5. Cursi.
Thor era el director de marketing de una empresa de cosméticos que, aunque no se podía posicionar entre las más importantes del mercado, era seguro decir que muy pronto lo estaría, y no era para menos con todo el trabajo que su esposo hacía en ese lugar.
Eso era lo que Tony no podía evitar pensar debido las largas jornadas laborales de su marido, pero cada vez que iba a visitarlo y veía lo grande que se estaba volviendo la compañía, se sentía orgulloso.
—Buenas tardes, Jane.
Tony saludó a la recepcionista, quien le sonrió con dulzura sin dejar de escribir en la computadora. Aunque no era tan regular que él fuera a la oficina, tampoco era raro para nadie verlo por ahí.
Tocó en la puerta de la oficina de su marido. A pesar de que las paredes eran de cristal, no se podía ver lo que ocurría en el interior de esta gracias a las persianas, que estaban cerradas.
—¡Estoy ocupado! —respondió su esposo desde el interior, haciendo que Tony rodara los ojos.
Volvió a tocar y siguió hasta que el hombre se levantó para abrir la puerta algo molesto, pero todas sus facciones se relajaron al ver que se trataba de su esposo.
—Te traje el desayuno —le dio un casto beso en los labios antes de que Thor lo abrazara por la cintura y lo pegara más a él.
—Te cancelé la cita y aún así eres tan dulce conmigo —cerró la puerta con sus pies, y sin soltar a Tony, se desplazó a su escritorio—. A veces pienso que no te merezco.
Tony rió al mismo tiempo que se separaba, para depositar la bolsa con comida que llevaba sobre el escritorio.
—Tonterías, soy yo quien no merece a un esposo tan guapo como tú.
Thor no perdió más el tiempo y lo levantó para sentarlo sobre el escritorio, comenzando a besar su cuello, haciendo que el otro se estremeciera.
—No podemos en tu oficina...
Lo apartó un poco, viéndose a los ojos, hasta que Thor se separó más.
—No sería la primera vez.
Tony se sonrojó ante los recuerdos compartidos con su marido en aquel lugar, pero justo en ese momento quería hablar de algo más importante.
—Podemos seguir con eso en la noche, pero ahora hay algo de lo que quiero hablar...
El rubio se tensó ante la seriedad de su esposo y se separó de él, permitiéndole que se bajara del escritorio para después sentarse en una de las sillas frente al escritorio.
—Dime de qué se trata, bebé.
El más bajo tragó duro antes de hablar.
—Quiero regresar a trabajar al restaurante.
Thor soltó el aliento antes de reír ante lo que le dijo su marido.
—Uff, sólo es eso. Por un momento pensé que de nuevo hablarías sobre tener hijos.
Tony sonrió incómodo. Ese seguía siendo un tema complicado para los dos, aunque se resumía fácilmente en que él quiere hijos y Thor no. Se suponía que era algo que cambiaría con el tiempo, solo esperaba que no tomara tanto.
—No, fuiste muy claro respecto a eso.
Claramente fue Tony quien cedió en la discusión.
—Bebé, sabes que no me siento capaz de ser padre... —se arrodilló frente a él y lo tomó de las manos con cariño—. Pero dime por qué la repentina decisión de volver a trabajar.
Thor se sentó en la otra silla que ahora había acomodado para quedar frente a su esposo.
—Porque la razón de dejarlo fue para pasar más tiempo juntos, y con tu trabajo no ha sido muy posible últimamente.
El más alto dio unas palmadas en sus piernas, donde era la forma que siempre usaba para indicarle a su esposo que se sentara en su regazo. Era algo que al inicio a Tony le incomodaba, pero con el tiempo se había acostumbrado a eso.
—Ya sabes que la mayoría de las veces llego tarde por hacer horas extras. Si quieres puedo dejar de hacerlo...
—¡No! —le interrumpió Tony—. Es decir... ¡Claro que me encantaría! Pero la razón por la que quiero regresar es que hoy Loki fue a desayunar —sintió la mano del otro hombre pasearse por sus piernas, pero lo ignoró—, y me di cuenta de cuánto extrañaba cocinar para otras personas.
—Cocinas para mí en casa.
Tony le dedicó una mirada de completa indignación, pero Thor parecía no darse cuenta de lo que había dicho ni de cómo lo había afectado.
—No es lo mismo, extraño la magia de cocinar para otras personas... —puso sus manos en las mejillas del otro hombre—. Además, Evandro lleva lanzándome indirectas de querer una vacaciones para visitar su país natal.
—Regresará a Italia, qué bueno por él.
—Él no... —iba a corregir a su esposo respecto a la nacionalidad, pero sabía que no serviría de nada—. Mañana iré al restaurante para hablar con él. Lo convenceré de tomar unas vacaciones, y cuando regrese, le ofreceré trabajar en el nuevo restaurante.
Thor besó a su esposo en la frente y luego comenzó a hacerle cosquillas.
—Mi bebé es todo un hombre de negocios.
Tony se paró por instinto de las piernas del otro hombre aún entre risas.
—¡Basta con las cosquillas! —Besó tiernamente a su esposo en los labios—. Ahora, si me disculpas, voy a llevarle algo de comida a Rhodey.
Sin más tomó la bolsa con los recipientes restantes, y luego de recibir un pequeño golpe en sus glúteos, Tony salió de la oficina, dejando a un muy feliz Thor acomodando las sillas frente al escritorio.
Caminó más al fondo del pasillo donde se encontraba una puerta con el título CEO en ella. Ni siquiera tuvo que tocar, pues la puerta se abrió de inmediato, revelando a su amigo con una gran sonrisa.
La madre de Rhodey era la verdadera presidenta de la empresa, pero siempre que salía de vacaciones dejaba a su hijo como su remplazo, lo cual era casi todo el tiempo. La señora ya ni siquiera salía de viaje, solo se quedaba en casa a descansar.
—Por fin terminaste de jugar a la casita con Thor. Desde que te olí al bajar del elevador, estoy esperando tu comida.
Tony sonrió ante las palabras de su amigo. Sin duda él era quien más lo había impulsado a abrir su propio restaurante, también el segundo que ya estaba en proceso de apertura.
—Es un gusto verte a ti también.
James lo jaló dentro de su oficina.
—Ya pasa, Stark, sabes que nada viene antes que la comida para mí.
El castaño asintió sabiendo que era verdad, por lo que no lo tomó a pecho y solo entró a la oficina para ponerse un poco al día con su viejo amigo.
Y es que lo conocía de más tiempo que a Thor, no más que a Loki, pero igual era bastante tiempo. Se conocieron en el primer año de universidad, cuando Rhodes siguió a Tony por todo el campus guiado por el olor de su comida. Con los años, él le presentó a Thor y lo demás era historia.
—Ya no necesitaré que me ayudes a buscar un nuevo chef para el restaurante.
Rhodey se detuvo en su lugar con la comida en sus manos, para ver muy serio a su amigo.
—Si dices que hiciste las degustaciones sin mí, habrá problemas.
—No... —agachó la mirada con algo de vergüenza—, yo seré el chef.
Su amigo no tardó en levantarlo en un abrazo y darle una vuelta en el aire.
—¡Sabía que entrarías en razón! No podía mantenerte encerrado en esa casa por siempre —comenzó a destapar los recipientes con la comida uno a uno, colocándolos sobre la mesa—. De saber que sería así, jamás les hubiera organizado esa cita a ciegas.
Tony puso los ojos blanco. Desde la boda que el moreno no dejaba de insinuar la mala idea que había sido presentarlos.
—Fue lo mejor que pudiste hacer por mí —suspiró como adolescente enamorado—, es el amor de mi vida.
Rhodey hizo un ruido de desaprobación.
—Seguro, cursi —dijo antes de comenzar a comer.
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