CAPÍTULO N° 12
Narrado por Bhal
Caminé por cada pasillo hasta llegar al piso superior de la realeza, pasé por cada guardia con toda libertad como antes lo hacía y nadie, ni uno solo de aquellos soldados se atrevió a detenerme o cuestionarme, el rey me despojó de mi título, mis tropas y mayores privilegios, pero aun así hubo solo una cosa que no pudo arrebatarme, que por más que quiso, que por más que lo intentó con todas sus malditas fuerzas, jamás pudo hacerlo y eso, fue lealtad que el jodido infierno me tuvo y va a tenerme aun cuando tome lo que me pertenece.
Formé una sonrisa de lado ahogándome en mi propia satisfacción mientras me dirigía hacia el final del pasillo, donde se encontraban sus aposentos, donde solía divertirse a solas y ver el mundo que gobernaba desde las sombras, a salvo y a costa de la seguridad que desde luego yo le proporcionaba y que él desvergonzadamente solía negar, por que sí, yo aceptaba que fui y que sigo siendo un maldito soberbio pero él nunca, por más que lo intente, podrá contradecir el hecho de que yo soy y seré, el mejor gobernante de este averno.
Me detuve frente a su puerta, la cual estaba egocéntricamente bañada en oro y adornada con piedras preciosas, las abrí de par en par y me di pasó en el ostentoso lugar, los techos dorados y de ellos colgando candelabros con diamantes, las columnas blancas y adornadas en sus al rededores con figuras talladas en forma de serpientes, el suelo tal cual un mismo espejo reflejando cada silueta que se atrevía a caminar por sus encimas y por si fuera poco, las telas trasparentes más costosas que colgaban por los cuatro puntos de su alcoba.
El silencio era sepulcral, solo se oía el choque de aquellos incontables diamantes por lo que me adentré aun más haciendo las telas a un lado, a medida que iba acercándome pude divisarlo en el fondo, junto a su escritorio y sentando en su imponente sillón favorito. Él estaba ahí, tan rejalado y despreocupado como siempre, ignorando el hecho de que su reino estaba lleno de incertidumbre por sus terribles decisiones de quitarme mi herencia y dársela a un bastardo, un completo desconocido que nació y fue criado fuera de las fronteras como si fuera todo un traidor. Parecía que dormía plácidamente pero solo era un engaño, él casi nunca podía conciliar el sueño, quizá era por eso que todo el tiempo andaba de malas y siendo un grano en culo para mí.
— Me mandaste a llamar — rompí el silencio y mi tono fue despreocupado — estoy aquí, así que habla.
Mi orden hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro, por los pasillos muchos susurraban y aseguraban que éramos idénticos, yo odiaba si quiera tener una similitud con él, era lo único que agradecía en este infierno y desde luego a mi madre, por haberme heredado sus hebras blancas y el lila de sus luceros.
Él rey abrió los ojos lentamente y los asentó sobre los míos arqueando una ceja.
— Cada día estas más altanero, Bhal, yo no te crie de esa manera.
Esta vez fui yo quien le lanzó una sonrisa despectiva.
— Es verdad, tú no me criaste, lo hicieron las miles de sirvientas, Lucius — caminé por toda la habitación observando de aquí para allá.
Habían muchos pergaminos regados por el suelo, libros y botellas del más fino alcohol de su lujosa despensa. Su litera estaba ligeramente desordenada y el aroma de una hembra de la más pura casta aun estaba impregnada sobre las sábanas de su cama, incluso cuando ella ya no se encontraba aquí.
Tomé la botella de alcohol más cercana de su escritorio y la guíe directamente a mi boca, bebí casi la mitad de un solo trago y luego solté un largo suspiro cansado echando la cabeza atrás.
— Estoy ocupado, si no tienes nada que decir, entonces me voy.
Giré sobre mis talones dispuesto a marcharme, tenía un jodido dolor de cabeza fruto de mi alocada noche con algunas mujeres, al menos quería dormir el resto de la tarde antes de salir por el Cordus junto a la odiosa de Selene y tener que soportar su altanería y constantes quejas.
— ¿Ocupado?, no me hagas reír — su tono de voz burlesca hizo que me detuviera al instante — ¿Crees que no estoy informado de tus insolencias?, ¿fiestas sin control y las miles de zorras que pasan por tu habitación?
Ladeé mi sonrisa y tras beber otro trago lo enfrenté nuevamente.
— Pues tú tampoco eres muy santo que digamos, ¿O sí?, no creas que tienes el derecho de juzgarme.
Su mirada se endureció pero no borré mi expresión, desde luego, no le tenía miedo.
— Yo más que nadie tengo todo el maldito derecho en este jodido infierno, ¡Mi infierno, mis tierras!, ¡¿Te atreves a compararte con tu rey?! — se puso de pie con molestia.
— Si mal no recuerdo, dijiste que yo sería un buen rey, incluso mucho mejor que tú, desde luego no podría compararme porque para empezar no existe tal cosa.
Yo era mucho mejor que él en todos los malditos sentidos.
— ¿Buen rey? — soltó una risa sin gracia — exacto, y eso fue antes de que desobedecieras mis ordenes, antes de que te atrevieras si quiera a contradecirme, cuando tú eras fiel a tu padre. Ahora solo eres un completo rebelde que se la pasa bebiendo y fornicando con todas las que se meten en su camino.
Solté una resoplido harto de sus sermones.
— Aunque te pese admitirlo, tu hijo "rebelde" vale más que toda una legión, en fuerza e inteligencia, lo sabes mejor que nadie. No por nada me envías a deshacerme de tus peores lastres y piedras de tu camino, entonces, Lucius, no te metas en mi jodida vida si no quieres que baje mi espada que ahora mismo se alza en tu nombre.
— No eleves más tu ego, príncipe, te recuerdo que cada vez te estas volviendo más ineficaz. Te pedí la cabeza del Cordus junto a mis misivas y lo único que haz traído ante mí, es tu maldita incompetencia.
Asentí cediendo un poco a sus palabras.
— Sí, bueno, debo admitir que me estoy tardando más de lo normal en lo que suelo terminar una misión, sin embargo, el Cordus es un pez muy gordo así que dime, ¿Qué es lo ocultan esas cartas que tanto miedo tienes de que sean expuestas?
Mi arrogante pregunta despertó su indignación, su sola expresión fue de enorme furia, algo estaba ocultándo fervientemente como para no tener confianza ni en su propio hijo, algo que muy seguramente debía tener información muy valiosa. Vaya, vaya, vaya... Mi curiosidad comenzaba a crecer.
— ¡Estúpido insolente!, ¡No haz cambiado nada!, recuerda que te quité tu título, tus tropas, la mitad de tu poder y tu corona. No me retes, ¡No hagas que te de un castigo aun peor!
Esta vez fui yo quien se llenó de odio, sin ser consciente mis puños se cerraron con demasiada fuerza, tenía la terrible urgencia de golpear algo cuanto antes y hacerlo añicos solo para quitarme todas las ganas de atreverme a sacar mi espada en su contra. Una sonrisa se formó en sus labios al notar lo que había provocado en mí, se sentó en su perfecto y deslumbrante trono, tomó una botella de vino y bebió sin quitarme la mirada de encima, luego la dejó a un lado e hizo una mueca de superioridad.
— No quiero ver tu cara hasta que me traigas la cabeza de esa escoria — ordenó con advertencia.
Solté un sonrisa frustrada y luego la ladee junto con mi cabeza. No debía ceder, no debía caer ante su provocación, lo único que buscaba era una razón válida para despojarme de la única oportunidad que me quedaba de reclamar lo que me correspondía. Asentí no satisfecho e hice una reverencia con mofa ante él.
— Como mande el rey...
Solo hasta que llegue mi turno...
Me enderecé nuevamente y antes de darme vuelta tomé la botella de alcohol con la única intención de llevármela conmigo y ahogar con ella las verdades que quería soltar en su vieja y grotesca cara, debía salir de este asqueroso lugar antes de descontrolarme. Él era mi padre, pero ante todo, era un jodido demonio, igual que yo, nuestra naturaleza era clara, sin piedad ni excepciones.
— Y Bhal... — me detuve abruptamente— tu hermano tendrá un baile de bienvenida muy pronto... Así que procura llevar a una digna chica y al menos mostrar algo de decencia.
Esa fue la gota que rebalsó mi vaso, de un solo movimiento me di vuelta y velozmente arrojé la botella de vidrio que traía hacia él. Desde luego no iba a lastimarlo, esta solo pasó por su lado izquierdo y se estrelló contra la pared, lo que provocó que varios trozos volarán inevitablemente en todas direcciones.
Hubo un silencio de pocos segundos hasta que me di la libertad de romperla mandando a la mierda todos mis intentos de autocontención.
— ¡Él no es mi jodido hermano!, ¡Ni se te ocurra volver a llamarlo de esa forma! — advertí con la respiración bastante agitada.
Él mostró una sonrisa por debajo observando gustoso mi furia, le di una última mueca de asco y giré sobre mis talones para largarme de sus aposentos, al final lo había logrado, había conseguido inquietarme con ese jodido bastardo osando ponerlo a mi nivel y rebajarme a mí al suyo, jamás seríamos iguales, jamás lo iba a permitir, antes cortaría su cabeza, lo haría antes de que se atreviera a poner sus asquerosas manos en lo que me pertenecía.
Ese bastardo inútil jamás llegaría si quiera a tocar mi sombra, acabaría con él tan solo con levantar mi maldita espada, mi padre pudo darle mi legado, pero el respeto que todos me tenían en este abismo, jamás. Tarde o temprano llegaría el día, el momento exacto y los demonios, todos aquellos seres que habitaban este plano se alzarían y exigirían a los cuatro vientos al verdadero heredero del infierno.
Estaba jodiéndome, eso era todo, no aceptaba la idea del que un día fue su perfecto y obediente hijo ahora ya no seguía la fina y recta línea que él había trazado desde el momento en el que nací. Siempre fui su favorito, su mejor guerrero y estratega, llegaría un momento, uno en el que tendría que elegir quién sería el digno monarca y entonces las cartas sobre la mesa estarán tan claras que, si se atreve a cambiarlas o a hacer trampa podría llegar a arrepentirse por el resto de su corta existencia.
Caminé por los pasillos sin parar, ido en mis más oscuros pensamientos, en mis más torturosos recuerdos y en el enorme odio que se alojaba en mi pecho por su sola existencia. Todo apuntaba a que algún día iba a explotar y entonces, ni un solo ser sobre el infierno tendría mi piedad.
Llegué hasta la puerta de las Kaius y me detuve a tranquilizarme, lo que menos quería en estos momentos era que la tonta de Selene fuera a burlarse de mi molestia, es lo que siempre hacía después de todo. Tampoco deseaba responder a sus preguntas porque desde luego iba a hacerlas y sin parar, no hasta darme un maldito dolor de cabeza así que me tomé algunos segundos para normalizar mi respiración y pacificarme.
La luna estaba en su punto más alto y bañada totalmente en un tono rojo sangre lo que significaba que ya era hora de irnos. Abrí las puertas de par en par de un solo empujón e hice a un lado la primera capa de las cortinas rojas de seda.
— ¡¡¿Dónde esta ese imbécil?!!, ¡Cuándo lo vea voy dejarlo sin herederos!
Una sonrisa se formó en mis labios al ya escuchar de entrada sus gritos eufóricos y llenos de molestia. Sí, definitivamente me encantaba fastidiar a Selene, era de mis pasatiempos favoritos.
Caminé hasta la segunda cortina de tela transparente, de fondo se notaba las vivas llamas de la chimenea y a varías mujeres moviéndose alrededor de un objetivo. Una muy jodida cabra impulsiva e indomable Selene...
— ¡Qué ya!, ¡¡Es suficiente!! — se quejó una vez más tratando de zafarse de aquellos agarres sobre su cuerpo.
Reí un poco en silencio y me di paso en la instancia apartando lentamente aquella segunda capa de seda, me atreví a poner la expresión más burlesca que tenía solo para enfadarla un poco más y preparé las palabras exactas para que ella fuera a estallar y querer golpearme como siempre, pero todos mis planes se fueron por el desagüe más cercano cuando ella se dio vuelta y quedamos frente a frente. Me dejó totalmente embelesado e inerte en mi lugar, me arrebató el aliento y todos los sentidos por un momento.
¿A caso era Selene?, ¿Esa Selene?
Imposible, no podía ser ella.
Alguien debía estar jugándome una buena broma y muy pesada.
— ¡¡Aquí estas pequeña sanguijuela!! — me apuntó con el dedo índice apartando las manos inquietas y ansiosas de las Kaius, quienes intentaban acomodar su rojizo cabello, rojizo y rebelde cabello...
Sí, definitivamente era ella.
¡Joder!
Me detuve a examinarla con toda confianza y libertad, me di el gusto de admirar cada parte de su cuerpo. Mi sorpresa fue desde luego enorme, tras esas prendas grises y esa armadura resulta que estaba el increíble cuerpo de una simple humana, raramente... Perfecta.
Unos pechos ligeramente grandes que bien cabrían entre mis manos, una cintura angosta que bien podría atrapar con solo un brazo y unas caderas levemente anchas que podrían soportar si ningún problema todas mis embestidas. Les di ordenes a las Kaius, ordenes claras de entregarme a una Selene presentable y me trajeron a una completamente distinta, a una malditamente sexi.
Habían escogido el perfecto vestido para ella, uno corto en forma de corazón en el pecho que se pegaba a su silueta y a sus lindas piernas, la tela desde luego era de la mejor calidad y en tonalidades rojas como su característica cabellera, la cual estaba recogida en un moño bajo con algunos mechones sueltos que caían sobre los costados de su rostro. Ni siquiera la capa de maquillaje que traía puesto podía cubrir aquellas rebeldes pecas que se esparcían sobre sus pálidas mejillas ¡Por los malditos demonios del ardiente infierno!
Su mirada era dura y ahí estaban de nuevo sus cejas, ambas fruncidas sobre sus ojos, aquellos ojos tan azules como el mismo agua, tan limpia... tan pura. Tragué grueso cuando mi atención bajó hasta su labios, pintados de un carmesí vivo, definitivamente quería besarlos, deseaba sentir esa blandura, ansiaba morderlos o quizá... Hacer que pronunciarán mi nombre mientras yo... Oh carajo, Bhal, estas diciendo un sarta de estupideces.
Tras toda esa ropa lujosa y maquillaje solo estaba la Selene que conocía, la berrinchuda y molestosa humana que no soportaba
¡Ya contrólate!
— Este es el momento en el que te burlas — se cruzó de brazos cuando se acercó hasta mi— debo recordarte que fue tu idea y sea lo que sea en lo que hayas pensado, tenlo muy claro, Bhal, no voy a acostarme con ningún asqueroso demonio.
Y no dejaría que ningún gusano pusiera un solo dedo en mi presa.
¿En eso se había convertido?
¿Una presa?
Desde luego que sí, verla así solo me hacía pensar en las miles de cosas que podría hacer con su delicioso cuerpo. En estos momentos, con tan solo observarla mi mente empezaba a jugar en mi contra y me hacía imaginar las cosas más sucias e impuras que podría hacerle y que de hecho, ella disfrutaría como nunca jamás lo llegaría hacer con otro demonio. Solo conmigo, solo yo.
— Puedes respirar, Selene, no necesito que te acuestes con nadie, ese no es mi plan.
Ella frunció el ceño y puso una mueca confusa sin entenderlo bien, luego asintió poco convencida pero siempre alerta.
Oh Selene, Selene... Como me fascinaba ponerte en ese estado sabiendo que muy pronto sería yo el que bajaría todas las defensas que te pusiste a ti misma solo para terminar gritar mi nombre.
Bhal... Bhal... Bhal... solo Bhal...
— Hora de irnos — hablé dándome vuelta, al instante escuché el sonido de sus tacones detrás de mi.
Salimos fuera de la habitación y cuando ya estábamos lo suficientemente lejos de los pasillos, muy cerca de una de las tantas terrazas, me detuve abruptamente por lo que ella chocó contra mi espalda y se alejó quejándose, como siempre. Me di vuelta para quedar cara a cara y me percaté de que frotaba su frente irritada, a la luz de la luna roja se veía muchísimo mejor, muy bien, Bhal, ya deja de pensar en tu esclava y concentrate en tu misión.
— ¿Y ahora qué? — comentó bajando un poco el vestido que se subía deliciosamente por sus muslos un tanto carnosos.
Me acerqué hasta ella y antes de que pudiera tener el tiempo de retroceder o si quiera pronunciar una palabra, la tomé en brazos, abrí mis alas y me elevé velozmente hacia el cielo llevándomela a ella y consigo su fuerte grito que gocé como nunca.
Se aferró ansiosamente con ambas manos a mi cuello y cerró con fuerza los ojos mientras yo seguía subiendo y dejando un terrible viento que formaba anillos azotantes por debajo.
— ¡¡¿Por qué tienes que ser tan imbécil?!! — gritó removiéndose, o más bien, tratando de pegarse más a mi cuerpo.
— Quédate quieta, pequeña cabra, o voy a soltarte, es una advertencia — burlé sujetando fuertemente su ligero cuerpo. La velocidad a la que íbamos era descomunal, al menos para ella, para mi era un simple calentamiento.
Selene guardó silencio totalmente espantada, quizá sabiendo muy en el fondo que era capaz de jugarle una broma por lo que limitó sus movimientos, se quedó tiesa y eso fue realmente gracioso aunque no le mostré mi diversión ante su reacción, me mantuve serio y en un instante el silencio se quedó entre nosotros, ahora solo estaba el fuerte silbido del viento que chocaba contras mis enormes alas.
Al llegar a nuestro destino, tracé el curso y me fui en picada, me dejé caer por completo y cerré mis alas al rededor de ella. Se me ocurrió darle un susto a Selene, tal vez así en un futuro tendría algo de miedo y se lo pensaría como unas diez veces antes de contradecirme, últimamente se había estado comportando insolentemente, eso no lo podía permitir.
— ¡¿Qué rayos estas haciendo?!, ¡Abre las malditas alas desgraciado! — su grito fue estruendoso.
— Hoy pienso corregir ese comportamiento tan arrogante que tienes, Selene.
Ella despegó el rostro de mi pecho y me miró fijamente a los ojos sabiendo perfectamente lo que iba a hacer, así que le mostré una sonrisa llena de malicia y cuando menos se lo esperó, abrí los brazos junto a mis alas y la solté, la dejé caer en el vacío.
— ¡¡¡Cabrón!!!
Su grito en el aire mientras caía a una gran velocidad me sacó una carcajada, podía escuchar sus maldiciones mientras pataleaba en el aire y trataba inútilmente de agarrarse de algo firme, desde luego no podría hacerlo, el suelo de por si estaba demasiado lejos. Fui hasta ella y le extendí la mano, trató de sujetarme desesperadamente pero cuando estaba a punto de lograrlo yo volví a quitar la mía con burla.
— ¡¡Idiota, eres un idiota Bhal!! — maldijo agitando los brazos como una avecita tratando de dar su primer vuelo.
— ¡Di que me necesitas Selene! — alcé la voz con completa tranquilidad, disfrutando de la brisa suave y fresca.
Ella seguía gritando mientras caía.
— ¡¡¡Jódete!!! — maldijo tratando de estabilizarse.
Reí fuerte y me apresuré en ponerme encima de ella, a unos cuantos metros sin acercarme del todo, no pensaba ponérsela tan fácil, antes la haría suplicar por todas y cada una de sus faltas.
— ¡Solo tienes que decir una palabra!, Di que me necesitas y voy a sostenerte inmediatamente.
Ella extendió sus brazos hacia mi rogando solo con la mirada que la sostuviera, negándose a si misma a emitir aquella súplica. Desde luego su naturaleza indomable no se lo iba a permitir tan sencillamente.
— Vamos Selene, no puedes sujetarte de las nubes, así que solo di que me necesitas o vas a estrellarte contra el jodido suelo.
— ¡¡Vete a la mierda!! — chilló mostrándome los dedos medios de ambas manos.
Pero qué arrogancia...
Le mostré mi sonrisa más cruel y juguetona y volé por un lado suyo empleando toda mi fuerza para crear una ola de viento que no tardó en azotar su cuerpo en el aire, perdió el equilibrio que apenas había encontrado y volvió a caer dando algunas vueltas.
— ¡¡Wooojooo!!! — liberé un grito envuelto en éxtasis siguiendo su velocidad de descenso.
— ¡¡Maldito animal, eres un maldito animal!!!
Sería gracioso verla vomitar.
— ¡¡Estamos muy cerca de tierra firme!, ¡Solo dilo e iré por ti! — burlé.
Ella negó repetidas veces con la cabeza, pero al ver que decía la verdad y a cuanta cercanía nos hallábamos del suelo, me miró fijamente. Apretó sus labios con fuerza tratando de no ceder, de no decirlo, pero al final su instinto de supervivencia la venció y terminé triunfante.
— ¡¡Mierda!! — blasfemó — ¡¡Te necesito Bhal!!, ¡¡Te necesito ahora!! — su último grito de súplica fue la mejor melodía que mis oídos pudieron escuchar.
Mis propias alas actuaron en mi contra, se extendieron por completo en ignorando mi propia voluntad y me dirigieron hacia ella que me extendía los brazos lista para recibirme. No, esto no era una victoria, era más bien una derrota, una jodida derrota en la que ella era definitivamente la vencedora.
Arremetí contra ella sujetándola de la cintura y atrayéndola a mi cuerpo, Selene me abrazó tan fuerte que por un momento sentí su corazón latiendo a mil por segundo contra mi pecho, el mío no latía, de hecho jamás lo haría, un demonio no tenía un corazón así que escuchar el palpitar del suyo fue una las sensaciones más raras y quizá hermosas que mi pudo experimentar.
Me quedé en silencio, queriendo escuchar un poco más su latir, sin embargo, el momento fue corto pues cuando mis piernas sintieron la dureza de la tierra, Selene me apartó bruscamente dándome un empujón con ambas manos, desde luego su fuerza era mínima comparada con la mía por lo que apenas mi cuerpo se movió.
Mis alas se cerraron al instante y poco a poco fueron desintegrándose. Ella tenía el cabello hecho un estambre pero aun así se veía hermosa aunque muy enojada, mucho más que antes.
— ¡¡¿Qué te pasa maldito inepto?!!, ¡¡Pude morir!!
Quise reírme al instante, definitivamente era mi pasatiempo favorito.
— Técnicamente ya estas muerta Selene, el corazón que ahora posees solo es prestado para que tu cuerpo se maneje, así que se de utilidad si no quieres que te lo quite yo mismo.
La empujé levemente con mi hombro haciéndola a un lado por lo que ella vociferó molesta aguantando sus grandes impulsos de gritarme una de sus tantas palabrotas y se apresuró a posicionarse casi unos centímetros por delante de mi para tener una mejor vista del club.
— ¿Y bien? — cuestionó cruzándose de brazos — ¿Qué haremos hoy?
— Hoy estarás de cacería, Selene.
Ella giró el rostro y me miró con confusión sin lograr entender mi punto, pero finalmente lo aceptó y preguntó aquello que tanto estaba esperando escuchar.
— ¿Quién será mi víctima?
Le mostré una sonrisa ladina sabiendo perfectamente que le disgustaría mi respuesta, así que pasé por su lado mirándola de reojo y me detuve delante de ella antes de soltar gustosamente lo que tanto estaba esperando.
— Un ángel.
(canción del capítulo e imagen del bombón de Selene arriba)
Para las lectoras que querían saber qué había en la cabeza de Bhal, venn que yo sí las complazco amadas mías??? Ahora déjenme comentarios y estrellas. 🔪
Sanquen conclusiones finales de este capitulo aquí 👉
NOTICIASSSSSS QUERIDAS LECTORAS, bueno no sé si sean buenas pero bueno. Al punto. LOS DÍAS DE ACTUALIZACIÓN CAMBIAN.
DÍAS DE CAPÍTULO: LUNES, MIÉRCOLES Y VIERNES. ❤️🔥
Así que denme un poco de crédito y no olviden dejar su voto para apoyar este libro, comentarrrrr para animarme y recomendarlo para que llegue a más perdonas. En serio wstoy tratando de promocionar este libro a diestra y siniestra porque quiero que llegue lejos, siento que necesita llehar lejos, que más personitas conozcan a nuestra amada Selene y a nuestro prepotente Bhal. Así quw ayúdenme por favor ya que sin ustedes esto no va a lograrse.
Pueden seguirme en mi cuenta de tik tok donde saco contenido de los capitulo para promocionarme, me ayudarían dándole like y comentando también. ❤️
— Beshotes y las amo. 💋 (lectoras fantasmas no se olviden de dejar su huellaaa) 🫵😑
PD (ni se crean, el cambio de días de actualización empieza desde el lunes no desde mañana 😑👏)
Byeeeeee.
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