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Capítulo 18 ┋ Secretos.




Había escuchado toda su historia, no medie palabra alguna sino hasta que acabó. Miles de preguntas atormentaban mi cabeza. Liam y Franco son hermanos, y ninguno de los dos lo sabe. ¿Cómo se puede ocultar mentiras durante tantos años, sin saber el daño que puede terminar generando a su alrededor? Realmente me cuesta entender, por más que lo intente, aún no lo puedo creer. Si la razón por la que mi padre nos abandonó fue por la infidelidad de mi madre, ¿Por qué anoche intento lastimarme? ¿Y si no fue él y yo solo me lo imagine?

—¿Nunca pensabas decírmelo? —pregunto, sin mirarla.

—Nunca creí que él volvería. —su voz suena quebrada.

—¿Y qué piensas decirle a Franco? —pregunto—. Porque serás tú quien se lo cuente. Y hasta que no hablemos con él, no quiero que ese tipo se acerque al hospital. Díselo, porque años de mentiras no se curan de un día para el otro.

Ella parece dolida. Yo, en cambio, estoy destruida. No puedo creerlo, no sé como se lo diré, no puedo soportar esta presión que siento de no poder decirle a Liam quien es su padre, quien es su hermano. Había descubierto más secretos de lo que mi vida puede soportar.

A la mañana siguiente recordé que hoy es el cumpleaños de Franco. Entre tantas idas y vueltas de problemas, no había planeado bien que es lo que le haría. Supongo que podrá salir como en su día libre, lo llevaré a algún lugar que el deseé y luego vendremos a casa para que se sienta, aunque sea por hoy, en su hogar de nuevo. No salude a mi madre, pase por su lado y me fui. Sé que ella debe estar destrozada por tener que haberme dicho la verdad, pero no me interesa, ella tuvo bastantes y largos años para contármelo y prefirió guardárselo como si la identidad de Franco no lo valiera nada. Miles de noches enteras de melancolía en la que Franco me preguntaba si, quien él creía que era nuestro padre, nos había abandonado por su nacimiento. Siempre había estado triste, desolado, sin una figura paterna, creyendo que el motivo de alejamiento de mi padre había sido por su culpa, sin saber que en realidad, su verdadero padre se encontraba a millones de kilómetros sin saber que, en un lugar del mundo, dos hijos suyos se encontraban engañados por su respectivas madres.

Cuando llego al trabajo, como siempre, lo primero que hago, es ponerme mi uniforme laboral y comenzar a hacer lo que es habitual. No puedo moverme con tranquilidad por la mansión sin sentir que estoy siendo envuelta por las mentiras que en estás paredes se esconden. A todo este tema, le sumo que todavía no sé bien que es lo que esconde Liam. Yo no confío del todo en él, y sin embargo accedí a pasar la noche a su lado. No sé en qué estaba pensando, pero una parte de mí no sabe de arrepentimientos cuando se trata de recordarlo. 

Termino con lo mío, tomo la canasta con la ropa recién limpia y salgo al jardín para colgarlo. Cuando finalizo y volteo, me encuentro con Liam frente a mí. Por unos segundos, el oxígeno se fue de mis pulmones.

—¿Por qué anoche huiste de esa forma? —pregunta, sin siquiera saludarme.

—Tuve una urgencia... Tenía que volver a mi casa. —frunce el ceño.

—¿Tu hermano está bien? —pregunta, sinceramente preocupado.

—Sí, solo fue una urgencia con mi madre. Nada importante. —sonrío—. ¿Sabes? Hoy es el cumpleaños de mi hermano. Iba a ir a buscarlo al hospital para llevarlo a algún lugar divertido. ¿Quieres venir con Isabella? —no sé por qué lo estoy invitando, quizás sea por querer que esté más cerca de quien verdaderamente es su hermano o porque, aunque me cueste admitirlo a voz alta, quiero tenerlo más cerca de mí y saber más de él.

—¿Es una cita? —pregunta, con una sonrisa burlona. Pongo mis ojos en blanco.

—Creo que más bien será una cita entre mi hermano e Isabella y nosotros estaremos metidos en el medio. —se cruza de brazos.

—Que tu hermano tenga una cita con mi hermana no me agrada mucho... es muy chica todavía. —alzo una ceja.

—Bien, ¿quieres salir conmigo? —me muerdo un poco la lengua al preguntar eso, pero tenía que hacerlo. Él sonríe ampliamente.

—Me encantaría.

—Perfecto, entonces serán Franco e Isabella los que estén en medio de nuestra cita. —tomando la canasta que había dejado en el suelo, paso por su lado, buscando seguir con mi trabajo, pero me toma del brazo, volteando mi cuerpo a su dirección, para apoyar sus labios sobre los míos. Lo dejo hacerlo, pero en cuánto tengo la oportunidad, me aparto—. Recuerda que estoy en mi horario laboral.

Alza sus manos en señal de paz y me alejo. Sé que cuando sepa la verdad, y sepa que yo lo sabía durante un tiempo, no me podrá perdonar y eso logra que mi miedo sea visible. Dejo la canasta en la cocina y me dirijo a la oficina de Anabell. Golpeo repetidas veces, y cuando ella accede a mi paso, me adentro, viéndola en su escritorio, frente a su computadora.

—Buenos días. —la saludo.

—Buenos días. —me devuelve ella—. ¿Sucede algo?

—Necesito hablar con usted de algo importante. —ella deja a un lado lo que sea que este haciendo para prestarme atención—. No aguanto más esto. Siento una presión muy grande al saber de algo que no debería y quiero saber si usted piensa hablar con Liam.

Noto como los nervios crecen en ella. Se levanta de golpe, se acerca a la puerta que deje abierta y la cierra, como no queriendo que alguien pueda escucharnos.

—Sé que debes de estar muy preocupada y que lo quieres mucho a mi hijo, pero por favor, necesito tiempo. —quiero negar eso que dijo sobre mis sentimientos. Abro la boca, pero la cierro sin saber bien que decir. ¿Lo quiero? ¿Tengo sentimientos por él o es solo atracción?

—Yo... —sé que es inútil negarlo. Siento más de lo que debería y creo que la sola idea de que Liam tenga algo que ver con las cosas que están sucediendo hoy en día me destrozaría por completo. Necesito hablar con él, necesito sacar mis dudas sea como sea—. De acuerdo, yo no diré nada. ¿Me permite salir antes del trabajo? Tengo un asunto importante.

—Claro, no hay problema. De todas formas, Emma hará el horario completo por haber estado ausente. —asiento y salgo de ahí. En las horas siguientes termino mi trabajo. Mi cuerpo se mueve por la mansión, pero mi mente está a millones de kilómetros de aquí.

Cuando termino, Liam se cruza por mi camino.

—Espero que esta vez no huyas. Iré por Isabella y luego vamos al hospital. Puedes arreglarte aquí. —asiento con una sonrisa, viendo cómo se aleja con movimientos seguros de sí mismo y aires de confianza.

Minutos más tarde, ya estamos entrando al hospital. Isabella nos espera en el auto y nosotros solo tenemos que entrar a buscar a Franco. En ese instante, cuando caminamos por los pasillos y veo la figura masculina que claramente reconozco, me paralizo. ¿Qué hace acá cuando deje exclusivamente aclarado que no quería que nadie, sino fuera yo o mi madre, entrará a visitar a mi hermano?

Liam va hablándome, pero lo ignoro, caminando a paso decidido hasta Isaac, quien al verme deja notar su expresión de seriedad.

—¿Qué haces aquí? —pregunto molesta y no disimulo nada. Liam a mi lado parece confundido y revela el mismo enfado que el hombre frente a nosotros provoca con su presencia.

—Ya te lo dije... tengo el mismo derecho a estar aquí como tú. —lo dice con tanta soberbia que deseo nunca haberlo cruzado en mi vida.

—¿Ahora me vienes a hablar de derechos? —pregunto—. Cuando sabías perfectamente quien es Franco y no te importó, y te fuiste sin siquiera molestarte en saber de él. Dejando a mi madre sola.

—¿Maggie, de qué hablas? —Liam pregunta a mi oído, pero no le doy importancia.

—Veo que tu madre se encargó de contarte todo. Fue mi error, lo admito, pero vengo para recuperar lo que perdí, y lo que me hicieron perder. —sé perfectamente a lo que se refiere.

—Ya es demasiado tarde para eso. —hablo a regañadientes.

—No lo creo. No es tarde. —sé que Liam puede sentir mi furia y se interpone entre él y yo.

—Ya es hora de que te vayas. ¿Acaso no te das cuenta de arruinas los lugares a los que vas? Te encargaste de hacer de mi familia una mierda, ve a arruinar otra familia que no tenga que ver con nosotros. —puedo sentir como Liam hace un gran esfuerzo para no saltar a su yugular y es algo que agradezco. No es el lugar, ni el momento indicado para saltar viejas cuentas.

Isaac se queda contemplando a Liam, con cierta admiración que creo que solo yo puedo notar.

—Bien, me iré. Pero ya sabes, Magali, espero que la próxima vez que quiera venir al hospital, no me digan que la hermana del chico al que quiero visitar prohibió mi acceso. Recuerda, no soy tu enemigo, no estoy aquí para llevarme el odio de la gente.

Me cruzo de brazos, sonriendo con ironía. —Qué pena, porque ya lo estás haciendo.

Él no me dice más nada y lo veo alejarse. Respiro aliviada de ya no tener su presencia cerca de mí y sé que Liam está batallando por preguntarme muchas cosas, pero me adelanto, alzando una mano.

—Sí así lo deseas, luego te lo cuento mejor. Pero ahora espérame aquí a lo que voy a hablar con mi hermano. —él asiente, tomando asiento en la sala de espera y aprovecho para acercarme hasta el cuarto de Franco. Una vez en la puerta, en el umbral, veo como está escribiendo algo en una hoja. Cuando siente mi presencia, guarda la nota dentro de su bolsillo y sé que no tengo que preguntarle nada. Su privacidad es suya y no tengo que meterme.

—Hola. —lo saludo, adentrándome entre las cuatro paredes. Sonrío plenamente, contagiando mi acción, haciendo que él me imite. Cuando estoy sentada a su lado, lo envuelvo en mis brazos, sin importarme lo mucho que se queja, rogándome que lo suelte entre risas—. ¡Feliz cumpleaños, hermanito!

—¡Gracias! Pero ya suéltame, me ahogas. —me alejo sin poder evitar sonreír.

—Tengo buenas noticias para este hermoso día. —él me mira atento—. En la calle, dentro de un auto, está esperando por ti tu persona favorita... obviamente, después de mí.

Él ríe, poniendo los ojos en blanco.

—Así que ve a prepararte porque saldremos a que tengas tu mejor día. —junto mis manos, provocando un ruido entre ellas.

—¿Isabella está aquí? —pregunta, y alzo una ceja.

—Yo nunca hablé de Isabella, pero si admites que ella es tu persona favorita, prometo no decir nada. —le guiño el ojo, viendo como su rostro se tiñe de bordo.

—No dije eso... solo... solo me cae bien, nada más. —lo miro incrédula.

—Ajá, sí, claro. Ya ve a arreglarte. No quiero hacer esperar mucho tiempo a Liam en la sala de espera. —él se gira para mirarme.

—¿Iremos con tu novio? —al escuchar esa última palabra, ahora soy yo quien se sonroja.

—Hablando de eso... —quiero decirle que no es mi novio, pero al notar su mirada atenta sobre mí, decido que no es momento—. Sí, si no te molesta, iremos con él.

—Claro que no me molesta. —se encierra en el baño y suelto todo el aire acumulado en mis pulmones. Espero varios minutos a lo que él se cambia, aprovechando para mirar a mi alrededor. Curioseo el cuarto, cuando por debajo de la cama noto una pequeña caja de madera. Mirando a la puerta del baño, y sin notar movimiento alguno, la tomo entre mis manos, abriéndola y viendo infinidades de hojas dobladas como cartas. Me encuentro tentada en tomar una de ellas, pero recuerdo que me prometí a mí misma no meterme en sus cosas. ¿Qué dirán? ¿Hablará de sus miedos? ¿De su enfermedad? ¿De mí, de sus sentimientos? Muerdo el interior de mi mejilla y devuelvo la caja a su lugar, tal y como la encontré. En ese instante, Franco sale del baño, y como va con la cabeza agachada, aprovecho para enderezarme. Su mirada encuentra la mía y veo como lleva un simple jean y una remera blanca. Esta perfecto.

—¿Listo? —asiente y salimos. Cuando llegamos a la sala de espera, lo veo a Liam sentado con el celular entre sus manos. Al vernos llegar, se poner de pie, viendo a Franco y le dedica una sonrisa.

—¿Vamos? —ambos asentimos ante su pregunta y nos dirigimos a la salida—. ¿Cuántos son ya?

Liam le pregunta a Franco, como queriendo tener conversación con él y me resulta muy lindo de su parte.

—Once. —mi hermano responde, con cierta timidez en su forma de hablar. Liam entendiendo que él se encuentra incómodo, decide no seguir insistiendo en hablarle.

Recuerdo que, cuando Franco había nacido, yo para ese entonces contaba con diez años. Había ido a visitar a mi mamá al hospital cuando supe que él ya había nacido y me dejaron verlo. No pude tomarlo en brazos por razones lógicas, pero con solo verlo, me alcanzó y sobró para saber que sería lo mejor que me había pasado en mi vida. Yo ya era pequeña, pero sin embargo supe que quería ser la mejor hermana mayor que ese bebé pudiera tener. Y aunque tengo mis errores y siempre tropiezo con la misma piedra, siempre me encargo de estar bien para él, para que sepa que nunca le faltará nada si se trata de mí. No sé si soy la mejor hermana del mundo, pero sé que siempre trato de darle lo mejor, sea como sea, así sea tener que dejar cualquier cosa de mi parte. Todo por verlo bien, por saber que está bien.

Cuando llegamos al auto, noto que extrañamente Isabella y mi hermano se saludan distantes y ella se dedica a mirar por la ventana, con su ceño levemente fruncido. Me doy cuenta que Liam no noto ese confuso acto entre nuestros respectivos hermanos, pero decido no decirle nada, y menos teniéndolos a ambos en los asientos traseros.

No pasa mucho tiempo hasta que nos encontramos en el parque, frente a una heladería, a pocas cuadras de donde es la reserva ecológica que bien recuerdo lo sucedido en esa noche. No sé lo he comentado a nadie y creo que necesito hacerlo. Necesito hablar con Laura.

Viendo a Franco e Isabella intercambiar una que otra palabra a la lejanía, con Liam nos sentamos un tanto apartados de ellos, pero sabiendo y viendo lo que hacen y lo que no.

—¿Quieres hablar de ello? —pregunta.

Doy un respiro antes de hablar.

—Le diagnosticaron leucemia mieloide aguda hace aproximadamente dos años. Al principio eran desmayos, pérdida de sangre por la nariz, hematomas por todo su cuerpo, su piel comenzaba a ser más pálida de lo habitual, para a veces volverse amarillenta. Supe que era momento de renunciar a la universidad cuando el dinero dejaba de llegar, luego de que despidieron a mi madre de su empleo. Busque trabajo en donde sea, hasta que mi desesperación fue auxiliada por Anabell, quien me envió un correo proponiéndome trabajar para ella, y bueno, aquí me encuentro, envuelta en el hijo de mis jefes más de lo que hubiera planeado.

Al finalizar mi relato, noto de reojo como una sonrisa torcida se asoma en los labios de quien me acompaña.

—Siento mucho lo de Franco... —es lo que me dice y le sonrío—. ¿Puedo saber de dónde conoces al imbécil de Isaac?

No me extraña que él sepa quién es. Anabell me dejó muy en claro cuál es la relación que Liam e Isaac mantienen.

Respiro hondo. —Básicamente apareció en mi vida hace como dos meses. Entre ideas, vueltas, sospechas y preguntas interminables, anoche supe que se trata del verdadero padre de Franco.

Puedo ver la sorpresa iluminar su rostro.

—¿Entonces también es tu padre? —niego.

—No, yo soy hija del hombre que Franco cree que también es su padre e Isaac es el verdadero padre de mi hermano. Él no sabe que no compartimos el mismo progenitor y no sé cómo se lo diré. Planeo que sea mi madre quien hable con él, que se haga cargo de las consecuencias, pero también pienso que sería mejor si lo hiciera yo misma. —como tampoco tú sabes que tu verdadero hermano está a escasos metros de ti. Lo pienso, pero no lo digo.

Nos fundimos en silencio. —¿Puedo preguntarte algo?

—Lena te comentó, ¿verdad? —pregunta, y asiento. No sé cómo lo supo, pero prefiero dejar que él hable—. No tengo nada para decir que Lena no te haya contado. Era mi novia... y murió.

Siento una gran piedra en mi estómago al oír eso último.

—¿Cómo fue? —su mirada se clava en el césped.

—Fue por un ajuste de drogas. Yo... yo hace años estoy metido en cosas de la que ya no puedo salir y nunca quise arrastrar a Sara en mi infierno. —apoyo mi cabeza sobre su hombro, queriendo reconfortarlo, pero sin saber de qué manera.

—¿Quieres hablar de cómo sucedió? —pregunto, profundizando en el tema.

—Ella llevaba tiempo preocupada por mí y mi forma de vida. No fue ella sola la que murió esa noche, también mi mejor amigo. Ambos habían decidido seguirme para ver hasta donde llegaba. Cuando llegaron al final, fueron sus últimos momentos. Les debía favores a unos tipos, ellos me destruyeron tanto físico, como emocionalmente. Me golpearon tanto, pero tanto, que no tuve la fuerza suficiente para defenderla.

Él detiene su historia y decido no seguir preguntando.

De pronto, siento como sus dedos se entrelazan con los míos.

—¿Quieres olvidarte de ello por unas horas? —asiento, algo dudosa a lo que sea que vaya a proponerme—. Perfecto, porque traje dinero y hay un lugar al que quisiera pasar el día con Isabella, Franco, y sobre todo contigo.

Sonrío sin poder evitarlo y me dejo llevar por sus locuras. Me gusta cada idea que sale de su cabeza y eso lo afirmo en el momento en que nos encontramos, media hora de viaje más tarde, estacionando frente al parque de diversiones al que siempre quise traer a Franco, pero nunca tuve el dinero suficiente.

—¿Quieres pasar un buen día conmigo? —pregunta Liam, cuando vemos que los pasajeros ya están esperando a que nosotros también bajemos del auto.

—Encantada. —digo, con una inconmensurable sonrisa y sus labios dejan un suave, pero corto, beso sobre los míos. Cuando él se baja, yo sigo, aún sintiendo el beso que me dio. Pagamos las entradas y nos adentramos al lugar, viendo las increíbles atracciones que hay.

—¿A cuál quieren ir primero? —pregunta, Liam, guardando su celular.

—¿La montaña rusa? —pregunta Franco, y puedo sentir como el chico junto a mí se estremece, pero intenta disimularlo.

—Eh... ¡Claro! —responde, fingiendo entusiasmo y los más chicos corren, alejándose de nosotros, pero no lo suficiente como para no poder ver a donde están.

—¿Te encuentras bien? —pregunto, al ver como frota sus sudorosas manos por sus vaqueros.

—¿Me crees idiota si te digo que le temo a ese juego? —pregunta y sonrío.

—Sí quieres puedo decirles que iremos a otro. —niega.

—No, ellos quieren ir a ese juego, lo haremos. En algún momento tengo que superar mi trauma de la niñez. —no puedo evitar reír.

—¿Y cuál es ese trauma de la niñez si puedo saber? —pregunto, a medida que vamos caminando.

Él suspira con avergonzado ademán. —Cuando tenía ocho años, habíamos huido del colegio junto con Ashton, para venir justamente a este lugar. Nos subimos a la montaña rusa, yo fui el primero en subirse, pero por extraña razón que aún no logro entender, Ashton no se subió junto a mí y la atracción comenzó a moverse. Era chico, sentía que el juego sería sempiterno. No hacía otra cosa que subir y subir y cuando creí que había llegado al final en donde este comenzaría a descender con furia, el juego se detuvo, dejando frente a mis ojos la enorme vista de encontrarme a grandes alturas. Algo se había roto y me la pase la media hora que nos tuvieron ahí, llorando y gritando. Cuando lograron sacarnos, Ashton no dejaba de reírse por mi expresión. Al final, mi madre termino enterándose de lo que hicimos y nos ganamos un mes entero de castigo, sin siquiera tener el permiso de entrar a la sala de juegos.

—¡Dios, Liam! No eres un idiota, eras chico, tenías miedo y te encontrabas solo. —admito que, en medio del relato, tenía ganas de reírme y morir de la ternura al imaginarme su expresión.

—Como sea, nunca he vuelto a subirme a uno y le tengo temor. —ahora soy yo quien toma su mano.

—¿Quieres subirte conmigo? Prometo no dejarte solo, y si quieres llorar, no tendré problema en llorar también. —ambos reímos y nos acercamos hasta el juego. Cuando pagamos la mitad cada uno, Isabella y Franco se sientan a dos sillas apartados de nosotros, de manera que quedan de espaldas a nuestra vista. Cuando Liam y yo nos subimos, él aún me tiene tomada de la mano y no parece querer aflojar el agarre.

—Tranquilo, todo estará bien. —hablo, viendo como traga saliva. El juego comienza a marchar y su mano se aferra aún más a la mía. Sonrío al verlo tan diferente a como suele ser. La montaña rusa llega a su fin y antes de que comencemos a caer, escucho que me habla:

—Le temo a las alturas, Maggie. Y tú eres una montaña rusa que no hace otra cosa que subir y subir. —entiendo perfectamente su metáfora y no puedo dejar de sonreír.

Creo que, aunque me cueste aceptarlo, estoy comenzando a tener fuertes sentimientos por él.

Y caemos.    



***

¡Nuevo capítulo!
Siento si me demore mucho en actualizar, pasa que no me encontraba muy inspirada.

Prometo mañana escribir un capítulo más de regalo. Espero que les haya gustado.

¡Gracias por leerme! ❤️


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