Veintitrés
El silencio se instauró entre las dos, no es como si tuvieran algo más que decirse después de exponer el dolor. Quizás sólo hacer algunas preguntas para llenar vacíos, claro, Lisa lo haría si Jennie tenía fuerzas para responderle.
―Debes tener muchas preguntas, ¿verdad? ―murmuró desde la cama.
Manoban buscaba algo de ropa cómoda en las gavetas del placard, ladeó la cabeza mirando a la omega y asintió.
―Sabes que puedo esperar, no quiero presionarte... ―quedó la frase incompleta. Deseaba mucho usar apodos tiernos, pero por mucho impulso que tuviera se negaba a hacer cualquier cosa que pudiera incomodar a la omega.
―Usa los apodos si quieres, son lindos, como tu... cariño. ―un leve sonrojo adornó las mejillas de la morena tras mencionar aquellas palabras.
―Me gusta como suena eso en tus labios, bebé ―se acercó, dejando la ropa en un costado de la cama, se montó despacio sobre el cuerpo moreno y besó sus labios.―. No quiero que te sientas obligada a contarme de tu pasado.
―Nada de eso ―suspiró y acarició su mejilla.—, quiero contártelo, me hace bien.
Sus labios se encontraron, gozando de su cercanía.
―Primero vamos a vestirte o te enfermarás. ―dijo Lisa separándose de ella.
Jennie se puso los pantalones y permitió a la alfa colocarle el resto de su ropa. Una vez que estuvo cubierta, separaron la sábanas de la cama, listas para recostarse. Dado que los eventos ocurridos fueron extensos, se hizo tarde, la noche comenzaba a caer de a poco, razón por la que preferían estar en cama un rato.
La alfa abrazó a su omega, arropadas entre los cobertores, dedicaron el tiempo a mimarse mutuamente por un rato.
―Me recuerdo gritando, haciendo todo lo posible para que me soltara ―tembló al recordarlo.―, Jisoo me dejó ir una vez que la sangre fresca me cubrió la mitad del cuerpo, fue escalofriante.
Lisa la escuchaba con atención, besando su cuello repetidas veces.
―¿Por qué lo ocultaron? Fue algo muy grave. ―suspiró sobre el cuello terso, erizando su piel.
―Miedo, no sabíamos lo que estaba pasando, incluso los médicos me preguntaron si pensaba levantar cargos y me negué ―acarició las manos de la alfa, posadas sobre su estómago.―. Era algo que estaba más allá de lo que mi ex esposa podía controlar, después, gracias a los médicos supimos que tenía una razón ―lo que ella le confesó en el baño.—. Nos vimos en la presión de decidir que hacer, había un tratamiento viable, en un centro de rehabilitación.
―Imagino que no lo hizo.
Manoban tenía razón, Kim hizo un pequeño ruido con los labios, dando a entender que estaba en lo cierto.
―Moría de miedo, las dos. Jisoo me juró que podía controlarse si se esforzaba, que lo haría por si misma.
Claro que, al final de cuentas no pudo cumplir con su promesa.
―Dime, con sinceridad ―se movió quedando encima de la omega.―. ¿Te hizo daño otra vez? ―preguntó inquieta.
―No, es decir, me levantó la voz discutiendo, y una vez me empujó, pero nunca volvió a ser como ese día. ―respiró, relajando sus nervios, ya que hablar de eso le quitó un gran peso de encima.
Lisa apoyó su frente sobre la ajena, respirando el mismo aire, le acarició el rostro, perdida en su belleza y todo lo que Jennie estaba significando para ella.
―De ahora en adelante nadie te volverá a tocar ni un solo cabello, no me moveré de tu lado. Lo prometo. ―dejó un dulce y suave beso en sus labios.
Lento bajo hacia el cuello, hipnotizada, fue dejando una hilera de pequeños besos. Jennie le acarició el cabello y pensó de repente en la marca.
―Lili... no te he dicho, pero, hoy Rosé me contó demasiadas cosas. ―habló llamando su atención.
―Lo había olvidado, ¿qué te dijo? ―preguntó sin dejar de degustar la piel del cuello.
Le detalló todo lo que hablaron, cosas que sorprendieron a la pelicaoba, ambas se miraron pensativas, mientras Jennie recordaba esas palabras sobre ese chico y la marca.
―Puedes marcarme temporalmente, aún no puedo aceptar tu marca oficial. ―suspiró, deseando que todo fuera más fácil.
―¿Intentarás ayudar al primer amante de Jisoo? ―para Lisa el buen corazón de su omega no tenía límites.
―¿Qué más puedo hacer? Ese chico ni siquiera sabe que su vida corre peligro, imagínate que yo estoy a salvo contigo, pero ¿Si Jisoo intenta marcarme? ¿Y si marca a alguien más? No estaré tranquila sabiendo que una persona puede morir solo por haberse cruzado en el camino equivocado.
Deslizó sus manos por la cintura de la alfa, subiendo a su espalda, amaba la sensación de acariciar esa zona.
―Bien, te ayudaré a encontrarla, para eso por desgracia debemos ir a la casa que compartías con Jisoo, debe haber alguna pista ahí, la tarjeta del bar o algo. ―resopló, no le gustaba mucho pero si quería ser su guardiana debía estar donde su omega estuviera.
―Si, espero que encontremos algo —esparció más caricias, gustosa.―. ¿Qué opinas sobre marcarme? No me haz dado ninguna respuesta.
Le sonrió, ansiosa por saber si al menos podría tener una muestra de lo que se siente pertenecer a quien ahora es su alfa.
―Bueno, no puedo rechazar esa oferta. ―Lisa mordió su labio inferior, colocando las piernas de la pelinaranja alrededor de su cadera.
Su mano acarició el muslo, dando ligeras presiones hasta llegar al glúteo y masajearlo a gusto.
―¿Pero? ―Jennie suspiró, dejándose hacer, mientras con las manos levantaba la camiseta de Lisa, acariciando su piel tan suave.
―Soy consciente de que es una marca temporal, y que aún estás en celo, ahora que lo pienso ―miró a la omega con preocupación.―. ¿Crees poder resistir tanto? Es decir, si no encontramos a ese chico antes que tu celo acabe ¿Podrás soportar hasta el próximo celo? ―le sostuvo la mirada expectante.
―Lo haré, pero se que no hará falta, tenemos una semana y media más, con tu marca en mi cuello podré soportarlo, después de todo una mordida temporal dura una semana ¿No?
Mordió y tiró del labio inferior de su pareja.
―Si... cuando todo esto termine serás mía, mi omega, y por fin tendremos un lazo. ―sonrió.
Jennie asintió, ansiosa por continuar la sesión de besos y caricias.
―Ahora si, voy a marcarte ―levantó el rostro y se acercó a su oído,―. Después de hacerte el amor. ―le susurró, seductora.
―Me siento como una adolescente, tan inexperta. ―murmuró quitando la camiseta de la alfa.
Para Jennie, su compañera tenía un cuerpo hermoso, el abdomen marcado, pero sin exagerar, era el volumen perfecto, un tatuaje cubría su costilla derecha, así como tenía tatuajes en los codos y las muñecas, le daba un aspecto realmente sensual.
―Te haré sentir muy bien, seré tu guía esta noche, solo déjate llevar.
Esas palabras eran tranquilizadoras para Jennie, la omega se sintió a salvo por primera vez, al fin estaba en un lugar seguro. Lisa era su lugar seguro.
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