Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Treinta y ocho

La alfa caminó de un lado al otro, respirando profundo, de manera que pudiera calmarse, Jennie la seguía con la mirada, inquieta, moviendo los pies sobre el suelo.

―Salgamos de aquí cuanto antes, no sabemos cuánto va a tardar en salir. ―habló por fin, envolviendo a la omega en sus brazos.

―Si, es mejor, pagaremos algún hotel mientras nos establecemos. ―pensó Jennie en voz alta.

―Deben ser cuidadosas, es mejor si no usan ninguna tarjeta, para evitar que las rastreen. ―opinó Jeongyeon.

La idea de la alfa era buena, lo único que les faltaba era ser perseguidas por sus movimientos con la tarjeta, como en las películas donde esa es la primer alternativa para encontrar al personaje que esta huyendo.

―Tengo ahorros en efectivo. ―avisó Jennie.

―También tengo los míos ―secundó Lisa,—, si los unimos tendremos lo suficiente para estar seguras hasta que se asiente el negocio.

La pareja respiró, el plan parecía no tener fallas.

Por la tarde, las dos fueron a la casa que compartían, armaron unos bolsos y fueron a casa de las Im-Yoo-Hirai, las alfas querían que se hospedaran ahí hasta el momento de irse. Rosé inclusive fue hospedada con ellas por insistencia de Jennie.

La convivencia resultó tranquila, sin noticias de las personas a las que tanto intentaban evitar, quitando las circunstancias que las hacían estar ahí, daba la impresión de ser una velada norman entre amigas.

En la madrugada, Jennie despertó varias veces, no pudiendo dormir debido a la ansiedad. Besó con cuidado la mejilla de su alfa, quien al menos consiguió quedarse dormida. Se levantó despacio y caminó a la cocina.

Tomó un vaso de agua, mirando a la ventana, sonriendo de forma boba al imaginar su nueva vida. Una mano delgada le tocó el hombro, haciendo que se sobresalte un poco.

―Perdón, no quería asustarte unnie. ―susurró la omega menor.

―Esta bien, no pasó nada. ―habló Jennie, un poco más relajada.

―¿No puedes dormir? Yo tampoco, estoy pensando mucho. ―tomó asiento a su lado.

―¿En que piensas? ―preguntó la mayor, desviando la conversación.

―En mis planes, y en quien soy. ―sonrió mirando a su mayor.

―Cierto, tú también harás una nueva vida cuando todo acabe. ―sonrió, olvidando los problemas por un rato.

―Eso creo, hay demasiadas cosas que quiero hacer, volver al gimnasio, establecerme en Busan, hacerme algún tatuaje, no lo sé, incluso quiero conocerme a mi misma.

―Me intriga, ¿cómo que conocerte? ―la observó.

―Saber que me gusta, que no, aún hay algo que no he confirmado. ―rió en voz baja.

―¿Qué es? ―ladeó la cabeza, sin comprender.

―Yo... Creo que me gustan los omegas. ―sus mejillas se tiñeron de un suave rojizo, apenas perceptible por el brillo de la luna.

―Eso es lindo, ¿como piensas que lo confirmarás? ―sonrió.

Rosé acarició su mejilla, seguido de eso beso sus labios, un beso pausado, ni muy rápido ni muy lento, cerrando los ojos, percibiendo por primera y última vez esos pequeños labios rosados. Jennie puso su mano en el pecho de la menor y la empujó.

―Ya lo confirmé ―Park se mordió el labio inferior, aún degustando el sabor de esos belfos.―, espero no me mates, se lo que sientes por Lisa, y no es mi idea causar problemas. Solo... Pensaré que siento algo muy bonito, nada más.

Sus palabras reconfortaron a Jennie, le alegraba saber aquello y le daba un poco de tristeza al mismo tiempo.

―No te preocupes por lo que pasó, será nuestro secreto. ―desvió la mirada.

―De acuerdo, espero seas muy feliz. ―murmuró la morena.

―Lo mismo para ti, ojalá todo acabe pronto. ―pidió, rogando que alguna entidad divina la escuchara.

―Eso espero, mientras tanto deberíamos dormir. ―Jennie bostezó.

Ambas se despidieron, la omega mayor volvió a su habitación temporal, Lisa aún dormía, era como una pequeña bebé, ella misma se removió en la cama, como buscando a alguien, sonidos de cachorro angustiado salieron de sus labios, enterneciendo a la pelinaranja por completa.

Subió a la cama, y se abrazó a la alfa, quien sin abrir los ojos abrazó su cintura, hundiendo la nariz en su cuello. Ese aroma a mandarinas la calmaba mucho.

La pareja logró concebir el sueño, juntas y abrazadas.

Los rayos del sol fueron invadiendo la habitación, Jennie levantó los párpados, cansada y adormilada.
Miró de reojo a su pareja, eso le recordó algo que había estado ignorando todo este tiempo. La marca en su cuello desaparecía más con el paso de los días, pronto dejaría de existir y eso le suponía un estado vulnerable otra vez.

La diferencia es que ahora estaba lista para dar ese paso tan importante que estuvo evadiendo. Lejos de todo peligro, deseaba con todo el corazón que su alfa la reclamara como su omega, y sellar su unión para siempre.

―Buenos días. ―Lisa sonrió hacia la pensativa omega.

―Buenos días Lili ―la besó,―, estuve pensando en algo. ―le sonrió.

―¿Así? ¿En qué? ―la alfa dejó besos por todo su cuello.

―Quiero que me marques. ―expresó su deseo sin rodeo alguno.

―¿De verdad? ―preguntó, a lo que Jennie asintió en modo de respuesta.

―Es lo que más deseo en este momento, unirme a ti por completa, sentir tus emociones, saber cuando me extrañas o si te sientes nerviosa, tal vez no seamos almas gemelas, pero nuestro corazón lleva escrito el nombre de la otra, porque somos una sola. ―le besó la frente.

Lisa hizo su sonrisa más grande. Era una alfa bastante sensible, de  nueva cuenta quería abrazar a su omega y ponerse a llorar.

Revisó el sitio de la marca, por fin la marca de su historia anterior se iría para siempre.

―Dime si te duele mucho, seré cuidadosa. ―avisó, recibiendo el asentimiento de Jennie.

Depósito un pequeño beso en la zona, de a poco, sus colmillos se enterraron en la piel. Jennie soltó pequeños jadeos, disfrutando y aguantando las sensaciones que se combinaban. Se relajó cuando el ardor llegó a sus sentidos, señal de que los colmillos entraron por completo.

Lisa quitó los colmillos y lamió las marquitas, dejando esa zona limpia. Sonrió, ahora le tocaba sentir a ella. Un ligero ardor apareció en su cuello. Dos puntos en la piel se pusieron rojos, por fin Jennie Kim y Lalisa Manoban se pertenecían mutuamente. Era un solo corazón.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro