Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 28

— ¿Seguro que no te duele?

Damiano se hace el indiferente. Tiene el labio roto y un pequeño moratón en la mejilla izquierda. Me siento mal con el hecho de que se haya peleado con alguien. Se muestra reacio a hablar del tema y se niega a confesarme el nombre del otro componente de la pelea. Anoche tuvimos un episodio totalmente dramático: realmente estuve a punto de rendirme con Damiano, pero no pude hacerlo cuando lo tuve delante y encima vi que estaba algo herido. Luego se mostró totalmente vulnerable frente a mí, cosa que me sorprendió y agradó a partes iguales. No me sorprendió el hecho de que llorara, sino que lo hiciera delante de mí sin ocultarse. Desde que lo conozco apenas lo había visto alguna vez mostrando sus sentimientos. Incluso había llegado a pensar que a lo mejor ni tenía.

— Amalia — chasquea la lengua — Ya me lo has preguntado cuatro veces.

— Estoy preocupada, ¿vale? — le cojo del brazo.

Él se digna a mirarme.

— No te preocupes más — lo dice con tanta tranquilidad que da miedo.

Lo suelto y él sale de la habitación. No me quedo tranquila. Luego él pega un grito y dice algo sobre Victoria. Me comenta con rapidez que en dos días debería estar en Suecia para un concierto, pero que lo quiere anular para quedarse conmigo.

— ¿Por qué vas a hacer eso? — me extraño — Tienes que ir. Yo me quedo.

— Vente conmigo — me pide.

No sé que manía le entra con que me tengo que ir con él. No puedo irme, tengo clases. Y eso él no lo parece entender.

— ¡Que le jodan a esa mierda! — ladra — No te quiero dejar sola.

— ¿Por qué? — empiezo a indagar — Damiano, ¿qué pasó anoche?

— Nada, ¿vale? — suena falso.

Terminamos discutiendo. No me pienso ir. No puedo descuidar las clases. Damiano está muy insistente. Me dice que no quiere que esté sola. No entiendo absolutamente nada, y él no me da ningún motivo para que pueda entender su actitud. Termino cediendo y le digo que me quedaré a dormir en casa de Elizabeth para no estar sola.

— ¿Elizabeth?¿Te fías de ella?

— Claro — me confunde — Pero si sale con Victoria.

— Si por eso lo digo — no sé si me está vacilando o si va enserio.

Miro mi reloj de pulsera. Debería de estar saliendo ya para llegar puntual a clase. Damiano vuelve a pedirme que vaya con él, pero yo me vuelvo a negar. No voy a ir y tampoco voy a dejar que anule ningún concierto.

— Voy a estar bien aquí — afirmo — ¿Por qué insistes tanto?

Él niega con la cabeza. Desaparece por el balcón y me deja con miles de preguntas en la cabeza. Me hace pensar que está metido en algún problema y que eso también me involucra a mí, pero no puede ser, ¿verdad?

El sonido de su móvil me asusta mientras comienzo a sacar hipótesis retorcidas. Me debato entre echarle un vistazo a la pantalla o no, pero al final no puedo evitar cogerlo y leer en la pantalla "Judas". Frunzo el ceño. ¿Cómo que le está llamando Judas? ¿Qué clase de broma es esta?

— ¿Hola? — sí, descuelgo. Mis ansias de hacerlo me consumían.

Escucho una fuerte respiración al otro lado. Hay alguien escuchándome, eso está claro.

— ¿Quién eres? — pregunto.

— ¡Amalia! — Damiano entra a la habitación y del susto se me cae su móvil.

Él me rodea y lo recoge. Se pone serio conmigo. Creo que el aparato no funciona porque intenta enchufarlo y no responde.

— ¿Quién era?

— Nadie — hablo flojito.

Damiano me da un vistazo rápido y las comisuras de sus labios se elevan un poco.

— Nadie — piensa — No me suena haber agregado a "Nadie" a mis contactos, ¿te lo puedes creer?

Ahora sí que me está vacilando. Y descaradamente.

— Me voy — digo antes de agarrar mi mochila e ir a la puerta.

— Espera — viene detrás de mí y me agarra del brazo para que me dé la vuelta.

Me planta un beso en los labios que me deja sin oxígeno ni cordura. Luego pega nuestras frentes y me hace prometerle que me quedaré con Elizabeth.

— Y prométeme que tendremos sexo telefónico cada hora — lo dice como si esto fuera de vida o muerte.

— No, cada dos horas — me pongo a negociar.

— ¿Dos horas? — se separa de mí — Tienes un amante, ¿es eso, no?

Ruedo los ojos.

— Pues sí — asiento — Es mucho más guapo que tú, más atento, más simpático, menos egocéntrico y creído...

Él me fulmina con la mirada.

— Yo no soy un creído.

— Espera, ¿he dicho ya que mi amante no es un bipolar como tú?

— Tu amante es un soso entonces — dictamina.

No puedo evitar reírme y él me sigue.

Doy un paso hacia delante y me quedo tan cerca de él que mi nariz se roza con la suya.

— Tú vete a hacer feliz a tus fans — le digo — Y cuando vuelvas pasado mañana te doy una buena bienvenida.

Entorna los ojos.

— ¿Ambos estamos pensando en el mismo tipo de bienvenida, verdad? — me pregunta con picardía.

— Ah, no sé — me hago la tonta.

Después de una ronda de besos me doy la vuelta y me voy. Damiano solo va a estar fuera dos días, podré soportarlo.

El día se pasa bastante lento. Comparto mensajes con Damiano constantemente. Después de clase, voy a la casa de Elizabeth y me quedo con ella toda la tarde en su cuarto. Su tía es una mujer muy agradable aunque un poco pesada. Pensé que Elizabeth me haría la tarde más amena, pero está pegada a su teléfono y sonriéndole a la pantalla constantemente. Está un poco distante.

— ¿Con quién hablas?

Ella remolonea y se muerde el labio. Se pone colorada y su sonrisa se ensancha.

— Con Victoria — me responde con timidez.

Mi boca forma una "o" enorme. ¿Cómo no había pensado en eso?

Me quedo mirándola. Está muy enfrascada en una conversación interesante al parecer.

— ¿Cómo es? — curioseo. Ella me mira, con una ceja arqueada — Estar con una chica, digo.

Ella ríe y deja su móvil un momento.

— ¿Te puedo decir la verdad? — me intriga, así que asiento — Mucho mejor que estar con un tío.

No sé por qué se me escapa una risa.

— ¿Enserio?

— ¡Pues claro! — exclama y se mueve en la cama para estar más cerca de mí — Si estar con una chica es todo ventajas. Es una persona que te entiende, que es capaz de empatizar contigo y entiende tu cuerpo a la perfección. Así que el sexo es increíble — concluye con una risita.

— ¿Y con un chico el sexo no es bueno?

— A los tíos solo les importa meterla por algún lado. Solo miran por su placer y parece que les tienen que poner una navaja en el cuello para que se dignen a hacer sexo oral — pone los ojos en blanco y bufa.

Asiento.

— ¿Y por qué me preguntas esto? ¿Problemas con Damiano? — insinúa ella.

Yo niego rápidamente.

— No sé, me daba curiosidad — admito.

— Ya — vuelve a coger su móvil — Bueno, te aseguro que si lo intentaras con una chica se te quitarían las tonterías de andar con Damiano — bromea sin mirarme.

Su cabello pelirrojo brilla por la luz de la pantalla del teléfono. Le mando un par de mensajes a Damiano. En su chat me aparece que hace más de dos horas desde la última vez que estuvo conectado. Supongo que estará ensayando o algo así.

— ¡Oh, mierda! — exclamo yo mientras me acerco a mi mochila y rebusco dentro.

Eli me mira con intriga.

— Me he olvidado el portátil.

— ¿Cuál? ¿Ese súper caro y súper chulo que te regaló Damiano?

Hago un gesto afirmativo. Necesito mi portátil. Todo esto es culpa de Damiano, que me ha entretenido esta mañana y se me ha olvidado cogerlo.

— Tengo que ir a por él — dicto yo, cogiendo las llaves del piso.

— Esto...¿quieres que te acompañe?

— No hace falta, iré rápido.

No me importa que Damiano me haya casi exigido que me quede con alguien hasta que él vuelva. Y además solo son diez minutos hasta el piso de Damiano, ¿qué puede pasar?

— Ya vuelvo — le digo adiós con la mano.

Salgo prácticamente corriendo. Hace mucho frío en la calle y mi chaqueta no me abriga nada. Estornudo un par de veces durante el camino. Voy a pillar un buen catarro.

Cuando estoy entrando al edificio, Damiano me llama. Opto por ignorarlo. Lo llamaré después, con más tranquilidad.

Justo en el último escalón, estornudo.

— ¿Te has resfriado, angelito?

Levanto la cabeza y ahogo un grito. Que susto me ha dado.

— Fabio — me llevo la mano al pecho.

Estaba delante de la puerta, tocando al timbre. Me sonríe y se acerca a mí.

— Dios santo, debes estar congelada — se preocupa y se quita su chaqueta negra para dármela.

— No, de verdad, estoy bien — no quiero su chaqueta.

— Por favor, te vas a poner peor por culpa de este frío — me insiste con una sonrisa.

Sus ojos pardos no se apartan de mí. Me dice que solo venía a ver a Damiano.

— Pues se ha ido con la banda — le comunico mientras paso por su lado y voy a abrir la puerta.

— Ah, ¿que no está? — sus labios forman una fina línea — Qué pena, supongo.

Me da escalofríos la forma con la que pronuncia esas últimas palabras.

Mi móvil vuelve a vibrar. Es Damiano.

DAMIANO: ¿Dónde coño estás?

Escucho la puerta cerrarse bruscamente. Es Fabio, acaba de entrar. Me sonríe y me pide que me relaje.

AMALIA: En el piso.

Escribiendo, escribiendo...

— Amalia, ¿te importa que entre al baño? — me pregunta Fabio.

Yo me encojo de hombros. Cuando está dentro me quito su chaqueta. No me siento bien utilizándola. Y Fabio me pone muy nerviosa. Además, es demasiado atractivo.

DAMIANO: SAL DE AHÍ YA, JODER. FABIO NO ES DE FIAR.

Miro el mensaje varias veces. Lo ha escrito todo con letras mayúsculas. Entonces empiezo a atar cabos. Anoche tuvo una pelea, vino decepcionado y no quiso hablar de eso. Y ahora me dice que Fabio no es de fiar.

— Judas...— susurro. Lo tiene así agregado. Ha sido él el que lo ha llamado esta mañana.

Cometo el error de agobiarme y voy corriendo a la entrada. Pero Fabio sale de repente y me pilla.

— ¿Adónde vas?

— Que te jodan.

Intento darme la vuelta, pero él enseguida me coge de los brazos y me zarandea.

— Venga, angelito, pórtate bien — me estampa contra la pared.

Me levanta los brazos por encima de la cabeza y me pone una pierna entre las mías, chafando mi plan de clavarle la rodilla en los huevos.

— ¡Suéltame! ¡Ayuda!

— Ya, cállate — me aprieta los brazos.

— ¡Damiano!

— Joder, eres tan patética — se hace el incrédulo.

Ahora mismo estoy sola. Damiano está muy lejos y no puede venir a ayudarme. Por esto no quería dejarme sola. ¿Por qué mierda no le hice caso?

— Shh, no te asustes, si te portas bien te prometo que no te haré mucho daño — me toca la mejilla con su fría mano asquerosa.

Ahora puedo ver un moratón en su mejilla. Antes llevaba una gruesa capa de maquillaje para disimularlo. No sé qué ocurrió anoche pero fue algo muy serio.

— Damiano te va a matar — le espeto.

Él se ríe de una forma malévola.

— Angelito, por favor, deja de ser tan dependiente, ¿sí?

— ¡Que no me llames así!

— ¡TE LLAMARÉ COMO ME DÉ LA PUTA GANA!

Acto seguido, me suelta un brazo y me coge la mandíbula. Me impulsa hacia delante y luego hacia atrás para que mi cabeza rebote en la pared. Suelto un gemido de dolor. Empiezo a llorar y él me mira con pena, casi como si yo le importara.

— Es tu culpa. Te he dicho que te portaras bien y no lo has hecho.

Me jala del pelo y me coge las muñecas. Estoy medio mareada. Tenía una oportunidad —muy pequeña— para defenderme pero después del golpe en la cabeza lo veo imposible.

— Lo siento, lo siento, perdóname — se disculpa numerosas veces — Pórtate bien de ahora en adelante y todo saldrá bien, ¿sí?

Los ojos me arden por las lágrimas. Veo borroso, aunque para verle la cara a esta escoria es mejor así.

— Damiano...— lloriqueo.

Lo necesito aquí conmigo.

— ¡No vuelvas a mencionar a ese hijo de puta!

Me sostiene y me lleva como si fuera una muñeca de trapo para ponerme sobre el sofá. Me manosea e intento retorcerme, pero él me pone la mano sobre la boca.

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Y luego viene lo peor. Acerca su cara a la mía y su mirada va directa a mis labios. Rezo mentalmente para que no haga lo que sé que va a hacer.

— Tranquila — sonríe, mostrando los dientes — Soy un caballero. El primer beso sin lengua.

¡Está tarado!

Escondo mi cara. Pero no puede luchar mucho más y enseguida él  pone sus ásperos labios sobre los míos. De mis ojos brotan cada vez más lágrimas. No sé queda contento con esto, así que después su lengua intenta abrirse paso dentro de mi boca.

— Eres muy sosa — encima habla como si no me estuviera besando en contra de mi voluntad.

Se aleja de mí y me deja sola mientras él va a algún lado del piso. Yo escupo y hago arcadas. Creo que me voy a morir del asco. Me levanto y me llevo la a mano a la cabeza.

— ¡Ah! — siento la piel latente.

Mis piernas parecen gelatina. No sé dónde se ha metido y lo peor es que creo que se ha llevado mi móvil. No hay otra salida, tengo que ir a la entrada. Voy dando tumbos y cuando llego a la puerta me entero de que la ha cerrado con llave.

— Sé que esto parecerá un secuestro — Fabio aparece a mis espaldas — Mis disculpas, esa no era mi intención, lo juro. Pero no puedo dejar que te vayas.

— No se lo diré a Damiano, ni a nadie, solo deja que me vaya...— mi voz se quiebra en la última palabra.

Me tapo la cara.

— Shh, no llores, pequeña.

Se acerca lentamente, vacilando. Me da un abrazo y hunde mi cara en su pecho.

— No llores, pequeña, no llores — me acaricia el cabello. Tengo todo el vello de punta.

Yo digo que Damiano es bipolar pero es que este gilipollas parece tener cuarenta personalidades. Hace un momento era agresivo, luego estaba tranquilo y ahora se pone como cariñoso.

— Te prometo que vas a estar bien conmigo — lloro más fuerte.

Clavo mis uñas en su espalda, pero con los duros músculos que tiene dudo que esté sintiendo algo. Pienso en Damiano. ¿Estará él también pensando en mí?

— Damiano me quiere, vendrá a buscarme — repito esto en mi cabeza varias veces.

Se va a convertir en mi nuevo mantra.

— No te engañes, ni te quiere ni mucho menos vendrá a por ti — me ladra — Ahora mismo estará entre las piernas de alguna tía que esté más buena que tú y ni se acordará de ti, créeme.

— Cabrón...

— Shh, ya está, angelito — me da un beso en la frente y me obliga a mirarlo a los ojos — Ahora eres mía. Acéptalo.

~~~~~

¡PUM!

¡PUM!

¡PUM!

Estrello mi puño contra la pared una vez más. Y otra. Hasta que mis nudillos quedan totalmente cubiertos de sangre de un tono horriblemente oscuro y repugnante.

Amalia ya no contesta los mensajes. Algo malo tiene que estar pasando. ¿Cómo mierda he podido dejar que se quedara allí? Debería haber sabido que Judas (sí, a Fabio le pega mucho más este nombre) intentaría algo.

— Damiano — Thomas llama a la habitación de mi hotel — ¿Eres tú el que estás dando esos puñetazos? ¿Te has convertido en Steve Austin?

Esto no tiene ninguna gracia, joder.

— Me largo — digo, abriendo la puerta y chocando nuestros hombros cuando paso por su lado.

Él casi pierde el equilibrio.

— ¡No te puedes ir! — exclama.

— Claro que puedo — él me sigue.

— Se lo voy a decir a Victoria.

Da un golpe en dos puertas.

— Hazlo — bufo — Su metro sesenta no me intimida.

— ¿Qué coño pasa? — escucho la voz de Victoria.

El pasillo se me hace interminable. Enseguida tengo a toda la banda pisándome los talones y después bloqueándome el paso.

— Dejar de tocarme los huevos y dejarme pasar.

— ¿A dónde crees que vas en plena noche?

— A por mi chica.

Los tres se miran entre ellos sin entender. Incluso cuando les intento explicar la situación, Victoria solo dice que estoy sacando las cosas de contexto y que seguro que Fabio no llega tan lejos.

— Me cago en vuestro puto signo — me contengo — Os voy a hartar a hostias a todos como no empecéis a mover el culo.

Para sorpresa de Victoria, Thomas se aparta.

— ¿Qué haces?

— Yo solo quiero irme a dormir — le dice Thomas, cansado.

— Mañana tenemos una actuación, no te puedes ir.

— Joder — me froto las sienes — Que cante Thomas Beggin' y tú cantas Morirò da Re, ¿eh, Victoria? — se me escapa una risa en mal momento — Que te la sabes muy bien.

A Victoria no le hace mucha gracia.

— Por favor, si creyeras que a Elizabeth le pasa algo, ¿no irías con ella? — a ver si la ablando un poco.

Cruzo los dedos para que esa chica le importe algo. Necesito que se ponga en mi lugar y que se deje esa mierda de que Måneskin es lo primero. Algo parece hacer "clic" en su cabeza y se aparta para que pueda pasar.

No tengo ni idea de lo que voy a hacer o de cuánto tiempo voy a tardar en volver a Italia, pero si algo tengo claro es que voy a hundir bajo tierra a Fabio.

— Amalia — me sudan las manos cuando voy a ver si es de ella el mensaje que acabo de recibir.

Pero no. Es un mensaje que termina de llenarme de ira. Este hijo de puta no sabe hasta dónde estoy dispuesto a llegar.

JUDAS: Dice el angelito que me la follo mejor que tú.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro