Prólogo
''El negro jazmín que reluce en tu pecho, ausente la luna nueva que te da aliento''
—¿Me traes un cadáver como ofrenda? — dijo admirando el cuerpo de la pequeña criatura que yacía inerte en los brazos de su madre— viniendo de ti, esperaba algo más interesante.
—Devuélvemela— sollozó— por favor— finas gotas de lluvia comenzaron a caer, el cielo acompañaba su dolor.
—Tus lágrimas me conmueven, sin embargo, ya no pertenece a este mundo— señaló al ser que nada más nacer había fallecido.
—Por favor, tráela de nuevo a mí— se arrodilló derrotada frente a él, una sonrisa surcó los labios del chico.
—Le daré mi corazón, ella volverá, crecerá dotada de gracia, pero un día volveré por su vida— la lluvia caía con más fuerza, un rayo toco la tierra, el muchacho desapareció y un llanto resonó— Recuerda que la muerte nunca pierde, volveré cuando su alma reencarne esa es mi promesa.
16 Años después
En medio del salón brillante con suelos de mármol, la joven dama cuyo cumpleaños era festejado observaban soñadora como las parejas a su alrededor danzaban.
—Heredera de la casa de Cross— una leve sorpresa y una inexplicable atracción hicieron que la joven se volteara.
Con máscara un joven galante vestido de negro realizó una reverencia extendiendo su mano— ¿Me permite acompañarla en esta danza? — hipnotizada por el noble caballero, aceptó.
—Es descortés por su parte utilizar una máscara en un baile que no lo amerita— acotó impaciente y deseosa de ver el rostro de su acompañante.
—El misterio aporta un aire interesante a la velada, y más aún todos vinieron a verla a usted, les es indiferente mi presencia— la joven monarca se sentía flotar, el paso ligero de una danza guiada con maestría.
—Joven caballero, no es la primera vez que lo veo, presiento que lo conozco.
—¿Vuestro corazón os lo indica? — la joven se ruborizó por tal afirmación de un extraño— no es nuestro primer encuentro más será el último, ¿cree usted en la muerte? — con una galante vuelta la sujetó de la mano, la canción había finalizado— la buscaré en su siguiente vida.
El joven se dio la vuelta dispuesto a marcharse—¡Espere! — exclamó, nunca antes había sido tan atrevida pero su corazón anhelaba la cercanía de aquel hombre— Os suplico me digáis su nombre.
Él joven sonrió, observó cómo sus labios se movían más el nombre nunca llegó a sus oídos.
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