Diecinueve
La morena lloró desconsolada, preguntándose ¿Qué más le quedaba por descubrir? ¿Como podría sobreponerse a tantas cosas? Miles de pensamientos daban vueltas en su cabeza, pero al menos no estaba sola en esto, claro que no, Lalisa Manoban estaba a su lado y eso le hacía preguntarse que había hecho para merecerla.
―Tendré que estar calmada y hacer que Jisoo me lo cuente. ―murmuró siendo abrazada por la alfa pelicaoba.
―¿Cuándo termina tu celo? Si quiero salvarte debo marcarte antes de que termine. ―Lisa tenía razón, sea como fuere el problema, a esta altura esa era la única solución viable.
―Aún falta otra semana, hay tiempo, será mucho más complicado ahora que no estamos solas ―suspiró y se acomodó, dándole un espacio a la muchacha para que se acostara a su lado.―, la doctora dijo que debo dejar de tomar los supresores, por un tiempo, súmale a eso una espera de uno a dos días para desintoxicar el cuerpo por completo.
Lisa entendía lo que quería decirle, el tiempo estaba de su lado, los dos días de desintoxicación servirían para arreglar algunos asuntos.
―Imagino que ya tienes un plan, creo que Rosé sabe más de lo que dice, pero no querrá hablar conmigo. ―opinó Manoban.
―Hablará conmigo ―dijo la omega, observando su expresión de desconcierto.―. Piénsalo, si ella te dijo eso es porque no tiene nada contra mi, me jode las bolas verle la cara, pero lo que ella tenga para decirme es importante ahora ―acomodó su cuerpo de lado, acariciando la mejilla de su compañera.―. Dame su número, yo le hablaré en cuanto todo esté más tranquilo.
La alfa asintió, sorprendida por la mente creativa de la pelinaranja, aún tenía ciertas dudas con respecto a su divorcio, aún sabiendo que no tenía derecho a meterse.
―¿Por qué la tratas con tanto cuidado? Es decir, sé lo que me dijiste, pero también se que hay algo más. ―le acarició el rostro.
―La vida no ha querido ser buena conmigo, ―suspiró haciendo una mueca parecida a una sonrisa sin ganas.―, yo, al igual que todos, tengo secretos, y te lo contaré cuando este lista para afrontar lo que me atemoriza. Perdoné algo imperdonable, eso es todo lo que te puedo decir.
Jennie le dejó sin habla, ante esto no había mucho que agregar, solo más preguntas creciendo y creciendo sin detenerse. ¿Existe algo más imperdonable que una infidelidad?, Lisa no lo sabía, su loba le indicaba ser paciente.
―Nini... Me gustaría ser diferente para ti, que te sientas libre de avanzar paso a paso, que las presiones no existan y solo sonrías para mi todos los días, puedo ver que por mucho tiempo le haz dado prioridad a tu mente, y creo que es tiempo de darle prioridad a tu corazón.
Su mano tocó el pecho de la omega con lentitud, justo sobre su corazón, sintiendo cada latido desde el inicio hasta el final, sintiendo la pequeña corriente eléctrica que llenaba sus terminaciones nerviosas al estar cerca.
Jennie acercó su rostro, pidiendo permiso para recibir ese contacto casi terapéutico entre sus labios. Por cada beso concedido un parche cubría una herida. Es así que de nueva cuenta se fundieron en los labios de la otra.
Las horas volaron como hojas al viento, dos días después de todo el caos Jennie recibía el alta del hospital, acompañada por cientos de indicaciones, pero lista para seguir su vida.
Jisoo no se presentó a buscarla, de eso se encargaron Lisa y Nayeon, parando por obviedad en el departamento de soltera de la omega. En el trayecto de camino Lisa aprovechó para darle una sorprendente noticia a Jennie.
―El día que vine a hacer la limpieza me enteré que el departamento de al lado estaba disponible, necesitaba donde irme así que lo alquilé. Somos vecinas. ―relató Lisa muy contenta por ello.
―Qué bien, eso será divertida. ―comentó Jennie sonriendo.
Unos minutos más tarde llegaron al edificio, Lisa insistió mucho para cargar a la omega cual si fueran una pareja de recién casadas. Ocurrencia que le hizo reír a más no poder, incluso Nayeon rió por lo graciosas que se veían.
Ingresaron al departamento y por un rato todo fue risas y sobreatenciones hacia Jennie. Después de cenar especialidades preparadas por Nayeon, llegó la conversación menos esperada por todas.
No era algo que a Kim le alegrara, pero era consciente de que Nayeon debía saber, la idea podía salir mal o bien, cualquiera sea el resultado lo más prudente era mantener a la mayor informada.
―Le dije a Lisa que me diera el número de su ex esposa, tengo que averiguar todo lo que ella pueda saber. ―Kim habló firme. Segura de sus ideas.
―¿Estás loca? Lisa me contó todo, que tal si te pasa algo por meterte en esto ¿lo pensaste? ―Nayeon se negaba a dejarla involucrarse.
―Nada malo pasará, sé muy bien que todo puede cambiar si Lisa me marca, pero eso no lo es todo, Rosé también tiene una marca. Ella tiene mucho que decirme. ―murmuró tomando el teléfono.
Nayeon no dió objeciones, conocía a su amiga desde la punta de los pies hasta el último cabello de su cabeza, Jennie no descansaría hasta cerrar la historia de manera correcta. Era arriesgado si, pero por otro lado, la omega no quería nada con la familia de su ex esposa y viceversa.
La morena buscó el contacto de Park, abrió el chat y comenzó a escribir.
"Rosé, sé que esto te parecerá de lo más extraño, y te comprendo. Tienes derecho a reaccionar mal, a pedirme que no te moleste. Lisa me contó las cosas que le dijiste, sinceramente no me importa en que esté metida la familia Kim, solo me importa continuar con vida. Tú y yo somos del mismo rango, se que puedes entenderme, de omega a omega, necesito hablar contigo.
No tiene que ser un lugar público, hay un lugar, mi departamento de soltera. Jisoo no sabe que la estoy usando, cree que me quedo en casa de Nayeon, puedes venir aquí para que estemos solas, nadie más que nosotras dos.
Será la última vez que veas mi rostro y yo el tuyo. Por favor, sé que no tienes nada en contra mía, entonces ayúdame por primera y última vez."
Presionó la tecla enviar, segundos después dejó el celular sobre la mesa ratona del living.
―No he tenido el tiempo de hacerlo; había algo aquí dentro que quería recuperar y mostrarles. ―el sonido de una breve risita resonó en sus labios.
Desapareció por el pasillo principal y regresó algunos minutos más tarde con una pequeña caja en sus manos.
―Son fotos de mis primeros días en la escuela de cocina. ―sonrió enseñando sus encías.
Las alfas sonrieron enternecidas, dieron espacio a que la omega desempolvara la caja y sacara las fotos, la primera tenía algo de tierra acumulada, por lo que deslizó el antebrazo sobre ella, cuando la imágen fue más visible, Lisa abrió los ojos sorprendida.
―Esta soy yo... ―se señaló, una joven pelinegra parada a escasos centímetros de una rejuvenecida Jennie.
―¿De verdad? ―consultó Kim, a lo que la alfa en frente suyo asintió.― Alta... ―la morena revolvió las otras fotos, hasta dar con lo que quería, una foto en la que posaba sola con una de sus varias compañeras. La imágen estaba firmada en la parte de atrás.― Tú... ¿Eres Mandu?
―Y tu eres la dulce Liz.
Lo que por tanto tiempo intentaron decir sus lobas, las humanas por fin lo recordaron. El destino las unió mucho antes del dolor de la traición.
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