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[019] Husk × Angel

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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз)No hay contenido +18.

εïз)Si no te gusta, te invito amablemente a saltarte esta parte, o si bien, te causa curiosidad, leas este pequeño one-shot.

εïз)Este relato fue pedido por RoxetRioja1999 ojalá que te guste, y una disculpa enorme por tardar tanto en traerlo.

εïз)Espero que les guste mucho. ¡Leo sus comentarios! Muchísimas gracias por todo el apoyo mostrado a este libro.

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"Un día más es un dolor menos en el culo".

En el hotel, víctima de todas las burlas en el infierno, recordó que encontró a ese ser del que jamás se arrepentiría de amar, que le ayudó a recordar que dentro de su corazón las palpitaciones pueden ser tan reales como el alcohol en su sangre. Fueron muriendo los días tras haber sido arrastrado por Alastor para ser el barman del lugar y se estremeció cuando la verdad le golpeó con fuerza; Angel, ese chico de caderas atrevidas y voz burlona, jamás lo notaría como un hombre.

Ciertamente, el arácnido le hubo ofrecido ciertos servicios en el pasado, y de no haber sentimientos de por medio, Husk seguramente hubiese accedido, pero no fue así. Desde un inicio su corazón rechazó la idea de un encuentro sexual si ya cocinaba emociones fuertes en alguna esquina bien escondida.

Husk rechazó cualquier idea, ni siquiera un oral podía concebir cuando Angel ya estaba ebrio. No podía cuando su corazón le asaltaba con su pesadez y le dictaba una sentencia totalmente negativa sin recibir una vuelta equivalente a su aprecio.

Así pues, antes de que la noche llegara, Husk observó los pasos de Angel desaparecer en las puertas principales del recinto. Se le formó un nudo por la garganta, porque en medio de su credulidad, pensó que Angel se tomaría unas copas.

Dejó escapar un aliento y sus ojos oscuros expresaron su decepción con un velo taciturno.

—Tsk... otra vez —se dijo Husk.

Era muy obvio, Angel salía a hacer de las suyas en lechos de extraños. Casi le causaba más que celos, una ira total el concebir la idea de que otro hombre toque ese cuerpo. Pasión era la suya por los ojos de Angel, y su perdición esas piernas altas y deliciosas.

¡Qué molesto era pensar en el disfrute que otro tenía muy por encima del cuerpo de Ange!

—Si alguien lo humillara yo...

Nuevamente comenzó a hablar solo. No se percató de ello cuando observó que su pelaje se había erizado.

—No de nuevo —se dijo rodando la mirada, fastidiado por lo que sus emociones le obligaban a hacer.

Husk se recargó en la barra. Observó el inicio de los pasillos que daban al bar y supo que no había ningún testigo presente.

Después observó la puerta y una risa casi tétrica salió de sus labios, dejando asomar en el acto esos picudos dientes de tiburón; preocuparse que alguien entraría por la puerta principal le era tan gracioso como el objetivo que Alastor mantenía bien oculto como para solapar tal proyecto tonto.

De tal forma transcurrieron muchas horas. Se compadecieron del gato que se mantuvo despierto tras la barra y le hicieron compañía, trayéndole de consuelo la vuelta de Angel justo a las cuatro de la mañana.

Su espera había terminado por fin.

—¿Todavía despierto? —dijo el arácnido, con su voz extraña.

Estudiarlo tan solo un poco más y Husk se percató que Angel estaba mal. Sus ojos estaban hinchados, como si hubiese llorado mucho y algunas partes de su ropa estaban rasgadas.

Habían sido duros con él esa noche.

Estudió por ultima vez el cuerpo del joven en un último segundo y le encontró ciertos hematomas en las piernas y los brazos, muy marcadas en las muñecas. Gruñó por instinto, como si se hubiesen metido con aquello que consideraba suyo.

—Sí, algo así —respondió Husk desinteresado, aunque por dentro un remolino de preocupación arrasaba con todo.

No viendo nada bueno por hacer, y sin intenciones de ir a su cuarto a llorar y lamentarse, Angel prefirió hacerle compañía un rato. Cruzó el lugar y tomó asiento en la barra.

—¿Quieres algo de beber? —la voz de Husk interrogó con notable dolor.

Angel respondió con una expresión similar, desvió la mirada y asintió, como si fuera un niño pequeño que recién había sido regañado por sus padres.

Husk no lo hizo esperar, preparó la bebida que mejor se le daba para ese entonces y en cuestión de unos minutos, se la hizo llegar justo en la palma de su mano. Angel la bebió de una, sintió el efecto recorrer su cuerpo y pudo caer un poco en la tranquilidad.

—¿Un día duro en el trabajo? —preguntó Husk cuando el silencio había estado presente unos segundos, volviendo todo incómodo.

Angel asintió. Pronto pensó que no quería recibir lastima de nadie, y mucho menos del único hombre que lo había rechazado más de una vez, así que forzó una sonrisa, aunque sus ojos expresaban a la perfección la necesidad de sentirse amados por aquel minino.

—Ya sabes, todos los hombres de este sitio necesitan a su puta por las noches —repuso Angel, creyendo que el comentario causaría un efecto gracioso—. ¿Quién tomará ese papel sino yo?

Husk respondió con una risa en extremo incomoda. Estaba consciente del esfuerzo del contrario, pero consideraba que más bien era el momento en donde toca fondo y se troza.

—Sí, entiendo. Incluso yo a veces lo necesito —lo soltó, intentando seguirle la corriente, pero tras esto se volvió a levantar un silencio incómodo.

Angel no era la puta de nadie, se dijo Husk cuando bajó la mirada. Si tan solo pudieran compartir emociones, le mostraría que su sexo era destinado para él, como la lluvia al mar.

El minino se mordió los labios y cuando observó nuevamente a Angel, éste estaba cayendo dormido.

—Oye —le dijo, tomándolo por los hombros—. No te duermas aquí. Terminarás babeando mi mesa; anda, vamos a recostarte.

Angel negó con los ojos cerrados y formó un puchero.

—No quiero dormir solo —sentenció—. Duerme conmigo, Husk.

La petición era simple, pero no por ello no causó un alboroto en el gato. Sus mejillas blancuzcas se colorearon de un rojo pasional.

—Bien, vamos a dormir —le dijo—. Pero solo a dormir y no a hacer otra cosa.

Y de tal manera fue que, con las palabras mágicas, Angel se levantó para apoyarse en Husk. Le rodeó los hombros con su brazo y juntos se dirigieron a la habitación donde un tierno cerdito aguardaba por Angel.

De pronto Angel soltó una risita. Habían entrado a la habitación y Husk se encargó de que su compañero estuviera bien recostado en cama.

—¿Qué te causa tanta risa? —preguntó Husk.

—Que esperaste a que yo volviera —respondió Angel antes de caer profundamente dormido por el cansancio y estrés—. Eso es lindo.

Este hombre no parecía estar consciente de sus palabras, porque él ya había ido a descansar sin pensar en lo turbado que dejó al gato. Se llevó su mano al corazón y nuevamente lo encontró latiendo, latiendo por quien todavía no encontraba ese brillo que era opacado por otros. 

🌙 Artista de la imagen;; Nuevamente no lo encontré, si lo sabes déjamelo en los comentarios y lo agrego.

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