CAPÍTULO N°24
Narrado por Bhal.
Mis ojos se abren en el preciso momento en el que mis labios liberan un suspiro. Mi respiración es caliente y se mezcla como humo en el frío viento. La brisa cala mis huesos desde lo más profundo de mi ser, pero mi cuerpo no se mueve, sigo de pie en medio del enorme campo abierto. Mi mirada recorre el paisaje que desde luego ya conozco, como ningún otro de hecho.
Las montañas a los alrededores, los árboles, las ramas resecas que crujen con cada oleada y el lago congelado a pocos metros de distancia. Todo esto lo conozco muy bien...
Elevo la palma de la mano lentamente para atrapar un copo de nieve que pronto se derrite en mi piel, y entonces la escucho. Alguien grita mi nombre, lo hace con desesperación y el eco de su desgarrante voz hace que mi respiración se dispare, sé de quién se trata y también sé que estoy dormido.
Vuelve a gritar desesperadamente y aun sabiendo que no se trata de nada más que solo recuerdos, vuelve a pasar. Mis piernas se mueven. Comienzo a correr con toda la velocidad que tengo en las piernas en su búsqueda. La angustia comienza a recorrer mis venas cuando sus llamados se intensifican, se oyen por todos lados así que no sé exactamente en qué dirección ir, de pronto los percibo en mis orejas, cerca, demasiado cerca. No cesan, no se detienen y llegan al punto de lastimarme los oídos.
— ¡¡Madre!!
Mi garganta libera un fuerte grito que luego provoca que varios grajos escondidos entre los arbustos vuelen en diferentes direcciones con espanto. Algunos pasan por encima de mí y abren sus filosas garras tratando de atacarme, cubro mi cabeza y sigo corriendo buscándola, tratando de encontrarla, tratando de llegar hasta donde esta, aun sabiendo lo que va a pasar después, incluso teniendo presente que nunca voy a poder cambiar lo que pasó.
Y entonces pasa, tal como lo esperaba, su voz se detiene y ya no soy capaz de oírla, trago grueso y trato de recuperación el aliento, los pulmones comienzan a arderme por dentro, como si el frío aire los hubiera congelado desde el fondo.
— ¡¡Madre!!
Vuelvo a llamarla con inquietud, sabiendo perfectamente lo que eso significa, pero nunca responde. Ya no vuelve a pronunciar mi nombre.
Siento una presencia a mis espaldas y aun así no volteo a ver de quién se trata, ya sé quién es. Su voz, fuerte y autoritaria se escucha tan cerca de mí que casi puedo jurar que lo tengo susurrando contra mi oído.
— Ella te hace débil, hijo.
La rabia se desata en mi pecho, siento un dolor que quema, que se extiende horriblemente por cada extremidad de mi cuerpo. Mis puños se cierran cuando escucho su risa de placer, llena de burla y maldad por destruir lo único bueno que conocí, su voz resuena en mi mente nuevamente junto a los recuerdos, inhalo con fuerza y ante el poco control que tengo me libero, saco mi espada del sustentor de mi cadera, me doy vuelta y apunto el filo hacia él.
— ¡¡Voy a matarte!!
Pero entonces me detengo, mi ceño se alivia y mis ojos cristalizados dan con los suyos. Pestañeo un par de veces sin entender muy bien lo que está pasando, lo que ella está haciendo aquí. No, ella no debería estar en este lugar, no viendo esta parte de mí, no la que tanto detesto. No, no quiero que me vea.
Su tez está más pálida que nunca, tiene las mejillas ruborizadas y puedo notar que algunas pecas están salpicadas sobre su nariz. Su cabello rojo danza con el viento y algunos mechones caen sobre los costados de su rostro. Delineo su figura, me doy el tiempo de admirarla, tan delicada y pequeña en comparación con todo lo que yo represento. Quizá luzco como una bestia, una rabiosa e ida en odio puro, algo en mí me dice que va a temerme, que va a salir huyendo de miedo, pero sucede todo lo contrario. Una dulce sonrisa se dibuja en sus comisuras e ilumina su semblante haciendo que mi esencia palpite, fuerte e inquietamente.
Selene...
La punta de mi espada está en su cuello, aun así, ella no borra aquella mueca, solo continúa sonriéndome como si... como si fuera a ver algo que yo no puedo. Mi pecho sube y baja al compás de mis respiraciones, trato de entender por qué esta hace aquí, qué es lo que hace en mi sueño, en este horrible sueño que tanto me atormenta.
"Ella te hace débil."
Vuelvo a escuchar su voz en mi cabeza y cierro los ojos tratando de expulsarlo de mi mente.
"Ella te vuelve un completo inútil, Bhal."
— Detente. — advierto tensando la quijada con fuerza.
"Ella es un peligro".
— ¡¡Ya sal de mi mente!!
"Ella va a destruirte."
— ¡¡Que te largues maldición!!
El silenció inunda después de mi insistente amenaza, abro los ojos solo para encontrarme con los de ella nuevamente, y entonces pasa, antes de que mis labios puedan pronunciar una sola palabra, incluso su nombre, el suelo bajo sus piernas se agrieta y todo pasa a una velocidad abrumadora. Selene extiende su mano hacia mí y una sensación electrificante pasa por todos mis sentidos haciendo que reaccioné al mismo instante, trato de sujetarla, de alcanzarla, pero es inútil, ella cae en el vacío y se lleva consigo un grito eufórico mío.
Mi cuerpo se levantó de un solo tirón con el retumbar de sus llamados, abrí los ojos rápidamente con exaltación y llevé ambas manos a mi cabeza tratando de volver a la razón. El aire faltaba en mis pulmones por lo que tomé bocanas grandes para poder estabilizar a mi inquieto pecho. Había sudor en mi frente y algunos mechones de mi cabello se pegaban en mi cuello y mejillas, acomodé forzosamente el largo de mi cabello por detrás de mi cabeza y cuando bajé ambos brazos para dejarlos entre mis piernas flexionadas me percaté de que los dedos me estaban temblando con nerviosismo.
Tragué grueso y comencé a observar mi habitación completa, de pronto sentía que algo faltaba, que algo no estaba como antes. Las ventanas estaban abiertas y una brisa fresca provocaba que las cortinas rojas golpearan estrepitosamente contra las paredes. El fuego de la chimenea era tenue, pero las llamas resurgían a los cuantos segundos soltando chispas entre las leñas crujientes y un tanto desintegradas. Todo estaba a oscuras y, aun así, la luz de la luna se fundía entre las aberturas y llegaba hasta el pie de la litera.
¿Cuánto tiempo me quedé dormido?
¿Realmente estaba tan cansado?
¿Hace cuánto no conciliaba el sueño tan profundamente?
Tan profundamente que... volví a ese espantoso lugar.
Aunque...esta vez fue diferente, Selene estaba ahí, esa pequeña fiera llegó hasta ese lugar, tan entrometida como siempre. ¿Por qué rayos tuvo que aparecer en ese preciso momento?
Inhalé y exhalé unas cuantas veces más para mantenerme firme, pero por más que lo intentaba, sus gritos continuaban claudicando en mi cabeza. Por mucho que tenía en claro que no se trató más que de un sueño mezclado algunas memorias mías, mi esencia demoniaca simplemente no podía tranquilizarse, seguía como una insistente bestia golpeando mi pecho, una y otra, y otra jodida vez.
Golpeé la base de la cama con molestia y sacudí mi cabello suelto con impaciencia, llevé mis dedos hasta mi sien y comencé a masajear esa zona, estaba perdiendo el control y la calma por completo, ahora incluso se atrevía a inmiscuirse en mis sueños, esa testaruda pelirroja... Necesitaba sacar todo el peso de mi pecho, de una u otra forma, ya fuera cortando algo o aún mejor...
Sacudí la cabeza cuando los recuerdos volvieron una vez más, de cuando la tenía debajo de mí, gritando y gimiendo mi nombre, con su cuerpo desnudo y a mi merced. ¡Ah, maldita sea Selene!, definitivamente la detestaba, no solo por ser tan indecente y malcriada, sino también por no dejar de irrumpir en mis pensamientos. Era tan cierto cuando decían que los polos opuestos se atraían porque jamás, en mi maldita existencia, se me habría pasado por la mente hacerlo con ella. Siempre fuimos como el fuego y el agua, siempre odiándonos, saboteándonos el uno al otro y de pronto, uniéndonos tan bien, tan deliciosa y malditamente bien.
Una sonrisa se formó en mis labios al recordar cómo jurábamos no tomarnos ni en nuestros sueños más locos y cómo de un momento a otro nos devoramos como si no hubiera un mañana. Odiaba admitirlo, pero fue la mejor cogida de mi vida. Y ahora estaba jodido, realmente jodido, mi cuerpo, mi esencia vital solo deseaba volver a probarla. No a Alexa, no a ninguna otra, solo ella, solo a Selene. La humana indomable que no soportaba.
Estar tan dentro de ella se sintió magnifico, acariciar su piel hizo que el mío ardiera, sentir sus labios delirar entre mis besos fue una muestra de desdén que definitivamente deseaba probar de nuevo.
¿En qué nos convertía eso a ambos?
¿Qué clase de enemigos se soltaban su furia a diestra y siniestra y luego follaban tan malditamente bien como para desear volver a repetirlo de nuevo?
¿Por qué el odio y la lujaría sabían tan exquisitamente bien juntos?
Estaba tan malditamente envuelto en furia como en excitación por ella. Deseaba tanto castigarla, rechazar el maldito brazalete de protección fue una cosa, pero luego amenazarme con entregarse a otros demonios cruzaba por completo el límite de mi jodida paciencia. Selene era completamente nueva en este mundo, no sabía muy bien cómo funcionaban las cosas ni cómo se manejaba algo como el sexo, así que comprendía muy bien por qué había confundido las cosas.
Las mujeres que solían satisfacer mis necesidades tenían muy claro que jamás obtendrían nada más de mí, muchas veces ni siquiera volvía a requerir de su servicio. Alexa fue la única que imploró por darle algo de protección, y entonces creé el brazalete rojo. Ella fue una de las primeras hembras de casta que tomé cuando volví al castillo. Mis placeres eran violentos y solo su esencia podía sopórtalos como requería. Así que cedí en darle algo como paga, lo usó como método de precaución, lo hizo para marcarse a ella misma ante el deseo feroz de los demás demonios, así nadie podría tocarla sin su consentimiento, pero también sabía muy bien que aquel objeto no nos unía de ninguna manera, jamás lo haría.
Le di la misma joya a Selene creyendo que la usaría de la misma forma, con el resto haciéndose la tonta idea de lo que ese brazalete significaba, no tendría problemas en resguardarse, debí suponer lo que vendría después ya conociendo a la perfección el carácter tan necio y modesto que solo ella poseía contra mí. En sus ojos vi la confusión, ira y también la impotencia en contener su impulso por golpear mi rostro como tanto le encantaba, como yo permitía que solo ella lo hiciera. Cualquier otro ser no viviría para contarlo si se atreviera, por alguna razón, cualquier acto de Selene, incluso su deseo incasable por clavarme una jodida daga suya en mi pecho me volvía loco e incitaba a tomarla.
¿Cuánto iba a tomarle a mi esencia saciarse por completo de la suya?, necesitaba sentir solo odio por esa humana, no está jodida llama en mi cuerpo, ansiosa como una bestia por consumirla. No cuando ambos no repelíamos de la manera más tosca, ¿Así iba a ser siempre?, ¿Coger y discutir como animales salvajes después?, la idea me fascinaba, hacerla mía y someterla como a toda una fiera me desquiciaba por completo los sentidos, sin embargo, Selene veía todo de manera tan diferente y lo que menos deseaba era que fuera a hacerse ideas tontas en la cabeza. Tal y como su jodida raza solía hacerlo.
Era tan parte de su naturaleza sentir por demás como era la mía el privarme de todo aquello que fuera a amenazar contra lo que tanto me había costado construir. Así se regían las cosas, lo que un humano podría dejar entrar en su corazón en solo cuestión solo segundos, un demonio, por su origen demoniaco, no lo haría ni en décadas, no estaba en nuestra sangre ser sensibles ni mucho llegar a desarrollar algo tan trivial como el amor. Nuestras riendas tiraban con más fuerza por el lado de la lujuria, la victoria y el poder.
Mi atención se dirigió hacia uno de los espejos de la alcoba y mi ceño se frunció casi de inmediato con molestia al notar que tenía los ojos nuevamente dorados. Los cerré con fuerza tratando de regresarlos a su tono natural, en los últimos días no había podido controlarlos, no después de ver a Selene en la sala de juntas. Antes solía burlarme de su aspecto, pero ese día, por alguna razón, estaba más hermosa que nunca. Su cabello cual vivo fuego sujeto en su típica trenza y los mechones que caían por los costados de su rostro, su atención fija en cómo sus inquietos dedos jugaban entre si sobre sus piernas, sus mejillas rosadas y sus labios entre abiertos tratando de normalizar su respiración después de haber chocado nuestras miradas. Todo aquello de alguna manera, aunque ella jamás llegó a notarlo, logró hacer que mi fuerza y concentración flaqueara en una reunión de tal importancia.
Traté con toda mi fuerza de voluntad ignorarla, pero entonces pasó, en el momento menos indicado, la marca que dejé en su piel cuando la tomé por primera vez se activó y todo se fue a la mierda. Sentí la conexión, sentí el lazo y mi atención cayó nuevamente en ella. Por su expresión mis dudas fueron confirmadas, Selene creyó que no era más que una simple molestia, que no era más que su energía arrebatada pasando cuentas después de nuestro encuentro, jamás descubriría lo que significaba, ni mucho menos cómo podría utilizarlo a su favor y en mi contra.
Fui descuidado, me dejé llevar por el placer tan grande e inimaginable que su esencia le estaba dando a la mía que no fui consciente de las posibles consecuencias que vendrían después solo hasta que saqué mis colmillos de su piel y pronuncié aquellas palabras que ella jamás llegaría a comprender. De no ser por el simple hecho de que permaneció profundamente dormida los siguientes tres días estaría en graves problemas frente a una hembra sexi y pelirroja, pidiendo explicaciones sobré el significado del símbolo gravado en su cuello.
Puse demasiada energía de mi fuerza vital tratando de quitar el rastro de aquella marca a toda costa, temiendo que fuera a abrir los ojos en cualquier momento solo para encontrarse con algo grabado no únicamente en su cuerpo sino también en todo lo que ella representaba. Al final solo logré hacerlo invisible, no solo a sus ojos sino también a los de los otros demonios, no solo no podrían verlo, tampoco serían capaces de percibir su presencia, ni siquiera lo lograrían con sus habilidades. Mi plan era mantener el secreto hasta lograr quitarme la atracción tan inquietante que sentía por ella y encontrar una forma de remediar mi imprudencia y precipitación, pero todo se arruinó cuando volvimos a estar juntos dentro de aquella sala.
Pude sentir el cosquilleo en su vientre, su respiración agitada y desde luego el acelerado latido de su corazón. Lo percibí tanto como ella, por debajo de mi piel, en lo más profundo de mi razón insistiendo en ir por ella una vez más, solo en ese preciso momento entendí por qué es era tan importante que un demonio controlase sus instintos, para no hacer cosas tan estúpidas como esas y luego estar en jodidos problemas, más aún cuando el asunto involucraba a una fiera como lo era Selene.
Después de nuestra última discusión no le di mucha importancia al asunto hasta que el ansia del símbolo volvió a despertar hace unos días y me imploró por más, traté de apaciguarlo con algunas mujeres del harem y desde luego fue inútil, la marca exigía solo a una persona, solo a una mujer, solo a ella.
Todo este tiempo estaba tratando de contenerme en no ir por ella y tomar lo que mi naturaleza ordenaba, fingía hacer como si no me importara cuando muy en el fondo ya estaba a punto de volverme un demente y salvaje. Nuestro orgullo estaba desde luego a la par, yo me limitaba en toparme con ella y la pelirroja también lo hacía no cruzándose en mi camino. Esto no marchaba como planeaba, entre más trataba de evitarla la marca más me insistía e ir a buscarla.
Abrí los ojos y solté un largo suspiro cuando volvieron a su color natural, debía encontrar la manera de quitar ese sello sin que ella fuera a enterarse. De algo estaba seguro, el sexo lo alimentaba, así que por mucho que iba a ser una maldita tortura contenerme día tras día, debía evitar a toda costa volver a hacerla mía, solo hasta ver la manera de deshacerme de lo que yo mismo había provocado.
El sonido de la puerta hizo que saliera de mis pensamientos, solté un gruñido sabiendo perfectamente de quien se trataba y quité el seguro moviendo el dedo índice. Uno de los soldados se dio paso en mis aposentos y caminó hasta ponerse a unos cuantos centímetros al pie de la cama, llevaba puesta su armadura por lo que supuse que estaba de turno.
— Mi príncipe, la reunión del rey y el consejo de ancianos ha comenzado.
— ¿Y por qué debería interesarme una charla de vejetes? —sonreí de lado poniéndome de pie y caminando hacia mi escritorio para beber la copa de antes de caer en sueño había dejado.
Él soldado bajó la cabeza con respeto y se aclaró la garganta para que pudiera oírlo desde mi posición.
— Los ancianos han solicitado su presencia de manera inmediata.
Así que esos bultos de carne inservibles ordenaban que estuviera presente en su reunión. Eché la cabeza atrás y solté una risa ronca sin poder creer cuan hipócritas podían ser, la última vez que tuve un consejo con ellos y en presencia de mi padre, se me arrebató el título de heredero, tenía curiosidad de saber qué deseaban despojarme esta noche también.
— ¿Qué hay de los nuevos reclutas? — bebí otro sorbo de mi vino observando algunos pergaminos regados sobre la mesa. Muchos de ellos llevaban escritos los agradecimientos de ciertos nobles que alagaban mi decisión por aceptar a muchos de sus ineptos hijos.
— Todos llegaron al palacio esta tarde, como siempre, los jóvenes demonio están ansiosos por servir en las tropas del rey y los nobles orgullosos de entregar a sus progenies a la causa de la corona en contra los rebeldes. La costumbre de su inició se dará en el Jardín de los Velos, luego, serán trasladados a la Torre de Forja.
Asentí observando el anochecer a través del ventanal. El ritual de iniciación de los recientes reclutas para las tropas del rey sería esta misma noche, con suerte, estos no morirían en su primera misión tras su arduo y sangriento entrenamiento. Cada vez perdíamos más soldados gracias a la incompetencia de los altos mandos, demonios inútiles que solo se sentaban en sus puestos a beber y fornicar evadiendo sus responsabilidades o finalmente cumpliéndolas de la manera más nefasta e imprudente posible.
Dejé la copa en donde estaba al principio una vez que terminé su contenido y solo entonces me dispuse a vestirme. Logré conciliar el sueño durante algunas horas y solo desperté para volver a este jodido y estresante lugar. Ajusté muy bien el cinturón de mi pantalón cuando noté que el soldado todavía permanecía en su lugar, fruncí mi ceño mientras comenzaba a ajustar el sustentor en mi caderas y le hice una seña con la cabeza para que prosiguiera con lo que tenía que decir. Lo dudó al menos unos segundos pero después volvió a bajar la cabeza para evitar mirarme directamente a la cara.
— El príncipe bastardo también fue convocado...
Mostré una sonrisa entera y tomé la empuñadura de mi espada favorita para elevarla un poco ante mí, el acero brillaba con la tenue luz que desprendía el fuego de la chimenea así que pude ver mi perfectamente el reflejo de mi rostro en el filo de la hoja.
— Excelente.
Pronuncié satisfecho dejándola caer dentro la funda que se sostenía en el costado de mi cadera para finalmente ponerme en marcha.
Mis pasos resonaron en el pasillo mientras me dirigía hacia el la sala del consejo real, estaba ubicado en los pisos más altos, aquellos a los que no cualquiera tenía fácil acceso, ni siquiera yo, no después de que me arrebataron mi derecho. Todo permanecía igual, tal como lo recordaba antes de descender. Las paredes eran oscuras, los pilares tallados de color blanco en cada esquina y los candelabros que colgaban del techo, en el cual también se apreciaba el arte de ciertos demonios en varias sus pinturas, la mayoría basadas en guerras que se habían suscitado antes, mucho más antes de que la corona llegara a la cabeza de mi querido padre.
Crucé algunos corredores más y me detuve abruptamente cuando di con una puerta en específico, una que se encontraba al fondo de uno de los tantos caminos, la que antes era mi habitación. Sonreí de lado con amargura recordando todas las travesuras que hice cuando fui tan solo un niño y, tras evocar aquellas memorias, me aclaré la garganta y continué con un paso un poco más lento hasta llegar al gran salón de la Corte. La mueca que traía en el semblante se borró casi al mismo segundo en el que vi su patético rostro, solo entonces mi expresión se tornó fría e inexpresiva.
— Tanto tiempo sin verte, Bhalamir.
Ladeé la cabeza sin paciencia y pude sentir cómo mi esencia demoniaca tomó un aura sombría de tan solo escuchar pronunciar aquel nombre de pila. Escondí ambas manos en los bolsillos de mi pantalón y me acerqué un poco más hasta quedar a pocos centímetros de él. Mis ojos dieron con los suyos y se encendieron de un tono rojo a vivo fuego solo para trasmitirle la evidente amenaza en la cual estaba.
Repite ese nombre — susurré con la voz ronca — y arrancaré tu jodida lengua.
Él soltó una risa entre dientes y me miró de pies a cabeza ignorando el hecho de que yo solía cumplir mis promesas.
— No haz cambiado nada, sigues siendo aquel niño rebelde y cruel que conocí en las fronteras.
— Tampoco haz cambiado mucho, Arias — pronuncié con un tono sarcástico — sigues siendo el mismo incompetente, débil e inútil hijo bastardo de mi padre.
Ensanché mi sonrisa de lado cuando sus ojos verdes también se tornaron rojos y su expresión cambió a una completamente oscura mientras enaltecía la cabeza.
— Entonces lo que dicen de ti es cierto...
— Lo que digan de mí me vale mucho una mierda.
— Es verdad — asintió ligeramente — para ti nada ni nadie tiene más valor que la corona.
— El consejo aguarda, príncipes...
Ambos miramos de reojo al guardia que custodiaba la puerta principal, solté una risa sin gracia y me acerqué poco más hasta Arias, él no se movió ni un solo milímetro ante mi inminente advertencia, poniendo quizá toda su fuerza y resistencia en mantenerse firme
— Es cierto, hermanito — continué en tono sarcasmo — así que no dudes ni por un solo segundo que mi espada no cortará tu cabeza para obtenerla.
Lo observé con burla y desdén mientras él solo permaneció en su lugar, inerte y aguatando las enormes ganas de iniciar un duelo. El odio se filtró por sus ojos y noté, además de su mandíbula tensionada, cómo las palmas de sus manos se cerraron en puños que luego, con la gran fuerza que ejerció, provocó que sus nudillos se volvieran blanquecinos.
— No es necesario que agradezcas por haber salvado tu trasero en los senderos rojos, no es lo mío atacar por la espalda, si voy a recuperar lo que me pertenece lo haré en tus narices. Voy a tomar lo que desde un principio fue mío y no podrás hacer absolutamente nada al respecto.
Choqué su hombro apartándolo de mi camino y empujé las puertas dándome paso en el ostentoso lugar. Percibí sus pasos por a mis espaldas, pero ni siquiera me molesté en voltear a verlo, sabía que estaba detrás de mí, como siempre, jamás por delante ni mucho menos a un lado mío. A medida que en iba adentrándome me tomé el tiempo de examinar el lugar, era un ambiente demasiado amplio que tenía una forma rectangular en posición vertical, los pilares se extendían en ese mismo sentido dejando un enorme espacio en medio que estaba cubierto con una elegante alfombra roja con detalles bordados en oro.
Mientras perdía lejanía, la atención de los seis ancianos de la Corte se posicionaron sobre mí, tal como ese maldito día. Hacía mucho que no los veía y de solo tenerlos en frente nuevamente y en el mismo lugar, aquellos sentimientos de resignación e ira volvieron a mi cabeza como si solo hubiera sido ayer cuando en conjunto decidieron darme la espalda. Ellos casi nunca salían de estos pisos, recibían de los mejores lujos y privilegios solo por ser considerados sabios y susurrarle una sarta de estupideces y consejos al rey. Sus lenguas eran el único símbolo de valentía que poseían y nunca dudaban en usarlas para su beneficio, de hecho, no sabía quién era más ignorante, si ellos por creer ilusamente que eran tan prescindibles o mi padre por confiar en cada palabra que sus bocas soltaban.
Los seis tenían cabellos canosos y barbas que se extendían un poco más antes de llegar hasta sus estómagos, eran similares tanto en vestimenta como en facciones, como si los seis hubieran nacido del mismo vientre materno. Su piel ya tenía arrugas como prueba de su avanzada edad y sus ojos eran rojos, brillantes y juzgantes. No importaba la emoción que sintieran siempre estaban en ese estado, atentos y ansiosos por ver cuál sería su próxima víctima u objeto de distracción. Todos se hallaban sentados en sillones negros perfectamente acomodados a los cantos del trono del rey, tan cerca como para susurrarle cosas y poner ideas retorcidas en su cabeza, así tenía a tres alimañas de su lado izquierdo y otras tres de su derecho.
La atención de mi padre cayó directamente en mí y posteriormente en Arias, quien se acomodó desvergonzadamente un lado mío, casi a la misma altura. El rey todavía se mostraba bastante débil, estaba un poco encorvado en su majestuoso trono y recargaba el mentón en los nudillos de ambas manos entrelazadas, las mismas que se recargaban sobre los respaldares de su sitio. Llevaba puesta su túnica roja favorita y en su cabeza, como era de esperarse, aquello que más amaba y apreciaba sobre cualquier otra cosa en el vasto territorio del inframundo, su adoraba corona, símbolo de su poder y dominio sobre todo ser que habitaba en el tercer mundo.
Después de unos segundos soltó un largo suspiro que luego sus fieles lamen botas imitaron cal mismo tiempo, como maquinas programadas para ejecutar cualquier movimiento en una precisa coordinación.
— Mis dos hijos presentes frente a mí, que dicha posee este soberano al tener a dos formidables príncipes a su disposición.
Observé de reojo cómo Arias bajó un poco la cabeza en señal de respeto, pero yo me limité a no hacerlo, mantuve el semblante firme ante el rey y esto solo provocó que él soltara una risa entre dientes.
— El príncipe Bhalamir no ha cambiado en absoluto, continúa siendo aquel joven prepotente y orgulloso, aun cuando tiene no solo a su padre frente a él sino también su soberano... — mi atención se fue directamente hacia el anciano del fondo izquierdo.
— No haz de negar que te recuerda al mismo rey en sus tiempos de gloria, altivo y negante a bajar la faz y orgullo ante nadie. Digno, como todo un rey. — pronunció el primero de la fila derecha.
— ¿Insinúas que el no mostrar respeto ante su padre y rey es digno de un buen gobernante?
— Todo lo contrario, he de aclarar, solo alego una característica muy predominante que todo sucesor en la línea de sangre pura ha demostrado. — los ojos del anciano cayeron directamente en Arias con desprecio.
— Los tiempos han cambiado, incluso los aliados hoy en día no temen en revelarse haciendo que el valor de la corona caiga en declive, en mi humilde opinión como fiel consejero, las responsabilidades de un próximo rey son más estrictas. Ya no basta la pureza de la sangre, ni el ímpetu del orgullo, se necesita a un líder, uno que forje lazos y sepa el orden de las cosas.
Endurecí mi ceño cuando los ojos del viejo dieron conmigo expresando nada más que solo desaprobación. Maldito rastrero, era tan evidente hacia quien se inclinaba su apoyo.
— La realeza nunca ha conseguido su poderío sentándose a charlar y tomar el té— defendió el otro — No gobernamos humanos sino demonios, bestias con naturaleza feroz que necesitan la fuerza, habilidad y dominio que desde luego solo uno posee.
— ¡¿Cómo te atreves a insultar de esa manera al principie Arias?! — aquel anciano inconforme con mi sola presencia salió en defensa de mi rival — ¿Se te olvida que también lleva la sangre de tu rey?
— Eso jamás — pronunció el otro con total calma — sin embargo, tampoco olvido las costumbres que nos rigen desde tiempos inmemorables ni mucho menos el origen que ha dado a la familia real. Los reyes no nacen con la esencia mancillada, lo hacen con una esencia pulcra, pureza que posteriormente se une con otra línea se sucesión de las mismas características para formar lazos en una sagrada unión matrimonial.
— Comparto tu visión — otro anciano salió de su parte dirigiéndose al anciano que airado que no me toleraba — no nos atrevemos a denigrar el honor del príncipe Arias, no después de haber servido tan fielmente a su padre durante este tiempo y haberse esforzado en hilar lazos con nuevos aliados, sin embargo, su casta es también su gran desventaja. Nacer del vientre de una madre fuera del matrimonio le impide reclamar algo tan valioso como el derecho al trono.
— La madre de Arias fue la primera candidata en comprometerse con su majestad. — esta vez se pronunció el primero de la izquierda.
— Es verdad — interrumpió el siguiente de la derecha uniéndose al debate — sin embargo, el rey se hallaba en flor de loto a medio brotar, como cualquier otro principiante de hecho, su romance con una mujer impura fue considerado como una decisión prematura y pronto, con el consejo y mentoría de los ancianos, tomó en matrimonio a la madre del príncipe Bhalamir y encaminó nuevamente su destino.
— Entonces admites que Arias fue engendrado mucho antes que el príncipe legítimo.
— No es un hecho que eh negado para empezar — mostró una sonrisa entera exhibiendo sus dientes casi podridos — si bien el príncipe Arias nació antes y eso lo convierte en el mayor, Bhalamir es el sucesor genuino, engendrado en sagrado matrimonio y nacido del vientre de una mujer de nobleza y pureza real.
— ¡¡Insolente!! — acusó el primero señalando con su dedo incide al último.
— Suficiente.
Todos guardaron silencio ante el mandato del rey, los ancianos tomaron sus lugares y continuaron observándonos ya teniendo muy posiblemente en mente en quien depositarían su confianza para ser el próximo sucesor. Tres a su favor y otros tres al mío. Fue de esperarse, el bastardo era un completo sumiso, haría cualquier cosa su alcance con tal de tener a unos cuantos, de su parte, aún más sabiendo que algunos ya me despreciaban por nunca haberles mostrado respeto, no era nuevo que intentara tomar provecho de esa situación. El rey se puso de pie con cuidado y con los movimientos tambaleantes, incluso a la distancia de nuestros cuerpos podía llegar a percibir su débil esencia, le tomaría más de tiempo curar su fuerza vital.
— Mis fieles consejeros — pronunció con la voz dura y firme — he oído sus opiniones y sugerencias desde el momento en el que he tomado la responsabilidad de este reino, en la mayoría de las veces todos han acertado trayéndome muchos beneficios en consecuencia. Sin embargo, hoy presencio que incluso ustedes se encuentran en una encrucijada, tanto como yo lo he estado todo este tiempo.
Los ancianos se miraron entre sí y asintieron ante su líder con total sumisión.
— Bhalamir, Arias... — esta vez su atención cayó directamente en nosotros — he de suponer que a estas alturas saben perfectamente la razón del porqué se lleva a cabo esta reunión y debate con el consejo.
Desde luego que lo sabía, lo supe desde el momento en el que llegué con la victoria una vez más, desde el segundo en el que los mismos súbditos corearon mi nombre y pidieron que se me devolviese mi derecho al trono.
— Tanto yo, como el consejo de ancianos, decidiremos cuál de ambos será el próximo rey de este inframundo. Los dos han sido debidamente estudiados, sin embargo, tambien los dos se han destacado en diferentes ámbitos. Por un lado, Arias ha demostrado gran fortaleza al momento de forjar aliados, su paciencia ha traído frutos al reino, no solo ha una estabilidad política con los demás Duques sino también las metas claras en ampliar la influencia de nuestro reino a las tierras forasteras. Por otro lado, Bhalamir, no solo es adorado por la mayoría de los súbditos lo cual es una base fundamental de toda soberanía, el respeto y fidelidad que le tienen llega a ser admirable, no solo por su gran fuerza e inteligencia en el campo de batalla, sino también porque demuestra ser más competente a la hora liderar, todos los soldados confían a ciegas en él, podría incluso añadir que irónicamente rezan para que les toque combatir a su lado y bajo su mando. La victoria siempre está de su lado y a favor del filo de su espada.
El salón volvió en fundirse en un silencio sepulcral, los ancianos estaban atentos a la decisión del rey y yo estaba más que hirviendo de furia ante la sola idea de que trataban de ponernos a ambos en la misma balanza. Trabajé décadas por ser digno de mi herencia y ahora, un simple bastardo bueno en charlas políticas se atrevía a amenazar todo aquello que me había costado conseguir.
— Mi decisión está tomada y ambos han demostrado ser dignos sucesores de la corona. Pero antes, pienso aclarar dos puntos bajo las palabras de mis sabios guías. Primero, no he de juzgar a mi heredero por la sangre que corre en sus venas. Segundo, eximo al príncipe Bhalamir de su castigo por lo que, desde luego, podrá acceder a su derecho de reinato. Dicho esto, pronunció por mandato real que el próximo rey del infierno, será aquel que me traiga la cabeza del líder de los rebeldes y a toda su estirpe de rodillas frente a mí.
Tanto Arias como yo nos miramos el uno al otro con desdén y soberbia.
— Sin embargo — volví a poner la atención en el soberano — su tarea no será tan fácil como piensan. Todo camino posee obstáculos y ustedes también tendrán los suyos. La corona exige sangre antes de ser tomada, sangre y sacrificio, así que no serán dotados de ciertos beneficios empezando con que no se les cederá tropas perfectamente adiestradas para lograr su cometido, no regirán su mandato con soldados experimentados. Como todo rey forjarán su propio sendero, les daré a ambos la misión de entrenar a los nuevos reclutas, a los principiantes recién enlistados para servir al reino, y como un príncipe no juega la función de ser un hábil adiestrador, he de bajar su rango al de comandantes. Ambos tendrán los mismos beneficios y oportunidades dentro de esa categoría.
— Muy buena decisión, su majestad, es usted un rey digno de admirar — uno de los ancianos habló por el resto al mismo tiempo que todos hicieron una reverencia mostrándole respeto.
— Y para conmemorar este día y sellar el pacto de mi promesa con el futuro rey — elevó un poco más la voz — la ceremonia de iniciación de sus próximos soldados, de aquellos que van a llevarlos a una posible victoria en su propósito, se realizará en este mismo salón, no solo en presencia de los ancianos del consejo sino también la mía. He de ser el primero en verter mi sangre en el Cáliz Escarlata, que esa valiosa ofrenda sea la muestra de mi compromiso por coronar al más apto.
Los consejeros aplaudieron casi al mismo compás mientras que mi mueca se oscurecía, mi meta ya estaba muy bien trazada.
— Sade — llamó a uno de los gemelos Arrax — Haz que los nuevos reclutas entren.
El gemelo asintió bajando la cabeza y salió del salón dispuesto a cumplir con aquella orden mientras que su hermano, Taika, permanecía firmemente y en alerta al servicio y cuidado de su rey.
— Gracias, padre. — formé una sonrisa ladina cuando escuché la irritante y subordinada voz de Arias a mi costado.
Él solo asintió y extendió su mano hacia su lado izquierdo para que su hijo bastardo tomará su lugar en uno de los sillones disponibles de ese extremo. Me quedé frente a mi padre sin borrarla expresión casi sombría de mi rostro, definitivamente la placía joder mi existencia, estaba tan ansioso por poner en marcha ese jueguito suyo, aun cuando sabía muy en el fondo que yo llevaba todas las de ganar, todo gracias a su dura y despiadada preparación. Me miró con burla y orgullo, luego elevó lentamente el otro brazo para guiarme esta vez a su extremo derecho. Ladeé la cabeza y mostré una mueca de suficiencia y superioridad, mantuve ambas manos en los bolsillos de mi pantalón y me dirigí hasta el punto indicado no sin antes mirarlo de reojo con frialdad y desprecio.
Me dejé caer sobre mi asiento y descansé una pierna sobre la otra, acomodé mi brazo en el respaldar del lugar teniendo en frente mío al imbécil de Arias. Ambos nos observamos con asco y repudió mientras la puerta principal se abría y daba paso a la presencia los tantos nuevos reclutas.
¿Entrenar a los iniciados?, eso sería tan fácil como enterrar una espada en el cuello de asqueroso Gorko. Los nuevos solían derivarse a La Torre de Forja después de su ritual de aceptación y compromiso, ahí no importaba ni su rango, ni su casta ni mucho menos si eran hijos e hijas de nobles. Dentro estarían a mi total merced así que planearía muy bien cómo lograr que sus inmundas existencias valieran cada segundo de mi tiempo invertido en prepararlos para capturar al líder de los rebeldes.
Mi decisión era clara, iba a obtener la corona a como diera lugar, lo demás no importaría en lo absoluto, no importaría llegar a ese punto hiciera que pisoteara al resto, no importaría romper cada hueso de mis nuevos soldados, si llorarían sangre, si suplicarían parar después de cada entrenamiento y fase o si aclamarían desertar y mil veces morir hasta que las malditas cuerdas vocales de sus gargantas fueran a romperse. Nada de eso me importaría, no si se trataba de obtener lo que quería.
Arias estaba seguro de sí mismo, tan confiado de siquiera atreverse a ponerse a mi nivel, estaría perdido ahí dentro. No rompí cada articulación de mi cuerpo en los entrenamientos desde mi niñez como para dejarle las cosas fáciles, desde ahora la guerra entre ambos por llegar a la cima estaba marcada. Lo demás sería una constante lucha por tomar la delantera.
Esta victoria era definitivamente mía.
Sonreí de lado y apoyé los labios en mis nudillos sin dejar de obsérvalo con superioridad, él lo hacía de la misma manera, sentado al otro lado del salón, en una postura muy similar a la mía y sin negarse a apartarme la atención de encima. Fue una lucha casi brutal de miradas de odio solo hasta que su atención se desvió repentinamente hacia otro punto.
Fruncí mi ceño al notar que estaba viendo otro lugar con demasiada atención, así que lo hice, seguí el punto fijo donde tenía los ojos bien puestos y entonces todo a mi alrededor se detuvo.
No...lo peor no era que tenía su jodida mirada en mi pelirroja, sino que ella estaba entrando junto a la tropa de los novatos, no como mi servidora, si estaba entre ellos ya no lo era más. Vestía la ropa de entrenamiento y la decisión firme en su rostro mientras avanzaba hacia el pie del trono solo me confirmó que en definitiva venía como una iniciada más.
Consejo de Ancianos
Lucius, padre de Bhal y Arias.
Es el turno de que conozcan a Arias.
Bhal. 🫦
Selene en el sueño de Bhal.
Saquen conclusiones. 💋
JAJAJA LOS MEMES NO PUEDEN FALTAR.
Hola hermosas, primeramente me disculpo por la tardanza, se que he tardo mucho en publicar este capitulo pero tambien tengo responsabilidades fuera de la plataforma que debo cumplir. Por mucho que desearía estar publicando a diario, tengo bastantes asuntos que atender fuera de este lindo mundo de fantasía, así que solo me disculpo con ustedes sabiendo muy bien que tengo que cumplir tambien con ustedes para no dejarlas picadas. Esta no será una semana fácil para mi porque estaré llena de trabajos con la Uni así que solo les pido paciencia y comprensión. Los capítulos llegarán, pueden estar seguras de eso.
Ahora sí, he estado leyendo sus comentarios del capitulo anterior y han surgido ciertas dudas así que voy a aclarar algunas de ellas, léanlo con mucha atención.
1. La más solicitada, ¿Selene esta embarazada? NOOO, no lo esta, Brie lo explicó muy bien en el anterior capitulo, así que de ser necesario vuelvan a leerlo. Seria imposible porque Bhal anhela tomar su trono, y con el puesto tiene responsabilidades, una de ellas es seguir el protocolo del consejo que prácticamente se encarga de decidir sobre la pareja y el vientre en el cual se engendrará al próximo heredero, así que Bhal tiene mucho cuidadito con eso.
2. ¿Qué fue lo que sintió Selene en la sala de juntas?, con este capitulo espero haberlo aclarado, Fue la marca que le dejó Bhal, ambos lo sintieron al mismo tiempo, que Bhal la haya estado viendo a cada rato no era por nada. Sabrán más sobre esta marca en capítulos más adelante.
3. Alexa es la única que tiene el brazalete rojo, ninguna otra mujer lo tiene como Selene lo pensó. Bhal no proclamó su protección con Alexa, fue ella quien esparció el rumor y se benefició para que ningún otro demonio fuera a tocarla sin su consentimiento. Así que Bhal creyó que Selene lo iba a usar de la misma forma.
4. Si tienen más dudas pueden dejármelas aquí y yo iré tratando de aclararlas en las siguientes notas de autor.
DATOS A TOMAR EN CUENTA:
🔥 Sí, el nombre completo de Bhal es Bhalamir, pero casi nadie se atreve a llamarlo de esa manera pues él lo detesta.
Espero haber dejado algunas cosas claras y me despido solo agregando que ni crean que esta historia ya va a llegar a su final, no saben lo que mucho que espera, la trama apenas inicia. Besitosssss. 💋
- PD: Tenemos cuenta de Instagram donde iré subiendo algunos otros datos sobre los capítulos y más que todo imágenes de los protas o edits así que vayan a dar un click al botón de seguir, la cuenta es: 1Pril_3, pronto se irá actualizando.
Byeeeee. 🔥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro