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Capítulo 31┋ Infierno.



Querida Maggie:

Habrá un momento decisivo en el que tendrás que elegir:
Te quedas con la vida, o le tomas la mano a la muerte. Quizás esta carta jamás la vayas a leer, pero quiero que sepas que te tome mucho aprecio, quizás aprendí a tenerte cariño más de lo que alguna vez se lo tuve a otra persona. No significa que no quiera a mi hijo, o a mis nietos, los amo con todo mi corazón a pesar de no haber tenido el tiempo necesario de decírselos. Siempre supe mirar más allá de las personas; sobre todos de las que vi en un simple momento.

Mi hijo y mis nietos fueron el mejor regalo que podría haber tenido en la vida. Anabell fue la mujer imperfectamente real que podría haber elegido Antonio más allá de que cometió sus errores, que, aunque toda la vida me haya tomado por viejo despistado, yo bien sabía de sus secretos, de todos los secretos de los que me rodearon.

Anabell en su momento supo como domar a Antonio, él la necesitaba en su vida para darse cuenta de que debía poner los pies sobre la tierra, así de la misma forma que uno de mis nietos te necesita a ti, Magali. Él es imperfecto, tiene sus errores y no siempre fue el hijo prodigio, pero estoy orgulloso y siempre lo estaré porque es una persona realmente buena que se oculta tras la fachada de que nada ni nadie le importa. Él te necesita, te necesita en su vida, y yo lo noté todos esos meses en los que viví en la mansión. Nunca lo dejes, pero sí algún día decides hacerlo, hazle saber que perdió algo que nunca va a conseguir en otro lado. Eres una mujer fuerte, no le tomes la mano a la muerte, dale una nueva oportunidad a la vida cuando sientas que nada tiene sentido o estés tocando la profundidad de lo más oscuro de tus días. Las cosas nunca serán fáciles para todos, eres humana, tienes tus imperfecciones y tus propios demonios ocultos, y eso no te hace especial, te hace real, es por eso que Liam se fijó en ti. Ambos tienen algo en común: Son dominados por sus más duros sentimientos que siempre los golpeará fuerte en donde más les duela, pero eso no les quitará el amor.

Todos mis años con vida estuve alrededor de personas a las que no les importe, solo estaban conmigo siendo hipócritas, les gustaba más el dinero que tenía que estar realmente conmigo. Nunca dejes que nadie te pase por encima. Sé feliz, aunque estés destruida, aunque te despiertes una mañana y sientas que ya nada tiene sentido, quizás así te encuentres en el último segundo dándole un destello de luz a las sombras.

Con amor:
Arturo.

•••

Nadie me nota, pero yo sí a ellos. La puerta principal del hospital se abre de pronto, de manera brusca, entrando por ella una gran manada de enfermeros con tres camillas. Un cuerpo inerte por cada cama que se arrastra rápidamente por los pasillos de este pulcro hospital. Yo los sigo desde la distancia, mirándolos entre las sombras esperando a mi momento.

 —Primera paciente. Joven mujer de cabello corto y castaño, tez blanca de unos veinte años aproximadamente. No lleva documentación encima. —yo los sigo, escuchándolos con atención—. Tiene una fuerte hemorragia que sale desde su cabeza que debemos detener. Se mantuvo sin oxígeno unos minutos y su cuerpo está frío. ¡Alcáncenme el electrochoque!

Se lo aplican unas tres veces hasta que la chica parece volver a respirar. La alejan de mi vista, adentrándose en una habitación. Me acerco a la segunda.

—...Tez morena, diecinueve años. Su documentación lleva el nombre de Sofía Mendoza. Entra sin signos vitales, necesita una operación urgente. —el enfermero que lo sigue anota todo en un cuaderno y se lo extiende a la recepcionista para desaparecer junto con la camilla en otra habitación aparte. Me acerco a la última que lleva sus ojos azules entre abiertos, pero al borde del precipicio.

—Su nombre es Laura Montero. Tez blanca, cabello rubio y ojos azules. Se encuentra consciente. Joven de veintitrés años según su documentación. —la alejan también de mi vista, y una enfermera se acerca para hablarle al enfermero que a mí lado se encuentra.

—Contacten a los familiares de estás tres jóvenes. La chica que entró primera y no lleva documentación la conduciremos de urgencia a terapia intensiva. ¡Qué sea rápido! —ambos desaparecen entre los pasillos que son custodiados por mí. No sé con exactitud cuánto tiempo pasó, simplemente veo a un hombre mayor adentrarse por la puerta principal con desesperación, y detrás de ellos los sigue un joven rubio, un pelinegro de su misma edad y una señora que debe sobre pasar los cuarenta.

—Estoy buscando a la paciente Magali Álvarez, soy su madre. —pide temblando como una hoja. Nadie me nota, pero yo sí a ellos.

—La joven Magali Álvarez ha sido trasladada a terapia intensiva. —los pies de la mujer se debilitan, pero es atrapada ágilmente por el joven pelinegro que consuela sus lágrimas en su pecho.

—Las otras dos jóvenes que entraron junto a ella, Laura Montero está siendo atendida, pero se encuentra fuera de peligro. La que le sigue, Sofía Mendoza acaba de ser trasladada también a terapia intensiva. Les pido por favor que esperen pacientes, en las siguientes horas serán informados. —la mujer de la recepción da por finalizada su información y todos tiemblan con nerviosismo. En la espera, el aire se tiñe de sofocación por ansiedad y de no saber qué pasará.

Me alejo de ellos, yéndome por los pasillos, pasando por desapercibido ante las miradas que los que me pasan por al lado. Llego a la primera habitación de terapia intensiva y me adentro sin necesidad de tener que abrir, o golpear la puerta. Es tan sencillo para quien se encuentra, y a la vez no en este mundo.

—¡Una vez más! —le dan otro electrochoque que parece no funcionar. El hombre que llevaba la maquina en sus manos baja los brazos, resignado, y pone dos dedos sobre el cuello de la joven—. Es inútil, hicimos todo lo que pudimos.

Le tapan el cuerpo con una sábana blanca y el alma de esa chica ensangrentada se va conmigo.

Vuelvo a salir de esa habitación y me acerco a la otra. Miro desde la lejanía y todos los enfermeros están alrededor de la camilla, obstruyendo la vista de poder ver sí están haciendo un buen trabajo con la paciente recién ingresada.

—¡Está funcionando, una vez más! —siguen con su trabajo y el tiempo pasa frente a mis ojos como nunca antes.

La chica acostada en la camilla es tomada de la mano por un joven de su misma edad, o quizás un poco más.

—Me quedaré contigo para siempre, o hasta que te canses de mí... —le murmura al oído.

Y luego de unos agonizantes meses, la chica abre sus grandes ojos con suma suavidad.

Y el caos abre sus puertas para desatar el principio de un final con suma destrucción.


***

¡WOWOWO!
¿Quien murió y quien vivió?
¿Quien es el asesino?
¿Quien es el secuaz?
¿Quien quiere matar a la autora?
¿Quien espera por su continuación?

Este es el FINAL de la primera parte.
En este mismo apartado, se viene su continuación:
CAOS | Parte 2.

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