Capítulo 19
Faith
Cuando llegamos a nuestro destino nos registramos en el hotel que se encontraba sobre el agua turquesa, el viento agitaba mi cabello y las ganas de adentrarme al paraíso de la isla eran enormes.
Dejé mi bolso sobre la cama y me apresuré hacia el balcón dejando que la pureza del lugar invadiera mis fosas nasales, el aire se sentía diferente al de las ciudades, ver el azul del cielo combinar con el color del mar era digno de admirar.
—¿Te gusta? —preguntó él llegando a abrazarme por la espalda y descansar su mentón en mi hombro.
—Me encanta, es lugar tan hermoso.
—¿Ya habías venido aquí?
—Si, mi familia tenía de tradición salir todos los veranos, cada año era un destino diferente —comenté trayendo recuerdos de todos los lugares que visité —diría que este lugar y Santorini son mis sitios favoritos.
—Si, son hermosos pero tanto como tú —murmuró dejando un beso en mi mentón y apartarse para servirse algo de la bebida en una de las mesas.
—Tienes una bonita labia, debo decirlo.
Él rió sacudiendo su cabeza y mostrándome esa bonita dentadura.
—No es labia, es la realidad.
Sonreí yendo a besar suavemente sus labios y quitarle la bebida de las manos para vaciarla en mi boca.
—¿Qué haremos? —pregunté dándole una rápida mirada a mi alrededor.
—Encerrarnos en la habitación —contestó como si fuera lo más obvio.
—Claro que no, hay muchas actividades para hacer aquí. La cama sólo la utilizaremos en la noche —sonrió —para dormir.
—Que aburrido —comentó haciendo una mueca.
—Hemos venido para alejarnos de nuestros problemas y trabajo, así que ve a darte una ducha y viste algo adecuado para el lugar —le di una rápida mirada al verlo en ropa formal.
—Solo si tú vienes.
Lo tomé de la mano llevándolo al interior del lugar, tomé su mentón sintiendo esa punzada en mi corazón, ni siquiera habían palabras suficientes para describir todo lo que este hombre me hacía sentir.
—Anda y compláceme con tu compañía —insistió tratando de cogerme en sus brazos y llevarme a la ducha pero negué.
—No, si hago eso terminaremos haciendo otras cosas que sólo nos quitarán tiempo para dar el recorrido a la isla —ronronee cerca de su boca para después alejarme e ir a buscar mi maleta para buscar el atuendo perfecto.
Él me obedeció, se dio una ducha y se vistió acorde al lugar, me gustaba como se veía, más joven y relajado, yo hice lo mismo y me vestí con un short de mezclilla por encima del bikini, una camisa manga larga color blanca, decidí no abotonarla y mostrar la parte superior del traje de baño de dos piezas que había elegido, un sombrero y unos lentes oscuros.
—¿Nos vamos? —pregunté saliendo y dar una vuelta luciendo mi vestimenta. Él se me acercó a buscar mi boca y asentir.
—¿Qué quieres hacer?
—Ya veremos más adelante, primero hay que salir de aquí antes que se nos haga más tarde y no nos quede tiempo para todo el recorrido.
Caminamos por el muelle a lo largo de las habitaciones hasta llegar a la arena, buscamos dónde alquilar una motocicleta para nuestro recorrido. No era muy buena con ellas pero si podía, Mattew al principio no pareció muy convencido pero ante mi insistencia no puso objeción.
Aceleraba a cada nada en aquel aparato, me reía unas cuantas veces cuando estuve a punto de enterrar mis dientes en la tierra, ambos nos divertimos mucho y eso era algo bueno. Él hasta parecía otra persona aquí, su cuerpo ya no parecía tan tensionado y la sonrisa deslumbrante no desaparecía de sus labios.
Ahora mismo nos encontrábamos nadando frente a nuestra habitación, admirando la puesta de sol mientras él rodeaba mi cintura, la calma que mi alma estaba sintiendo era increíblemente grande, no quería salir de aquí y vivir este sueño el resto de mi vida. Porque si debía describir los momentos con Mattew serían como la palabra sueño, una salida de mi realidad.
—¿Cenamos? —me preguntó luego de un momento donde la noche ya se había acentuado, asentí y entre sus brazos me sacó del agua, me tendió una toalla y pidió al personal que nos llevaran la comida, a ninguno de los dos nos apetecía salir.
No tardaron en servirla en nuestra mesa, mientras tanto me secaba el cabello y me cambiaba de ropa, un vestido de playa.
—¿Cómo le haces para lucir tan radiante? —reí dejándome rodear por sus brazos y acercarme peligrosamente a su cuerpo.
—Debería hacerte la misma pregunta, cada vez que te veo te me haces más atractivo, más sensual, más sexi y mis ganas por ti solo siguen creciendo.
Besó mis labios por un largo momento, dejándome seducir por si tacto, por su aliento mentolado y su delicioso aroma, este hombre era exquisito en todos los aspectos.
Cenamos manteniendo conversaciones livianas, nada de asuntos que nos consumían. Pasar la noche a su lado en ese lugar fue maravillosa, como todos nuestros encuentros eran pasionales, nuestros cuerpos ardían con cada roce, con cada beso y cada caricia. Quizás ese era nuestro lenguaje de demostrarnos los que sentíamos el uno para el otro, esas incansables ganas de permanecer el uno al lado del otro y de la manera en que ambos nos entendíamos.
Casi parecíamos una pareja. «Pero no lo éramos»
A la mañana siguiente decidimos ir a bucear por los arrecifes de coral y dar una caminata por el bosque tropical de motu. Mi galería no aguantaría con tantas fotos que tomaba y para mi sorpresa él se dejó fotografiar junto a mi, cualquiera que nos mirara pensaríamos que éramos una pareja en su luna de miel, actuábamos como si estuviésemos desviviéndonos el uno por el otro.
Mattew alquiló unas jet sky para dar un paseo por las hermosas aguas, todo me parecía tan perfecto, tan irreal y a mi casi nunca me pasaban cosas bonitas. Siempre quise vivir este tipo de experiencias con mis novios y al final terminé viviéndolas con mi amante, quien no paraba de mimarme complaciendo todos mis deseos.
También exploramos Valtape y al atardecer dimos un paseo en catamarán para ver la puesta de sol mientras cenábamos, era nuestra última noche ahí y podía describir estas vacaciones como las mejores de mi vida.
—Gracias —dije viendo su perfil y conteniendo mis ganas de acariciar, de besar cada parte de su rostro y...
Desvíe la mirada hacia donde el sol se ocultaba, tratando de disimular el caos que se estaba armando en mi interior al descubrir lo que sucedía.
—¿Por qué?
—Por darme momentos tan maravillosos.
—De ser así, quien tendría que agradecer sería yo —me atrajo a su cuerpo pegándome en su pecho —eres la mejor compañía.
—Lo sé —sonreí dejándome acariciar por él.
—Y el modesto soy yo.
Reí
—Somos muy similares, ¿no lo crees?
—En muchos aspectos, si.
Volvimos a la habitación pasada la media noche, estaba tan cansada que sólo me acosté en la cama y me quedé dormida, al despertar lo hice sobre su pecho y con sus manos rodear mi cintura. Solté un pequeño suspiro mientras admiraba su belleza y pregúntame hasta donde llegaría mi egoísmo, el tiempo a su lado no pensaba en nadie más que no fuera en nosotros.
Se suponía que debía estar viviendo el duelo de mi relación fallida, que debía estar llorando al no soportar la ausencia de mi ex novio, pero todo era diferente, aquí estaba entre otros brazos después de haber tenido los mejores días a su lado.
Me levanté para ir a lavarme la boca y pedir el desayuno, me vestí con algo cómodo para el vuelo y esperé por la comida, la cual llegó organizada en una bandeja de madera.
Me acerqué a la cama sentándome a la par de él y comenzar a repartir besos por su rostro para despertarlo, se removió hasta abrir sus hermosos ojos y sonreírme adormilado, se veía demasiado tierno.
—Buenos días —dije depositando un beso sobre su boca
—Buenos días —respondió con su voz enronquecida.
—¿Listo para volver?
Hizo una mueca y negó con la cabeza.
—Preferiría quedarme aquí y seguir disfrutando de tu compañía.
Aparte el cabello que caía sobre su rostro, hice un mohín, también me gustaría lo mismo pero para seguir solventando este tipo de salidas debíamos volver al trabajo. No es como que me hubiera dejado pagar algo en este lugar pero no era una mujer que le gustaba ser prisionera del trabajo y los deberes. Me gustaba salir y explorar lugares que no conocía.
—No podemos seguir huyendo para siempre, señor McConnell.
—Tienes razón.
Me levanté de la cama a traer la bandeja del desayuno, él se sonrió y palmeó el lugar a su lado, antes de empezar a comer se excusó para ir a lavar su boca, ya que sino lo hacía no podría hacerlo a gusto según él.
Después de eso nos marchamos, dimos un paseo rápido en uno de los museos antes de ir a subirnos al jet y encerrarnos en la habitación para hacer el viaje más llevadero y que fuera a nuestro entero placer.
Al llegar a la ciudad todo se sintió tan diferente, el llegar a mi apartamento de nuevo a la soledad a la que tanto le huía, al tener el valor de ver lo que decía de mí en las revistas como la novia de Aiden Wells, segmentos enteros discutiendo quién era mejor si Isabella Ramos o yo.
Una total estupidez.
Tenía varios mensajes de distintas revistas queriendo entrevistarme, de personas comentando lo bonita que era y entre esos también mensajes de gente odiándome sin ninguna razón.
Una llamada de mamá me interrumpió y decidí descolgarla para que dejara de molestar.
—¿Qué quieres mamá? —pregunté de mala gana mientras le daba un sorbo a mi café.
—Hablar contigo, cariño. Por favor no vayas a colgar, dinos dónde estás e iremos a verte.
Hablar con ellos era lo último que quería en este momento.
—No quiero hablar, mamá y quiero que respeten eso. Sigan sus vidas tal y como la llevaban, sigan con la imagen de ser lo peor de la familia que yo no quiero saber nada de ustedes.
Estaba siendo dura con ella pero en cierta forma se lo merecían, hicieron cosas que hasta la vez seguían doliéndome.
—Por favor, Faith. Debemos saber lo que ocurrió esa noche.
Algo se incendió en mi interior al escucharla soltar esas palabras, mis ojos ardieron y mi boca parecía expulsar el fuego que se desataba en mi interior.
—¿Hasta ahora? —solté una risa irónica —Demasiado tarde para eso, madre. Ninguno me quiso escuchar, me negaron el derecho de excusarme y...
—¿Es tan difícil entendernos, Faith? —me interrumpió molesta —Una de nuestras hijas llegó llorando a casa desconsolada porque encontró a su esposo con su hermana desnudos en la cama, ¿qué crees que pensamos todos? ¡Por Dios! No sé si lo que dijiste en la isla es cierto o sólo fue tu manera de librarte de lo que hiciste.
Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas anote lo inédito que eran para mi sus palabras.«¿Eso es lo que mamá creía de mí?»
—Y para eso querías hablar conmigo. ¿Sabes qué, mamá? Pueden seguir creyendo lo que quieran, no me importa y todos ustedes se pueden ir al demonio.
—¡Tus actos hablan por sí solos, Faith! —su exclamación me hizo detenerse para no colgar la llamada —¿crees que creeríamos en tu inocencia cuando ese hombre llegó por ti?
—¿En eso se fijaron? Ni siquiera fue porque me largué de ahí luego de que me difamaran, sino porque un hombre llegó por mi. ¡Vaya mierda de familia que tengo!
—Ningún jefe hace tanto por su empleada, Thomas tenía razón al pensar en que te estás revolcando con ese hombre, es más que claro que eres una put...
—¡Suficiente! —No la dejé terminar la palabra —No necesito escucharte, dejen de meterse de una buena vez en mi vida, soy adulta y sé lo que hago con ella.
Corté la llamada sin permitirle añadir ninguna otra palabra. Estaba cansada de oírlos juzgarme como si ellos hubiesen sido unos santos, como si nunca me hubiera percatado de cómo mamá se encerraba en una habitación con su guardaespaldas cuando papá se encontraba en viaje de negocios. Cómo si no recordara las veces que la encontraba llorando con una revista en su mano y reclamarle a papá de sus aventuras siendo encabezados de revistas de prestigio.
Se olvidaban de eso a la hora de señalarme, los seres humanos éramos expertos en juzgar los errores de otros sin ver los nuestros. Yo misma me excusaba de mi error diciendo que el otro lo hizo primero.
Las infidelidades era un acto indefendible, una muestra de la falta de lealtad, de respeto y de valores, en cómo una persona podía ser tan egoísta, tan insensible hacia la persona que lo ha dado todo por ti.
...
Los días fueron pasando un poco más ajetreados que de costumbre, estaba trabajando doblemente, en la oficina y en mi nueva marca, también estaba la búsqueda por la nueva asistente de Mattew, me había costado mucho tiempo encontrar a mi antigua secretaria, le hice las respectivas entrevistas y me encargaba de adiestrarla en el nuevo empleo.
Hoy era mi último día en la oficina y el sentimiento de nostalgia me invadió, no porque extrañaría el empleo sino por él, cada día que pasaba algo se acrecentaba en mi, algo que no podía manejar y que me asustaba demasiado. Ni siquiera era capaz de mencionarlo, el miedo a arruinarlo todo me detenía.
Cada mañana entraba a su oficina a dejarle el café y un beso, solíamos conversar un poco y después proseguir con el trabajo.
Aún no mencionaba nada de la investigación y eso me tenía un poco angustiada, quería preguntarle pero a la misma vez no, vivía debatiéndome en lo mismo. Una parte de mí intuía lo que había sucedido y no quería aceptarlo, no quería ver la realidad de lo que marcó mi vida.
Con Rebecca muchas veces sacamos nuestras conclusiones y todas nos llevaban a lo mismo.
—El señor McConnell quiere verte en la oficina, Faith —dijo Jessica, la nueva asistente, llegando a la cafetería, dejé mi taza de café y me apresuré a caminar hasta la oficina.
Si sus suaves toques y esperé hasta recibir su permiso para proseguir, me sorprendí cuando encontré al señor Baker sentado en una de las sillas frente al escritorio.
—¿Me mandó a llamar, señor? —pregunté manteniendo el formalismo.
—Si, tome asiento, por favor —señaló la silla libre ubicada a un lado del señor Baker, quien me sonrió amablemente.
—Queremos saber los últimos detalles de Tentation. Las invitaciones ya fueron enviadas pero tú aún no nos das los detalles.
—Todo lo que debían saber estaban en los informes, todo se apega a los presupuesto. Respecto a la fiesta de lanzamiento, se hará un desfile mostrando los nuevos diseños y recalcar el cambio de nombre.
—¿Algún otro detalle? —preguntó Mattew recargando su espalda en la silla y jugando con un lápiz en sus manos.
—No, como dije, todos los detalles están en los informes. Mañana me presentarán ante la junta como la nueva dueña y directora de Tentation o cómo su nuevo nombre "Pleasurable Temptations"
Quise conservar un poco de lo anterior pero volverlo un poco más atrevido, el cambio no sólo era en los productos sino a nivel general. Estaba emocionada por comenzar esta nueva aventura, comenzar a forjar mi propio legado y demostrarle al mundo lo que era, no una mujer bonita que iba por la vida seduciendo hombre como muchos decían.
—Siendo así no me queda más que darle las felicitaciones, señorita Petterson. Esperamos que esto sea un éxito —el señor McConnell se levantó para estrechar nuestras manos y dedicarme esas miradas indiscretas de siempre.
—Estoy muy orgulloso de ti —el señor Baker me estrechó con sus brazos con mucho cariño.
—Espero hacerlo toda la vida —sonreí tímidamente.
—Estoy seguro que así será —se apartó de mí metiendo las manos en su bolsillo y mirarme divertido —a tu padre le dará un infarto cuando sepa de esto y que tú no lo hayas invitado.
—Ni me lo recuerdes —hice una mueca, seguía sin hablar con ellos, cada que pensaba en hacerlo el estómago se me retorcía —no quiero a mi familia cerca de mis negocios. Así como él me excluyó como castigo, ahora hago lo mismo con él.
—Su hija tenías que ser —se acercó de nuevo para abrazarme y despedirse de mi, dejándome a solas con Mattew, quien se encontraba recargado sobre la mesa con las manos en sus bolsillos.
—¿Ya te dije que me harás falta?
—Demasiadas veces —sonreí acercándome a él —pero siempre hay espacio para ti en mi casa.
—¿Quieres que vaya hoy? —preguntó rozando nuestros labios, enrollé mis brazos alrededor de su torso sintiendo el calor que emanaba su cuerpo.
—Si, todas las noches si fuera posible —lo sentí sonreír antes de besarme. Un suspiro salió de mi boca, al tiempo que mi corazón latía desbocado.
—Ahí estaré, preciosa —murmuró tomándome de la cintura, en un rápido movimiento me colocó sobre la mesa, el arrebato me gustó así como la mirada lujuriosa que me dedicó antes envolver mis labios en el calor de los suyos, de su lengua abrirse paso para encontrarse con la mía, el contacto nunca dejaba de ser exquisito así como sus manos apretar mis caderas.
En estos últimos días había empezado a sentir a este hombre como mío, quería reclamarlo y dejarle saber al mundo por quien era que se deshacía, a quien le pertenecía su deseo, a quien le dedicaba las noches enteras, a quien complacía para el deleite de ambos.
Las puertas dobles de la oficina se abrieron sobresaltándonos a los dos, separamos nuestras bocas y nuestros ojos se fijaron el persona que se acercaba furiosa, no supe el momento en qué me apartó a Mattew y me jaló del antebrazo enterrándome las uñas y volteándome la cara de una bofetada, lo cuál no le bastó y se aprovechó de mi aturdimiento para darme otra.
—¡Eres maldita zorra! —exclamó Giorgia McConnell queriendo venírseme encima pero no sé lo permití, tomé mi postura defensiva, no iba a permitir que me tocara de nuevo.
—Sabía que algo ocurría entre ustedes, desde que te conocí supe que querías enterrarle las garras a mi esposo pero eso es algo que jamás voy a permitir —parecía fuera de si y las ganas dd asesinarme se veían en sus ojos —te voy a enseñar a respetar los hombres ajenos, perra descarada.
Se me tiró encima enterrándome las uñas y jalando mi cabello, soltando a gritos insultos que seguramente me los merecía, quería apártala de encima, mi orgullo no aceptaba que estuviera en esta situación por un hombre.
—¡Suéltala! —escuché el grito furioso de Mattew mientras intentaba separarnos, o más bien quitármela de encima. Estaba enloquecida, apresó mi saco queriendo romperlo.
—¡Muévete, maldita sea!
Al fin lograron apartarla de mi, Mattew me colocó a sus espaldas mientras enfrentaba a su esposa.
—Lárgate ahora mismo de aquí, esta es un sitio de trabajo no una plaza donde puedes montar uno de tus shows —empezó a decirle mientras la mujer comenzaba a sollozar —vete a llorar a otra parte que yo no estoy para soportar tus mierdas.
—¿Es así como tratas a tu esposa? ¡Proteges a esa maldita perra como si fuera alguien importante para ti!
—¡Es que lo es! —exclamó tomándonos a todos por sorpresa, mi rostro estaba enrojecido por la vergüenza y la ira por esa mujer al sentir mi cara arder de los golpes.
Di un rápido vistazo hacia afuera encontrando a todos los empleados amontonados a las afueras de la puerta permaneciendo expectantes a todo lo que ocurría. Uno de los empleados permanecía en el interior y sucede que había sido él quien ayudó a Mattew a separarnos, o más bien a quitarme a esa mujer de encima.
—No puedes hablar en serio, no puedes estar poniendo por encima de mi a esta... —me dio una mirada burlona queriendo hacerme sentir menos pero conmigo esa técnica no funcionaba, levanté mi mentón y salí de detrás de él.
Nadie podría sentirse superior a mi porque yo no me creía menos que nadie.
Mi actitud pareció ensordecerla porque se volvió a venir contra mi pero esta vez Mattew fue más rápido y la detuvo.
—No se te vuelva a ocurrir volver a tocarla porque te destruyo —amenazó haciéndola temblar ante su agarre.
—Recuerda lo que puedo hacer, Mattew, divulgaré todo si no te alejas de esta perra.
Él sonrió.
—No tientes al diablo, Giorgia o podrías arrepentirte. No eres la única que sabe secretos.
La mujer se soltó de su agarre y me dedicó una mirada de odio a la cual le sonreí. Podría imaginar la impotencia que estaba sintiendo y por cruel que sonara estaba disfrutando de su dolor. De sentir perdido al hombre que se suponía era suyo.
—Voy a destruirte —me amenazó —esto no te durará siempre, los hombres jamás toman en serio a las mujeres como tú, fáciles e interesadas por escalar de la manera más fácil.
Se dio la vuelta para marcharse y abrirse paso entre todos los espectadores que teníamos fuera del despacho.
—¡¿Qué están haciendo aquí?! ¡Lárguense a trabajar que esto no es un puto espectáculo! —todos comenzaron a dispersarse en tanto él cerraba de golpe las puertas evidentemente frustrado.
Yo permanecía estática en el mismo sitio, mis pies no querían responder y aún no asimilaba lo que había sucedido.
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Foto de Giorgia
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