CAPÍTULO N°33
(Importante leer la nota de la autora al final del capítulo)
Mis dedos se deslizaron por la superficie lisa; la tela suave provocaba apenas un ligero cosquilleó en las palmas de mis manos. Removí el cuerpo a mi lado izquierdo y extendí el brazo deseando sentir algo más que eso, o más bien, a alguien.
Arrugué la frente casi de inmediato cuando solo percibí el vacío y, de un solo tirón, alcé mi cuerpo abriendo los ojos al mismo tiempo.
— ¡Mierda!
Cubrí mi rostro tan pronto como los rayos del sol chocaron brutalmente con mis ojos, y pasaron al menos unos cuántos segundos más para que pudiera acostumbrarme a la molesta luz que se filtraba por las ventanas. Mis parpados se alzaron con lentitud, y la habitación fue revelando poco a poco su quietud. Llevé algunos mechones de mi cabello por detrás de mis orejas, esperando que todos los sentidos volvieran a mí por completo. Relamí los labios mientras encogía las piernas, dándome la tarea interna de manipularlas. Todavía podía sentir el adormecimiento en mis tobillos y las plantas de mis pies.
— ¿Bhal...?
Mi voz fue el único sonido que se oyó en la enorme estancia. Mis ojos buscaron con desespero en todas direcciones mientras sujetaba la sábana blanca temblorosamente contra mi pecho. Mi labio inferior tembló con impotencia y no pude hacer más que morderlo por dentro. Comenzaba a sentir que el aire escaseaba en mis pulmones pues mis respiraciones se volvieron rápidas con cada segundo que pasaba sin recibir una respuesta.
Rogué que estuviera dándose una ducha en la habitación del fondo, pero mi mente solo repetía que era imposible. No podía oír el agua correr. Traté de convencerme de que cruzaría la puerta en cualquier momento y, cuanto más pasaban los minutos, más caía en cuenta de que eso no sucedería.
Mi pecho se contrajo, temiendo lo peor, recordando la última vez que me encontré en esta misma situación. Mi atención cayó en mis brazos y tragué saliva, recordando de nuevo el peso del brazalete en mi muñeca, en lo que sentí cuando Bhal me lo puso y en cómo me consideró después de haberme entregado a él.
No... esto era diferente, esto no era como aquella ocasión...Solo respira, Selene, respira. Bhal cruzará esa puerta en cualquier segundo y...
¿Qué pasaría entonces?
Estreché las rodillas contra mi pecho y oculté el rostro entre el hueco formado por mis ambos brazos, cerrando fuertemente los ojos para negar el miedo que crecía en mi interior, como una bruma oscura que abarcaba cada espacio de mi corazón, dejando dudas e incertidumbre a su paso.
¡Esto me estaba volviendo loca!
Elevé el rostro, confundida, y volví a indagar en la estancia con el corazón estrujado, mi vista comenzó a nublarse, así que parpadeé algunas veces creyendo que solo se trataba de alguna incomodidad. Me froté los ojos con los dedos temblorosos, y solo cuando sentí mis yemas húmedas aparté mi toque lentamente y me di cuenta que eran lágrimas.
¿Qué...?
Volví a ver borroso, y esta vez me limpié con los dorsos de ambas manos. ¿Estaba llorando?, ¡Rayos, estaba llorando en serio!
— ¡¡Bhal!! — mis manos golpearon la cama con rabia — ¡¡Imbécil!!
Deslicé las piernas por el borde y estiré la tela para poder cubrirme. Caminé con pasos decididos hacia el baño y pateé la puerta rogando por su propio bien que estuviera ahí dentro.
— ¡¡Carajo!!
Me sujeté la cabeza, imaginando las miles de maneras en las que le haría pagar por hacerme esto de nuevo. Definitivamente no estaba aquí. Mi espalda se pegó contra el librero y no tuve otra opción más que sentarme sobre la alfombra cuando las piernas comenzaron a flaquearme; todavía estaba débil.
¿Cuánto me quedé dormida? Pero, sobre todo, ¿Cómo permití que esto sucediera de nuevo?
Demonios, Selene... eres tan estúpida... ¡Tan estúpida, joder!
Lágrimas rebeldes se desparramaban por mi rostro y caían sobre la tela en pequeñas gotas.
- Idiota... - mi voz se soltó apenas en un hilo, denotando mi vulnerabilidad.
¿A caso esto sería de este modo siempre?, ¿Follar y luego desaparecer así sin más?, ¿Dejarme cómo si fuera la de turno y ya?
Pasé saliva espesa por mi garganta y quité todo rastro de dolor de mi rostro, respiré profundo, inhalé y exhalé repetidas veces hasta tranquilizarme. Al pasar los segundos, dejé de hipar y un silencio inquietante me invadió. Mantuve la mirada perdida en el ventanal de la habitación, desde aquí, podía ver los espesos árboles que se extendían más allá de los muros de la torre.
Eché la cabeza atrás y la dejé descansar contra los libros. Abracé mis piernas tratando de darme un consuelo, mis pensamientos e ideas divagaban una y otra vez en mi cabeza, inquietaban en lo más profundo de mi ser y amenazaban la poca estabilidad que me quedaba.
Un peso cruel me oprimía el corazón. Las dudas se clavaban sin piedad, y mi mente buscaba respuestas que quizá Bhal nunca me daría. Por muy doloroso que fuera, necesitaba liberarme de esta incertidumbre de una vez por todas. Tenía presente su naturaleza, esa esencia demoniaca que lo dominaba, y que por mucho que lo deseara, jamás sería ajeno a sus decisiones y mucho menos a su carácter, porque estaba en él, en su sangre, en todo lo que representaba, y aun así... necesitaba saber que sería de nosotros... de lo que fuera que ahora teníamos... ¿Al menos había algo más entre nosotros para empezar?
Aquel pensamiento me aturdía de la forma más abrumadora que podía existir, me carcomía desde adentro. No tener las cosas claras con Bhal me hacía sentir eso, que no era más que algo efímero, algo pasajero, algo inestable en su vida, porque si no tenía las cosas firmes, al final del día, Bhal siempre sería el príncipe de infernum y yo... la simple humana que dormiría en su cama por las noches y amanecería sola entre sus sábanas.
Todo este tiempo intenté ignorarlo, a él y a este extraño sentimiento de anhelo que crecía en mi corazón, y quizá esta era la razón por la cual intenté convencerme tantas veces de que nada de lo que a simple vista percibía era real, que no había nada más detrás de aquellas miradas intensas y esos silencios tan cargados de otra cosa que no solo fuera deseo. Pero ahora esto... este vacío... me inquietaba aún más, me recordaba que era muy probable que para Bhal solo era una más, y despreciaba posibilidad, porque no quería ser la siguiente Alexa... no la favorita del momento, nunca la del momento.
Las preguntas no me dejaban en paz, ¿Realmente era algo importante o simplemente algo fugaz?, porque, aunque fuera ridículo, el solo hecho de despertar junto a él... entre sus brazos, era suficiente y significativo para mí. No quería esto. No quería follar y despertar en medio de la soledad, marcharme como si mi papel ya hubiese sido cumplido, no quería nada a medias, mucho menos engañarme e ilusionarme otra vez.
La duda me consumía, como un veneno lento extendiéndose en mis pensamientos y nublándome el juicio. Trato de consolarme, me digo a mí misma una y otra vez que él me aseguró que era suya, solo suya, pero incluso en esas palabras quedaba la sombra de la incertidumbre que me sacudía, ¿A qué se refería exactamente?, cada vez que decía que decía que era suya, ¿Me veía como algo más que una simple necesidad?, ¿Más que un deseo carnal o una posesión?
No quería quedarme a esperar una respuesta porque quizá nunca llegaría, necesitaba saber si sentíamos algo más que solo lujuria, si entre nosotros había algo más fuerte que solo un placer o anhelo físico, no podía permitirme a mí misma quedarme atrapada con esta duda, con esta sospecha de todo lo que pasaba entre ambos podría reducirse al simple deseo y que, después de saciarnos, deberíamos volver detestarnos e ignorarnos como siempre.
Necesitaba oírlo... necesitaba aclarar lo que tanto me estaba atormentando.
Porque Bhal... él... me gusta... me gusta demasiado, y ya no puedo negarlo...
Mis labios formaron una sonrisa amarga, limpié mis mejillas húmedas al mismo tiempo que obligué a mi cuerpo a levantarse. No supe exactamente cuánto tiempo me quedé en sentada en el suelo, tan metida en mis pensamientos y contra esa estantería llenándome de preguntas que exigían prontas respuestas. Me estaba resultando difícil poder reaccionar, ni siquiera la fría ducha que tomé después me permitió recuperar la compostura.
Mi ropa estaba en uno de los sillones, un conjunto negro de cuero que los iniciados solían usar, no tardé mucho en vestirme; la tela crujía suavemente al entrar en contacto con mi piel. Noté que ya no tenía moretones ni mucho menos raspaduras, ni siquiera había molestia en mis costillas, como si nunca las hubieran roto para empezar. Subí el cierre de mi chaqueta mientras me acomodaba frente al espejo de la habitación, la ropa se ajustaba a mi figura como una segunda piel, enarqué el ceño al notar que últimamente los pechos se me veían más grandes y las caderas más anchas, ¿Mi cuerpo estaba cambiando o solo era mi imaginación?
Me acerqué un poco más hacía el vidrio y mis dedos se dirigieron hasta mis labios al notar que estaban intactos, sin un solo rastro de cortadura, ni ahí ni mucho menos en mi ceja. Todos los moretones se habían desvanecido y ahora mi piel estaba pulcra, sin una sola cicatriz o prueba de la terrible paliza que recibí por Cora.
Me senté rápidamente en el sillón que estaba al lado de la chimenea y tras ponerme las botas en ambos pies comencé a atar los cordones haciendo nudos duros. Me levanté de un tirón y esta vez caminé hacia la puerta principal, calculando detenidamente cómo me escabulliría por los pasillos hasta el torreón de los iniciados. No podían descubrirme, mucho menos saliendo de los aposentos del príncipe del jodido infierno, suficiente tenía con que Cora lo supiera ya.
Un problema sobre otro...maldita sea.
Mi cuerpo se tambaleó cuando la suela de mi bota derecha pisó algo duro, aparté la pierna y me agaché con cuidado para tomar el libro que estaba tirado sobre la alfombra. La portada era roja y en medio había una hermosa joya roja. Comencé a hojearlo mientras me incorporaba de nuevo, el contenido estaba repleto de runas que desde luego no podía entender, pasé página tras página tratando de descifrar algo, pero al final no pude comprender nada. Liberé un largo suspiro e hice ademán de cerrarlo para dejarlo sobre el escritorio, y entonces capté algo en las últimas laminas, abrí el libro una vez más en aquel apartado y mi ceño se frunció con extrañez al ver muchos símbolos dibujados con tinta roja.
Muchos eran sencillos, algunos más pequeños que otros, continué volcando las hojas hasta que divisé un símbolo en particular que captó toda mi atención, era el más grande en comparación de los anteriores, incluso su diseño era más interesante. Una estrella de cinco puntas encerrada en dos anillos. Mi dedo índice se deslizó sobre cada línea del dibujo y luego bajó hasta las runas que estaban al pie de la página, tampoco fui capaz de descifrarlas, por más que lo intenté, no pude entender ni una sola.
Me sobresalté cuando oí la campana resonar y cerré el libro de golpe dirigiendo la atención hacia la ventana, una segunda campanada me dio a entender que ya era la hora del almuerzo, medio día. Caminé hasta el escritorio y dejé el tomo sobre la base de madera, antes de alejarme, me percaté del pergamino semi abierto que estaba en medio.
Había una voz en mi cabeza que me recordaba que ya era momento de marcharme, me exigía dar vuelta y no meter la nariz donde no me correspondía, pero la que me pedía verla al menos unos segundos era incluso más fuerte y tentadora que la otra. Extendí el brazo nerviosamente, y tras pensarlo unos segundos, terminé cediendo a mi curiosidad, tomé aquel papiro y lo abrí de los bordes llevándolo un poco más hacia la luz.
Mis ojos brillaron al ver el mapa completo de infernum palpado con tinta negra, jamás había visto uno como este, mucho menos con este nivel de detalle. Cada bosque, cada sendero y territorio figuraba en toda la extensión, ¡Era simplemente impresionante!, jamás podría encontrar uno igual a este, los que rondaban por ahí y eran vendidos por menos de una monera de oro, incluso aquellos que se podían encontrar en las bibliotecas comunes no eran exactos pues sería un enorme peligro si cayera en las manos de los rebeldes. Solo por esa razón los mapas del reino eran engañosos, diferentes unos de otros para confundir al enemigo, pero este... estaba más que segura que se trataba del mapa original del reino.
Observé cada detalle embelesada, infernum era un mundo oculto en sí mismo, lleno de senderos secretos y lugares posiblemente olvidados. Mi atención se detuvo en el borde izquierdo, justo en los bosques oscuros. Era bien sabido que nadie podía penetrarlo pues el enemigo poseía el total control ahí dentro, que las tropas que entraban ya nunca salían, pero... jamás creí que detrás de aquellos frondosos árboles se extendía un vasto territorio. No era más que una enorme mancha oscura que llevaba por encima la advertencia escrita de "prohibido".
Cerré el pergamino y lo dejé en el mismo lugar, giré sobre mis talones y caminé a paso veloz hacia la puerta, la abrí con cuidado y me fijé por la pequeña apertura si acaso había alguien rondando por los pasillos. Al percatarme de que el camino estaba en completo silencio e inhóspito, saqué el cuerpo completo con sigilo y cerré ambas puertas tratando de hacer el menor ruido posible. Detuve la mirada nuevamente en el escritorio, más precisamente sobre el mapa.
Infernum era más extenso de lo que creí, existían territorios que incluso la corona no pudo dominar, y ahora, yo lo sabía...
El torreón de Bhal, en las profundidades de la fortaleza, parecía reservado solo para él. Era un lugar oscuro y solitario, ajeno a la vida que fluía en el resto de la academia. Conociendo lo intimidante que podía llegar a ser, no dudaba mucho sobre la idea de que terminó ordenando al resto darle un espacio considerable y alejado de cualquier otro demonio. Aun así, no pude evitar desplazarme por los rincones de los corredores vacíos y mucho menos ocultarme en las sombras como si fuera una rebelde espía.
Cuando al fin pude salir de aquel lugar, me sentí más segura caminado por pasillos del cuadrante de los iniciados, la mayoría estaba en el gran comedor y estas alturas era muy probable que me había perdido muchas clases, no solo la de los entrenamientos físicos sino también los de historia y quizá una que otra extra, aun no sabía exactamente cuánto tiempo es que llevé dormida, sumando lo que pasé inconsciente en los calderos subterráneos.
En estas circunstancias, agradecía infinitamente que Amre no haya permitido entrar a nadie ahí abajo, muy a pesar de que todo fue una orden de Bhal... Así nadie dudaría.
Después de cruzar dos pasillos, llegué hasta la enorme puerta oscura del comedor. Desde este punto, el bullicio del interior me envolvió; risas ásperas, cubiertos chocando contra los platos como si fueran espadas, y voces que parecían pelear por dominar el espacio. Me detuve unos segundos antes de acercarme más y tomé un poco de aire para no ser tan evidente en mostrar mis inquietudes, todavía temía que tuviera los ojos rojos después de haber llorado así que dejé pasar alrededor de cinco minutos y tras llenar cada célula de mi cuerpo con el valor suficiente, apreté las manos en puños a los costados de mis piernas y me obligué a dar los primeros pasos.
Apenas crucé el marco de la puerta cuando un grupo de demonios salieron y pasaron por mi costado, riendo y hablando entre sí, no me habría puesto tan ansiosa de no ser por las miradas y los susurros que se escaparon de la boca de al menos tres de ellos, sumando las miradas de reojo que me lanzaron.
Evité verlos directamente y continúe caminando, haciéndome la idea en la cabeza de que solo murmuraban sobre mi terrible derrota en la colchoneta, pero mi inseguridad fue creciendo considerablemente una vez que me adentré por completo en el salón.
Muchos demonios me estaban viendo sin reserva, sin una pizca de cautela haciendo que cada parte de mi cuerpo se erizara y la respiración se me entre cortara. Mierda, ¿Podría ser que ya lo sabían?
Alguien chocó contra mi hombro ligeramente haciéndome a un lado y no tardé en ver de quién se trataba, era una mujer un poco más alta que yo, estaba con otras dos demonios más.
— Oh, lo siento. — me ofreció una sonrisa.
— Hola, Selene — la otra agitó la mano ofreciéndome el mismo gesto y la tercera la imitó solo segundos después.
Mi entrecejo se frunció levemente ante el desconcierto, ni siquiera las conocía, pero se estaban dando la molestia de saludarme como si fuéramos amigas de hace mucho tiempo. Elevé la palma para corresponderles el gesto, sin embargo, no pude quitar la mueca confusa de mis facciones.
Continúe caminando por el pasillo observándolas de reojo, parpadeé algunas veces y llevé el rostro al frente solo para buscar a Ethelia y Beira entre el montón de reclutas.
— ¡Hey, Selene!
Mis piernas se detuvieron cuando un grupo demonios sentados en una de las largas mesas captaron mi atención animadamente. Al menos dos de ellos levantaron la barbilla en señal de recibimiento y los otros solo se limitaron a alzar sus vasos en mi dirección.
¿Qué merengues estaba pasando?
Asentí con la cabeza y mis labios se torcieron en una línea, aguantando la necesidad de preguntarles qué naranjos sucedía o qué maldito bicho infernal les había picado.
— Excelente, humana...
Desvíe la atención a mi lado izquierdo, justo para dar con otro demonio pasando de largo, lanzándome una sonrisa ensanchada.
Esta vez no le correspondí, solo avancé más rápido sin dejar de cuidar mi espalda ni por un solo segundo. Solté un suspiro cargado de frustración cuando divisé a la morena y al rubio en una de las mesas ubicadas casi por el centro, ellos ni siquiera se percataron de mi cercanía pues miraban hacia el frente charlando con Daegon y otro demonio más.
— De acuerdo, entonces Ethelia se encarga de seducir al arcano mientras Daegon y yo entramos al caldero, si nos descubre, Sax será el elemento sorpresa, fácil, ¿No?
— ¿Y por qué carajos tengo que seducirlo yo? — Ethelia captó a Beira mientras cruzaba ambos brazos sobre su pecho.
— Ya lo hablamos, es un macho, no se podrá resistir a tus encantos, deja de quejarte.
Formé una sonrisa burlona y me paré detrás de ellos.
— De hecho, resulta que los curanderos perdieron la libido.
Todos voltearon a verme rápidamente y la alegría se encendió como una chispa en sus facciones. Beira fue el primero en levantarse y encerrarme en un fuerte abrazo.
— ¡Rayos, ya era hora zanahoria!
Sonreí sintiendo que el pecho se me hinchaba de un extraño sentimiento de seguridad así que no tardé en corresponderle y pasé los brazos por su cintura mientras mi mejilla se estrechaba contra su hombro. Percibí el dulce aroma de Ethelia cuando se unió por detrás.
— Estábamos preocupados por ti... — su voz se soltó apenas en un susurro que solo quedó entre los tres.
— ¡Ya apártense, van a quebrarle las costillas de nuevo con tanta intensidad!
El pecho de Beira vibró cuando liberó una carcajada y me soltó, la morena en cambio me tomó del brazo y me acercó a ella dejando caer la cabeza en mi hombro.
El otro demonio era Sax, mordió un pedazo de pan ofreciéndome una amplia sonrisa mientras que Daegon no tardó en ponerse de pie nerviosamente para señalarme un lugar vacío en la banca.
— Deberías sentarte Selene, puede que todavía te sientas débil.
— El cerebrito tiene razón — risos me señaló el espacio libre con la barbilla — anda siéntate y come algo.
— De hecho, me siento bien, pero sí necesito comer algo antes de que las tripas se me sequen.
Todos rieron al unísono en lo que tomábamos nuestros lugares conmigo en el centro. Beira no tardó en pasarme un plato vacío y Ethelia realmente se veía tierna negándose a soltar mi brazo.
— ¿Quieres algo de fruta Selene? — Daegon me extendió la charola con las manos temblorosas.
— ¿Fruta?, lo que ella necesita es carne — Sax pinchó la carne asada que estaba en uno de los recipientes con el tenedor y lo dejó caer en mi plato — y una gran cantidad, por cierto — me guiñó el ojo llevándose otro pedazo de pan a la boca.
— Estas salpicando todo, ¡cerdo! — Beira tomó la servilleta de tela y la pasó por su mejilla con irritación para después limpiar el resto de jugo que cayó en mi chaqueta.
Ethelia se despegó con cuidado solo para servir un vaso de agua y extendérmelo.
— Bebe un poco...
Asentí llevando el borde de la copa a mis labios, tomé un poco y luego lo dejé sobre la mesa y entre mis manos.
— ¿Te duele todavía?
— No — sonreí al ver el nerviosismo de Daegon al acomodar sus gafas —el arcano que me curó hizo un excelente trabajo, también fue amable.
— Se nota — Ethelia se reincorporó lanzándole una mirada de reproché al rubio — si no hubieras llegado a tiempo este trío de incompetentes habría ido a por él.
— Yo me negué — Daegon se apresuró a interceder — ellos me estaban obligando, incluso cuando les dije que tu cuerpo era diferente al nuestro y por ende tu recuperación también, es normal que hayas pasado tanto tiempo dormida.
Sax pasó el brazo por su hombro y comenzó a frotarle la cabeza con sus nudillos.
— ¡Traidor, no niegues ahora que también estabas preocupado!
Beira trató de alcanzarlo desde nuestro lado, pero me apresuré a sujetarle el brazo dejando escapar una carcajada, debía detenerlos antes de que ambos fueran a dejarle calvo al pobre.
— Hola, Selene.
Mi sonrisa se borró lentamente cuando vi la de otra demonio, era una mujer más baja que yo o Ethelia, y aunque caminaba sola por el corredor, me saludó... ¿Amablemente?
— ¿Alguien puede decirme qué rayos está sucediendo?, ¿Por qué de repente todos me andan saludando como si nada?
Todos en la mesa se miraron con complicidad, luego, aquel intercambio fugaz de expresiones terminó en mí. Agacharon las cabezas y se acercaron un poco más para encerrar el círculo que ahora ya conformábamos.
— Eres popular, Selene. — Sax fue el primero en soltar la lengua luego volvió a beber de su copa.
— ¿Popular?
Beira pasó el brazo por mis hombros y sacudió un poco mi cabello con diversión.
— La pequeña zanahoria ahora es popular — ensanchó la sonrisa.
— ¿Podría alguien explicarse por todos los demonios de esta torre?
Ethelia no pudo evitar soltar una risa.
— Lo que pasa, Selene — canturreó — es que todos se sorprendieron en la última pelea.
Cada vez tenía más dudas que respuestas, joder.
— Pero perdí la pelea... — arrugué la frente y observé al resto — todos vieron cuando Cora me rompió las jodidas costillas, ella fue la vencedora del primer asalto, esto es ridículo...
— No lo es — Daegon volvió a acomodar sus anteojos — según los resultados, Cora ganó, pero fuiste tú quien impactó más.
— ¿Por qué no morí? — solté una risa burlona y rodé los ojos.
— No... — susurró — porque estuviste a punto de vencerla.
— Exacto — Beira tomó una uva y la lanzó a su boca — en el primer asalto, a una demonio de nobleza y... siendo solo una humana.
— ¿Sabes lo que dicen de ti? — la morena arqueó la ceja juguetona — que, si fuiste tan implacable en el primer asalto y sin un entrenamiento previo, fácilmente podrás pasar el segundo y llegar al Bastión.
— Te subestimaron — Sax estiró su musculoso cuerpo — quizá también lo hice al principio, pero debó admitir que has dejado con la boca abierta a más de uno.
Y eso ha jodido aún más a Cora — Ethelia chocó su hombro animadamente contra el mío — independientemente de los resultados, fuiste tú quien se llevó todo el crédito.
Rayos... entonces era cierto, eso explicaba porque de repente muchos de los demonios se comportaban de manera tan extraña... como si finalmente hubieran visto algo más en mí que solo mi raza.
No sabía cómo sentirme exactamente, por más que quería no podía ponerme del todo feliz, no cuando esto significaba que Cora estaba más que molesta, teniendo mi secreto en sus manos y saber que podría utilizarlo cuando quisiese me ponía más ansiosa que alegre, tener la certeza de que usaría ese haz bajo su manga para joderme me inquietaba. Solo el hecho de que todavía no se lo dijo a nadie me podía permitir respirar con más tranquilidad, pero tampoco significaba que no lo haría en cualquier momento. Quizá solo estaba aguardando por la ocasión más ideal así que debía buscar la manera de callarla, y aunque la idea de deshacerme de ella era tentadora no podría hacerlo, no cuando era la hija de un noble y peor aún aquí dentro.
Maldita sea Selene, no deberías estar pensando este tipo de cosas...
— ¡Deberíamos festejar! — resortes alzó su copa.
Los otros dos hicieron ademán de seguirle la idea, pero Ethelia se aclaró la garganta llamando su atención.
— Ni hablar, ya lo haremos cuando pase el segundo asalto. Selene durmió al menos cinco días y no ha entrenado, debe ponerse en forma o la próxima le romperán el cuello en lugar de las costillas.
Asentí convencida con la misma idea, no era momento de festejar, tenía que ponerme al día con los entrenamientos si quería pasar el segundo asalto, no, tenía que pasarlo a como diese lugar. De lo contrario, me quedaría estancada junto a los rezagados. Al final nuestros planes cambiaron y ellos lo sabían muy bien, Beira y Ethelia ganaron en el primer asalto, no importaba si perderían el segundo pues ya tenían pase directo al Bastión, el segundo asalto entonces solo se centraría en todos aquellos que perdimos, nuestra segunda y quizá única oportunidad.
— Tienes razón — Beira se quedó pensativo — esto definirá si pasan al Bastión o si... bueno, si se quedan junto a los rezagados.
Hubo un silencio incomodo en la mesa, luego, certeramente, Sax liberó un suspiro sonoro que no pasó desapercibido.
— Agradece que ese día estaba un poco distraído, de lo contrario habría pateado tu jodido trasero, resortes.
— Di lo que quieras imbécil, pero nada cambiará el hecho de que te gané en la colchoneta.
Era verdad... y en cierta forma gracioso porque Sax y Beira fueron contrincantes en el primer asalto, pero ahora estaban aquí, sentados frente a frente y almorzando de manera amistosa.
— Como sea, este será nuestro asalto, ¿Verdad chicos?
Daegon tragó grueso fundiéndose en sus pensamientos, aquello me dio a entender que él tampoco lo había logrado. Se veía nervioso y atemorizado, era muy probable que él la tuviera más difícil entre los demás machos. Era de estatura más baja, complexión delgada y movimientos temblorosos e inseguros. Definitivamente entre los tres, Sax era el único que se veía más confiado y motivado. Tendría más oportunidad de pasar pues era alto, intimidante y los grandes brazos que ahora mantenía entre cruzados bajo su pecho, eran la prueba de ello.
— Desde luego... — Daegon alzó la mirada tan pronto como escuchó la seguridad en mi voz — este será nuestro asalto.
Su sonrisa salió a flote casi de inmediato y asintió más reconfortado. No era momento de desanimarnos, aunque el proceso podría llegar a ser doloroso, teníamos que vencer, no para demostrar al resto que sí podíamos hacerlo, sino más bien para demostrarnos a nosotros mismos que al final, éramos capaces de levantarnos y perseverar frente a nuestros propios miedos y obstáculos.
Las risas continuaron, la charla fluyó en un ambiente cálido y ameno, y aunque traté de dibujar una sonrisa en mis labios simplemente... no pude hacerlo, aun cuando las noticias eran buenas y estaba esa probabilidad de que ahora era menos despreciada. Todavía había un dolor tenaz en mi pecho y ese desagradable sabor en mi boca que no podía eliminar ni siquiera con el jugo de arándano que bebía mientras continuaba perdida en mis pensamientos.
Mi atención se desvió hacia la mesa de los comandantes y el malestar volvió a quedarse en mi estomago al no ver a Bhal por ningún lado, ¿Me estaba evitando?, no, no quería pensar en eso, no hasta hablar con él y dejar las cosas claras.
Pero... incluso el tener esa idea latente en mi subconsciente, no quitaba el hecho de que todavía me sentía dolida y afectada, aún más después de lo que pasó en el castillo, porque yo sabía mejor que nadie cómo se manejaban las mujeres a su alrededor, desde el primer momento en el que lo conocí. Después de complacerlo, debían marcharse por la mañana así que simplemente no podía evitar no pensar que ahora era como ellas, que él me consideraba una de ellas. Que solo esperaba que me marchara en cuanto el sol saliera sin tener que decírmelo directamente.
Desvié mi atención tan pronto cuando capté a Cora, contoneaba sus caderas y ladeaba la sonrisa mientras pasaba por delante de ese preciso lugar. Observó de reojo el puesto de Bhal, luego volvió a mirarme a mí para ensanchar las comisuras y dirigirse a la salida. Estaba sola, no había rastro de Iliria, mucho menos de Razo a su alrededor, era mi oportunidad. Levanté rápidamente el cuerpo captando la atención de los demás y pasé ambas piernas por el banco para dar hacia el mismo corredor por el cual ella desapareció.
— ¿Qué sucede? — la morena sujetó mi muñeca.
— Nada... — fingí una sonrisa — solo olvidé algo en mi habitación.
— De acuerdo... Solo no tardes mucho, los entrenamientos comenzarán pronto.
Asentí y apresuré el paso para alcanzar a Cora. Al salir del gran comedor, comencé a buscarla por los pasillos más cercanos, me desesperé al no encontrarla hasta que escuché su risita a mis espaldas, giré sobre mis talones y la divisé en una esquina del pasillo, apoyada y con los brazos entre cruzados, mostrando aquella mueca tan altanera, justo como Iliria.
— Sabía que vendrías, Selene... — salió de aquellas sombras.
— Cora...
— No me digas — me cortó — ¿Vienes por lo de tu secretito?
Apreté los puños a los costados de mi cuerpo.
— Sí.
Volvió a reír.
— Vaya que sí estas desesperada, despertaste y lo primero que hiciste fue arrastrarte hasta mí para suplicar que no vaya a contarle a nadie que andas revolcándote con el príncipe el reino...
Tensé la mandíbula y di un paso, plantándome firme al pie de su sombra. Su sonrisa desapareció al instante.
— No estoy aquí para suplicarte, Cora.
Una ráfaga de odio cruzó su mirada al notar que no estaba aquí precisamente para rogarle, su molestia y disgusto creció más cuando entendió que no tenía ni la más mínima intensión de humillarme.
— Que bueno — mostró una sonrisa rabiosa — porque Iliria y Razo ya lo saben, así que si no viniste a suplicar entonces ve pensándotelo mejor, porque ahora no solo tendrás que arrodillarte frente a mí, sino ante ellos también.
— ¿Cómo lo supiste?
Cora ladeó la cabeza viéndome de pies a cabeza con desprecio.
— Soy la jodida hija de un noble, estúpida humana, la habilidad que me fue heredada me permite percibir energías, y la tuya estaba tan sincronizada con la de él...
— No te creo.
Echó la cabeza atrás y soltó una mofa.
— Bueno, siempre he sido más atenta que el resto, incluso en los más mínimos detalles.
— ¿De qué rayos estás hablando?
Quitó la mueca de suficiencia y no tardó en dar dos pasos más al frente para quedar a solo a centímetros de mi cuerpo. Al igual que yo, tomó una postura amenazante y lista para enfrentarse en cualquier momento.
— ¿Crees que no noté las miradas entre ambos? — susurró con diversión — ¿Ni la expresión en su rostro cuando te rompí las costillas?, todos estaban tan concentrados en ver cómo acababa contigo, pero yo lo vi. Debo admitir que al principio creí que solo se estaba divirtiendo un poco, cuando derribó a aquel demonio en el rito de iniciación y luego en el Octagrama. Le importó una mierda quien entraba en su cuadrante y quien no, pero... cuando subiste a la tarima el brillo en sus ojos fue evidente... — hizo una pausa tomando un mechón de mi cabello suelto para enredarlo entre sus dedos y tirar ligeramente — la llama azul fue lo que confirmó mis dudas, lo demás solo se unió como un rompecabezas.
Todavía estaba tratando de procesar todo lo que había soltado, aún más cuando mencionó cosas que ni yo misma percibí antes, fui precavida, demasiado, y aun así ella lo descubrió tan fácilmente desde el primer momento. Su nivel de atención era sorprendente y en parte podría ser por lo que Iliria terminó incluyéndola a su grupo.
— Nadie va a creerte.
— ¿Estas tan segura de eso? — siseó tirando más su agarré — mi familia es de la nobleza, cualquier cosa que salga de mi boca no será puesto en duda.
— Entonces tendré que asegurarme de que no sueltes ni una sola palabra.
Soltó una risa sonora.
— Estúpida humana... veo que no te bastó con que te rompiera las costillas, la próxima vez...
No la dejé terminar, atrapé la mano que todavía tenía enredada en mi cabello y la torcí con un giro rápido. El grito ahogado de Cora me dio suficiente satisfacción, pero no me bastó, así que puse mi brazo en su cuello y la estampé contra el muro de piedra.
— No habrá próxima vez, porque si la hay... — retorcí más su cuello y me acerqué lo suficiente para susurrarle al oído — ni tu sangre noble, ni las artes arcanas podrán curar todo lo que voy a destrozar en tu cuerpo.
Movió su codo con rabia y logró golpear mi rostro solo para apartarme y poder respirar.
— ¡¡Maldita zorra!!
Aquellas palabras apenas salieron de su boca, roncas y vibrantes cargadas de dolor. Me reincorporé, soltando una carcajada mientras limpiaba la sangre de mi labio, saboreando el triunfo en su respiración jadeante.
— Si vas a ladrar, al menos intenta morder.
Y tan solo eso bastó para que perdiera el control, hizo ademán de volver a golpearme y desde luego me puse en posición para responderle, pero antes de si quiera poder dar un paso, un imponente cuerpo se puso entre ambas y nos detuvo.
— Suficiente — Thapios nos observó de reojo manteniendo la expresión calmada — ¿Qué mierdas creen que hacen?, ¿A caso quieren pasar la noche en los calabozos?
Cora no me quitó la mirada venenosa de encima, tan impotente en querer lastimarme que no pude evitar mostrarle una sonrisa desafiante.
— Anda, vete.
Nos soltó con brusquedad a ambas, pero solo le dio la orden de marcharse a ella. Batalló internamente, contuvo la rabia en los puños de sus manos, el ceño fruncido y la respiración agitada.
— Obedece, iniciada. — sentenció endureciendo el tono de su voz.
La castaña acomodó su chaqueta y se marchó a paso eufórico hasta desaparecer por el pasillo.
— ¿A caso quieres volver a los calderos subterráneos humana?, porque si es así, entonces estaré complacido de ser yo quien te mande de vuelta.
Mantuve silencio, pero no me permití bajar la mirada.
— Ella me ha provocado.
— Y tú, imprudentemente, le has hecho caso.
Mierda, lo que menos quería ahora eran reproches...
— No se actúa por impulso ni mucho menos se cedé ante la provocación, así no durarás mucho en el campo de batalla.
Respiré profundo y asentí tratando de calmarme.
—Retírate, los entrenamientos serán dentro de media hora.
Pasé por su costado, con las manos temblorosas y la adrenalina aún viva en mi pecho. "Te haré pagar, Cora", prometí en silencio, guardando el odio para el momento adecuado porque este definitivamente no lo era.
— Y Selene... — me detuve a verlo — voy a entrenarte personalmente.
Fruncí el ceño y esta vez me di la confianza de responderle.
— ¿Por qué haría eso?
Thapios llevó ambas manos detrás de su espalda y mantuvo la postura erguida denotando su autoridad.
— Sin preguntas — enarcó una ceja — cada noche, cuando la luna este en su punto más alto, esperaré en el crisol y por tu bien, será mejor que nadie se entere.
Ni siquiera me permitió responderle, me dio la espalda y se fue pasillo arriba dejándome desconcertada.
— Muy bien, entonces paso el brazo por encima del hombro y luego...
— ¡Joder te he dicho que no por encima sino por debajo!
— Pero tú lo has hecho por encima...
— ¡¿Cuándo he hecho semejante cosa?!
— ¿Ya pueden soltarme? — Sax soltó un suspiro cansado, interrumpiendo la discusión de Beira y Daegon.
El rubio le estaba tratando de explicar cómo ejecutar algunas llaves usando a Sax de ejemplo.
— ¡¡Si lo hiciste!!, ¡¿Por qué te niegas?!
— ¡¡Joder, ni siquiera con las putas lupas puestas puedes ver algo tan obvio!!
— Son anteojos, no lupas, genio.
— ¡¡Da igual, solo pasas el jodido brazo por debajo y lo derribas!!
Negué sin remedio y solté una risa junto a Ethelia mientras volvíamos a ponernos en posición para entrenar.
— ¡¿Y ahora a dónde vas?!
Desvié la atención solo para encontrar a Daegon caminar en nuestra dirección.
— Entrenaré con ellas.
Beira soltó el cuerpo de Sax como si fuera un trapo y se apresuró en sujetar a Daegon del cuello de su chaqueta para volver a arrastrarlo hacia la colchoneta.
— Hombres... — susurró la morena poniendo los ojos en blanco y volviendo a elevar los puños.
Hice lo mismo que ella para contra atacar y no tardó en lanzarme un golpe que esquivé sin mucho problema. Pasó lo mismo con el segundo, pero fallé con el tercero así que caí sobre mi trasero. Etehlia volvió a reír y se apresuró a levantarme.
— Lo siento, no medí mi fuerza.
Me reincorporé tomando su mano y acomodé mi chaqueta negando.
— Tranquila, no te contengas, mi oponente no lo hará.
Ella asintió y volvimos a comenzar.
Llevábamos al menos una hora en el salón de la Crisálida, los cuerpos cubiertos de sudor y el aliento en nuestros pulmones cada vez más escaso. Cada golpe resonaba en el eco cavernoso del salón, mientras el suelo crujía bajo nuestros pies exhaustos. Ethelia era realmente muy buena en la lucha cuerpo a cuerpo, tuvo uno de los mejores puntajes en el primer asalto así que entrenar con ella estaba siendo demasiado provechoso. Los demás instructores rondaban por los rincones y corregían algunas posturas de los demás iniciados, incluso se tomaban el tiempo de darles ejemplos.
Me di unos cuantos segundos para tomar algo de aire y volví a observar el campo entero llenándome con la esperanza de al menos ver a Bhal aquí. Solté un suspiro cargando cuando no lo encontré por ningún lado.
Al otro lado del salón divisé al grupo de Iliria, ella estaba entrenado sola a diferencia de Razo y Cora que practicaban juntos. Mi sorpresa fue inmensa cuando me dijeron que ni siquiera ella pudo pasar el primer asalto, al aparecer, le tocó enfrentarse contra el hijo de un antiguo instructor de la Torre quien no le dio ni siquiera la oportunidad de anotar solo un punto.
— Concéntrate.
Uno de los instructores se detuvo frente a nosotras para supervisarnos. Tras ponernos en posición, fui la primera en lanzar el golpe, Ethelia no tuvo mucha dificultad en evadirlo. Llevé el rostro atrás tan pronto como vi el certero puño que guio hacia mí y la tomé desprevenida evadiéndola por su costado derecho para tomarla del cuello desde detrás.
Ambas forcejeamos por unos segundos, su cuerpo se removía viendo la manera de soltarse mientras yo me aseguraba de no darle cuartada. Se apresuró en meter la pierna entre las mías para poner derribarme e incluso así, pude sujetarla contra la colchoneta estampando su rostro contra el suelo.
Apreté su cuello lo suficiente como para ponerla ansiosa, pero sin dañarla demás.
— Cuenta regresiva en tres... Dos... — el instructor se inclinó y comenzó a contar frente a nosotras — tres.
Me hice a un lado y caí junto a ella para poder respirar. Ambas estábamos agotadas, Ethelia tragó grueso y me miró de reojo para darme un ligero golpe en el brazo. Volteé a verla y sonreí cuando ella también lo hizo.
El instructor comenzó a anotar algo en su tablero y dándonos una última mirada se puso de pie para desplazarse hasta otro punto del salón.
— Estas mejorando.
Fue la primera en levantarse y tenderme la mano, me ayudó a reincorporarme sin problema y no tardó en dirigir la mirada a mi labio inferior de nuevo.
— La próxima vez, rómpele la cara.
Volví a sonreír entendiendo a lo que se refería. Le conté a los chicos que tuve un choque con Cora fuera del comedor, pero desde luego guardé uno que otro detalle como por ejemplo lo de Bhal. Estaba consciente que Cora tenía más ventaja sobre este embrollo y que ahora, con Iliria y Razo teniendo esa información también, podrían destruirme en cualquier momento, pero simplemente no pude contenerme en el corredor. Tenía bastante con recibir amenazas, así que buscaría la manera de hacer que los tres guardaran el secreto, solo debía ser más atenta y encontrar algo que me ayudara a nivelar la balanza.
— ¿Qué carajos hacen ellos aquí? — Beira se puso detrás de nosotras junto a los chicos, tenía la mirada llena de repudio puesta en la entrada principal, así que ambas observamos en esa misma dirección.
Eran rezagados, entraron en grupo al campo de entrenamiento llevándose la atención de todos, muchos comenzaron a murmurar y otros no tardaron en mostrar muecas inseguras, no exactamente por ellos, sino porque había al menos diez carroñeros en esas filas.
Sus ojos hambrientos rondaron por el campo, buscando presas débiles e imponiendo su cruel reputación frente a los iniciados, incluso los que estaban en su mismo círculo trataban de evitarlos alejándose y uniéndose al resto, haciendo un intento de integrarse amenamente y dejar en claro que no eran como ellos.
— Están ansiosos por pasar el segundo asalto y llegar al Bastión... — Daegon puso los labios en una línea recta así que pude ver el miedo en sus ojos.
— Malditas escorias... No pudieron pasar el primero y ahora están tan seguros de lograrlo en el segundo.
Sax destilaba una energía bastante pesada y amenazante en esa dirección.
— Selene... — miré a Daegon rápidamente ante el tono preocupado de su voz — ese carroñero te está mirando fijamente...
Fruncí el ceño y busqué entre ellos, mi piel se heló al instante cuando lo vi... Mavros. Dekov dejó muy claro que era bastante peligroso y que me debía mantenerme muy lejos de él, y lo hice, desde luego que sí, pero... ¿Por qué me estaba viendo de esa manera tan... depredadora?
Beira se apresuró a tomarme del brazo junto a Ethelia para ponerme un poco detrás de sus cuerpos, aun así, la sonrisa demoníaca de ese tipo no se borró en ningún momento, mucho menos el brillo que ahora se divisaba en sus pupilas rojas.
— Iniciados, rezagados, acérquense.
Thapios se dio paso en el centro del Crisol y esperó pacientemente a que todos nos aproximáramos y acomodáramos alrededor de su imponente anatomía.
— El segundo asalto será dentro de cuatro días, para aquellos iniciados que no pasaron el primer asalto, esta será su segunda oportunidad para llegar al Bastión, para los rezagados... — hizo una pausa dirigiéndoles la mirada — será la última.
Mi pecho comenzó a latir con fuerza, las manos comenzaban a sudarme y sentía que no podía pasar la jodida saliva por la garganta.
— Como es de costumbre, los rezagados se unirán a ustedes, así que no se sorprendan si les toca enfrentarse contra uno de ellos — esta vez captó a los iniciados — los instructores se encargaron de evaluar su desempeño, así que ahora mismo dispondrán de cierto tiempo para determinar a los próximos contrincantes, al final del entrenamiento, los nombres figurarán en el muro de piedra. Mi único consejo a partir de este momento, es que se esfuercen, no importa cuánto duela o cueste, tengan presente que este asalto será crucial para tener el honor de pasar la primera prueba y convertirse en adeptos.
El disgusto de los iniciados no tardó en oírse entre los gruesos muros de piedra gris, muchos se quejaban sobre lo injusto que era y sobre el hecho de que los rezagados tenían más tiempo de estancia en la torre y, por ende, más preparación. Pero así eran las cosas, las reglas eran claras y por mucho que fuéramos a protestar y demostrar nuestra inconformidad nada cambiaría, solo nos quedaba seguir entrenando durante el tiempo que nos quedaba y rogar en las próximas horas que nuestros nombres no estuvieran al lado de un rezagado o en un caso peor, junto al de un carroñero.
Perdí de vista a Mavros, y por mucho que lo busqué las siguientes dos horas, no pude encontrarlo en ningún rincón, mentiría si dijera que su inesperada atención en mí no me había inquietado hasta la médula. Solo dejé mis pensamientos de lado cuando Iliria pasó muy cerca de nosotros, seguida de Cora y el mastodonte de Razo. Endurecí las facciones cuando la rubia me lanzó una sonrisa de burla junto a la otra arpía en su costado, de su intimidante amigo no tuve que preocuparme mucho, su atención solo caía en Beira y hasta incluso en el pobre de Daegon.
— Oye, cerebrito — Beira lo captó — tienes suerte de que ese imbécil ya pasó el primer asalto, de otra forma te habría roto los huesos.
Estaba segura de que no fui la única que escuchó cómo Daegon pasaba la saliva con dificultad.
— No lo sé — susurró hundiendo los dedos en la colchoneta — quizá habría sido mejor enfrentarme a él que muy posiblemente a un carroñero...
Ya estábamos más que agotados, incluso Sax se había echado una siesta desde hace más de diez minutos, estaba recostado a un canto en lo que nosotros observábamos entrenar al resto. Ethelia tenía la cabeza reposando en mi hombro y el mío estaba sobre el de Beira, Daegon se acomodó frente a mí, dándole la espalda a los demás demonios.
Nuestro círculo entero soltó un largo suspiro cargado de pesar, luego volvimos a guardar silencio entre los ruidos de los iniciados que continuaban enfrentándose los unos con los otros, apenas una pequeña cantidad permanecía en los bancos y otros usaban los sacos de arena.
En cuanto mi mirada se perdió en la multitud, una escena no pasó desapercibida a mis ojos, dos instructores hablaban entre sí y no parecían muy amistosos, más bien parecía una acalorada discusión. El primero le reprochaba cosas al segundo y este trataba de defenderse encogiéndose de hombros y negando repetidas veces con la cabeza. Después de unos segundos, el más alto señaló hacia la salida y el otro no tardó en salir corriendo.
No supe en qué momento cerré los ojos y descansé los latentes pensamientos y voces que instigaban en mi cabeza sobre Bhal, hasta que Beira tocó la punta de mi nariz y los volví a abrir de inmediato.
— El muro...
Desvíe mi atención al muro del campo y desde mi posición noté como varios nombres se iban escribiendo lentamente en la piedra negra con una chispa de fuego. Me puse de pie rápidamente junto a los demás y caminamos hacia ese punto.
Muchos iniciados y rezagados pasaban por nuestro lado a paso rápido y casi desesperado, yo, por el contrario, tenía esa batalla interna entre acercarme o no por los horribles nervios que comenzaban a jugarme en contra.
Relamí mis labios y entrelacé ambas manos para jugar ansiosamente con los dedos, mi respiración se agitó, mis ideas se nublaron por completo y una ráfaga de frío intenso hizo que mi cuerpo entero comenzara a temblar.
Me detuve solo por unos segundos cuando Daegon lo hizo primero, estaba mucho peor que yo, así que traté de mostrarme lo más serena posible y le tomé de la mano para guiarlo. Ambos nos abrimos paso teniendo a los demás detrás de nosotros y nos detuvimos solo a centímetros del muro.
Su nombre apreció primero y pude ver en su expresión un poco de alivio, su contrincante era otro demonio no muy diferente a sus rasgos físicos y habilidades, con la ayuda de Beira y Sax podría vencerlo sin problemas.
Esta vez busqué el mío entre el resto y entre más tardaba en encontrarlo, más se me inquietaba el corazón. Y entonces apareció, mi nombre comenzó a escribirse casi al final del resto y lo peor de todo... Fue que el de Mavros se posicionó al lado.
— ¡Tiene que ser una maldita broma!
Ethelia se abrió paso y se puso a mi lado no pudiendo creer lo que estaba sucediendo, quizá no más que yo, en estos momentos nadie podría superar el impacto que yo tenía, por más que parpadeaba una y otra vez, cuando volvía a ver el muro, mi nombre seguía junto al suyo.
Maldita sea... ¡Maldita sea!
Apreté los labios con impotencia, mis puños no tardaron en contraerse y mi inseguridad creció a niveles descontrolados.
¿Qué rayos pasó?, ¿Por qué tenía que ser yo?
Tomé aire profundamente y giré sobre mis talones solo para comenzar a caminar, no sabía exactamente adónde; solo sabía que debía salir, huir de este lugar que me estaba asfixiando.
— ¡Selene!
Ethelia me alcanzó junto a Beira así que solo los miré de reojo y mostré una sonrisa nerviosa.
— Ganarás, ya verás que sí.
Asentí tratando de convencerme de ello y acomodé un mechón suelto de mi cabello por detrás de mi oreja.
— Sí, definitivamente ganarás, zanahoria.
— Lo sé, lo sé... Solo... Necesito estar sola un momento.
Ambos asintieron respetando mi decisión y me puse en marcha para largarme de ahí. Casi salí corriendo del Crisol, no supe cuántos pasillos crucé y tampoco el rumbo que tomé, solo me alejé lo más que pude maldiciéndome a mí misma y a mi jodida suerte.
No llores, Selene, no llores.
Podrás, podrás... Siempre haz podio y esta vez no será la excepción.
Me detuve junto a un ventanal que daba una amplia vista al bosque y ahogué un grito cerrando con fuerza la boca y golpeando la pared de piedra con impotencia. Inhalé y exhalé incontables veces y solo me detuve cuando pude recobrar el control de mi propio cuerpo.
Me quedé inerte sobre mi eje, observando por varios minutos la oscuridad que caía sobre los árboles, si me alzaba de puntillas podría ver el castillo a lo lejos. El silencio abrazó la soledad del momento e inconscientemente, me encontré divagando en mis recuerdos. El salón de hierbas de Arcane, a Brie limpiando algunas cosas y a Katrien haciendo chistes y burlas sobre los demonios de su escuadrón.
Y luego a él, Bhal...
Antes todo era más sencillo, cuando lo odiaba, cuando no importaba en lo más mínimo lo que hiciera o quien se metiera. Mas precisamente cuando no sentía lo que ahora me estaba... Consumiendo.
Era fácil vivir en esa indiferencia, en esa rabia fría y cómoda, sin tener que lidiar con el fuego que ahora ardía en mi corazón, que me desestabilizaba y me recordaba lo vulnerable que podía llegar a ser.
— Selene...
Incliné el rostro levemente y sonreí de lado. Me giré con cuidado y observé a Arias al final del corredor, tenía el ceño fruncido tratando de descifrar lo que pasaba por mi cabeza en estos momentos o quizá, porqué estaba sola en medio de esta penumbra.
Avancé con pasos decididos hasta él y antes de que dijera una sola palabra más, lo esquivé pasando de largo.
— Espera — pidió siguiéndome — ¡Espera Selene! — sujetó mi muñeca.
Me removí molesta y me quité su agarre de encima creando distancia entre los dos.
— ¡No vuelvas a decir que me rinda jamás!
Arias tensó la mandíbula y bajó el semblante.
— Solo estaba preocupado por ti.
— Pues si tus dudas van a detenerme entonces guárdate tu jodida preocupación, Arias, porque no la necesito...
Su expresión cambió por completo, se veía herido y un poco molesto, así que supe que era momento de marcharme, pero no lo permitió, volvió a tomar mi brazo.
— Suéltame Arias...
— Sé que fui un imbécil, Selene, pero... Yo lo vi. La determinación en los ojos de esa demonio por acabarte me volvió loco — su voz tembló — cada vez que te retorcías de dolor, sentía que me ahogaba, que algo en mí pecho presionaba, y no poder hacer nada por ti... Fue desesperante.
Arias se veía desesperado, el verde de sus iris brillaba con súplica mientras trataba de perder la cercanía sin agobiarme.
— No voy a permitir que ni tú ni nadie me subestime.
Asintió dejando de poner presión en mi brazo, más seguro de que ahora no me alejaría de él.
— Y no lo he hecho, nunca lo he hecho, ni siquiera cuando te vi por primera vez en el palacio. Cuando evitaste que hiciera algo realmente estúpido. A mis ojos siempre fuiste implacable y continuas siéndolo, que estés aquí, en medio de todos estos jodidos demonios es la prueba de ello y creo en ti.. Y en todo lo que puedes hacer, solo... Por favor nunca dudes de mí.
Lo miré estupefacta, con las palabras tendidas en el aire y en medio del silencio. Sin saber cómo reaccionar, ¿Qué debía responder frente a algo así?, no tenía las palabras adecuadas mucho menos una respuesta clara. Arias siempre fue al punto, desde el principio, incluso antes de que él diera a conocer su verdadera identidad y aun así... cada latido de mi corazón ya le pertenecía a alguien más, a la persona que él detestaba con todo su ser.
Formé una sonrisa débil manteniendo la atención fija en su pecho, en aquellas cadenas que colgaban de su cuello y se balanceaban de un lado a otro con lentitud ante la inclinación de su cuerpo frente al mío. Me sentía tan culpable, cada vez que Arias decía algo dulce o se comportaban de esta manera sentía un horrible peso en la conciencia, porque mientras él estaba aquí, teniendo el valor de decir todo esto, yo solo tenía presente a Bhal en cada pensamiento, respiro y latido de mi ser.
Quizá lo que lastimaba y aumentaba aquella horrible sensación de pesar, era esa probabilidad de que jamás tendría algo más que eso, un deseo y pasión que crecía con fuerza, pero que también podría desvanecerse como un suspiro, como el destello de un fuego que tristemente nunca llega a encenderse.
Perdí la noción del momento, de pronto, no fui consciente de lo que sucedía hasta que mi espalda chocó contra el muro y sentí el toque firme de Arias en mi cintura. Tomó entre sus dedos mi barbilla y su atención cayó en mis labios, acarició mi belfo inferior con su pulgar y aunque él tenía los ojos puestos solo en mí, yo no podía evitar imaginarme el fuego en los de Bhal si estuviera aquí, justo ahora.
— Arias... — murmuré tratando de hacerle entrar en razón — espera...
Las yemas de mis dedos tocaron la piedra a mis espaldas, trataba de alejarme, pero él simplemente acercaba el rostro con lentitud, decidió y firme frente a la idea de besarme.
Cuando creí que lo haría, su cuerpo fue apartado de mí con una fuerza y velocidad imparable que terminó por estamparlo contra uno de los muros. Cubrí mis labios con ambas manos al percatarme de que escupió un poco de sangre y trató de reincorporarse adolorido.
— ¿Qué carajo crees que estás haciendo?
Mi pecho se aceleró tanpronto como divise a Bhal caminando hacia nosotros. Mi corazón latió condesenfreno no solo por la inminente amenaza en su voz sino por la ferozposesión en aquellas palabras. El aire escapó de mis pulmones cuando mis ojosse encontraron con la furia y protección en su mirada, tenía los iris deun color rojo vibrante, y yo más que nadie sabía lo que eso significaba...peligro.
AH SÍ.
HOLIIII DE NUEVO, VOLVIIIIII, apenas pasó una semana y me andan amenazando. 🔪😑
(Para mis lectoras nuevas quiero recalcarles que aun sigo en la universidad y que por más que quiera, no pudo escribir seguido, tengo responsabilidades y por si fuera poco, mi semestre esta por terminar así que tengo un chingo que trabajos y defensas encima) Créanme, si wattpad me pagara por escribir todo sería diferente jajaja, pero bueno.
Estaba pesando y pesando y toda la semana estaba tipo:
Y sí, entiendo que también es injusto para ustedes esperar por nuevo capítulo cada semana. Así que algunas chicas me estaban dando algunas sugerencias y he decidido tomarlas. Así que leean muy bien lo siguiente porque todo dependerá de ustedes.
Manejaré un sistema de actualizaciones por metas, es decir. Actualmente me leen alrededor de 10k personas por capítulo, pero de todas solo recibo 700 votos o menos y aunque no lo crean a veces eso desmotiva. Así que de ahora en adelante pondré un incentivo tanto para ustedes como para mí, para que todo vaya de la mano. Por el momento será solo una prueba así que todo dependerá de ustedes lectoras.
🌟🌟🌟🌟🌟
La meta de este capítulo es llegar a 2k votos, o sea 2K estrellitas. 🌟
Si cumplen esa meta subiré capítulo cuanto antes y así sucesivamente con los siguientes capítulos. Así que todo queda en sus manos, para las que no lo saben, solo deben picarle a la estrellita del final del capítulo y ya. ❤️ Veamos que tal va esta nueva idea que ante tanta insistencia pues la he decidido tomar, que sea justo para ustedes y para mí. 🤞
DATOS EXTRAS:
📚 TENEMOS GRUPO EN TELEGRAM, pueden unirse, ahí iremos congeniando un poco más y pronto iré respondiendo dudas ahí empezando con datos sobre la marca ya que algunas no lo entendieron muy bien, así que pueden unirse al grupo para que después de cada capítulo se vayan aclarando dudas y charlando al respecto. ❤️
Por último disfruten el capítulo. ✨
PD: Beso en la cola. 💋
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