Veintinueve
―No me digas que estás pensando ir ―Lisa preveía la respuesta y se negaba a ella al mismo tiempo.―, ¿¡estás loca!? ―alzó la voz sin haberlo notado.
―Si, ¿qué otra oportunidad crees que tengo? Vivir con miedo no es lo mío. ―bufó la omega, molesta por los reclamos de la alfa.
Lisa llevaba alrededor de veinte minutos reclamando por su decisión, a cada minuto que pasaba su desaprobación crecía y Jennie se sentía más histérica.
―¿Qué es lo tuyo entonces? Claro, se me olvida que eres tan valiente, ser una suicida es lo tuyo. ―escupió cubriéndose el rostro con las manos.
―Cuida muy bien lo que sale de tu boca ―la morena la apuntó amenazante.―, tengo miedo, ni te imaginas cuanto, pero no puedo ni quiero seguir así, necesito salir a la calle en paz, sin pensar que mi ex esposa aparecerá en alguna parte y me hará desear estar muerta.
Respondió sentada en la cama, haciendo su mayor esfuerzo por mantener la calma.
―¿Crees que no te entiendo? Lo que más quiero es que seamos una maldita pareja normal, se te olvida que como alfa puedo batirme a duelo con ella, o tendré que defenderme si me ataca.
Jennie debía reconocer que Lisa tenía algo de razón en su argumento, pero bien, ella quería hacer las cosas a su manera, aún conociendo todos los riesgos de ello.
―No, no me olvido de eso, te recuerdo que las vi en mi casa a punto de pelear ―cruzó los brazos sobre su pecho,―. Solo dejame hacer el intento, además puedes acompañarme en cubierto para que no te reconozca ―la miró, conectando sus miradas.—, prometiste protegerme, no moverte de mi lado, ¿vas a desechar tu promesa ahora?
Manoban no respondió, se limitó a resoplar aún en desacuerdo con esa idea.
―Dime, ¿vas a cumplir con tu palabra o no? ―Jennie se estiró un poco para tocar su brazo.
La alfa se deshizo del agarre y volteó con brusquedad hacia ella.
―¡NO, NO VAS A IR A ESE LUGAR! ¡NO VES QUE PODRÍA HACERTE DAÑO!
Su puño cerrado estalló contra la mesa móvil a unos metros de la cama, fue un golpe seco en el que por milagro nada resultó roto. Lisa se observó a sí misma, su exabrupto y el cómo asustó a su omega.
―P-Perdón, y...yo no quería... ―habló temerosa.
Se acercó, lenta, con la intención de darle una caricia, o un abrazo si es que se lo permitía. Jennie le dió una bofetada con la mano abierta, como un acto reflejo por su propio miedo.
―Quiero estar sola. Por favor. ―pidió.
El corazón le latía desbocado, sus ojos se cristalizaron y el aire le faltó. Lisa comprendió que había actuado mal, solo le quedaba darle espacio, rogando que más tarde lo perdone.
―Yo... Vendré a verte cuando estés dormida... ―murmuró cabizbaja.
Jennie asintió, esperó a que saliera y respiró hondo. Le dolía tener ese comportamiento, pero la mejor opción para ella era darse a respetar, la compasión no es algo que se puede ejercer todo el tiempo, y eso tenía que aprender respecto a Jisoo.
Lisa decidió caminar al estacionamiento del hospital y permanecer allí un rato. Un par de lágrimas amargas rodaron por sus mejillas, deseando no haberse portado de esa forma. Ladeo su rostro a la izquierda y vió a Nayeon saliendo.
La chica bajita se percató de su presencia bastante rápido. Miró a donde estaba y caminó a su sitio.
―¿Todo bien? ¿Qué sucede? ―preguntó inquieta.
La pelicaoba le explicó todo, desde su llegada, el pequeño problema y la discusión.
―¿Por qué reaccionaste así? ―esta se recargó en la pared imitando su acción.
―Falta de autocontrol ―suspiró,―, a veces pierdo los estribos, hace varios años atrás solía discutir mucho con algunas personas, mi hermana, mi padre, luego de mi matrimonio frustrado me calme, creí que ya no volvería a ser así, pero en la primer discusión con mi omega termino asustándola.
Respondió, avergonzada al recordar cómo Jennie retrocedía, con los ojos cristalizados, deseando tenerla lejos.
Nayeon suspiró, por un lado quería golpear a Jennie en la nuca, tal parecía que su amiga tenía gusto por las alfas descontroladas a su entender, o es que tenía una especie de mala suerte.
Comprendía que Lisa y Jisoo eran niveles diferentes, pero eso no quitaba el hecho de que ambas debían trabajar mucho en si mismas.
―Mira, aún no te conozco mucho, pero entiendo que solo quieres protegerla, perdiste el control porque estas asustada ¿no es así?
Lisa asintió de acuerdo con sus palabras.
―Ahí tienes tu respuesta, no es algo malo, siempre y cuando procures que no se volverá a repetir. ―levantó la mirada hacia el cielo estrellado.― Jeongyeon, mi alfa con personalidad de omega, es de tipo pasiva agresiva, solía estallar muy rápido por cosas pequeñas, iniciaba una conversación calmada y de repente levantaba la voz, hablaba muy rápido ―sonrió.—. Si jugábamos algún juego de mesa podía incluso discutir con Momo ―la risa contagiosa inundó el silencio,―, recuerdo que, la primera vez que vinimos al hospital, la doctora no sabía que era por la pierna, la miró y le dijo "Luces enferma, tu cara es la de una enferma", Jeongyeon le respondió, "¿Enferma? No, yo no luzco enferma, no estoy enferma, le estoy pagando para que revise mi pierna, no mi como se ve mi cara"
La menor le escuchó atenta, riendo por las anécdotas compartidas.
―¿Como lograste calmarla? ―indagó mirándolo de reojo.
―Momo y yo lo hicimos, con amor y paciencia, le enseñamos a controlarse, ahora es una palomita de paz ―suspiró.―. YonYon se siente tranquila andando en bicicleta, visitando museos, limpiando la casa, incluso se ve adorable cuando la llevamos a la playa para buscar cangrejos.
A ojos de la alfa, su mayor irradiaba amor por Jeongyeon en cada palabra.
―Lo que quiero decir, es que debes encontrar paz en algo u alguien para mantenerte tranquila ¿entiendes?
La pelicaoba asintió, agradecida con su sabia respuesta. Una vez que ambas se despidieron, Lisa se marchó hacia la habitación de Jennie.
Su omega dormía de costado, con las manos colocadas entre las piernas cerradas. Transmitía mucha paz, y ahí es cuando Lisa encontró su razón.
Jennie era su paz, amarla era la razón de su tranquilidad.
Avanzó despacio y se acostó en la cama, abrazando con cuidado el cuerpo que tanto amaba.
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