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8. Sabia es mamá.

Esa misma noche, Tony contó que tenía toda la intención de visitar a su madre y a sus hermanos al siguiente día, y en serio quería que Thor fuera con él a pesar de que no era la persona favorita de ningún miembro de su familia. Igual le gustaba que lo acompañara.

—Lo siento, cariño, pero no iré.

—Por favor, mi familia te extraña —rogó Tony haciendo un puchero, que solo recibió una mirada irónica por parte del otro hombre. 

Sabía que lo que le pedía a Thor no era posible, ya que claramente sus hermanos era quienes menos lo querían en esa casa.

Su desagrado era algo que Tony no terminaba de entender, incluso había hecho que su esposo les diera regalos a cada uno de los dos hermanos, pero ellos se habían rehusado a aceptarlos. En cuanto a su madre, se encogía de hombros cada vez que les preguntaba la razón de su rechazo.

Aunque eso no significaba que fuera a darse por vencido en hacer que todos se llevaran bien.

—Igual debo ir a trabajar, pero ya veré a tu familia en navidad.

Tony frunció el ceño. Estaban en julio.

—Sé que mi familia no te ha recibido con los brazos abiertos exactamente —se pegó más a su marido—, pero sé que con el tiempo te van a amar tanto como yo lo hago.

Thor vio a los ojos marrones del hombre a su lado y suspiró pesadamente.

—Supongo que puedo llegar un poco tarde al trabajo.

Tony soltó un pequeño chillido de emoción mientras que lo abrazaba con fuerza.

Steve abrió la puerta de la casa de su madre con la llave que ésta le había dado, y no tardó en hacer notar su presencia en la casa.

—¡Mamá, soy Steve!

—¡En el jardín! —escuchó a su madre y fue al lugar mencionado.

La mujer se encontraba sentada en un columpio de madera que veía al jardín. Había una pequeña mesa donde había una tasa de té vacía; era marrón clarito con detalles dorados. El marrón de los ojos de Tony es más bonito. Se regañó mentalmente por pensar eso.

—Hola, hijo, tanto tiempo sin vernos —reclamó Sarah, fingiendo enfado.

Steve rodó los ojos con una sonrisa en el rostro.

—Lo siento, madre. Jamás te volveré a dejar tan olvidada.

Ésta le hizo un ademán con la mano derecha para que se sentara a su lado en el columpio, cosa que hizo al instante.

—¿Cómo está todo en la corte?

—Excelente —contestó Steve, alegre. Se sentía orgulloso de su trabajo y le gustaba que su madre también lo estuviera—, mañana darán el veredicto final de un caso muy importante para mí.

—Todos los casos son importantes para ti, hijo.

Steve se sonrojó levemente. Escuchaba frecuentemente que se apasionaba demasiado con todos sus casos, pero eso era bueno según su hermana. De esa forma se esforzaba siempre el doble para ganar.

—Pero no te llamé para hablar de tu trabajo, eso lo hacemos todo el tiempo. 

Era verdad. siempre llamaba a su madre de noche para contarle sobre su día, y aunque eso la hacía feliz, no podía evitar sentir algo de nostalgia al pensar que su hijo lo hacía porque la amaba, pero también porque no tenía a nadie en casa con quien hablar.

—Por favor, dime que no es otra cita a ciegas...

Steve miró a su madre suplicante, pero sabía que tenía que ser eso. Lo entendió después de la novena.

—Organizaré tantas como sean necesarias hasta que encuentres a alguien con quien pasar el resto de tu vida.

Suspiró pesadamente.

—Mamá...

Fue interrumpido por la mujer, que se veía bastante determinada. 

—Mi amiga Winnifred tiene un hijo que es chef. No es muy atractivo —murmuró la ultima parte—, pero su comida es deliciosa.

—No puede ser mejor que la de Tony... —susurró Steve sin pensar, pero era obvio que su madre lo escuchó.

—Tony... —lo miraba seria—. ¿Es el hombre casado del que hablaba Sue el otro día?

Steve se puso nervioso. Pero por supuesto que su hermana le había ido contado todo chisme a su madre.

—Antes que nada, me gustaría aclarar que Susan es estúpida y no me gusta tanto Tony.

Su madre sonrió y decidió ignorar lo expresado de su otra hija.

—Dijiste "tanto" —hizo comillas con los dedos para decir la segunda palabra—, jamás habías admitido (aunque sea de esta forma) que alguien te gusta.

El rubio se removió nervioso en su lugar. 

—Claro que sí, te dije que me gustaba Sharon.

—Tus palabras exactas fueron... —hizo una mueca de disgusto antes de seguir hablando—. "Está buenísima".

Bufó con un poco de desespero. Su madre sólo estaba exagerando; tampoco era como si acabara de admitir que le gustaría estar con Tony para algo más que solo un polvo, lo cual era más probable de pasar ahora que tenía su número. Hablando de eso, aún no le escribía. Quizás debería enviar algo.

—La primera vez que mi hijo se enamora y es de un hombre casado —Sarah lo miró con tristeza.

Steve rodó los ojos.

—Primero, no estoy enamorado —levantó un dedo en el aire para contar—. Y segundo, su esposo es un completo idiota.

—¿Lo conoces?

—No necesito hacerlo. Cuando lo conocí, lo dejó plantado en un bar —recordó las pocas conversaciones que había tenido con el castaño, en especial todas las veces que había mencionado a su esposo—, y aunque Tony no lo acepte, sabe que su esposo no lo valora.

—Patán o no, no voy a dejar que mi hijo ande con alguien casado. Irás a esta cita y punto final.

En otra casa de una madre, una pareja recién llegaba, siendo saludados con alegría por todos los que vivían ahí. O al menos Tony lo era, mientras que Thor recibía miradas despectivas y saludos forzados para no molestar al pequeño hombre que lo acompañaba.

—¡Mamá, ha sido tanto tiempo! Mis hermanitos están enormes —Tony recibió a ambos chicos en un abrazo que casi lo tumba al suelo.

—Un gusto volver a estar en tu casa, María —dijo Thor acercándose a la mujer.

Ella sonrió forzadamente. 

—Me gustaría poder decir lo mismo —recibió una mirada de reproche por parte de su hijo mayor y luego soltó una risa—. ¡Ay, no es cierto! Ya saben que me gusta bromear.

Tony suavizó su mirada y jaló a su esposo de la muñeca para que juntos entraran a la cocina, donde había varios platos con comida. Vieron a los dos pequeños sentados nuevamente —como si se hubieran teletransportado— en la orilla de la mesa con mermelada de mora azul alrededor de sus labios.

El castaño fue con entusiasmo hasta el lado de sus hermanos y les limpió el rostro antes de llenarlos de muchos besos, obteniendo pequeñas risas como respuesta. No bastaba con un saludo con abrazos, ya que en realidad había extrañado mucho a sus dos hermanos pequeños.

—¿No van a saludar a Thor? —preguntó Tony, recibiendo una negativa por parte de los menores.

—Déjalos, cariño, sólo son niños.

Thor decía eso cada vez que los hermanos de Tony lo despreciaban de alguna forma, llenando de orgullo a su esposo, quien admiraba lo maduro que era al no tomar a pecho las crueles actitudes que tomaba su familia contra él.

Aunque la verdad era que no le importaba mucho a Thor, sólo esperaba a pasar un rato más para fingir una emergencia en la oficina y poder irse de ese lugar. Si jugaba bien sus cartas, tal vez podría conseguir que Tony se fuera con él.

—Dicen que los niños son excelentes juzgando a las personas —habló Gregory, siendo a su vez respaldada por su otro hermano pequeño, llamado Bruce.

—Chicos —reprendió su hermano—, por favor, sean amables con Thor. Es mi esposo y por lo tanto es parte de esta familia.

Todos los presentes suspiraron, excepto Thor, que sabía muy bien que a su esposo no le gustaría aquella actitud.

—Entonces ¿es cierto que vas a regresar a trabajar? —se unió su madre a la conversación—. No sé por qué lo dejaste en primer lugar.

Ella le dedicó una fría mirada a su yerno, quien también había endurecido sus facciones.

—La idea de que se quedara en casa no fue sólo mía, María.

Tony se apresuró a cambiar el tema para que no hubiera problemas entre las personas que más amaba.

—Sí, hablando de eso —tomó la mano de su esposo para llamar también su atención—, Evandro y su familia se irán por un mes de vacaciones y quiere hacer una especie de fiesta de despedida. Será en su casa y espera que vayan.

Thor frunció el ceño. 

—Si planea regresar, no veo por qué hacer una fiesta de despedida.

La mujer mayor lo reprendió con la mirada, pero no dijo nada.

—Dijo que es su forma de agradecer y, de todos modos... —comenzó a servir comida en un plato para dárselo a su esposo—. Un mes es mucho tiempo.

Thor negó con la cabeza. 

—Lo siento, pero tengo que ir al trabajo. No podré almorzar con ustedes.

El castaño iba a protestar, pero antes su marido se levantó de la mesa.

—Te veré en casa —el rubio le dio un beso demasiado largo en los labios, ganando un gruñido por parte de los más pequeños—. Espero que no desperdicies mucho tu tiempo.

Tony acompañó a su esposo a la puerta, y al regresar trató de convencer a su familia de que no se refería a el tiempo que pasaba con ellos, pero ninguno lo creyó. 

Ni él mismo lo creyó.

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