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Capítulo 8 ┋ Agridulce.




Llego a mi trabajo y cambio mi vestimenta. Habían pasado dos días desde el incidente. Ese día me quede toda la noche en el hospital. No llamé a mi madre, evité los mensajes de mis amigos y la insistencia de Liam por querer saber qué fue lo que sucedió. No le dije nada y lo único que pretendo es ignorarlo, queriendo que se aburra de mi indiferencia y no me busque. Al juntar toda la ropa sucia y entrar al lavadero, mi celular vibra dentro de mi bolsillo. Dejo la ropa a un lado y lo tomo, viendo mensajes de Laura.

«Sé que el trabajo te tiene ocupada, pero recuerda que ya nos cancelaste la salida de la última vez, la próxima no te escaparas tan fácilmente. ¡Prepárate para esta noche!»

Sabiendo que no puedo decirles que no, guardo mi celular. Ellos creen que la enfermedad de Franco está avanzando para mejor, y quiero que sigan pensando eso. Por el momento no les diré nada. No quiero que me estén mirando con pena como las últimas veces. Tomo la ropa y la vierto dentro del lava ropas junto con el jabón. Una canción suena en mi cabeza y la tarareo para mis adentros. En ese momento, siento a alguien junto a mí y me giro encontrándome con Liam.

—Solo vine a dejar esto. —aun mirándome a los ojos, pone su remera gris en mis manos. Trago saliva al verlo con su torso desnudo que ya conozco bien—. ¿Se te perdió algo?

Una sonrisa de arrogancia de asoma en su boca y aparto la mirada, volviendo a lo mío. Enciendo la máquina y él continua a mi lado.

—Si sabes que tu indiferencia no me detendrá, ¿verdad? —esta vez me giro para enfrentarlo.

—¿Qué quieres? —hablo firme, para que sepa que no me intimida. Alza una ceja.

—Ya sabrás que es lo que quiero. —se acerca aún más a mí.

—No, en serio, ¿qué es lo que quieres? ¿Por qué no me dejas en paz y te vas a molestar a alguna que realmente quiera caer a tus pies? —mis palabras no logran ningún efecto sobre él. Su boca ahora se acerca más a la mía.

—Porque cuando quiero algo, no me detengo hasta obtenerlo. —sus brazos se recargan a los costados de mi cuerpo, impidiendo mi salida.

—No soy tu algo no me tendrás porque no soy un objeto ni nada que se te ocurra. Si quieres ser idiota, no lo seas cerca de mí. —intento salir, pero no me lo permite—. ¡Aléjate!

—Oblígame. —sus tentadores labios me incitan a querer besarlo, pero me contengo. No me conseguirá tan fácilmente. El único motivo por el cuál no soy más directa con él es porque no quiero darle el gusto.

—¿Qué sucede? —Dylan, el hermano menor con el que nunca tuve oportunidad de hablar, es mi salvación. Liam a mi lado parece molesto de que nos hayan interrumpido.

—¿No deberías de estar en el colegio? —pregunta el mayor.

—Te estaba buscando. Vine aquí porque supuse que estarías atrás de... —antes de que complete su frase, él lo interrumpe.

—Como sea, no te llevaré. Pídele al chófer. —habla molesto, mirándolo con cólera.

—Vete a la mierda, iré solo. —la puerta se cierra y pienso que volverá a querer acercarse. En cambio, me mira de reojo, pero no dice nada.

—Yo tengo que continuar con lo mío. Intenta no interrumpirme. —me acerco a la puerta, pero su voz me detiene.

—No te prometo nada. —su voz es burlona e ignorándolo, salgo de ahí. El resto del día no me lo cruce en ningún momento, cosa que agradezco.

Cuando mi horario por fin termina, apenas salgo a la calle, el frío viento atraviesa mi piel haciéndome estremecer. Siento la intensa mirada de alguien sobre mí que pone todos mis sentidos en alerta. Miro a todos mis costados, pero no veo nada. Una bocina me hace sobresaltar un poco y a lo lejos lo veo a Dan dentro de su auto. Me acerco a él aliviada, pero aún sintiéndome vigilada. Antes de poder subirme al auto, desde donde estoy, puedo ver a una anciana moverse de atrás, hacía adelante, sentada en una de esas antiguas sillas de madera. Me mira tan fijo, que me parece extraña. Me incomoda su silencio. Es como si no estuviera ahí, como si solo yo pudiera verla. Con rapidez, me subo al auto, cerrando la puerta. Dan me sonríe.

—Sí que eres lenta. ¿Estás bien? —pregunta, encendiendo el auto para ponerlo en marcha. Me siento protegida y aliviada.

—Lo estoy... solo fue un día un tanto tedioso. —él asiente.

—Bien, esta noche beberás y te olvidarás por lo menos unas cuántas horas de que tienes preocupaciones. ¿De acuerdo? —yo solo asiento.

—¿Cómo está tu novio? —pregunto, luego de un largo silencio.

—Él está bien. —dice, sin más.

—Pero, ¿cuándo podremos conocerlo? —reviso mi bolso, buscando las llaves de mi casa y no las localizo.

—Quizás en las fiestas. —no le respondo nada.

—¡Mierda! —grito, con frustración.

—¿Que sucede? —me mira por unos segundos y luego vuelve la vista a la carretera.

—Creo que me olvide las llaves de mi casa en el trabajo. ¿Crees que podamos regresar por ellas? —pregunto, suplicante.

—Olvídalo. Te quedas en mi casa o en la de Laura. —al llegar a la casa de Laura, él se va a la suya diciendo que luego vendrá por nosotras. Cuando bajo del auto, camino hasta la puerta y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Miro detrás de mí, y estoy en completa soledad. Trago saliva. Creo que ver las noticias me está volviendo paranoica. Golpeo a su puerta, y sale a recibirme con una especie de crema verde esparcido por su rostro, un atado de cabello mal hecho y su vestimenta casual. Intento reprimir una risa y ella me mira mal.

—Entra y no te burles. —asiento, haciéndole caso. Una vez dentro, dejo mis cosas en el suelo de su habitación—. Yo seguiré con esto. El agua esta perfecta así que puedes bañarte si quieres.

Al entrar al baño, antes de cerra la puerta, el gato de mi amiga sale corriendo despavorido por entre mis piernas, logrando que me asuste.

—¡Laura! ¡Tú gato casi me mata! —grito, tomando de mi pecho.

—No seas dramática. Lleva días asustado, ignóralo. —hago una mueca y lo veo meterse debajo de la cama. Sus ojos están muy abiertos y sus pupilas dilatadas. Cierro la puerta del baño y abro la canilla, dejando que salga el agua caliente. Me acerco a la ventana para abrirla y algo extraño llama mi atención. Una figura que claramente reconozco como un cuerpo humano se encuentra en la vereda de enfrente. No se mueve, sus manos están dentro de los bolsillos de su campera oscura y está encapuchado. De pronto, la ventana se empaña debido al vapor del agua y cuando paso mi mano por el cristal para poder volver a mirarlo, ya no está más. Quizás haya sido una sombra, o mi imaginación. Llevo días sin poder dormir correctamente ya que las pesadillas me abruman por lo que debo de estar imaginando cosas extrañas.

Me despojo de mi ropa hasta estar desnuda y dejo que el agua recorra mi cuerpo aclarando mis ideas. Cuando salgo, seco mi pelo frente al espejo, aprovecho para maquillarme y una vez en su habitación, la veo terminar de cambiarse.

—Tengo algo para ti. —me dice ella. Toma de su ropero una bolsa y prácticamente la tira a mi dirección. La agarro antes de que se estrelle en mi rostro y la miro mal. De adentro saco un vestido, ni muy corto, ni muy largo. Es oscuro y de tiras—. Puedes usarlo con mi chaqueta de cuero esa que siempre me pides. También tengo unos zapatos que van acorde.

Le sonrío agradecida y me dispongo a vestirme. Al terminar, coloco perfume y crema en mi piel, me pongo los zapatos, la chaqueta y ya estoy lista. Miro a Laura quien también está realizada y debajo de la cama, noto como el gato sigue en su misma posición. ¿Estará así por lo que yo vi desde la ventana? Descarto todo tipo de pensamientos negativos. Quiero pasar bien esta noche con mis amigos y solo espero no toparme con una especie de Liam borracho como la última salida. Al oír la inconfundible bocina de Dan, tomo mi bolso y salimos nuevamente a la calle. Al montarnos en su auto, Laura lo primero que hace es poner música y gritar por la ventana como desquiciada. Yo solo río al verla y tomo mi celular. No tengo ninguna llamada de mi madre. Lo último que hablamos, fue de que saldría y ella me deseo suerte. De pronto, la culpabilidad me invade y desearía poder volver a mi casa para estar con ella. Estamos pasando por un momento desastroso de nuestras vidas y a mí se me ocurre salir a divertirme. ¿En que estaba pensando? Ahora ya no puedo volver atrás y sé que no podré dejar de pensar en ello toda la noche.

Cuando llegamos, noto que por fuera parece ser un lugar tranquilo. Espero que por dentro también lo sea. Al ingresar, me alivio al no ver un desorden de personas. No es que este vacío, pero tampoco explota.

Nos dirigimos a la barra y me quito la chaqueta. Mi cabeza está especialmente en mi madre. Solo espero haber dejado las llaves en el trabajo y no haberlas perdido en la calle.

—Maggie, ¿te encuentras bien? —me pregunta Laura a mi lado.

—Sí, claro. —finjo una sonrisa. De pronto, la música se hace más intensa y unos gritos llegan hasta mis tímpanos. Alguien choca mi hombro y siento una especie de líquido recorrer mi torso. Me pongo de pie alarmada y furiosa. ¡Tiene que ser una broma! Cuando levanto mi vista, mis ojos se encuentran con unos verdosos que bien reconozco.

—¡Dios, lo siento! —chilla una voz femenina a mi lado e intenta secar mi vestido con una servilleta. Yo no aparto mis ojos de los de él—. Tu vestido se está transluciendo.

La desconocida murmura a mi lado y al fijarme, descubro que tiene razón.

—Mierda. —susurro.

—De verdad lo siento, me empujaron. —me fijo en ella y la reconozco como Lena, la chica que me presentaron junto con su hermana Sofía.

—Ya Lena, olvídate y vamos a bailar. —habla Sofía a su lado, gritando por sobre la música y no puedo evitar mirarla mal. Ella se da cuenta y me sonríe con falsedad.

—¡Cállate, Sofía! ¿Quieres que te acompañe al baño? —pregunta ella.

—Descuida, no te preocupes. —digo sincera—. Laura, iré al baño, enseguida vuelvo.

Mi amiga presenció toda la escena y asiente apenada. Paso por al lado de Liam, ignorando su mirada y llego al baño en donde intento secar mi arruinado vestido. Al no tener tanto éxito, lavo mis manos, retoco mi maquillaje y dejo que se seque con el aire. Salgo nuevamente y cuando llego a la barra, solo esta Laura y a su lado Dan hablado con un chico. Me acerco a mi amiga sentándome junto a ella.

—¿Estás bien? ¿Los conocías? —pregunta, bebiendo.

—Sí, estoy bien. Uno de ellos es el hijo de mis jefes. —ella parece sorprendida.

—¿Cuál de todos? —antes de poder responder, oigo claramente su voz a mi lado.

—Una cerveza. —le pide al chico de la barra.

—Él. —murmuro por lo bajo y ella logra oírme.

—¿Quieres que te compre algo en forma de disculpas? —se dirige a mí. A pesar de la alta música, puedo oír sus palabras.

—¿Acaso tú me tiraste la bebida, o ahora ofreces disculpas de parte de otros? —no sé por qué reacciono así, pero estoy cansada de tener que verlo en todos lados. Cuando creo que mi horario de trabajo finalizo y no tengo que verlo hasta el día próximo, él se aparece cuando menos lo espero.

—¿Siempre estás a la defensiva? —pregunta, ladeando su cabeza. Sus brazos están recargados en la barra. Al ver que lo ignoro, cambia de tema—. ¿No me presentaras?

No lo miro en ningún momento y Laura habla por mí.

—Soy Laura, su mejor amiga. —se presenta de manera normal. Veo que los encantos de Liam no causaron nada en ella.

—Un gusto. —roza su brazo con el mío para darle la mano y ella se la acepta. El leve contacto de su brazo me hace estremecer y me aparto disimuladamente—. Soy Liam Hamann, su jefe.

Rio con incredulidad.

—Tú no eres mi... —antes de poder terminar, Dan se acerca a nosotras.

—Chicas, afuera están dando un espectáculo de fuegos artificiales. ¿Vamos? —pregunta, ajeno a la conversación que estábamos teniendo.

—¡Yo sí! —rápidamente, Laura se va emocionada y cuando los ojos de mi amigo de posan sobre los de Liam, ambos se miran de forma extraña, como si se conocieran. Una sonrisa torcida se dibuja en el rostro del hijo de mis jefes y mi amigo lo mira un tanto con recelo. A pesar de extrañarme, tomo del brazo de Dan.

—Anda, vamos que también quiero verlos. —él asiente y nos perdemos entre la multitud hasta llegar al balcón. Cuando salimos, claramente puedo ver el cielo iluminado de colores, cosa que me hace sonreír. Pienso exactamente en una persona a la que le fascina mirarlos: Mi hermano.

Sintiendo unos ojos sobre mí, me giro, pero no localizo a nadie que este mirándome. Miro a mi derecha, y lo veo a Liam, con un vaso en su mano, mirando a mi dirección de manera intensa, muy atentamente. Lleva una de sus manos en el bolsillo y esta recargado en el umbral de la puerta.

—Olvidaste tu campera, iré por ella. —mi amigo murmura en mi oído y asiento. Cuando se va, otra persona reemplaza su lugar y lo miro. Botas negras, remera azul, vaqueros negros, chaqueta de jean. La cicatriz en su ceja es reconocible.

—¿Tú por aquí? —pregunta Uriel, con un cigarro en su boca.

—Sí. —digo, sin más.

A lo lejos la veo a Laura hablar muy animadamente con Lucas. Él es muy bromista y la hace reír.

—¿Te puedo preguntar algo? —de pronto habla.

—Claro. —me extiende su cigarro y lo tomo. Hace mucho que no fumaba y el humo me hace toser un poco, pero intento disimularlo.

—¿Qué pasa entre tú y él?

—¿Quién es él? —pregunto irónica.

—El flamante Liam Hamann. —ríe con sequedad y puedo notar veneno en su forma de dirigirse a él.

—¿Por qué debería de darte explicaciones?

—Sólo te pregunto. No es una persona de confiar. —habla, sin mirarme.

—Yo no confío en nadie.

—Haces bien. —esta vez sí me mira, con una sonrisa en sus labios. Ambos nos giramos al oír unos fuertes gritos provenientes de adentro. Rápidamente pienso en Dan, quien no volvió y camino con rapidez. Al llegar, veo claramente la horrorosa escena de Liam peleando a puños con mi amigo. Enfurecido, el hijo de mis jefes le propina un gran golpe en su ojo y Dan no duda en devolverlo con desdén. Me paralizo y reacciono cuando una figura corre a mi lado, hasta llegar a ellos e intentar separarlos junto con otros dos desconocidos.

—¡Liam, cálmate! —reclama Lucas. Laura, a mi lado, parece igual de sorprendida.

—¡Aléjate de ella o te mataré! —grita mi amigo, y no parece ser él mismo. Es como si lo hubieran cambiado por un animal enfurecido de hambre.

—¿Tú me dirás que hacer, hijo de puta? ¡Ya veremos quién le pedirá compasión a quién! —Dan intenta volver a acercarse a él con una botella en su mano, pero lo tienen sujetado.

—¿Tú me asesinaras a mí, así como hiciste con tu supuesto mejor amigo? —las palabras de mi amigo son cínicas y no entiendo a qué se refiere. Liam intenta volver a él, pero lo detienen. Reaccionando, me acerco a ellos y puedo apreciar el rostro casi desfigurado de ambos. Laura me ayuda a tomar a Dan del brazo.

—¡¿Estás loco?! —pregunto, inspeccionando su lastimado rostro. Él no me responde, solo lo mira con furia.

—Estoy bien. —me responde por fin.

—¡Magali! —me giro al oír mi nombre y me encuentro a Liam, casi desmoronado en los brazos de Lucas—. Tu amigo está bien, ¿podrías ayudarme a llevar a Liam a su casa? Si Anabell me llega a encontrar así, con él, tú puedes ayudarme.

—¿Por qué lo tendría que ayudar? Él... —antes de poder terminar, Lucas vuelve a hablarme.

—Por favor. —insiste. Miro a mi amiga y ella hace una mueca.

—Ya tendremos la oportunidad de tener la noche que nos merecemos. Anda, ve. Te prometo que la próxima vez que salgamos, será una buena noche. —suspiro frustrada y asiento. Me acerco hasta ellos y hago que Liam pase su brazo por mi hombro. Él lo hace sin dudar y lo veo quejarse del dolor. Algo que se merece por haberse metido con mi amigo y mi noche. Como podemos, llegamos hasta el auto de Liam, y sin importarme, lo suelto en la parte trasera, deleitándome con sus quejidos.

—Idiota. —murmuro y oigo a Lucas reír. Tengo el peor de los humores, y si fuera por mí, pasaría la noche tocando su herida para que sufra. Me siento en la parte del conductor y enciendo el auto. Todo el camino es en silencio, solo puedo oír los ruidos del celular de Lucas, por lo que supongo que estará jugando a algo. Por el espejo retrovisor lo miro a Liam, quien se encuentra acostado boca abajo. Sus ojos están cerrados, sus labios en una línea recta y respira con suavidad. Ahora que no está hablando, ni molestando, me resulta atractivo. Salvo cuando dice alguna estupidez que lo arruina todo.

Cuando llegamos, estaciono el auto y lo ayudo a Lucas a sacar el casi cadáver de la parte trasera. Entramos a la mansión con cuidado y lo conducimos hasta la cocina. Una vez ahí, lo sentamos en uno de los bancos de madera y veo como se recarga adolorido en la mesada. Aprovecho y busco con la mirada mis llaves. Rápidamente las localizo sobre la mesada y las tomo guardándolas en mi bolsillo. Me fijo en la hora de mi celular y son las cuatro de la mañana.

—¿Sabes dónde está la caja de primeros auxilios? —pregunta Lucas.

—¿Por qué no dejas que sufra? Se lo merece. —me mira con reproche. Pongo los ojos en blanco y agarro la caja de uno de los muebles.

—¿Puedes tú? Tengo que ir a llamar a Uriel para pedirle que deje mi moto en mi casa. —asiento, otra no me queda. Él desaparece de nuestra vista y abro la caja tomando lo que necesitaré.

—Mírame. —ordeno, frente a él. Me hace caso e ignorando lo incomoda que me pone su mirada, desinfecto su morado ojo. Cuando acabo, lo cubro con una venda y muerdo el interior de mi mejilla cuando me dirijo a su boca. Las comisuras de sus labios se alzan débilmente, formando un leve rubor en mis mejillas.

—¿Puedes no mirarme? —pregunto molesta.

—Pídeme algo más fácil. Además, tú me ordenaste que lo hiciera. —sonríe.

—Sí, pero no de esa forma.

—¿Y de qué forma te estoy mirando? —doy un apretón en su herida logrando que haga una mueca de dolor, lo que produce satisfacción en mí.

—Tu amigo sí que sabe cómo golpear a alguien. No me extraña, vi sus peleas y lo hace bien. —dice, sin apartar su mirada de mis movimientos.

—No sé a qué te refieres y no me importa. —digo con seriedad—. Te lo mereces. ¿Por qué inició la pelea?

—Él vino ordenando que me alejará de ti. —su respuesta genera confusión en mí.

—¿Por qué haría eso si tú y yo no estamos cerca? —se encoje de hombros.

—Quizás porqué este enamorado de ti. —dice burlón.

—Él no está enamorado de mí, idiota. Es homosexual, tiene novio. —él no responde a eso. Cuando acabo, guardo todo—. Yo ya me tengo que ir.

Antes de poder alejarme, su mano se apodera de mi muñeca y en un rápido movimiento, mi espalda termina contra la isla de la cocina y su cuerpo frente al mío. Su actitud de adolorido cambia y puedo ver deseo en sus ojos.

—No, no lo harás. ¿Tan buen actor soy que te creíste mi papel de víctima? Ese imbécil no lograría acabarme nunca. —su rostro se acerca al mío, y sus manos acarician la piel de mi pierna.

—¿A qué te refieres? —pregunto, notablemente confundida y una sonrisa se dibuja en sus tentadores labios.

—Lucas es un buen amigo. —dice, sin más, y su boca se pierde en el hueco de mi cuello. Con sus manos en mis piernas, me alza hasta que termino sentada en la mesada. Me quedo paralizada, sintiendo sus húmedos besos en mi mentón, cuello, clavícula y mejilla. Besa las comisuras de mis labios e inconscientemente, aprieto mis muslos a su cintura. No sé en qué momento me deje llevar, pero mis ojos se encuentran cerrados. Quiero que me bese, pero no lo hace. Solo se dedica a besar y morder mi cuello. Baja una de las tiras de mi vestido negro y besa mi hombro. Estoy tan perdida en él que ahora me doy cuenta de lo perfecto que me parece, pero nunca se lo diría. No haré más grande su odioso ego. Su aliento choca con mi boca y abro mis ojos, viéndolo muy cerca de mí. Las yemas de sus dedos dibujando la piel de mi pierna me corta la respiración. Mirándome directamente, su mano se pierde en mi pelo y me acerca aún más, pudiendo sentir su aroma a frutilla. Mis uñas están aferradas a sus brazos y de pronto, la puerta chilla explotando la burbuja en la que estábamos. Pateo su rodilla y él se aparta de mí, haciendo una mueca de dolor. Arturo es quien entra a la cocina y nos mira desentendido.

—¿Qué haces tú aquí? —pregunta mirándome. Beatriz entra detrás suyo, y al verme, siento una inmensa vergüenza. Con rapidez acomodo la tira de mi vestido poniéndola en mi hombro de nuevo y tomo mis cosas.

—Sien...siento la hora. —carraspeo, acalorada—. Solo vine a traer al señor Hamann. Debo irme, adiós.

Salgo de ahí como un torbellino y una vez en la calle, Lucas me hace señales desde el auto de Liam y me subo, sentándome a su lado.

—Llévame a mi casa. —digo, realmente incomoda y él enciende el auto.

—Siento si Liam hizo algo que no debía. Él me pidió en la fiesta que le siguiera la corriente y no pude decirle que no, es mi amigo. —dice, con culpabilidad.

—Descuida, no te pedí explicaciones. —respiro hondo y el resto del viaje lo hacemos en silencio absoluto. Cuando llegamos me adentro a mi casa y una vez en mi habitación, dejo todas mis cosas sobre la cama. Me miro en el espejo y aprieto mis dientes con odio al ver una marca morada. En este preciso instante desearía patearlo en la entre pierna. ¿Quién se cree que es? Me acuesto en mi cama. Siento su boca recorrer mi cuello y con repulsión, paso mi mano por la zona en la que él me marco sintiéndome frustrada. Debí haberlo pateado antes de que lo hiciera, pero no pude resistirme. Mi celular vibra y pesadamente lo desbloqueo viendo un mensaje de un número desconocido.

«Olvidaste tu orgullo en mi cocina. Descuida, yo lo cuido.»

Sé de quién viene ese mensaje y chillo frustrada.

«¡Ojalá hubiese sido yo quien te golpeo! ¡Idiota!» Contesto.

Envío el mensaje y apago el celular antes de recibir algo más. ¡Odio el día en que acepte trabajar en esa mansión!



***


¡Espero que les haya gustado!
Siento haberme demorado en subir el capítulo pero es que wattpad realmente anda muy mal y no me dejaba actualizar.
¿A alguien más le pasó?

¿Que les pareció el capítulo?
Tengo miles de ideas, así que vayan preparándose porqué les prometo que está novela va a ser lo mejor que haya escrito. ❤
¡Gracias por leerme!

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