora estuviera embarazada de su hijo sólo hacía que los sentimientos fuesen más grandes que antes.

Después de tanto tiempo volví a dormir tranquila, sintiendo la seguridad entre sus brazos y quitando esa carga de sobre mis hombros, no tenía nada que ocultarle, todo lo sabía de mi.

A la mañana siguiente me despertaron las náuseas matutinas, me levanté para correr al baño a vaciar mi estómago sintiendo el sabor asqueroso de mi vomito. Sentí unas manos tomar mi cabello hacia atrás, me daba vergüenza que me viera en este estado. Me ayudó a levantarme y en silencio me vio lavarme la boca.

—¿Es siempre así? —preguntó frunciendo el ceño y yo asentí.

—Si y también sucede con los olores que me parecen desagradables.

—¿Cómo cuáles?

Hice una mueca tratando de hacer memoria.

—El de la leche... —comencé a decir cuando me interrumpió

—Pero anoche no parecías tenerle asco —rió y yo le pegué en el hombro enrojeciéndome por completo.

—No esa.

Me aparté para cederle el lugar, aproveché para tomar una toalla y ducharme, hoy iría a trabajar sin importar lo que dijeran. Me metí a la regadera regulando la temperatura del agua, momentos después se me unió él tomándome de la cintura y demandar por besos, sintiendo la urgencia de sus necesidades las cuales no me molestaba en complacer.

—Te extrañé tanto —murmuré sobre su boca tratando de regularizar mi respiración.

—Y yo a ti, preciosa —dejó un casto beso en mis hombros para apartarse de mí y ducharse, hice lo mismo durando más tiempo que él en la regadera.

Salí envuelta en una toalla encontrándolo vestido con un traje gris que se ajustaba a su cuerpo de manera espectacular. Anoche cuando vino trajo ropa, ya estaba en sus planes quedarse a cuidarme.

En silencio me metí al closet buscando entre tantos de mis trajes oversize en color rosa combinaba con unas botas de punta en color blanco.

—¿Irás al trabajo? —preguntó mientras se colocaba un reloj en su muñeca.

—Si, no puedo quedarme en casa, aparte que ya me siento mejor —sonreí a través del espejo —después de lo de anoche se podría decir que me siento como en una nube.

—Así me gusta verte, sonriendo como siempre.

Me terminé de preparar minutos más tarde bajé junto a él al primer piso, como ninguno quería cocinar, él no podía, decidimos tomar el desayuno en restaurante en la ciudad.

—Vendrás conmigo y cuando salgas sólo me llamas para ir por ti —caminaba con su mano rodeando mi cintura.

—No me gusta depender de nadie, tú sueles estar muy ocupado a la hora de mi salida.

—Sino puedo ir enviaré la otra camioneta —hice una mueca y terminé aceptando, subí a la parte trasera de una seguida de él. No tardó en ponerse al teléfono dando indicaciones y hablando de ir la próxima semana a Washington.

Esa era una de las cosas que no me gustaban de su trabajo, el que se ausentara tanto tiempo.

—Debí buscarte una asistente más vieja —poco después me di cuenta que pensé en voz alta, llevé mi mano a la boca volteando a verlo avergonzada, tenía el ceño fruncido y casi parecía que me reprendía con la mirada.

Terminó la llamada y me hice la loca pareciendo entretenida observando a través de la ventana.

—La única vez que me acosté con mi asistente fue contigo y eso seguirá siendo así. Sería un tonto voltear a ver a otra mujer cuando la que tengo a mi lado es la más hermosa de todas ellas.

—Dijiste que no le eras fiel a nadie —murmuré recordando lo que me dijo una vez.

—Eso fue porque aún no me había enamorado de nadie. Faith, llega un punto de la vida en el que cambiamos y considero que este es el mío. Años teniendo una vida vacía, sin sentido y sin ningún propósito, ahora lo tengo y no pienso perderlo.

Aparté la vista de la ventana para mirarlo, parecía sincero y mi tonto corazón le creía. Besé sus labios queriendo perpetuar este momento, sus confesiones eran únicas.

Bajamos para desayunar en un restaurante cerca de la oficina, pedí cuánta cosa se me antojaba divirtiéndome con la sorpresa en sus ojos. No me preocupaba en subir de peso, puesto que aunque pedía demasiadas cosas no las comía por completo.

Al terminar me dejó en la entrada del edificio pidiéndome que me llamara cuando quisiera irme, me dio un beso y una palmada en el trasero como despedida.

Con una sonrisa deslumbrante llegué al piso de "Pleasurable Temptations", saludé con amabilidad a los empleados y atendí todos los asuntos pendientes, supervisando de cerca la sesión fotográfica para el nuevo catálogo. Los diseños eran exquisitos, había pedido que diseñaran algunos exclusivos para mi uso. Amaba la lencería sexi y atrevida, y ahora que Mattew volvió le daría más uso.

Por la tarde mis abogados me hicieron saber que había hecho llegar las demandas y por las pruebas presentadas a la fiscalía detuvieron a Jake por proporcionarme drogas para privarme de mi voluntad.

Quizás a eso se debía a que Lauren entrara furiosa a mi oficina lanzando al suelo todo a su paso. Me puse en pie al verla alterada, su vientre ya era bastante notorio, no me apenaba que sufriera esto en su embarazo porque ella no tuvo compasión de mi hace cinco años.

—¡Eres una maldita! ¡Estoy cansada de que siempre arruines todo en mi vida! Jodiste mi matrimonio hace años y cuando lo recuperé volviste a joderlo. No soporto una tercera vez y es por eso que ahora mismo vas a retirar esa demanda basada en mentiras, porque digas lo que digas tú te acostaste con mi marido.

Decidí llamar a seguridad, no tenía porque soportar los desastres que armará aquí o esperar que me atacara. No pondría en riesgo a mi bebé, no otra vez.

—No voy a retirar nada, que estés ahora mismo comportándote como una maniática sólo me deja claro lo preocupada que estás porque permanezca ahí dentro, sabes que es culpable así como tú. La demanda por difamación no tardará en llevarte, pagarás el infierno que me hiciste pasar solo por un maldito puesto en la empresa.

Los hombres de seguridad entraron a la oficina tomando de los brazos a mi hermana para sacarla.

—¡Suéltenme! —se retorció queriendo liberarse

—Agradéceme que tuve piedad de ti y no denunciarte por cómplice, pero todo el mundo lo sabrá y es que la única asquerosa de las dos eres tú.

Soltó una risa histérica mirándome con burla.

—Tu reputación siempre estará por los suelos, hagas lo que hagas, tal vez no te acostaste con mi marido pero si con el de otra. Y no te bastó eso, te grabaste y quedaste expuesta, así que quería hermanita a los ojos de nuestros padres siempre serás lo peor que le pudo pasar a esta familia.

—Sáquenla de aquí.

No quería oírla ni verla, no soportaba tenerla cerca. Mi odio hacia ella era demasiado grande, así como el resentimiento que le tenía. Decidí dar un pequeño paseo en lo que arreglaban mi oficina, decidí llamar a Rebecca y contarle lo sucedido.

—¿Dónde estás? —le pasé mi ubicación y menos de diez minutos ya estaba aquí, me abrazó con efusividad preguntándome por mi salud.

—Hay algo que quiero contarte —sonreí como una tonta —Mattew me dijo que se enamoró de mi.

—¡Ah! ¡Lo sabía! Lo supe desde que me llamó desesperado por saber dónde estabas, hubieras visto lo preocupado que estaba cuando llegó al hospital —contó con entusiasmo —y si le hubieras visto la reacción de cuando supo de tu embarazo —rió —no reconocí al serio Senador, se puso pálido, parecía una estatua de lo rígido que se puso.

Sonreí imaginándolo, pocas cosa lograban afectar a Mattew. Y esta había sido una de ellas.

Le conté a Rebecca lo que me dijo esta mañana, también lo de mis padres y en la forma que actuó con ellos.

—Y ya saben quien filtro lo de las fría y el video.

—No, o al menos yo no lo sé. Le preguntaré esta noche.

Conversamos un rato más, después me acompañó hasta el edifico donde volví a terminar con los últimos pendientes. Recibí una llamada de Alicia quien me avisaba que me esperaba para cenar mañana, haría algo para celebrar que ya me encontraba bien. Ella era un amor conmigo y en los últimos años se ganó todo el cariño que se suponía debía ser destinado a mi madre.

Le llamé a Mattew para que viniera a recogerme, esperé paciente hasta que lo vi atravesar las puerta de mi oficina y rodear la mesa para darme un beso húmedo.

—¿Nos vamos?

—Si, estoy como por quitarme estos zapatos.

Sonrió mirando hacia mis pies, me dio la mano para levantarme y luego posar su brazo en mi espada baja dirigiéndonos a la salida. Me despedí de mi secretaria antes de abordar el ascensor, eran varios pisos por los que demoramos en llegar al primero.

—¿Quieres ir a cenar a algún restaurante? —preguntó abriendo la puerta de la camioneta para que subiera.

—No, sólo quiero ir a casa, comerme una hamburguesa con muchas papas y un refresco. No pido mas que eso.

—Eso no es muy saludable, tiene mucha grasa y...

—No importa —lo interrumpí, no quería escuchar el típico discurso de por qué esas comidas eran dañinas —sólo compláceme ese antojo.

Asintió ordenándoles al chofer que se detuviera en un McDonalds, él por su parte ordenó una ensalada y agua. Se cuidaba de la comida chatarra pero no del alcohol, incluso de la nicotina. Muchas veces lo miré fumando por las noches.

Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue deshacerme de los zapatos y la chaqueta, subí rápidamente los escalones para desvestirme y ponerme sólo una de las camisas de él sobre mis bragas.

Volví yendo al living encendiendo la tv y buscando una buena película para verla mientras disfrutaba de la deliciosa hamburguesa que me esperaba sobre la barra. Busqué a mi hombre con la mirada y lo encontré en el jardín con el teléfono en la oreja.

Decidí esperarlo pacientemente a que se desocupara, acabó diez minutos después, se sentó a mi lado preguntándome por el nombre de la película mientras se deshacía de la corbata y de los primeros botones de su camisa. Me levanté para servirle la ensalada y su dichosa agua, que a mi parecer sólo le daba mal sabor a la comida.

—Matt —lo llamé después de un rato

—¿Si?

—¿Me dirás quien fue la que filtró las fotos y el video?

Lo sentí tensarse por un momento y guardar silencio, antes de volver a hablar tomó una profunda inhalación de aire.

—Fue Giorgia y su hermano —esa maldita perra —se molestó porque le quité todas las propiedades herencias de su padre, la expuse ante su familia y me divorcié a la fuerza.

—¿Y lo dejarás pasar? —pregunté con molestia

—Claro que no, sólo ten paciencia y no dudes que haré lo necesario con ella. Les advertí que no se metieran conmigo pero no hicieron caso, ahora deben afrontarse a las consecuencias.

Luego de comer y terminar de ver la película subimos a la habitación donde dormimos abrazados.

....

La días pasaron más rápido que un abrir y cerrar de ojos, los Baker cada día estaban más atentos conmigo, Alicia siempre me traía comida que sabía estaba amando en mi embarazo. Rebecca y George siempre venían a verme, evitaban encontrar a Mattew por aquí, les parecía extraño y decían no querer interrumpir nuestros momentos de intimidad.

Mis padres por otro lado no se habían vuelto a contactar conmigo, a pesar que tenía a su otra hija demandada. Para evitar la prensa evitaba los lugares públicos, además que no me molestaba en leer los títulos donde seguramente me degradaba.

Ahora mismo nadie podía sacarme de mi burbuja de felicidad, mi vientre comenzaba a notarse, mi bebé estaba creciendo y eso me tenía conmocionada. A tan poco tiempo de la noticia dábamos grandes compras con Rebecca de ropa de bebé. Ella parecía tan emocionaba como yo, hacía planes de lo que haría con su sobrino o sobrina, aunque ella juraba que sería una niña.

—¿Estás lista? —Mattew llegó a mi lado vistiendo un traje azul marino.

—Si —respondí sintiéndome segura, era momento de hacer pagar a los que me hicieron daño. Hoy se daría el veredicto del juicio contra Jake. Estaba nerviosa, pero el que Mattew estuviera a mi lado me confortaba.

Salimos de casa rumbo al juzgado, removía mis manos ansiosa mientras la mirada se perdía a través del cristal. Los recuerdos eran más nítidos, la decepción que me causaban los insultos de mi padre y el dolor de perder su confianza.

Tenía ese vacío en mi pecho pregúntame mil cosas a la vez, sabían lo que había sucedido y nunca se acercaron a pedirme perdón por todas las injusticias que hicieron.

Al llegar al juzgado los reporteros estaban fuera lanzando flashes a todo el que entraba, vi a mis padres entrar junto a Lauren. «¿Qué les costaba darme el apoyo que le dan a ella?»

No me extrañaría si creyeran en sus mentiras o la hubieran perdonado por lo que hizo.

—No los necesitas, ahora me tienes a mi —tomó mi mano depositando un pequeño beso en ella.

Bajó del auto y me ayudó a mi a hacerlo, los reporteros comenzaron a sacarnos fotos. Era la primera vez que nos tomaban estando juntos después del escándalo y las preguntas llovieron.

"¿Están juntos? ¿Desde cuando iniciaron su relación? ¿Cómo le afectó la filtración del video, Faith? ¿Señor McConnell, cree que la gente votará por usted luego de esto?..." Eran alguna de las preguntas que lanzaban y que ninguno se molestó en contestar.

Entramos al interior del lugar encontrándome con las miradas reprobatorias de mis padres. Los ignoré como si fueran desconocidos que jamás había conocido, no se merecían nada de mi al estar apoyándola a ella, dejándome una vez más de lado.

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