Capítulo 24
Faith
—Aquí estás —musitó con voz cantarina situándose a mi lado —te estaba buscando, mi familia espera para desayunar juntos.
Sonreí a medias sin levantar la mirada del estanque, las horas pasaron en este lugar y al parecer ya todos se habían levantado.
—No era necesario que esperaran por mi, no tengo hambre —desde temprano sentí unas náuseas horribles y pensé con el café se me pasaría pero el malestar seguía ahí.
—Sabes como son, levántate y vamos al comedor, ayer no cenaste y no dejaré que te saltes otro tiempo más.
—No es problema para mí y lo sabes —voltee a ver a mi amiga quien me dio una mala mirada, ella actuaba muchas veces como una mamá sobre protectora cuidando de que comiera saludable y las veces necesarias en el día.
—Faith... —arrastró las letras de mi nombre, resignada me levanté caminando a su lado de regreso a la mansión. Al ver a sus padres traté de disimular mi tristeza y me senté a un lado de mi amiga fingiendo estar tranquila.
La comida parecía no querer pasar por mi garganta, el asco que sentía me ponía de mal humor y maldecía esa manía de no querer ingerir nada cada que algo me estresaba.
—¿Sucede algo, cariño? No has comido nada —observó la señora Baker
—No pasa nada, sólo algunos asuntos de la empresa me tienen algo tensa.
—¿Tienes problemas? —se preocupó el señor Willow y me apresuré a negar, mentir no estaba ayudando mucho.
—No, es sólo que... —hice una breve pausa —acabo de descubrir que fue lo que sucedió hace cinco años, pensé que saber la verdad me traería alivio pero parece ser todo lo contrario.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y tuve que parpadear rápidamente para evitar soltarlas, me dolía la cabeza de tanto llorar y no quería seguir haciéndolo pero es cada que pensaba en ello la negación saltaba y era un solo debate conmigo misma.
—¿Qué? ¿Cómo es que...?
—¿Recordaste todo, cariño? —preguntó una angustiada Alicia, sacudí mi cabeza y comencé a relatarles todo, sin mencionar quien fue el que me ayudó en la tarea. Las reacciones de ellos fueron lo que esperaba, el señor Baker sacó su teléfono para ordenar una orden de captura en contra de Jake de inmediato.
—No —le dije haciendo que bajara su móvil y me mirara confundido
—¿No? ¿Por qué no? Hija ese maldito te drogó y quien sabe cuántas cosas aberrantes te hizo.
Sorbí mi nariz y volví mi vista a la señora Baker quien de inmediato entendió y se levantó te di escaleras arriba. Nos movimos a la sala en espera de Alicia, la madre de Rebecca.
—Esto me tienen muy afectada y quisiera asimilarlo antes de enfrentarlo —admití la verdadera razón por la que aún no actuaba en contra de ellos dos —no quiero que me vean llorar y que se den cuenta de lo mucho que me afecta.
—Tienes razón, te apoyaré como siempre, tenlo en cuenta.
Asentí hacia ellos, la razón por la que nunca le pedí ayuda con esto era porque no era capaz de saber lo sucedido, el señor Willow siempre me insistió pero al final respetó mi decisión.
La señora Alicia bajó con un sobre en mano y me lo tendió tomando asiento al lado de su marido. Con las manos temblorosas saqué el papel y leí lo escrito ahí, el miedo recorrió todo mi cuerpo pero rápidamente se disolvió.
—El médico dijo que no encontró indicios de actividad sexual, es por eso que me sentí tranquila cuando lo supe e insistí tanto en que lo supieras y le demostraras a tus padres que no hubo tal cosa. Pero tú estabas tan aferrada a no saberlo y te resignaste a recibir el desprecio de tu familia.
Saber que ese maldito no se atrevió a tocarme era un peso menos, por alguna razón el llanto cesó y un refrescante alivio me confortó. Al menos tuvieron la decencia de no hacerlo, pero eso no quitaba el que me hayan desnudado.
«Tal vez lo hizo Lauren» me auto convencí.
—Eso no quita que te hayan drogado para privarte de tu voluntad, sigue siendo un delito —alegó el señor Baker notablemente molesto.
—Y no lo dejaré pasar, créame que no.
—Puedes denunciar a tu hermana por difamación, recuperar tu reputación y que todos dejen de señalarte.
No tendría sentido hacerlo, mi conciencia no lo permitía puesto qué tal vez no me metí con el marido de mi hermana pero si lo hice con el de otra mujer.
—Yo... no puedo hacer eso
—¿Por qué no? Se lo merece y lo sabes.
Miré a cualquier lado menos a ellos, sintiéndome avergonzada por lo que iba a confesarles.
—No es por ella, es por mi, cometí una estupidez y de nada me serviría armar otro escándalo alegando que no soy una maldita zorra roba maridos cuando en realidad lo soy —tomé una bocada de aire antes de admitir mi fechoría —tuve una aventura con el señor McConnell
—Ves, te lo dije —se rió la señora Alicia
—Era muy obvio —contestó el señor Willow, levanté la mirada de inmediato con mi rostro confundido, de reojo miré a Rebecca quien tenía la misma cara que yo.
—¿Qué? —soltó mi amiga. Ellos se encogieron de hombros y me miraron con una sonrisa.
—Ya lo intuíamos. Cariño, no te auto insultes por un error que puede cometer cualquiera, eres joven y hermosa era obvio que despertarías el interés del joven Senador.
—Un error que cometí muchas veces, señora Alicia, ella hizo un ademán restándole importancia.
—Eso qué importa, nadie está exento de la tentación, mira tu novio también te traicionó. No sé cómo le hizo para ganar tu perdón pero él también te fue infiel.
Miré al señor Baker temerosa de encontrar la decepción en su mirada, pero no había nada.
—Somos familia, Faith —comenzó a decir —si esperabas que te juzgáramos por lo que hiciste no lo haremos. ¿Qué si está mal? Si, lo está. Pero nosotros no estamos para juzgar, estamos para apoyarnos cuando el mundo nos de la espalda.
Con ellos me sentí más en familia que con lo propia, el amor que le tenía a ellos era demasiado y no podría estar más complacida al haber sido premiada al tenerlos.
—Son tan lindos —mi lado sensible salió a flote y las lágrimas volvieron a aparecer, solo que esta vez ya no eran por sufrimiento sino por esa sensación reconfortante de ya no sentirme sola.
—Oh, tú también lo eres.
Mi amiga tomó mi mano sonriéndome con esa complicidad que compartíamos desde pequeñas.
—¿Cómo es que lo sabían? —preguntó Becca lo que tanto rondaba por mi cabeza.
—Las miradas que se dedicaban no eran para nada disimuladas, el día de la fiesta de compromiso de Becca no se apartó de tu lado, te trajo como pareja y él nunca acostumbra a salir con sus asistentes.
—No son tan disimulados como creen —sonrió el señor Baker —el tenerlo como inversionista lo hizo demasiado notorio para mi, él nunca apoya a nadie que a penas inicia. Se va por lo seguro y a lo que le dará dinero en poco tiempo, pero contigo parecía demasiado interesado en ayudarte y cómo lo mencionó Alicia, la manera en que te miraba decían muchas cosas.
Sonreí sintiéndome tonta al creer que no lo notarían, parecían conocerlo demasiado.
—Debo aclarar que eso ya acabó.
Me miró extrañado.
—¿Segura? No creo que él renuncie tan fácilmente a ti, ese tipo de miradas que te lanzaba no se le dan a cualquiera. Soy hombre, cariño y sé reconocer cuando hay algo más que deseo. El último que día que los miré juntos él te miraba con admiración y algo más en su mirada.
No quería seguir haciéndome ilusiones y me negué a creerlo.
—No había nada más, señor Baker —sonreí a medias —Por cierto, Aiden ya no es mi novio. No pude perdonar lo que hizo y luego de mi "desliz" tampoco podría seguir a su lado. No tiene sentido seguir cuando hay deslealtad en ambos lados, las cosas no funcionan así.
—Pensé que lo habías perdonado con todo eso que él hizo pública su relación.
—Utilizó eso como último recurso, pensó que al hacer eso conseguiría mi perdón. No lo he hecho público nuestro ruptura porque no es a mi que me corresponde decirlo.
—Fue él el que lo dijo y será él quien lo admita ante la prensa. Si lo haces tú capaz y te caen todos encima —dijo mi amiga riendo
—Si, y no quiero pasar por eso de nuevo. Temo porque se llegue a filtrar lo de Mattew y volver a pasar por lo de hace años.
—Eso no volverá a ocurrir, tenlo por seguro —dijo el señor Baker
—Y para levantar esos ánimos tomaremos este día como día de chicas, vayan a vestirse adecuadamente que saldremos —la señora Alicia se levantó animándonos a levantarnos y subir a la habitación.
Me di una ducha y me vestí con ropa de Rebecca, coincidíamos con las tallas por lo que no era problema para ninguna vestirse con la ropa de la otra. Abajo nos esperaba su madre con el chofer listo, nos llevaron al centro comercial donde pasamos de tienda en tienda probándonos ropa, la temporada de otoño se acercaba y con ello un cambio de guardarropa.
Eso en verdad me ayudó a relajarme porque si había algo que amara eso eran las compras. Almorzamos en un restaurante donde pasamos un tiempo ameno, hablando de los avances de la boda y lo que haríamos para la despedida de soltera.
—Por cierto, la próxima semana es la fiesta de compromiso de tu hermano. ¿Irás?
Hice una mueca, no lo recordaba y sinceramente mis nulas ganas de ir habían bajado, si es que eso era posible, después de la conversación que tuvimos en el yate y él trato que me dio cuando me encontró con Jake.
—No lo creo.
—Deberías ir y demostrarle que tú no eres como ellos. Jamás das la espalda a las personas que quieres.
—No es tan así, además no creo que sea de su agrado verme por ahí.
—Bueno, es tu decisión.
Después de comer pasamos por el spa donde nos dieron un relajante masaje, nos exfoliaron la piel y nos aplicaron mascarillas para el rostro. La música suave que sonaba de fondo brindaba más comodidad y relajación.
—Hacía falta este tipo de salidas —comentó Rebecca —y pagadas por la tarjeta de mamá.
Reímos ante su comentario, no estaba en desacuerdo por ello, mis cuentas aún no eran tan grandes como para no sentir todo este tipo de gastos. Pero esperaba que unos meses más todo fuera mejor. Lo que me aliviaba es que este mes terminaría de pagar mi casa, luego de mucho esfuerzo en los años anteriores lo había conseguido.
La noche llegó y volvimos a la mansión, no sin antes pasar por mi casa por algo de ropa. Ambas habían insistido en que me quedara con ellas para ir al club de tenis mañana y pasáramos un día en familia.
—¡Al fin llegan! —el señor Baker nos recibió con alegría
—¿Me extrañaste? —la señora Alicia se acercó a él con coquetería y verlos que comienzan a ponerse melosos Rebecca y yo subimos arriba para cambiarnos de ropa y conversar un poco. Cuando recibe una llamada de George me alejo al balcón a revisar mi celular, trago grueso al no encontrar ningún mensaje de su parte. Solo Aiden y mi familia tienen lleno mi buzón.
Los ignoré a todos y los eliminé de la barra de notificaciones, reviso mis redes sociales notando que mi popularidad ha crecido un poco más. Mis fotos alcanzan más del millón de me gusta y todas están llenos de comentarios.
Reviso mi galería sonriendo como idiota a la pantalla pasando por las fotos que me tomé en Bora Bora junto a él, lo feliz que me veía a su lado y él parecía estarlo también. No me canso de admirarlo y de ver las fotos que le tomé estando distraído, mordí mi labio inferior recordando que esos labios los tuve en mi boca, que esas manos acariciaron mi cuerpo y lo exploraron por completo y esos ojos de encargaron de devorarme y de expresarme el más profundo deseo, me veneraron teniéndome desnuda y a su completo merced.
Respiré hondo tratando de controlar mis hormonas y disminuir el calor de mi cuerpo. «Ya no más, Faith. Él ya no es tuyo» Nunca lo fue.
Rebecca vino por mi para bajar al comedor donde sus padres nos esperaban, a diferencia de la mañana esta vez si comí, mi cuerpo estaba más relajado y ese nudo en mi garganta había desaparecido.
Esa noche me quedé en la habitación donde me hospedaba cada vez que me quedaba a dormir, me acosté mientras pensaba en él, queriendo encontrarle defectos sin encontrarlos. Me sentía estúpida, una completa ilusa, yo misma me repetía muchas veces que no era más que una aventura, que mi corazón sólo le pertenecía a Aiden. Siempre fui consciente que este tipo de relaciones enamorarse es la cosa más tonta que se puede hacer, no puedes esperar nada de un hombre que engaña a su mujer por mucho que le busque justificaciones no las hay. Nada quita que él estaba casado en ningún momento eso le importó, pero tampoco lo podía juzgar cuando yo hice lo mismo, me dejaron sola y corrí a refugiarme en otro.
Que mi corazón estuviera quemándose ahora mismo era mi karma, porque en estos días no había un solo minuto que estuviera en completa calma. El dolor era avasallador y no había un culpable más que yo, ocasioné mi propio calvario y era ver desde lejos al hombre que amaba. Cuando supe lo que sentía sabía que no podía esperar lo mismo de su parte, pero las ilusiones crecieron de cierta manera.
En mis sueños él si sentía lo mismo por mi, otra forma de torturarme porque al despertar la realidad me golpeaba recordándome que no era así.
Con todos esos pensamientos me costó conciliar el sueño y cuando lo hice de cierta manera no estaba descansando sino reviviendo los momentos vividos de hace años.
"—Mira lo que le has hecho a tu hermana. ¡Por Dios, Faith! Cómo es que le has hecho esto —me gritó mi madre llena de ira y volteándome el rostro de una bofetada.
—Eres una zorra descarada, ¿es que no habían más hombres que vistes al marido de tu hermana? ¡Eres una maldita decepción, una perra sin corazón! —papa comenzó a despotricar insultos contra mí haciéndome sentir diminuta y hasta creyendo que era todo eso que decían. Mi mejilla ardía por el golpe que mamá me había propinado, mis ojos no resistieron retener las lágrimas y me odiaba a mi misma por no poder recordar nada.
—Puedo explicarlo...—mi papá me interrumpió colérico
—¡Cállate! No hay nada que explicar, sólo mantén tu maldita boca cerrada, haz lo que no pudiste hacer con tus piernas —con cada palabra iba derrumbándome cada vez, ya no sentía ningún respeto hacia a mí y no entendía cómo es que sólo era yo la que tenía que soportar todo esto. Lauren no había dicho nada de separarse con Jake.
—Eres una mierda de persona, una puta. No eres digna de nuestro apellido, es mejor que te vayas de esta casa porque no te quiero ver más —me señaló mi madre —sube y empaca tus cosas, tienes suficiente dinero para arreglártelas.
Miré desesperada a mi padre, queriendo oír que le refutara la decisión a mi madre pero no lo hizo en su lugar sólo me miró con asco y asintió de acuerdo con mi madre.
—En mi empresa no serás más la vicepresidenta, al correo irás directamente. Perderás lo que más quieres como consecuencia de lo que has hecho."
El recuerdo me hizo despertar de golpe, me senté sobre la cama sintiéndome mareada y con esa ganas de vomitar todo, me apresuré al baño para desechar lo que mi estómago no soportaba. Me ardía y las mismas síntomas que sentí aquella vez en la oficina del Senador me embargaron.
Me levanté sintiendo ese sudor frío, la debilidad en mi cuerpo y ese sabor espantoso que dejaba el vómito. Me lavé la boca para después darme un baño corto, mi cabeza dolía como ya venía siendo costumbre estos días anteriores. Busqué algo adecuado para ir al club, cogí mi raqueta y mi bolso para bajar al comedor. Los señores Baker ya se encontraban en el, Rebecca no tardó en bajar y sentarse a mi lado.
Después del desayuno abordamos el auto que nos llevó hasta el club deportivo, jugamos un rato y luego cada quien se dispersó por el lugar, decidí ir a por una bebida cuando George llegó para pasar tiempo con mi amiga.
—Gracias —le dije al camarero cuando recibí el jugo de piña.
Miraba las noticias mientras bebía, una sombra se cernió sobre mi haciéndome fruncir el ceño y levantar la mirada para encontrarme con una rubia ojos verdes acompañada de una castaña.
—Vaya, pero a quien tenemos aquí —su cara era de completo odio hacia mi y no era para menos —la zorra de mi marido.
Hice una mueca, lo último que pensé fue en toparme con esta mujer.
—Lárgate —sisee recordando la ponzoña que me habían dejado sus uñas. La mujer hizo lo contrario a lo que dije, jaló una silla y se sentó en la mesa, la castaña que la acompañaba hizo lo mismo. No tenía idea de quién era ni porque me estaba mirando con burla.
—Pues fíjate que no —se rió —aquí no está Mattew para defenderte.
Alce una ceja, no le tenía miedo y la ocasión pasada no le devolví los golpes porque mi orgullo no me dejaba hacer eso por un hombre. Pero si se acercó aquí con ánimos de hacer lo mismo esta vez si me defendería.
—Te ves ridícula haciendo esto, Giorgia —sonreí dándole un sorbo a mi jugo —peleando un hombre que evidentemente no te ama.
Su rostro enrojeció y su mirada cambió a una más oscura. Se había enojado.
—¿Es por eso que sigue casado conmigo? ¡Ja! Mírate en que posiciones tan diferentes estamos, tú nunca serás más que la mujer...
—A la que se folla con muchas ganas —mordí mi labio inferior divirtiéndome con sus reacciones —con la que duerme los fines de semana, a ese hombre lo disfruto más que tú, querida. Ojo ahí.
Solté una pequeña carcajada cuando se levantó arrastrando la silla, la amiga me miró con odio.
—Zorra —escupió
—Parece que no tienen más adjetivos con los que insultar, que léxico mas pobre el que tienen —seguí riéndome —En fin, Giorgia, si vas a venir a pelear por un hombre, asegúrate que este te dé el lugar que corresponde. Si te amara como dices, yo no existiría en su vida.
—Dices que te ama a ti —rió sin un ápice de gracia —que equivocada estás, te voy diciendo desde ahorita que ni sueñes en tener el lugar que yo poseo, jamás se divorciará de mi y es cuestión de días para que se deshaga de ti
—Tienes miedo —sonreí levantándome de la silla para no seguir viéndola desde abajo —te sientes amenazada porque Matt quiere deshacerse de ti.
—¡No lo llames así!
—Deberías aprender a amarte y no aferrarte a un hombre. Hay muchos, él desde hace mucho que no te quiere y aunque te duela, sino es conmigo lo hará con otras —la miré con fingida lástima —te contaré un secreto, ¿recuerdas una vez que lo llamaste y te dijo que no lo molestaras? Esa noche estaba en mi cama, le ordené que te contestara mientras yo me saboreaba con su sabor. Mmm —me saboreé mis labios —tú has de saber lo delicioso que es, después que te colgó me folló con unas ganas
Se me lanzó encima pero fui más rápida y me alejé, solté a reír y de reojo observé cómo Rebecca se acercaba con George a su lado.
—Esa noche durmió conmigo, me acogió en sus brazos y te aseguro que último que pensó fue en ti.
—¡Eres una maldita hija de puta! —tomó la bebida de la mesa y me la lanzó encima bañándome del líquido pegajoso.
—¡Faith! —Rebecca llegó a mi lado mirando de mala manera a la rubia —¿Qué le pasa?
—¿Qué me pasa? Pasa que no soportaré el descaro de esta tipa, esa estúpida marca tienes la echaré a bajo y te haré revolcarte en la mierda para que siempre recuerdes mi nombre. Grábatelo de una vez, soy Giorgia McConnell, si, llevo el apellido que tanto deseas ostentar.
Solté una carcajada ante lo ridícula que se estaba viendo.
—Vete a pelear a tu hombre con otra porque yo no lo seguiré haciendo —tomé mi bolso para caminar a la salida con mi amiga y su novio siguiéndome.
—¿Ella sabe? —preguntó mi amiga media histérica.
—Si, nos encontró en la oficina del Senador. Se me lanzó encima pero Mattew logró quitármela de encima.
—¡¿Por qué no me lo dijiste?!
—No me le di importancia, la mujer se niega a aceptar que él ya no la quiere en su vida.
—Faith, ¿te estás escuchando? Suenas como las típicas amantes y sabes como termina esto.
Me detuve para dejarle en claro la diferencia entre otras amantes y yo.
—Nunca he esperado nada que no sea sexo de Mattew, él desde hace mucho quiere divorciarse de esa mujer y yo no soy la razón. No soy una ilusa, tengo clara las cosas.
Salí del lugar pidiéndole que me dejara sola y que regresaría en taxi a casa. No objetó nada y me dejó marchar. Una sonrisa se dibujó en mi rostro recordando la cara de Giorgia, esperaba que él lograra deshacerse de ella y quitársela al fin de encima.
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