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19. Mal humor.

Dio tres vueltas a la manzana en su auto, cinco veces que se acercaba a la entrada y al final no se animaba a entrar; todo eso en los últimos quince minutos. Cada semana sin falta iba al mismo restaurante a comer, era una especie de tradición que tenía él mismo.

Pero eso era antes de conocer al dueño del restaurante, quien ahora parecía ser una parte importante de su vida. Incluso se había encontrado que sus pensamientos sobre ese castaño ya no eran sólo sobre acostarse con él, pero no estaba dispuesto a aceptarlo aún. Y se ponía aún más nervioso después de recibir aquel buzón de voz que le decía que él también era importante para Tony.

—¿Planeas entrar al lugar o me harás perder más tiempo? —preguntó un hombre rubio que veía con mala cara a Steve. 

No lo culpaba; llevaba un par de minutos frente a la puerta sin decidirse por entrar.

—Lo siento, no sé qué me pasa hoy —se rió al tiempo que abría la puerta.

Era absurdo comportarse de esa manera, ya que lo más probable es que ni siquiera fuera a ver a Tony (que de seguro estaba ocupado trabajando en la cocina).

Entró al establecimiento seguido por el hombre que también iba solo.

—Buenas tardes, señor Rogers —le recibió con alegría la chica de la recepción, que ya lo conocía bastante bien a este punto—. Comenzaba a creer que no vendría.

—Algo surgió en el trabajo y me retrasé —mintió Steve apenado, que aún no se explicaba su comportamiento tan ridículo.

—Su mesa estará lista en unos segundos —dijo la chica justo antes de dejar el lugar en dirección a la sala central, donde estaban todas las mesas. Dejó solo a Steve con el otro hombre, cuya mirada sentía muy pesada en su cuello.

Se volteó para descubrir que, en efecto, el hombre lo veía fijamente: era más alto que él, pero definitivamente se veía más musculoso, lo cual era una sorpresa para Steve. A pesar de no ser el más fornido de la ciudad, el gimnasio le había dejado un cuerpo bastante trabajado.

—¿Te conozco? 

—No estoy seguro, soy Thor Odinson —se presentó el otro rubio que hace unos momentos había creído que era alguien conocido. Estiró su mano, cambiando su semblante a uno más amigable, sin dejar de tener una vibra algo pesada.

Esta mañana, su esposo no le había preparado comida para llevar al trabajo como siempre lo hacía, y aunque podía fácilmente ordenar algo para comer, él quería comer algo preparado por Tony. Además, esta mañana se había comportado un poco raro y no estaba acostumbrado a que su pequeño fuera tan frío con él, lo que lo hacía querer comprobar que todo estaba bien.

—Steve Rogers —dijo, tomando la mano del hombre.

En ese momento, a ambos les pareció familiar el nombre del otro. Ninguno podía decir exactamente de dónde, pero se podía ver en sus rostros el conflicto que ocurría por sus cabezas.

—Señor Rogers, permítame acompañarlo a su mesa —dijo la chica que recién regresaba—. Oh, y ya le dije al señor Stark que está aquí. Vendrá en un momento.

Steve se puso nervioso, porque le había dicho la chica al castaño que estaba aquí. ¿Acaso dejó ordenes de que lo hicieran?, pensó, emocionándose por completo ante la idea de un Tony que esperaba su encuentro.

Pero pronto notó que lo último no iba dirigido a él, sino al otro hombre que le hizo un simple gesto con la cabeza a la chica. Ella comenzó a caminar al comedor y Steve la siguió aún más confundido que hace unos momentos.

Ya sentado en su lugar, no despegaba la vista de la puerta de la cocina, de la cual pronto salió Tony caminando feliz, prácticamente dando brinquitos. Sonrió como tonto sin darse cuenta, pero pronto esa sonrisa se desvaneció al ver que el chico no iba en dirección a su mesa, sino a la recepción.

Agradeció mentalmente porque la ubicación de su mesa le permitiera ver la escena, pero también maldijo a quien se encargara de elegir el destino de cada persona porque lo estaba haciendo ver esa escena tan melosa.

Al inicio, Tony se había acercado con cautela al hombre en recepción, pero luego de escuchar unas palabras por parte de éste, brincó a sus brazos, rodeándolo con sus piernas y dándole un beso en los labios, mientras que el otro lo pescaba con una sonrisa y lo sujetaba del trasero. Los vio besarse por varios segundos sin poder apartar la vista, y solo pudo rodar los ojos cuando el más alto comenzó a apretar los glúteos del castaño. Ya recordaba de dónde había escuchado el nombre de Thor Odinson.

—Lamento mucho eso —se excusó un jovencito delgado de cabello castaño y ojos azules. Vestía un pantalón negro de vestir y un chaleco negro con una servilleta de tela colgando de un faja roja, Claramente era un mesero. Steve lo conocía muy bien, ya que era quien siempre lo atendía—, quisiera poder decirle algo, pero es mi jefe.

—¿Eso ha pasado antes? —preguntó, sorprendido de no haber visto nada parecido en las múltiples ocasiones que había venido.

—Pues antes, el jefe solo venía un par de días a la semana, y su esposo prácticamente nunca —confesó el muchacho, que parecía no ser inconveniente en hablar sobre la vida privada de su empleador—. Aunque usualmente es el más alto quien inicia con el contacto hipersexualizado en público. Por lo general, mi jefe es más tierno y solo busca un contacto más... inocente.

Y vaya que Steve se sintió celoso. Lo que daría con tal de tener esas gruesas piernas ahorcándolo.

—Tráeme la orden de siempre —ordenó Steve con indiferencia.

El muchacho ya estaba acostumbrado a su trato, pues a pesar de coquetear con él cada vez que iba, nunca lograba tener algún avance.

En efecto, era un comportamiento algo extraño en el cocinero, y todo se debía a los hechos que descubrió el día anterior: lo habían llevado a pensar que tal vez su esposo lo estaba engañando.

Luego de toda una plática con Rhodey sobre el amor propio y trabajar duro por cumplir sus metas, Tony estaba en un gran conflicto consigo mismo. Una parte de él —la racional— le decía que debía afrontar la situación y demostrarle a Thor que no puede engañarlo sin que haya problemas, mientras que la otra parte —la idiota— entendió lo opuesto de lo que trataba de decir su amigo, y se había motivado a esforzarse para mantener a Thor a su lado.

Observó cómo Tony le entregó una bolsa de papel cuando por fin había vuelto a tener los pies en el suelo. Con un casto beso de despedida, Thor se alejó del restaurante, dejando al castaño con una expresión de conflicto.

Por otro lado, Steve no se veía contento.

Cuando vio que Tony ya iba de nuevo a la cocina, decidió interceptarlo para "molestar" un poco.

—Me parece que alguien pidió el servicio de excelentes chistes a domicilio —habló muy cerca de su oído, lo cual lo hizo voltear asustado.

—¡Steve, no puedes asustar a las personas así! —exclamó en cuanto vio de quién se trataba, y acto seguido, le dio un pequeño golpe en el hombro.

—Acabo de ser golpeado por las fuerzas del amor —llevó su mano al lugar donde había recibido el golpe, fingiendo dolor—. Por favor, dime que tú también lo sentiste.

Tony solo rodó los ojos con una sonrisa divertida, que al mismo tiempo negaba con la cabeza.

—Justo ahora no estoy de humor para tus juegos —agachó la mirada con evidente tristeza, haciendo que el rubio quisiera abrazarlo.

—¿Que no fuiste tú quien llamó diciendo que mis chistes podían mejorar tus días? —preguntó divertido, pero al ver la expresión de confusión en el rostro del castaño, se dio cuenta de que había estado más borracho de lo que imaginó—. No lo recuerdas, deja que refresque tu memoria.

Tony miró su sonrisa divertida sin entender a lo que se refería, ni por qué estaba sacando su teléfono, pero en cuanto comenzó a sonar un mensaje de voz —que era claramente de él en un estado de ebriedad que no experimentaba desde la universidad—, se puso rojo de pies a cabeza por la vergüenza.

—Eres el primero que me dice que parezco una rana —molestó un poco—. Un dios griego sin duda, pero nunca una rana.

—¿Quieres borrar eso? —preguntó Tony, estirando su mano para tomar el celular del otro sin éxito. Solo bastó que Steve alzara su mano para que no lo pudiera alcanzar.

—Deberás montarme si quieres alcanzarlo —mencionó Steve en doble sentido mientras hacía una expresión sugestiva con ambas cejas.

El castaño dejó de intentar alcanzar el objeto y llevó sus manos a sus caderas con una pose de resignación.

—Te recuerdo que puedo escupir en tu comida.

El ojiazul rodeó la cintura del otro hombre con su mano libre y lo acercó más a él, llamando la atención de algunas personas que se encontraban comiendo en el restaurante, pero sobre todo, de los empleados que seguramente hablarían de eso toda la semana.

—Se me ocurre una mejor forma de intercambiar saliva —se acercó peligrosamente a sus labios, sólo para recibir una fuerte bofetada que lo hicieron retroceder varios pasos.

—Le diré al personal que pongan tu pedido para llevar—observó la expresión sorprendida de Steve por unos segundos antes de continuar—. Te dije que no estaba de humor.

Luego de eso, observó a Tony regresar a la cocina, y pudo jurar que movía las caderas más de lo normal, por lo que no pudo evitar sonreír de lado, mientras sujetaba su mejilla con la mano.

—¡Por cierto! —Llamó su atención antes de que este pudiera entrar a la cocina—. He visto a tu esposo... —Lo miró de arriba a bajo de manera coqueta—.  No es la gran cosa.

Fue vergüenza o enojo, no lo sabía, pero sonrió victorioso por dejar a Tony sonrojado y sin palabras.

por cierto, en este fic yo me imagino a thor con pelo corto (como en thor: ragnarok/infinity war) pero se los dejo a su imaginación :)

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