Primer Amor
Soy Park Jimin, un joven de familia adinerada. Me considero un artista y un buen estudiante. Estoy a punto de terminar mi carrera en administración de empresas, la cual estudié porque mis padres desean que administre la empresa familiar junto con mi hermano mayor, Namjoon. Aunque mi verdadera pasión siempre ha sido la música y el baile, decidí seguir este camino para cumplir con las expectativas familiares.
Durante estos tres años en la universidad, he sido la envidia de muchos porque soy pareja del chico más hermoso del mundo, Min Yoongi. Él es el capitán del equipo de baloncesto y estudia comercio exterior. Su familia, al igual que la mía, es bastante adinerada y tiene mucha influencia en Corea. Aunque Yoongi tiene un mal carácter y suele ser muy amargado, conmigo es todo lo contrario: es dulce, atento y siempre se asegura de que esté bien.
Nuestro plan es casarnos al terminar nuestras carreras. Para ser honesto, nuestro noviazgo no fue fácil al principio. Yoongi odiaba que yo fuera amable con todos y sus celos siempre estaban presentes. Recuerdo una vez en una fiesta universitaria, cuando un compañero de clase se acercó demasiado a mí y Yoongi no pudo contener su enojo. Sin embargo, con el tiempo, hemos aprendido a confiar plenamente el uno en el otro y esa etapa ya la hemos superado.
—¿Amor, qué haces? Te estuve buscando por más de 20 minutos —dije al llegar donde estaba Jimin.
—Amor, perdón, me puse a escribir en mi diario y olvidé que nos veríamos... —respondió Jimin, con una sonrisa tímida.
—Bueno, no importa. —Suspiré, tratando de ignorar lo mucho que me molesta que siempre olvide las cosas—. Vayamos a comprar ropa; recuerda que en dos semanas serás Min Jimin.
—Yoongi, yo no había querido decir nada por la emoción que ha puesto tu familia. No quise insistir para no molestarte. Pero creo que casarnos el mismo día de nuestra graduación nos dejará muy agotados, sobre todo para la celebración de la noche. ¿Por qué no lo hacemos una semana después de recibir nuestros títulos? —Jimin me miró con ojos suplicantes, buscando comprensión.
—¡JIMIN! —dije, sintiendo cómo la frustración se apoderaba de mí—. Es algo que llevamos meses planeando, ¿y aún así quieres esperar más? Llevo tres años esperando por ti para que te decidas y te entregues a mí. No sé qué más quieres, ¿no he cumplido con todo lo que has pedido?
—Amor, perdona, tienes razón. Fui muy tonto y no estaba pensando con claridad. Nos casaremos el mismo día de nuestra graduación, pero, por favor, no te enojes —dijo Jimin, con una expresión de arrepentimiento en su rostro.
Suspiré, tratando de calmarme. —Está bien, Jimin. Vamos a comprar todo lo necesario. No te preocupes por el salón de bodas y la fiesta; nuestras madres se están encargando de todo. Los medios solo esperan la tan mencionada boda. Todos quieren tener la primicia de la unión de los hijos de las empresas más importantes de Corea.
Jimin me miró con ternura y respondió: —Amor, sabes que para mí eso no es lo importante. Lo más importante es que estemos juntos, como siempre lo hemos soñado.
Rodé los ojos con fastidio, pero no pude evitar sonreír ante su sinceridad. —Sí, vamos —dije, tomando su mano y sintiendo cómo la tensión se desvanecía.
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