Capítulo 25
Aiden
Veo a lo lejos como el jet aterriza en la pista privada, Michael se acerca a mi lado con las manos en sus bolsillos y con su mal genio, el cual adquirió el día que hice pública mi relación con Faith y desistí de la estúpida idea de entablar una relación con la mujer que ahora mismo bajaba del avión.
Isabella era una mujer hermosa, de estatura media, cabello castaño, un rostro bonito y de actitud carismática. Una chica dulce, pero a la que nunca había mirado más allá de ser mi amiga.
—La prensa habla mucho de ti y comienzan a dudar de tu relación con esa mujer —hizo una mueca, Faith nunca le agradó, decía que traía mucho escándalo consigo —Te sugiero que subas alguna foto con ella o den un paseo al ojo público para desmentir rumores.
—No quiero que la hostiguen, suficiente ha tenido con todo este embrollo al que la he metido.
Aún no le decía que habíamos terminado la relación. Pensé que con hacerlo público le estaría demostrando lo mucho que la amaba, que lo de Isabella no fue nada más que cosa del trabajo, la besé por exigencia de Michael no porque lo quisiera.
Nunca le he fallado a Faith como ella lo piensa, desde que la conocí no he tenido ojos para otra mujer. Me duele su falta de confianza, el que me crea el peor hombre y ser el motivo de su sufrimiento. Lo arruiné todo, eso es cierto, no hay día en el que no me arrepienta él no haber ido con ella. Nunca pensé que le dolería tanto, pensé que me comprendería como siempre lo hacía y quizá ese fue mi problema, pensar que ella siempre me entendería, que interpondría sus necesidades a las mías. Que equivocado estaba.
Me confié, pensé que nunca la perdería, pero aquí estaba perdido y sin motivación al no tenerla conmigo. La extrañaba tanto y el miedo de verla rehacer su vida con otro hombre me estaba matando. No soportaba la idea de verla en los brazos de alguien que no fuese yo, me cegaba de ira cada que contemplaba la idea.
El día del desfile de su nueva empresa me llené de celos al notar como ese tipo la observaba, era diferente a cómo los demás hombres lo hacían, él parecía conocerla más allá de ser su jefe. Las miradas que ambos se lanzaron me hicieron encender las alarmas y la sospecha de que algo había pasado entre ellos no salía de mi cabeza.
—Aiden, pensé que no volvería a verte luego que prácticamente huiste de Londres —dijo Isabella llegando a donde estábamos nosotros, sonriéndonos de manera cálida como solía hacerlo siempre.
—No fue así, el rodaje terminó y tenía que volver a casa —me encogí de hombros queriendo recalcar que no había nada que me retuviera allí.
—Lástimas mi corazón —se llevó la mano al pecho —pensé que habías accedido a lo que nuestros managers sugirieron.
—Pensaste mal, tengo novia y no podría hacerlo eso.
Rodó los ojos soltando un chasquido con la boca.
—Que novia tan más egoísta te conseguiste, era sólo cosa de marketing, nos ayudaría a promocionar más la película...
—No digas más, Isabella. Acceder a ello fue un completo error —me fastidiaba que siguieran removiendo ese tema. Me costó mi relación un maldito beso, cada día perdía más la esperanza de poder recuperarla.
—Que pesado —pasó de largo hasta donde los demás esperaban a por ella.
Esta semana se harían las últimas grabaciones en New York. Me fui al camerino a repasar el libreto, tratando de concentrarme y recordar las características de mi personaje.
Después de unas horas pasamos al set de grabación, lo cual no estaba saliendo tan bien como se requería, trataba de evitar tensionarme al estar cerca de Isabella pero la incomodidad era notoria y a cada nada cortaban las escenas para volver a grabarlas.
—¿Qué te sucede, Aiden? —preguntó yendo a sentarse a mi lado y tendiéndome una botella con agua.
—Nada —destapé la botella para beberme la mitad del contenido.
—No creo, parece que estuviera con otro, uno muy diferentes al que conocí al principio del rodaje.
—Ojalá no hubiese aceptado esto —solté en voz alta, la culpabilidad aún no se iba, si tan sólo no me hubiera distanciado de ella aún siguiéramos siendo esa pareja envidiable. Estuviera disfrutando de su compañía, de sus besos y de sus caricias, de su atención y aún me sentiría el dueño de su corazón.
Pero ahora no era más que un hombre dolido por la pérdida de su mujer, me sentía perdido y con mucha carga de conciencia. «¿En donde encontraría a otra mujer que me hiciera sentir lo mismo que Faith?» Era imposible de encontrar otra, ella era una mujer única y especial. Ninguna se le comparaba y definitivamente nadie podría llenar el vacío que dejó en mi.
—¿Por qué dices eso? Estabas muy emocionado con esto.
—Mi relación se arruinó, Isabella —fui sincero, necesitaba sacar esto o terminaría ahogándome —Faith no me perdonó y terminó conmigo.
—¿Qué? Pero si tú hasta hiciste pública la relación.
—Creí que con eso lograría demostrarle lo mucho que la amo, pero ella dijo que ya no confiaba en mi, no me creyó nada de lo que le dije y piensa que todo este tiempo le fui infiel.
—Lo siento mucho, Aiden. De haberlo sabido no hubiera hecho esos comentarios.
Sonreí sin ánimos manteniendo la mirada en punto fijo.
—Tu eres el tipo más fiel que conozco, y si ella ya no confía en ti no hay nada por lo que luchar. Es ella quien se pierde de un gran hombre, porque en lo que llevo de conocerte me he dado cuenta de los valores que te rigen.
Sacudí mi cabeza en desacuerdo con ella.
—No, Isabella. Soy yo el que ha perdido una gran mujer, Faith es una mujer hermosa, no sólo por fuera sino por dentro. Ha sufrido mucho y no merece pasar por todo lo que yo le he causado, estaba tan ciego y no vi lo que me necesitaba, lo que le estaba causando mi indiferencia y mi ausencia —voltee a mirarla para encontrarme con la lástima reflejada en sus ojos —¿Recuerdas el día que fuimos a Las Vegas?
—Si, cómo no, si fue una de las mejores noches de mi vida —sonrió con los ojos brillantes
—Esa noche ella me estaba esperando en su casa, le había dicho que iría cuando nunca estuvo en mis planes, sabía que se molestaría si le decía que iría con mis amigos y le mentí diciendo que era por trabajo —solté un bufido, esa tal vez fue la peor decisión que cometí —pero nos tomaron esa foto y la postraron al día siguiente con un título basado en rumores. Desde ahí todo cambió, ella no contestaba mis llamadas y cuando lo hizo me hizo saber lo disgustada que estaba. Por un momento pensé que estábamos bien y que su enojo pasaría, pero todo se fue a la mierda con ese beso que nos dimos.
Ya no volvió a contestarme y cuando volví ya no encontré a la mujer que me amaba incondicionalmente, se tardo horas en bajar para escuchar mi versión de los hechos, me pidió espacio y rechazaba mis besos. No quería dormir conmigo y confieso que cuando volví a tenerla entre mis brazos estaba tan rígida y tan fría, sus ojos ya no me veían con amor, sólo eran cuencas vacías.
Cuando se encerró en el baño la escuché llorar y después darse una ducha donde nunca lo había hecho después de hacer el amor conmigo, me sentí dolido y todo se empeoró cuando me pidió que me retirara a la otra habitación.
Por un demonio que esa noche quise romper todo, y fue donde empecé a plantearme la idea si había conocido a alguien más.
—Actuaste mal, pero si tu conciencia está limpia debes dejar de triturarte con estas cosas. Las rupturas duelen y aunque sientas que te ahogas esto pasará, se que ustedes los hombres les cuesta mostrar lo que sienten pero eso no quita que no sufran por perder a la mujer que aman.
—No creo que pase, no creo poder superarla y mucho menos verla al lado de otro hombre. Enloqueceré si eso sucede.
—Pero eso es algo que no puedes evitar, ambos tienen que rehacer sus vidas y aunque tal vez aún es pronto para ello debes prepararte mentalmente para afrontarlo.
Solté un bufido, si aquella vez que noté miradas indiscretas del maldito Senador rompí una copa al recrear imagines de ellos dos juntos, el verla a ella nerviosa cuando se lo pregunté me hacía creer que si hubo algo entre ellos. Y si llegaba a confirmarlo no me importaría quien era él y le rompería la cara.
—No, Isabella. No voy a permitir eso, voy a recuperar a Faith no importa si tardo años para lograrlo. La enamoré una vez puedo hacerlo otra vez.
—Sólo te harás más daño, cuando una mujer decidí alejarse nunca volvemos, Aiden.
Me dio una palmada en la espalda para después levantarse y volver con los demás. Era fácil para otros soltar su palabrería pero muy difícil hacerlo. «¿Cómo la saco de mi corazón? ¿Cómo me deshago de todos los recuerdos a su lado? ¿De las promesas que nos hicimos y de los planes a futuro, cómo podría?»
Volví a la habitación de hotel donde me estaba hospedando, como todas las noches anteriores no logré conciliar el sueño, las noches en vela comenzaban a pasarme factura con las grandes bolsas oscurecidas bajo mis ojos.
Mi maquillista me regañaba cada que me miraba así, por lo que para la siguiente semana me recetaron unas pastillas para dormir, las cuales me ayudaron mucho.
Esa mañana le mandé un mensaje a Faith para que habláramos, habían cosas que a mi parecer aún estaban inconclusas, pero al parecer ella no opinaba lo mismo puesto que siempre me ignoraba cada mensaje que le dejaba.
—Parece que el señor Wells se está recuperando —Isabella vino a saludarme
—Ya duermo, lo que es un alivio.
Los demás se acercaron para hacer sus bromas antes de comenzar con las grabaciones. Me acerqué a servirme unos bocadillos en lo que observaba como preparaban todo.
—¿Aiden Wells? —preguntó una voz femenina a mis espaldas, confundido al no reconocerla me di la vuelta encontrándome con una esbelta rubia de ojos verdes, de complexión delgada, muy hermosa a mi parecer.
—¿Usted es...? —pregunté observando de reojo las miradas curiosas de mis compañeros.
—Giorgia McConnell —extendió su mano al estar a una corta distancia de mi —No me conoces pero hay algunos asuntos que nos conectan.
Más confundido que antes le estreché la mano por educación. No tenía ni la menor idea de quién era ella.
—¿Qué podría conectarnos, señorita?
Solo esperaba que no fuera una de esas fanáticas intensas que muchas veces lograban colarse.
—Más de lo que crees —sonrió mirando con curiosidad el entorno —Me costó lograr ubicarlo pero al fin lo logré.
Eso no me relajaba nada, de reojo noté como mis guardaespaldas se acercaban más adquiriendo posturas de alerta.
—¿Y para qué me busca?
—Eres el novio de Faith Petterson, ¿no es así?
—Si —contesté mirándola con recelo —pero aún no comprendo porque está aquí.
—Cómo lo dije, hay asuntos de alguna manera nos unen. Me presentaré bien, soy Giorgia McConnell, la esposa del Senador Mattew McConnell.
Algo en mi se aceleró, presintiendo lo que la mujer me diría.
—Te busqué porque no creo que sea justo que vayas por la vida cegado, tú novia se ha estado acostando con mi marido desde hace semanas, yo misma los encontré en la oficina y ninguno tuvo el descaro de desmentirlo.
Mis manos se hicieron puño, mi respiración se volvió acelerada y la rabia comenzó a consumirme. «No» una parte de mí se negaba a creerlo pero la parte coherente sólo gritaba un "lo sabía" , la intuición no se equivocaba y esta era una prueba de ello.
—Mientes
—Me gustaría hacerlo, pero no es así. Ella misma me lo presumió el fin de semana, sino me crees puedes enfrentarla. Quisiera tener una foto de ellos dos pero lamentablemente no la tengo, y te agradecería que no mencionaras mi nombre a la hora de enfrentarla. Puedes meterme en problemas.
—Entonces, ¿por qué ha venido aquí si puede ocasionarle problemas? ¿No será que está mintiendo y por eso no quiere que mencionen su nombre? —la encaró Isabella parándose a mi lado, la rubia sonrió amargamente y negó con la cabeza.
—No estoy mintiendo, sólo vine a hacerle un favor a él. Cómo lo dije, nadie merece andar a ciegas por la vida, merece saber el tipo de mujer que tiene a su lado.
Me dio una última mirada antes de marcharse, rápidamente me rodearon preguntándome si estaba bien, que me sentara mientras investigaban si ella era quien decía.
—Bebe un poco de agua —me tendieron un vaso con agua pero me negué, lo único que quería era tener de frente a Faith para encararla. Me culpó tanto por el fracaso de nuestra relación cuando la que la destruyó fue ella y me dejó la carga de rudo a mi.
«Hija de puta»
—En efecto, la mujer que se acaba de ir es la esposa de uno de los Senadores de California.
De una patada derribé todo lo que había en la mesa de bocadillos, escuchaba a lo lejos como me pedían que me calmara pero mi cerebro no captaba ninguna orden. Me vi caminando fuera del lugar mientras le ordenada a Michael que me consiguiera un boleto hacia Los Ángeles.
—Debes calmarte, Aiden. No te voy a dejar comerte una estupidez que puede arruinar tu carrera.
—¡Sólo consigue el maldito boleto! —exclamé subiendo al auto que me esperaba junto a mi chofer.
"Las traiciones nunca sanan, la confianza nunca se recupera y el amor cada vez se va minorando."
El recuerdo de sus palabras ahora eran más comprensibles para mi, no lo dijo por mi, sino por ella también. Más escenarios aparecen en mi cabeza, el momento en que desapareció del evento también lo hizo él. En el momento en que discutíamos él se acercó y a ella no pareció extrañarle.
Michael me consiguió el boleto de avión en primera clase, fue cuestión de horas para estar en Los Ángeles, gracias a las influencias de mi manager conseguí la ubicación donde trabajaba el Senador, me adentré en la propiedad y casi salté del auto para entrar a la edificación.
—Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarle?
—Vengo a ver a Mattew McConnell —solté su nombre con asco
—Al señor McConnell sólo se puede ver con cita, ¿me podría decir su nombre para buscarlo en la lista?
—No estoy en ella, sólo dígame dónde está su oficina.
—Lo siento, señor, pero no podrá verlo con una cita. Amablemente le pido que se retire sino quiere que llame a seguridad.
Miré encolerizado a la mujer y sin importarme nada me adentré al lugar mientas gritaba el nombre del infeliz que se atrevió a tocar a mi novia.
—¡Sal, maldito cobarde!
—¡Señor este no es un lugar para venir a gritar! —la recepcionista caminaba agitada detrás de mi, casi sentía los pasos del equipo de seguridad detrás de mí por lo que corrí en busca de la oficina de ese infeliz.
Las puertas dobles de una oficina se abrieron dejándome ver al hombre que conocí aquella noche, su rostro estaba serio mientas me escaneaba, supuse que sabía quien era ante la risa burlona que me dedicó.
No esperé una invitación para lanzarle un puñetazo en su rostro, el cual me fue devuelto en segundos, mi cara ardía pero la sangre la tenía tan caliente de la ira que ignoré el dolor y le propiné otro golpe. No fue una buena idea porque el tipo era más fuerte que mi, incluso me sobrepasaba en altura y en masa muscular, me propinó un golpe en el estómago que dejó sin aire e incapaz de poder defenderme.
—Si vas a retar a alguien primero asegúrate de poder ganar, de lo contrario sólo te haces quedar como un perdedor —miró a los hombres de seguridad —saquen a este hombre de aquí y no lo vuelvan a dejar entrar.
—¡No! ¡Yo vine a hablar contigo! —grité poniéndome de pie —¡Te haré pagar por haberte metido con mi novia!
—¿Novia? —se burló —Hasta donde sé ya no son nada.
—Te acostaste con ella, maldito infeliz —le lancé un puñetazo pero fue rápido y lo esquivó, aprovechó para lanzarme otro a mi rostro.
—No hice nada que ella no quisiera, ahora lárgate de aquí sino quieres terminar en prisión —me amenazó —y no se te ocurra acercarte a Faith, porque si me entero que le has hecho algo estás acabado.
Los hombres me arrastraron hacia afuera donde mis guardaespaldas me espetaban, me subieron al coche y les ordené que me llevaran a la oficina de ella. No me iba a quedar con las palabras atoradas en mi garganta, iba a escucharme así como yo lo hice con ella.
Estaba odiando a esa maldita mujer, ahora creía todo lo que se decía de ella, que una maldita zorra que se metía con cualquier hombre. Asco me daba recordar los momentos que había tenido con ella, recordar que quizá cuando estuvo conmigo quizás venía de follar con el otro. Por eso ya no contestaba mis llamadas, por él era que ya no me amaba.
El auto se estacionó frente al edificio, mi cuerpo dolía por los golpes que había recibido pero nada se comparaba al orgullo herido, pensar en cómo me había visto la cara de imbécil.
—Bienvenido a Pleasurable Temptations —me recibió la recepcionista.
—Faith Petterson , ¿donde está?
—¿Quién es usted?
—Aiden Wells, el novio de la señorita Petterson
La recepcionista enarcó una ceja y reparó en mi, y después soltó una pequeña carcajada.
—No quiera jugar conmigo, señor Wells. El novio de la señorita Petterson es el señor McConnell
Eso sólo incendió más mi cabeza, tanto era el descaro que hasta la visitaba en su empresa y se presentaba como su novio.
—¡Faith! —grité haciendo lo mismo que hice en la oficina del Senador, me apresuré a caminar por los pasillos con la recepcionista detrás de mi, alcancé a ver su figura entre los cristales, abrí la puerta de la oficina encontrándome con su mirada confundida.
—Lo siento, señorita Petterson, no pude detenerlo. El señor se presentó como su novio cuando claramente el señor McConnell ya se presentó como tal.
Su rostro palideció de inmediato, se levantó de la silla pendiente de mi reacción. No podía pensar más que en lo mucho que la odiaba, que de un segundo a otro en lugar de desearla sólo me ocasionaba asco. Me sentía un idiota por haber confiado tanto en ella a pesar de la reputación que se cargaba, creyendo que sólo eran chismes cuando era todo lo contrario, ella siempre fue así y nunca quise verlo.
—Puedes retirarte —le dijo a la recepcionista, sus manos temblaban y su voz se quebró un poco.
—¿Está segura, señorita? —preguntó con voz preocupada la mujer que se encontraba a mis espaldas.
—Si, de necesitarte te llamaré.
—Estaré cerca.
—¿Qué haces aquí? —se pasó un mechón de cabello hacia atrás de la oreja queriendo aparentar que todo estaba bien cuando era notorio que estaba por tener una crisis de nervios.
—Me engañaste —balbuceé dando un paso hacia ella —¡Me engañaste! Mientras trabajaba tú te revolcabas con otro hombre y así tuviste el cinismo de reclamarme y de culparme por todo. Me diste toda la carga de nuestra ruptura cuando lo del beso sólo fue tu excusa para dejarme.
—Cálmate, por favor y déjame que te explique
—¿Y qué mierda me vas a explicar? ¿En cómo le abriste las piernas a otro hombre estando conmigo? ¿En cómo te burlaste de mi todo este tiempo? ¡Eres una maldita zorra, Faith! No tienes idea del asco que te tengo, aborrezco haberte amado como lo hice, haberte presumido ante el mundo cuando tú no hacías más que traicionarme.
Sentía que poco a poco iba perdiendo el control, la rabia y el dolor de la traición no eran una buena combinación. Deseaba arrancarme la piel que ella tocó, olvidarme de esos malditos recuerdos a su lado y odiarla por el resto de mi vida. Le fui fiel siempre, le di mi lealtad y le entregué mi corazón, mi único error fue besar a otra y ella se hizo la santa al juzgarme por ello. Cuando hizo más que besar a otro.
—Lo siento, Aiden. No quería causarte más dolor, quería decírtelo pero no tuve valor, yo... —parecía desesperada pasándose las manos por su cabello sin dejar de temblar.
—Tú no sientes nada, Faith —sacudí mi cabeza mirándola con decepción —Te mereces todo lo malo que te ha sucedido y te sucederá. Las personas como tú no valen una mierda.
—¡¿Y qué hay de ti?! ¿No hiciste lo mismo? También me engañaste, Aiden, por sino fuera poco te dejaste fotografiar con esa mujer y planeabas tenerla al ojo público como tu mujer y a mi tenerme bajo las sombras —su semblante se transformó por completo dejando de lado la mujer arrepentida para mostrar su verdadero rostro, el cínico y el malvado —Me cansé, me cansé de esperarte y de perdonar todos tus desplantes. Si, te fui infiel no una, sino muchas veces. Ese hombre me hizo sentir mujer como nadie más lo hizo, cuando aún te amaba desde que fueras como él, que poseyeras como él lo hacía.
—Te ves tan patética hablando así de él —solté una rusa irónica —supongo que el karma te enseñará que un hombre casado jamás cambia a su esposa por una amante, por una zorra que le abre las piernas a quien le hable bonito. Por una enferma sexual que no puede estar sola, porque eso es lo que eres, Faith. Una maldita enferma.
—¿Y quién dice que quiero ocupar el puesto de esa desabrida? Me dicen tanto eso como si fuera una niña y no supiera lo que hago. Me metí con él porque quería un bien sexo no amor, no alguien que me tomara como si fuera un cristal a punto de romperme. Sólo quería momentos pasionales los cuales mi novio no me lo daba —me fui una mirada burlona reparándome de arriba abajo —Lárgate, Aiden. No quiero volver a verte en mi vida y encárgate de los medios, no soporto que me sigan vinculando contigo.
—No te preocupes, ya mismo lo haré y diré las razones por las que lo hice. Le dejaré claro al mundo lo que eres.
—Ve de ardido, que ambos sabemos que tú fuiste el primero en fallar.
Me di la vuelta largándome del lugar, allá de ella sino me quería creer, no podría importarme menos. Era increíble como de un momento a otro podrías dejar de amar a alguien por la que eras capaz hasta de dar tu vida y en segundos volver todo eso en odio puro.
Para mí ese día Faith Petterson murió.
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Creo que era necesario saber el punto de vista de Aiden.
Feliz fin de semana chicas 🫶🏻
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