Capítulo 20
Actualización doble 1/2
Faith
Lo vi sentarse de golpe en uno de los sofás pasándose la mano repetidas veces por su cabello, mientras yo no sabía ni cómo pararme, esto era malo, la amenaza que lanzó su esposa no creía que fuera una broma.
—Ni siquiera lo piensas —me cortó cuando abrí mi boca para hablar —no voy a seguir cediendo ante sus amenazas. Estoy harto de esta situación.
—Mattew... —me acerqué a él sentándome a su lado y pasar mi mano por su espalda en una caricia. —Ambos sabemos que lo mejor es que nos distanciemos
Sacudió su cabeza volteándome a ver con severidad.
—No voy a ceder, ya lo dije.
—Pero dijiste que si los secretos de tu familia salían a la luz estarían arruinados, incluido tú.
Se apartó para caminar al mini bar y servirse un trago de whisky, de golpe se lo tomó mientras clavaba la mirada en el jardín del lugar.
Era claro que esto no iba a durar para siempre por mucho que ambos lo quisiéramos, pero en esto habían terceros que obviamente no estaban dispuestos a perder, Giorgia tenía un lugar asegurado al lado de Mattew, era su esposa y por lo tanto compartían sus riquezas y poder por mucho que estuvieran distanciados. Así como yo aún tenía un lugar al lado de Aiden de así quererlo, pero la cosa estaba en que ya había probado algo mejor de lo que tenía, no me sabía a nada volver a lo anterior. No había un gusto, no había comodidad y mucho menos confianza.
Volver a una relación donde ambos nos habíamos mentido y traicionados no tenía sentido.
—Encontraré una manera —respondió luego de largos minutos en silencio, volvió a servirse otro trago, veía la ira reflejada en su rostro, una mirada que asustaba y hacía sentir diminuto a cualquiera que mirara.
—¿Crees que vaya a la prensa y haga pública mi aventura contigo? —pregunté con un ápice de temor en mi.
—No, jamás expondría lo roto que está nuestro matrimonio.
Solté un bufido recordando unas fotografías que se filtraron con otros hombres.
—Si vas a buscar algo que verdaderamente la destruya, busca algo que ella ame y no quiera perderlo. Piensa, tú la conoces y sabes cuál es su mayor temor. —me acerqué para darle un suave beso en la boca —Mi trabajo aquí está concluido, debo irme. Te espero en casa, no me me hagas esperar mucho.
Él asintió y volvió a darme un beso con sabor a whisky a modo de despedida, al salir de la oficina las miradas curiosas y cuchicheos se fijaron en mi, como muchas veces lo dejé claro estas cosas a mi no me interesaban.
Salí demostrando indiferencia al asunto, subí a mi auto y conduje hasta mi casa, debía prepararme para mañana.
Dejé mi bolso de lado y subí a un pequeño despacho en el segundo piso, dándole un repaso a mi plan de trabajo y a todas las mejoras que debía realizar, empleados que debía remover y la estrategia de publicidad también debía cambiar.
A pesar que los antiguos dueños creaban prendas poco discretas no se arriesgaron con prendas más atrevidas y eso era algo que iba a explotar. Era mujer y sabía las telas y diseños que más podrían gustarle a la población femenina, o al menos a una parte de ellas. Por supuesto que no dejaría de crear prendas recatadas para no perder los compradores que aún poseía la antigua administración.
Arreglé todo para la junta, incluso el traje que usaría. Bajé a la cocina para prepararme un sándwich, uno de mis brazos ardía por los arañazos que me hizo Giorgia, recordar lo sucedido sólo me hizo detestarla. Su enojo no justificaba la agresión, ni siquiera se fue contra Mattew sino contra mi.
Bebí la gaseosa que me había servido y salí a mi pequeño jardín, dejando que el aire fresco llenara mis pulmones. Comenzaba a anochecer y la nostalgia golpeó en mi, recordaba que solía compartir con Aiden los atardeceres, teníamos como un ritual que a esta hora salíamos al jardín, bebíamos un cóctel y nos contábamos nuestro día, quejándonos de algunas personas y resaltando lo bueno de lo que nos sucedía. Pero todo eso se acabó cuando decidió ir a filmar esa cinta a Londres, el tiempo y la distancia eran grandes enemigos de las relaciones, ahora lo comprendía muy bien.
Mi corazón se estaba dividiendo y aunque una parte de mi ser se negaba a aceptar lo que sucedía la otra lo decía a gritos, pero por mi bien debía eliminar cualquier cosa por Mattew, él no era más que el hombre que me daba placer, mi amante. Él nunca llegaría a verme como algo más, en eso estaba clara pero el que hoy le dijera a Giorgia que era importante para él puso a mi corazón a latir desbocado, a sentir ese hormigueo en el estómago y unas increíbles ganas de lanzarme a sus labios como una muestra de lo que él decía era verdad. Que ella y todos supieran que aún siendo de ella, también era mío, que me estaba prefiriendo y no le importaban las consecuencias que acarreara permanecer a mi lado.
Pero claro, eso sólo sucedió en mi imaginación. Él seguramente se lo dijo para enardecerla más, para convencerla a darle el divorcio y no seguir ningún minuto más a su lado.
«¿A qué punto estoy yendo?» esa pregunta me rondaba en la cabeza, cuestionándome mis acciones y que lo que hacía me estaba desviando de mis metas. Nunca estuvo en mis planes meterme en un embrollo como en el que estaba, enfrentarme a una mujer por hombre, eso iba en contra de mis fundamentos. Me juré jamás ser de ese tipo de mujeres porque por mucho que Mattew me gustara no quería hacerle crecer su ego, si su esposa quería que me alejara pues lo haría, porque no me iba q meter a una guerra que estaba mas que claro que perdería, no iba a recibir daños colaterales por ser la amante de su esposo.
De alguna forma debía restaurar mi reputación ante mi familia y esto no ayudaba mucho.
Iba a alejarme de Mattew y esta noche sería el último encuentro, iba a olvidarme de todo esto y sólo me enfocaría en mis negocios, en hacerme una mujer de éxito que le callaba bocas a todo aquel que se le ocurriera desafiarme.
El timbre de la casa me sacó de mi momento de reflexión, me apresuré a abrir la puerta y encontrarme con el protagonista de mis sueños húmedos. Lo recibí con un beso y lo hice pasar al interior, no quería que nadie lo viera por aquí y comenzaran con la chismería.
—¿Quieres algo de beber? —pregunté
—Si, el trago más fuerte que tengas.
Saqué una botella de coñac del mini bar y la llevé al living para que bebiera la cantidad que deseara. Se sirvió un trago y se lo bebió como agua, hizo el mismo proceso tres veces y el cuarto lo dejó sobre la mesa.
—Ven —palmeó sus piernas y no dudé en ir, sentarme sobre él lo consideraba como un gesto íntimo, de un nivel de confianza alto. Intentó besarme pero hice mi cabeza hacia atrás, estaba bastante ebrio, el cansancio y la frustración en sus ojos no desaparecía. Llevé mis manos a los botones de su camisa teniendo su intensa mirada sobre mi. —Bésame, Faith, quiero tener tu boca, sentir tu sabor y sumergirme en tu cuerpo, hazme olvidar.
No me hice del rogar y pegué mis labios en los suyos, sintiendo su toque en mi cuerpo que me provocaba el éxtasis, sus dientes se prensaron de mi carne y sonoro jadeo se ahogó en su boca, mis manos se adentraron en su camisa acariciando su pecho, el calor se apoderaba de mí y el deseo emergía en nosotros como en cada encuentro.
—Matt —solté sus labios para dirigir los míos por su mentón, dándole suaves mordidas, cerré mis ojos y activé mis sentidos, dejándome llevar y quedando a su merced. Esta podría ser la última vez que lo tendría de este modo, sintiéndolo mío por completo y entregándole mi alma, mirándolo a los ojos y gritándole con ellos lo que tanto me había callado. Me había enamorado de él, cada latido de mi corazón tenía su nombre y mi respiración se aceleraba de solo verlo. Me cautivaron sus besos, sus caricias que no sabía si me llevan al cielo o al infierno, quizá a ambos.
Nadie podría ocupar su lugar y ahora si comprendía a esas mujeres que decían que habían hombres que te marcaban la vida y él había hecho eso mismo con la mía. Marcó un antes y un después.
Me abracé a su cuerpo desnudo y sudoroso, escuché su corazón latir y su respiración acelerarse cuando alcanzó su orgasmo y me llenó de él.
—Eres mía, Faith —declaró tomándome la boca con ferocidad, con esas ansias de dejarme claro su punto.
«Soy tuya, Mattew» quise responderle, que no le quedara duda que no sólo mi cuerpo le pertenecía, sino mi corazón.
—¿Y tú eres mío, Matt? —pregunté tomándole el rostro para mirarlo a los ojos.
—Si —respondió en un susurro y transmitiéndome calidez por medio de sus zafiros.
Me tomó en brazos y me llevó a la habitación dejándome con delicadeza sobre la cama, se posicionó a mi lado y me apresó en sus brazos y hundió su rostro en mi cuello. No pasó mucho para que se quedara dormido, viéndose tan pacifico con sus expresiones relajadas, con su respirar suave y sus finos labios cerrados.
—Lo que daría por haberte conocido en otras circunstancias —susurré acariciando su cabello —tal vez en una línea temporal donde aún no te hubieras casado, donde tendría la oportunidad de quererte sin sentir el mío que ahora me mismo recorre.
Una lágrima silenciosa se resbaló por mi mejilla, esto estaba doliendo más de lo que nunca imaginé.
—Tengo miedo pero esto debe de ser así, tú no eres mío, nunca corresponderías a mis sentimientos y tu esposa y todos tienen razón, ningún hombre se enamora de este tipo de mujeres, jamás podrías verme de otra forma que no fuera lo sexual. Lo que hubiera dado por la oportunidad que tuvo Giorgia de estar a tu lado, yo si hubiese hecho tiempo para ti, para nosotros. Ella no era para ti, yo si.
Las lágrimas no paraban y sólo me abracé con fuerza a su cuerpo sin deseos de querer soltarlo. Grabándome su olor y la suavidad de su piel.
«Ojalá todo hubiese sido diferente»
...
Me desperté antes que él lo hiciera, me apresuré a bañarme y a vestirme adecuadamente, un traje verde esmeralda y unos tacones negros serían lo que usaría este día.
Él aún estaba dormido, después de todo el alcohol que ingirió ayer era razonable. Mi mano ardía ante la prisa de escribir en una nota lo que no me atrevía a decirle en persona, no quería estar ahí para cuando él despertara.
La dejé sobre el buró donde permanecía su celular, salí de la habitación y en silencio bajé las escaleras. Desayunaría de camino a la empresa, tomé los documentos necesaria para salir de casa. Mi corazón seguía oprimido arrepintiéndose a ratos por la decisión pero mi cerebro se encargaba de recordarme que era lo mejor y que no debían existir dudas en mi.
Mientras conducía mis pensamientos evocaron lo escrito en el papel.
"Querido Mattew, vivir toda esta aventura a tu lado ha sido lo mejor de mi vida, aunque no la más correcta, tu pasión me llenó de vida, el sólo evocar los recuerdos de cómo nuestros cuerpos era poseídos por la lujuria, por la bestialidad que nos hacía arder. Fuimos tentados y caímos, nos olvidamos del amor de nuestras parejas y es por eso que la mejor decisión es alejarnos y poner fin a esto. Dirás que soy una cobarde por no decírtelo personalmente y quizá si lo soy. Pero ambos sabemos que esto es lo mejor para todos. Lo único que nos unirá será el trabajo y nuestro trato será meramente profesional.
Espero que así como yo no te olvidaré, tú tampoco lo hagas.
—Faith Petterson"
Resistí que mis lágrimas no se siguieran derramando pero ese nudo en la garganta me andaba ahogando, ni siquiera pude comer y el agua a penas me pasaba.
Me paré frente al ascensor para subir al piso donde se encontraba las oficinas de "Pleasurable Temptations" . Mis manos sudaban y mi mente trataba de solo concentrarse en calmarme, en concentrarme en mi trabajo y recordarme que debía cumplir todo lo que siempre quise.
Las puertas dobles de la caja metálica se abrieron y junto a otras personas abordé marcando el piso. A cada nada checaba mi celular pero este se mantenía libre de notificaciones, era bueno que mamá hubiese dejado de insistir, que Aiden respetara mi espacio.
Mis tacones resonaron en la porcelana, algunos ojos repararon en mi presencia y una chica menuda me esperaba a una distancia del ascensor.
—Bienvenida, señorita Petterson —saludó mostrando una sonrisa demasiado ensayada para mi gusto —la junta la espera en la sala de conferencias. Si me permite guiarla.
Asentí y la chica comenzó a caminar unos pasos más adelante de mi, se detuvo frente a una estancia cristalizada y desde aquí podía observar a los miembros de la junta.
—Pase, señorita —abrió la puerta para mi y manteniendo mi postura erguida, mi mentón en alto y con la mirada audaz, no quería demostrar nerviosismo sino seguridad.
Todos me dieron la bienvenida y me escucharon con atención, en ningún momento dudé y todo lo que salía de mi boca denotaba certeza, dejando ver mis conocimientos en el ámbito empresarial sabiendo manejar varias áreas del gremio, entre ellos relaciones públicas, marketing, finanzas y la gerencia. Mis estudios me prepararon para estar al frente de una empresa, liderando y llevando al éxito un negocio.
—...Mi meta es entrar al mercado global, al fabricar un producto que tiene mucha demanda nos facilitará la entrada...—seguí hablándoles y convenciendo a la mayoría, la manera de expresarme y en cómo me desenvolvía en el tema les dejaba claro que sabía manejarlo, al mostrarles presupuestos, entre otras cosas.
Al terminar todos me dieron la bienvenida y su total apoyo, no intervendrían si todo iba acorde a lo planificado. La chica del ascensor, quien era mi secretaria, me guió hasta mi oficina.
Sonreí totalmente extasiada, al fin tenía algo que era mío, algo que hacer crecer, un motivo para sentirme orgullosa de mi misma. Y no había nada mejor que ese sentimiento.
Arreglé mis cosas, entre ellos venía una fotografía que imprimí hace unos días, era una donde Mattew y yo salíamos en la playa, ambos sonreíamos y permanecíamos abrazados, una de mis manos descansaba sobre su pecho y una de las suyas sobre mis glúteos.
La miré por unos minutos y después la guardé en uno de los cajones donde guardaría documentos importantes bajo un código de seguridad. Quería tener ese pequeño recuerdo de ambos, no quería olvidarlo.
Quizá me estaba aferrando como solía hacerlo con mis parejas. Pero esta vez quería sanar, iría a terapia con un psicólogo para superar todo y la próxima pareja que llegara a tener no le tocara liderar con pedazos rotos.
Cuando acabé con todo adelante trabajo revisando algunos informes del estado de la empresa y revisando contratos con proveedores. Mi secretaria vino por mi a eso de las tres de la tarde, los empleados se encontraban reunidos en la recepción a espera de la presentación de su nueva jefa.
Me paré delante de ellos sonriendo, algunos murmuraban por lo bajo y otros simplemente guardaban silencio.
—Buenas tardes —saludé haciendo que todos guardaran silencio —Mi nombre es Faith Petterson, soy la nueva directora ejecutiva de esta empresa. Estoy muy emocionada por hacer de esta marca un éxito, lo cual lo lograremos trabajando en equipo, ustedes son el motor de este lugar y creo en que juntos lograremos nuestros objetivos...
Di una charla motivacional para hacerlos entrar en confianza, quería un buen ambiente laboral, no quería que tuviesen miedo o terror, no quería que me odiaran y lanzaran maldiciones. Ya había estado en ambos lados y jefe odioso no producía ganas de trabajar, sólo presionaba y eso muchas veces ocasionaba accidentes, malos productos, entre otras cosas.
Ese día decidí que saldrían una hora más temprano de lo habitual, quería que se fueran animados con mi llegada. También debía revisar los últimos ajustes para el evento que sería en dos días, quería que todo estuviera impecable.
Cuando volví a casa el sentimiento de soledad me embargó, subí a la habitación encontrando la cama desarreglada, era obvio que él no se iba a tomar el tiempo para hacerla, la nota no estaba y no había ningún indicio de otra nota suya.
«A lo mejor y no le molestaba mucho terminar con esto» pensé con cierto sin sabor.
Me di una ducha y decidí llamar a Rebecca para que viniese a hacerme compañía, ella no tardó en aparecer con pizza y con George, este último me saludó con un abrazo mientras me preguntaba cómo me encontraba.
—Para ser sincera muy feliz, saluden a la nueva CEO de Pleasurable Temptations —mi amiga soltó chillido viniéndoseme encima y repartir besos en mi cara.
—¡Estoy tan feliz por ti! Al fin tienes lo que tanto querías.
Sonreí siendo más feliz por su reacción tan genuina.
—Felicidades, Faith —dijo George regalándole una sonrisa.
—Gracias, chicos —solté un suspiro —estoy emocionada, hoy estaba sudando frío cuando me presenté ante la junta, pero lo hice bien y los empleados parecieron recibirme del mismo modo.
—¡Esto hay que celebrarlo! —se apresuró por las cajas de pizza y las gaseosas —Con una buena película de acción.
Buscamos una película, los tres compartíamos el gusto por él mismo género, hacíamos comentarios y algunos chistes, el tiempo que compartía con ellos siempre era muy ameno. El sentimiento de soledad desapareció, nos acostamos hasta tarde luego de ver alrededor de tres películas, devorarnos la pizza y las palomitas que preparamos después.
Al llegar a mi habitación me acosté en el lugar donde él lo hizo, aún se podía sentir su olor y unas incontrolables ganas de llorar me inundaron, no sabía que estaba ocurriendo conmigo que a cada nada lloraba.
—Tranquila, Faith —susurré —esto pasará y pronto sólo será un mal recuerdo.
Abracé una de las almohadas y me dejé llevar por el sueño, sumergiéndome en el mundo de Morfeo hasta que mi alarma me sacó de él.
Hice la misma rutina de siempre, al bajar las escaleras me encontré con mis dos invitados en la cocina, ella cocinando y él sentado en uno de los taburetes de la barra.
—¿Es así como piensas consentir a mi amiga? —me crucé de brazo y achiqué mis ojos hacia él.
—No, ella tendrá un chef para que le prepare todo lo que ella desee —le guiñó un ojo haciéndola ruborizar.
—¿No le cocinarás tú? —me senté en el taburete de al lado.
—No —sacudió la cabeza —no sé cocinar.
—Deberías aprender para que le prepares desayunos en sus cumpleaños.
—Querida Faith, cuando se tiene dinero aprender a cocinar no es necesario.
Solté una risa mientras estiraba mi mano para alcanzar una de las manzanas del frutero.
—Tienes razón.
—Y no es como que tú seas en una experta en la cocina.
—¡Eh! ¿Pero qué dices? Hay algunos platillos que me quedan deliciosos, muchas personas pueden corroborar ese dato —me defendí recordando que a Mattew y Aiden le gustaba mi comida.
—¿Si? ¿El Senador puede ser uno de ellos?
Abrí mis ojos grandemente sin poder ocultar la sorpresa, rápidamente volteé a ver a mi amiga que sólo sonrió mostrando sus dientes y llevando sus mechones de cabello atrás de su oreja.
—Yo no se lo dije —lo miró —él vio cuando Mattew salía del baño y escuchó una parte de nuestra conversación, yo sólo se lo confirmé cuando me preguntó por qué estaba enojada.
Miré avergonzada a George, él siempre me había visto como una persona correcta y formó parte del grupo que me brindó apoyo y creyó en mi con lo sucedido con Jake.
—Perdón, no pude mentirle cuando me preguntó.
—Está bien —bajé la mirada a mis manos —de todas formas ya no hay nada con nosotros.
—No tienes por qué avergonzarte, Faith. Somos humanos y cometemos errores, tú estabas dolida con lo de Aiden.
—Me avergüenza porque nunca fui del tipo de mujer que hacía estas cosas, y con él no me arrepiento de nada.
—Cada persona tiene sus propios métodos para librarse del tormento, tú no pudiste soportar la idea de estar sola y te refugiaste en otro.
Rebecca sirvió los platos frente a nosotros y tomó asiento a mi lado.
—Lo que hice no tiene justificación.
—No, no la tiene —contestó George de inmediato —pero para tu fortuna nosotros somos tus amigos y hasta en tus más locas estupideces vamos a estar de tu lado.
—Eso ni lo dudes —aseguró mi amiga.
No sabría lo que haría sin ellos, me habían demostrado tantas veces que eran leales a mi, me habían apoyando en mis momentos más difíciles. Ellos eran lo que consideraba hermanos de vida, no compartíamos lazos de sangre y aún así yo daría todo por ellos.
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