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CAPÍTULO 38

Matteo coloca sus brazos detrás de su cabeza en la cama y choca su rodilla contra la mía para llamar mi atención. Yo sonrío levemente y sigo mirando la pantalla de mi portátil. Tengo que terminar de editar varias fotos y enviárselas a mi jefe y no me quiero distraer demasiado.

— Amalia, ¿puedes siquiera mirarme?

— ¿Mhm?

Levanto la vista de la pantalla.

— Estás muy distraída, ¿tienes mucho trabajo?

Matteo cambia de posición y se sienta en la cama con las piernas cruzadas.

No sé si se podría decir que estamos saliendo oficialmente, pero llevamos varias semanas juntos. Nos vemos siempre que podemos, que es cuando yo no estoy trabajando o él no está en la universidad.

— Bastante trabajo — hago clic en el portátil para ver las herramientas de edición de la aplicación que estoy utilizando — Pero espero terminar pronto.

— Oye, bonito portátil. ¿Cuánto te costó? — él pregunta, curioso.

— No lo sé, fue un regalo — me limito a responder.

Pero él lejos de darse por satisfecho, quiere ir más allá.

— ¿De quién?

Me muerdo el labio. Voy a ser sincera.

— Fue un regalo de mi ex.

Nos quedamos en silencio. Yo lo miro de reojo y lo encuentro sonriendo y con aparentes ganas de reír.

— ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? — bajo la pantalla del portátil.

No quiero perderme ni un segundo de su reacción.

— ¿Quién es tu ex? ¿Eminem? — bromea — Ese portátil vale una pasta.

— Bueno, mi ex tiene dinero y eso.

— Tiene dinero y eso...— repite entre risas.

Yo le enseño mi dedo medio y aparto el portátil. Pero a él solo le hago más gracia. Se acerca a mí y me da un beso en los labios de forma suave.

— Venga, no te enfades — me da otro beso — Solo es que no me esperaba que tu ex tuviera la cartera tan grande — me mira con una incipiente preocupación — Porque es lo único que tenía grande, ¿verdad?

Ahora la que se ríe soy yo. Matteo se coloca encima de mí y me anima a responder.

— No quiero que te decepciones contigo mismo, así que mejor no te respondo, cariño.

Él me mira indignado y yo me tapo la cara de la vergüenza.

— Amalia, si quieres decirme algo, hazlo ya.

— Que no quiero seguir hablando del pene de mi ex.

— ¿El pene? — exclama — Yo pensaba que estábamos hablando de su casa.

Él deja una de sus manos sobre mi cadera. Yo me destapo la cara y lo encuentro observándome con intensidad.

— ¿No te ha molestado lo que he dicho?

— Para nada, de hecho había pensado que ahora podríamos hablar de las tetas de mi ex.

— Oh, cállate.

Le doy un pequeño golpe en el hombro y él se incorpora. Ambos nos quedamos sentados en la cama. Algunos mechones de cabello le caen por la frente y yo se los aparto con mis dedos.

— Oye, ¿te apetece acompañarme mañana a la fiesta de cumpleaños de un amigo?

Yo se lo propongo y espero con paciencia. El cumpleaños de Ethan es mañana y Victoria me invitó porque ella es la que se está encargando de organizar la fiesta. Matteo me mira casi sonrojado y asiente.

— Claro.

— Genial — le doy un beso en la mejilla.

Así por fin podré presentárselo a mis amigos. Elizabeth es la que más ha insistido en que quiere verlo, quiere darle el visto bueno. O eso dice ella.

Matteo se queda un rato más conmigo y cuando termino de editar las fotos que tenía pendientes busco una película y la vemos en mi portátil mientras comemos unos snacks que tenía por ahí en uno de los cajones de la cocina abandonados.

— Siento no poder ofrecerte mucho más — le digo a Matteo un poco avergonzada.

— ¿Estás loca? — nos tumbamos ambos en la cama — Es la mejor cita romántica que he tenido nunca.

— La fiesta de mañana te gustará mucho más que esto.

— A mí me gusta cualquier cosa mientras esté contigo.

Acto seguido, le da al botón de play para reproducir la película.

No se queda a dormir, así que paso la noche sola. Mientras me ducho, escucho el tono de mi teléfono. Alguien me está llamando. Salgo, cogiéndome una toalla y yendo a ver quién me reclama a estas horas. Es un mensaje de Victoria.

VICTORIA: Mañana va a venir Damiano con Alessandra. Te lo digo para que lo sepas.

¿Enserio me estaba llamando para esto?

Le respondo un sencillo "vale". Ya contaba con que Damiano iría acompañado por ella. Pero me da igual, yo también voy a ir acompañada.

Al día siguiente me levanto temprano para empezar a lavarme el pelo y le mando varios mensajes a Matteo para que no se olvide de lo de hoy. Victoria me manda la ubicación del sitio y me doy cuenta de que lo conozco. Es una casa de campo enorme que pertenece a los padres de Bella. Le pregunto a Victoria sobre ello y me dice que Bella va a estar en la fiesta y que ella fue la que ofreció el lugar.

Me pongo un vestido que me llega hasta la mitad del muslo de color azul marino y me hago unas ondas en el cabello. Solo me aplico un poco de maquillaje, quiero intentar verme lo más natural posible.

Cuando reviso el móvil, Matteo me ha enviado hace un rato un mensaje y me ha dicho que no puede pasar a por mí porque está aún en la universidad. Yo me decepciono porque me apetecía que fuéramos juntos pero bueno, lo voy a soportar. Me promete que llegará a la fiesta, pero un poco más tarde.

Yo llamo a Bella para que venga a recogerme. Y mientras viene aprovecho para bajar y comprar un regalo para Ethan. Opto por una camisa. Y cuando Bella por fin viene a por mí, lo hace acompañada y en un todoterreno.

— Miguel, ella es Amalia — Bella hace las presentaciones en cuanto entro al coche — Amalia, este es Miguel.

El hombre que está al volante se gira y me tiende la mano. Yo se la estrecho y me quedo sin palabras. El tío es guapísimo. Esa barba recortada y esos ojos verdes lo hacen irresistible.

Mientras vamos por el camino, Bella me dice que siente que Matteo tenga que venir más tarde y me empieza a hablar sobre Miguel. Y lo hace como si literalmente él no estuviera delante.

— Miguel es de Grecia, de ahí que esté tan bueno como un dios griego. Pero lleva más de seis años viviendo en Italia. Ósea que es medio griego medio italiano, lo cual lo hace un ser superior. Nos conocimos en la universidad y...

— ¿Enserio? Ósea, no quisiera ofender, pero no tienes pinta de estudiante.

Ambos se callan y comparten una mirada cómplice. Él parece más mayor que nosotras.

— Mira, ya hemos llegado — nos anuncia Bella emocionada.

Una vez allí, Miguel y ella se dan un beso. Bueno, un besazo. Hasta llego a sentirme incómoda teniendo que estar aquí mirándolos. Incluso empiezan a meterse mano y todo. Carraspeo, pero no sé enteran de mi indirecta.

— Bueno, bueno, ¿cuánta heterosexualidad hay por aquí, no? — una voz llega a salvarme.

Es Elizabeth y detrás de ella viene Victoria.

— Mira, Miguel, estas son mis amigas homosexuales. Por cierto, ¿no serás homófobo ni nada de eso, no?

Él niega con la cabeza y Bella sonríe.

— Bella, ¿puedo hablar contigo?

Ella me mira con el ceño fruncido y deja que las chicas se lleven a Miguel dentro de la casa.

— ¿Es guapo, eh?

— Se le trae un aire a Henry Cavill.

— ¿A que sí? — ella concuerda — Eso es lo que más me gusta.

— ¿Y qué estudia?

— Nada, si es mi profesor.

— Oh, ya decía yo...espera, ¡¿qué?! — me explota la cabeza — ¿Tú estás loca?

— No te pongas así, no es para tanto.

Ella se saca del bolso un espejo y un pintalabios morado para retocarse el maquillaje.

— Bella, ¿tú sabes lo que os podrían hacer si os ven juntos?

— Que nadie se va a enterar. No soy como la típica protagonista estúpida de los fanfics de Wattpad que se enamora de su profesor y luego los pillan porque son unos indiscretos y se tienen que separar. Yo controlo, chica.

— ¿Cuántos años tiene?

— Veintinueve. Llevamos una semana yendo un poco más enserio.

— Bella, te lo digo por tu bien, ese tipo de cosas siempre salen mal.

Ella se recoloca el pelo detrás de los hombros y me pone una mueca de disgusto.

— Amalia, ya sé que es raro, pero no pude evitar fijarme en él — mueve las manos — Y es que encima tiene una polla preciosa.

— ¿Quién tiene una polla preciosa?

Pego un respingo y un grito. Damiano se había colocado detrás de mí y había puesto su cabeza sobre mi hombro para hacer esa pregunta. Me llevo la mano al pecho del susto.

— Mi novio la tiene — Bella le responde.

Damiano pone una mueca burlona y me mira de reojo.

— Estás muy guapa — me dice.

— Gracias, pero siento no poder decir lo mismo.

Damiano oculta una pequeña sonrisa y mete las manos en sus bolsillos. Esos pantalones chinos y esa camisa que lleva le quedan como un guante. Pero no le voy a dar el gusto de decírselo.

— ¿Quieres una foto? — le pregunto a Damiano de mal humor al notar que no deja de mirarme.

Cruzo los brazos sobre mi pecho para parecer más molesta.

— No, pero sí quiero saber la edad que tienes porque haces bromas de crías de doce.

Bella no se reprime y da una carcajada. Yo la miro con cara de <<¿enserio te acabas de reír?>> y ella desvía la mirada.

— Damiano, cariño — habla la que faltaba.

Alessandra viene con un traje plateado con algo de pedrería y el cabello atado en un enorme moño. Y además lleva el carrito de su hija.

— Oye, aquí críos no, ¿eh? — le habla Bella con cara de asco — Estoy es una fiesta para adultos, no un puto parque infantil.

— Tranquila, si mi hija no molesta. Pero es que me ha fallado la canguro y me la he tenido que traer.

— También podríais no haber venido — sugiero yo por lo bajo.

— Ya te hubiera gustado — me responde Alessandra en tono poco amistoso.

— ¿Por qué no vas pasando dentro, Alessandra? — Damiano le rodea la cintura con su brazo.

Se besan delante de mí y de Isabella y yo siento algo romperse dentro de mí. Bella me codea y me susurra que me mantenga indiferente.

Ojalá fuera tan fácil.

— Vamos dentro, mi amor.

Alessandra pronuncia eso con una voz cariñosa y coge a Damiano de la mano. Él me da un último vistazo antes de entrar a la casa.

— Oye, ¿y eso que has dejado que hagan la fiesta en esta casa? Es de tus padres.

— Bueno, Victoria me cae bien y querían un sitio grande para la fiesta de Ethan — me agarra el brazo — Vamos dentro a tomar una copita o algo.

Vuelvo a mirar mi móvil a ver si Matteo me ha dicho algo, pero no lo ha hecho. Dentro de la casa hay un montón de gente. En la parte trasera hay un porche enorme. Han puesto un par de altavoces y la gente está bailando. Veo en una esquina a Damiano y Alessandra con la niña. Damiano la toma en brazos y le da un beso en la cabeza.

No lo puedo negar, puede que esa haya sido la imagen más linda que haya visto en toda mi vida.

Bella me lleva junto a Ethan, que está hablando con un par de chicos. Él sonríe en cuanto me ve y yo le doy el regalo.

— Te ves bien — me dice él.

— Gracias. Y feliz cumpleaños — le doy una sonrisa y él me agradece la felicitación.

A Ethan le agrada mi regalo y yo me alegro porque no estaba segura de haber acertado con mi elección.

— Yo le he regalado una mascarilla con olor a vainilla para el pelo — Bella sonríe triunfante mientras le toca el cabello a Ethan.

Alessandra y Damiano pasan por detrás de nosotros y yo me tenso. Parece que está imposible estar lejos de Damiano durante un rato.

— Oye, ¿no ibas a venir acompañada? Victoria me lo acaba de decir.

Me giro para descubrir que ha sido Alessandra la que me ha preguntado eso.

— Sí, mi pareja vendrá en cualquier momento.

— A ver si es verdad.

¿De qué coño va esta tía?

Siguen paseándose como si fueran una maldita familia feliz. Bella desaparece para ir en busca de su...no sé ni qué etiqueta ponerle. Pero va a buscar a Miguel. Yo me quedo un rato hablando con Ethan y él acaba sacando el tema de Damiano y Alessandra.

— ¿Cómo te sientes cuando les ves?

— Me son indiferentes — miento.

— ¿Entonces la noticia no te ha sentado mal?

— ¿Qué noticia?

Dos manos tapan seguidamente mis ojos y siento el cuerpo de alguien a mis espaldas. Me doy la vuelta y chillo de alegría al ver a Matteo. Me lanzo a sus brazos y le beso. Mi mirada va hacia Damiano, que está a unos metros de nosotros con la niña de Alessandra en brazos. Nos mira un instante y después mira hacia Alessandra.

— Perdón por llegar tarde, de verdad.

— Lo importante es que ya estás aquí.

Se lo presento primero a Ethan. Y luego a las chicas, que lo someten a un tercer grado. Pero Matteo no se siente incómodo en ningún momento, y si lo hace lo disimula bastante bien. Me gusta que sea tan extrovertido y divertido con todo el mundo. Creo que les agrada a todos mis amigos.

De repente se acerca Alessandra con Damiano y yo maldigo por lo bajo.

— Oye, ese es mi ex y su novia — le comunico a Matteo en un susurro.

Alessandra es la primera en presentarse. Matteo les habla igual que a los demás. Damiano está serio y apenas pronuncia palabra.

Damiano me hace una especie de gesto con la cabeza y deja al bebé en el carrito. Se va al interior de la casa y yo me espero unos minutos para seguirle. Me lleva hasta donde están los coches estacionados.

— Sea lo que sea que tengas que decirme escupelo y ya está.

— ¿Estás enamorada de él?

Damiano se apalanca en el capó de su coche y yo me quedo enfrente de él, manteniendo las distancias. Su pregunta me pilla con la guardia baja.

— Llevamos poco tiempo — explico yo para desviar el tema.

— Eso es que no.

— ¿Y a ti que más te da? Si eres súper feliz con tu nueva familia.

Él baja la vista.

— Quiero que nos llevemos bien porque tenemos amigos en común.

— No pensaba llevarme mal contigo — digo.

— ¿Qué hacéis aquí?

Victoria aparece e intercambia su mirada entre Damiano y yo.

— Vuestras respectivas parejas os están buscando. Y dejar de follaros con la mirada, mierda. Cada uno tiene a alguien o si no, no haberlo dejado.

Fulmino con la mirada a Victoria. Ese comentario ha sido una indirecta. Bueno, más bien ha sido un mensaje claro y muy directo.

Damiano me mira con las cejas elevadas y yo me sonrojo.

— No te estaba follando con la mirada — le dejo claro.

Vuelvo al porche y paso un buen rato con Matteo. Bailamos juntos y me pregunta sobre Damiano.

— ¿Tú por qué no me dices que tu ex tiene cinco millones de seguidores en Instagram?

— Es que no veía necesario ese detalle — río.

— Pues es un buen detalle, porque tu ex no es un tío cualquiera, es un famoso. Así que salgo con la ex de un cantante famoso.

Me dirijo a sus labios para que se calle. Lo estamos pasando muy bien y no quiero que Damiano estropee eso.

Escuchamos a alguien golpeando una copa con una cuchara y nos giramos para observar a Alessandra en mitad del porche. La gente baja el volumen de la música y ella se aclara la garganta.

¿Esta tía puede dejar de buscar atención cada cinco minutos?

Todos la miramos y ella sonríe de oreja a oreja.

— Me gustaría daros una bonita noticia a todos — ella empieza — Mi amor, ven aquí.

Damiano aparece entre la gente y se coloca a su lado. Me busca con la mirada. Nuestros ojos conectan.

Entonces, Alessandra alza su mano y nos enseña un anillo de compromiso colocado en su dedo.

— Damiano y yo nos vamos a casar.

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