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24. Ahora me perteneces [FIN]

Corrí a toda velocidad por las calles aledañas a la casa de Kirtan con él siguiéndome el rastro. Descendí la cuesta que dirigía a la superficie y ya no oía sus pasos tras los míos, finalmente lo perdí de vista, pero juro que aún escuchaba sus gritos mientras llamaba mi nombre. Al diablo con él.

Me escondí en un callejón ubicado cerca del comienzo de la pendiente y las lágrimas volvieron a deslizarse por mi rostro. Se secaban muy rápido, como de costumbre desde que mi esencia infernal despertó, pero de todos modos llegaría a la academia con los ojos rojos e hinchados. Todos al verme se preguntarían qué pasó, pero ¿por qué seguir protegiendo a Kirtan? Ya estaba cansada de hacerlo. Por mí que se muriera de vergüenza una vez que todo el mundo se enterara de que nos acostamos. Sería el regalo perfecto de despedida.

No sabía cómo convencería a Dash y a los demás de dejarme partir, pero tenía que conseguirlo. No quería irme, eso sí. Amaba la academia, se convirtió en mi verdadero hogar. Nunca sentí que pertenecía a ninguna parte hasta que llegué a ella. No sabría cómo vivir sin las bromas de Lisa, sin la risa de Darren, sin la fraternidad de Rosson, sin la protección de Dash...

Pero podría vivir sin Kirtan. No lo necesitaba.

Retomé la marcha y las calles de Antorm se extendieron ante mí. Estaba muy lejos del centro de la ciudad y aún más lejos de la academia, ni en sueños tardaría menos de cuatro horas en llegar a pie. Los globos aerostáticos surcaban el cielo, así como las aves nocturnas con cantos que me asustaban en mis primeras semanas en el Infierno, pero ya no.

Me refugié en lo profundo de un parque solitario repleto de antorchas encendidas y llamé a Lisa. No quería molestar a Darren, no sabiendo que era el hermano de Kirtan. Por esta noche, no quería estar cerca de nada ni de nadie que me recordara a él.

Desperté a Lisa con mi llamada. Me disculpé y le pregunté si podía venir por mí, ella accedió creyendo que algo malo me había pasado. Sí que me pasó algo malo, pero no algo como lo que ella pensaba. Le envié mi ubicación y llegó a recogerme en su vehículo al cabo de treinta y tantos minutos en los que lloré hasta quedar sin lágrimas. Me dolía pensar en lo que compartí con Kirtan, en lo mucho que lo disfruté y en cuánto lo odiaba ahora.

—Por todos los infiernos, Cassia, ¿estás bien? —Lisa salió del auto muy preocupada y corrió en mi dirección para abrazarme.

Me derrumbé en sus brazos.

—¿Qué te pasó? —Ella acarició mi cabello.

—Kirtan. —Fue todo lo que dije.

Lisa rompió el abrazo y limpió mis lágrimas.

—Juro que voy a matarlo. ¿Qué te hizo?

Negué con la cabeza. Ya no ocultaría lo que pasó entre nosotros; Kirtan no lo merecía, pero no me quedaban energías para hablar al respecto. Me dolía hasta el alma.

—Solo vamos a casa, ¿sí? —solicité. Lisa accedió y entramos en el auto.

Las calles de Antorm, como siempre, estaban repletas a pesar de que ya era de noche. Los infernales, con sus estilos tétricos y estrafalarios, iban de un lado para otro.

—¿Qué hizo esta vez? —insistió Lisa mientras conducía por una calle dominada por torres ancestrales y otras remodeladas.

—Despreciarme, como siempre. —Fue mi única respuesta. Tal vez mañana me atrevería a contarle la historia desde el comienzo.

—¿Por qué tiene que ser tan despreciable? —inquirió Lisa, furiosa—. Te juro que no lo entiendo. Cuando intentamos quererlo, todo lo que nos entrega es rechazo...

Ella suspiró con melancolía. Había algo extraño en la forma en la que hablaba sobre Kirtan, como si ocultara algo, como si quisiera decir más...

Fruncí el ceño al pensar en lo que no quería pensar.

—Lisa, ¿Kirtan y tú...? —No pude terminar la pregunta.

Mi amiga esbozó una sonrisa pesarosa y dijo:

—Supongo que no hay problema en que te lo cuente, porque ya terminamos...

Oh, mierda.

Lisa era el amorío secreto de Kirtan.

La ropa que yo tenía puesta no era de Elen, era de Lisa.

Eso explicaba sus desapariciones. Darren y yo creíamos que tenía un novio del ambiente circense, a lo que se dedicaba su familia, pero nos equivocamos. Su romance secreto era con Kirtan, mi odioso entrenador.

Él debió decírmelo. Debió contarme que se acostaba con Lisa antes de acostarse conmigo. De saberlo, no habría terminado en la cama con él...

¿A quién quiero engañar? Habría caído redondita en sus redes de igual forma. Estaba enamorada, después de todo. No había mucho que hacer contra eso.

Maldito imbécil.

—¿Fueron novios? —le pregunté a Lisa. Ya no quería que ella supiera que me acosté con Kirtan, no me apetecía que eso tensara las cosas entre nosotras.

—Novios es una palabra muy fuerte. —Lisa rio—. Solo pasábamos tiempo juntos lejos de la academia... pero no voy a mentirte, nos divertíamos muchísimo. Me ha gustado desde que lo conocí, pero no hice ningún movimiento antes... ya sabes, por Elen.

—¿Eran amigas?

—No tanto, pero la quería. Digo ¿cómo no quererla? Era parte de la familia, por eso no le manifesté a Kirtan lo que sentía hasta un año después de que Elen falleció. No me correspondió, obviamente. Kirtan había cerrado las puertas de su corazón y no planeaba abrirlas pronto, así que no llegamos a nada... al menos no hasta hace un mes y medio.

Un mes y medio... la misma cantidad de tiempo que pasó desde la noche que fuimos al coliseo y que conversamos sobre la muerte de Elen.

—¿Por qué no me contaste nada?

—Kirtan me pidió que no lo hiciera. No quería que nadie lo criticara por romper el duelo. Prometió a Elen que la amaría por siempre; al relacionarnos, él sentía que la traicionaba... pero que se atreviera a salir conmigo fue un paso tremendo. Yo creía que Kirtan nunca volvería a abrir su corazón. No duramos mucho, y tampoco me prometió nada, pero me alegra que haya tenido el coraje para avanzar pese a vivir con el dolor de la muerte de su amada.

Por un segundo, sentí una pizca de lástima por él. No ha de ser fácil lidiar con la muerte de alguien, pero que se acostara con Lisa y conmigo no tiene justificación. Sufrir no es una excusa para ser un idiota.

—¿Por qué rompió contigo? —Me atreví a preguntar.

—Dijo que se enamoró de alguien más.

Mi rostro se desfiguró debido al asombro.

—¿Enamo...?

—Difícil de creer, ¿no? —Lisa rio mientras giraba el auto por una calle de tiendas demoníacas—. Pero sí, Cassia, Kirtan está enamorado. No me reveló de quién se enamoró, solo dijo que es algo complicado... pero complicado es el segundo nombre de Kirtan.

Mi odio aumentó al doble. Kirtan me mintió. Yo no le gustaba, él estaba enamorado de alguien más.

Pero ¿de quién? Y ¿por qué se acostó conmigo si su corazón le pertenecía a otra?

Reprimí las ganas de llorar. Me aferré a la oscuridad que nació en mi alma, esa que me hacía odiarlo. Me asustaba, pero, al mismo tiempo, sabía que la necesitaba.

Fui una estúpida por creer que él sentiría lo mismo que yo, que se acercaría a mí por algo más que hacerme daño. Me prometí que no permitiría que volviera a pasar lo que pasó con Froy, pero me fallé a mí misma.

En la academia reinaba el silencio. Los infernales del Círculo Gris ya estaban en la cama o en misiones de las que no me contaban detalles. Pensé en ir a saludar a Dash para demostrarle que estaba bien, pero el cansancio me ganó.

Kirtan no se encontraba en la academia. Lisa me contó que él la llamó para preguntarle por mí y que sonaba extremadamente preocupado, pero no le creí. Kirtan era una farsa andante. Permití que Lisa le dijera que yo estaba bien solo para no volver a ver su rostro esta noche.

Una vez en mi cuarto, liberé un suspiro cargado de dolor. Antes de caer dormida en mi cama, pensé en Nino. Lo llamé para contarle que estaba bien y él me dijo que necesitaba verme para conversar. Caí en la cuenta de que le hice lo mismo que Kirtan me hizo a mí: ilusionarlo sabiendo que mi corazón le pertenecía a alguien más. Yo sabía que amaba a Kirtan, lo supe desde que nos besamos por primera vez, pero nunca quise aceptarlo hasta hoy.

No debí besar a Nino. Lo hice para tratar de olvidar a Kirtan, y eso no está bien. Jugué con Nino sin preocuparme por sus sentimientos.

Le prometí que mañana nos reuniríamos y le deseé las buenas noches. Apagué el teléfono y lloré, pero no por mucho. El sueño me venció.

🔥

Desperté con una mano cubriendo mi boca.

Quise resistirme, pero me tranquilicé al notar que se trataba de Darren.

—Tenemos que huir ya —susurró con seriedad—. Levántate.

—¿Qué pasa?

—Demonios puros. —Fue lo único que contestó, pero fue suficiente para alarmarme.

Me vestí a la velocidad de la luz y, con sigilo, seguí a Darren fuera de mi cuarto por el corredor en penumbra. El Darren divertido y alocado se transformó en una sombra veloz, determinada y silenciosa.

Me señaló el camino hasta que llegamos a la biblioteca de la academia; la única luz era provista por una pequeña llama en la mano de mi amigo. Pasamos a través de las decenas de estanterías hasta llegar a la parte trasera. Darren accionó un botón en algún lugar de una de las estanterías pegadas a la pared y esta se deslizó hasta revelar una puertecilla de metal.

—Espera. —Detuve a Darren antes de que abriera la puerta—. ¿Dónde están los demás?

—No te preocupes por los demás, Cassia. —Mi amigo hablaba en voz baja—. Lo importante es protegerte.

—Darren...

—Vámonos, Ca...

Una explosión cercana sacudió la biblioteca.

Mi corazón estuvo a punto de estallar. Oí gritos y golpes que me pusieron nerviosa.

Darren no esperó un segundo más y abrió la puertecilla, pero, al instante, algo estalló dentro del pasadizo secreto. Darren bloqueó la puerta de inmediato y me ordenó que corriéramos lejos de la biblioteca.

La academia se volvió un caos. Al ruido de los estallidos se sumó el de los ataques y unos graznidos similares a los que emitían las bestias aladas que enfrenté con Kirtan.

Darren y yo salimos de la biblioteca y corrimos por un pasillo. Antes de que dobláramos una esquina, Darren cayó de golpe al suelo.

Grité su nombre, desesperada. Me percaté de que cayó por causa de una flecha incrustada en uno de sus muslos.

Me di la vuelta y vi a un demonio puro a la distancia. En sus manos oscuras y de garras afiladas blandía un arco y una flecha con fuego azulado que me apuntaba directo al cráneo. Vestía una túnica azul; sus ojos eran dos cuencas vacías y en su cabeza sobresalían cuernos que parecían tener espinas.

Su voz resonó dentro de mi mente. "Quédate quieta si no quieres acabar herida", me dijo mientras se acercaba con lentitud.

Darren trataba de ponerse en pie, pero no podía.

—Vete, Cassia —me dijo, le costaba hablar debido al dolor—. Tu vida es más importante que la mía.

—¿Qué mierda dices? —Las lágrimas se acumularon en mis ojos—. Ninguna vida es más importante que otra. No iré a ninguna par...

—Vete, Cassia —insistió entre dientes—. Vete ahora, o las muertes de esta noche no tendrán sentido.

—¿Las muer...?

—¡Quieta! —insistió el puro. Se encontraba cada vez más cerca.

Que no se aproximara de inmediato y que no me disparara quería decir dos cosas:

La primera, que él me temía.

La segunda, que me quería con vida.

Consciente de ambas resoluciones, me paré en frente de Darren y alcé las manos hacia el demonio. Se quedó quieto, pero no dejó de apuntarme la flecha encendida en llamas azuladas.

—¿Qué haces, Cassia? —preguntó Darren. Respiraba con dificultad.

—¡Un paso más y te arrancaré la cabeza! —le grité al demonio.

No podría hacer eso, no sin estallar, pero él no tenía por qué saberlo.

No había indicios de que yo fuera a estallar pronto; tal vez no lo haría hasta encontrarme en un verdadero peligro de muerte. No podía defender a nadie hasta entonces, pero lo que sí podía hacer era ganar algo de tiempo para Darren.

—Huye como puedas —le susurré a mi amigo sin dejar de mirar al puro—. Ellos me quieren con vida.

—No te deja...

—¡Vete! —le grité.

—No, Cassia. —Se le quebró la voz—. Eres mi amiga y no te abandonaré.

No pude contener las lágrimas que escaparon. Entendía que no quisiera irse, porque yo tampoco lo abandonaría. O caíamos juntos o no caía ninguno.

Pero debíamos hacer algo. El demonio volvería a atacar en cualquier momento, y tarde o temprano llegarían más. La batalla que se libraba en el exterior no duraría para siempre.

—Ríndete ya si no quieres que mate a tu amigo —vociferó el puro—. ¡Baja tus ma...!

Una flecha voló a mi lado y atravesó la frente del demonio, lo que lo hizo caer de espaldas. Me di la vuelta de inmediato, presa del pánico.

Quien disparó fue Lisa.

Lloré de alivio mientras Lisa corría hacia mí. Ella se agachó y le arrancó la flecha a Darren, el que emitió un grito desgarrador.

—Ayúdame a cargarlo, Cassia —ordenó Lisa. Sonaba seria, tal como Darren. Ambos se convertían en guerreros en situaciones de peligro, algo que yo aún no conseguía. No podía dejar de tiritar.

Lisa y yo cargamos a Darren en nuestros hombros y los tres recorrimos el pasillo sin saber adónde ir. Afuera las cosas estaban poniéndose muy feas.

Darren comenzó a temblar con violencia.

—¿Qué le pasa? —le pregunté a Lisa.

—Tiene hielo en la sangre —respondió mi amiga con dificultad debido al esfuerzo de cargar a Darren—. Los demonios liderados por Aziel usan flechas de hielo.

—¿Aziel?

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. ¿Hablaba del hijo del diablo?

No teníamos tiempo para preguntas. Darren sudaba sin control, pero era un sudor frío que no se evaporaba. Su piel estaba muy helada, demasiado para tratarse de un infernal.

Lisa y yo llegamos a uno de los salones de la academia. Entramos. Lisa ordenó que recostáramos a Darren boca abajo en el suelo; lo hicimos con cuidado. Cerré la puerta mientras Lisa se encargaba de examinar a nuestro amigo.

—¿Cuántos demonios son? —le pregunté a Lisa. Ella estaba cortando el pantalón de Darren con una navaja.

—Son más de veinte —respondió en voz baja. Se movía con rapidez, casi rozaba la desesperación—. Trajeron bestias y dragones consigo... pero no te preocupes, Cassia, ya vienen nuestros refuerzos.

Miré por la ventana y divisé un manto de llamas tiñendo el cielo, también vi dragones más grandes que los que ya conocía. No tenía idea de qué pasaría, pero estaba segura de que las cosas no terminarían bien para el Círculo Gris.

El muslo de Darren quedó a la vista y yo me llevé una mano a la boca. Desde la herida se formaba hielo que se extendía hacia el resto del cuerpo de nuestro amigo, este ya lo cubría hasta la pantorrilla y hasta la parte baja de su espalda. Dentro de poco cubriría su cuerpo entero.

—Necesito ir por un elixir curativo —me dijo Lisa—. Trata de mantenerlo despierto mientras regreso, y si viene algún otro demonio, intenta ganar tiempo. No tardaré nada. Ten.

Me entregó una pistola que llevaba en el cinturón. No sabía cómo usarla; aún no era entrenada en el uso de armas, no lo sería hasta aprender a dominar el fuego. Debí pedirle a Kirtan que me enseñara a defenderme sin necesidad de mi poder. No es como si la pistola fuera a servir de mucho, porque no haría caer a un demonio fácilmente, pero al menos serviría para hacerle perder sangre y debilitarlo.

Lisa se fue antes de que pudiera hacer preguntas. No sabía qué hacer; Darren no podía morir. No imaginaba mi vida en el Infierno sin él.

Mi amigo temblaba como si lo hubieran encerrado al interior de un témpano de hielo. Seguía consciente, pero dejaría de estarlo pronto si Lisa no se apresuraba.

—Estarás bien, ¿sí? —le dije a Darren en un desesperado intento por calmarlo. En realidad, intentaba calmarme a mí misma—. Lisa llegará muy pronto, ya lo verás.

Darren giró la cabeza con mucho esfuerzo para poder mirarme. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que no desprendían humo.

—Si muero —dijo con dificultad—, dile... dile a Zev que... dile que lo amo.

No sé cómo lo hice, pero logré retener el llanto.

—Se lo dirás tú mismo —aseguré con firmeza—. Saldremos de esta, Darren. Confía en mí.

Esta vez, se lo dije en serio. Necesitaba mantener la esperanza de que todo saldría bien, era lo único que me quedaba; pero por más confiada que me sintiera, tomé la mano de mi amigo y la estreché con mucha fuerza.

Me despedí en silencio de él en caso de que pasara lo que tanto temía y me prometí que, aunque me costara, me convertiría en una mujer fuerte y poderosa capaz de vencer a cualquier enemigo que intentase lastimar a mis amigos.

Los minutos se sentían como horas a la espera de Lisa. La guerra del exterior era cada vez más y más intensa, probablemente todos mis amigos del Círculo Gris ya estaban muertos. La idea me generó oleadas de terror. Temblaba tanto como Darren, el miedo me incapacitaba. Me odié por ser tan débil, tan dependiente.

Lisa llegó luego de lo que sentí como un milenio. Traía en sus manos un frasquito con un líquido brillante de un rojo carmesí. Sin perder un segundo, se agachó otra vez junto a Darren, destapó el frasquito y vertió el contenido rojizo sobre la herida en el muslo de nuestro amigo. Acto seguido, puso una mano sobre la herida y lanzó todas las llamas que pudo. Mordí mi labio inferior y vi esperanzada cómo el hielo que recorría a Darren se derretía gracias al elixir y a las llamas expulsadas por Lisa.

El hielo se derritió por completo hasta convertirse en agua. Gracias al Cielo... o al Infierno, como sea.

Creí que Darren ya estaba bien, pero cerró los ojos y el temblor de su cuerpo se detuvo de golpe. Mi corazón se detuvo de igual forma.

—Solo ha quedado inconsciente —informó Lisa—. Ya está a salvo.

Respiré con alivio y mi corazón se reactivó.

—No podremos llevarlo con nosotros —me dijo ella—. Tendremos que dejarlo aquí y confiar en que no lo encontrarán.

—Pero Lisa...

—Pero nada, Cassia. —Lisa se puso de pie—. La prioridad es salvarte.

—¡No quiero que me salven! —Me negaba a ponerme de pie y a dejar solo a mi amigo—. ¡Quiero ayudar!

—Si quieres ayudar, entonces huyamos ya. —Lisa me extendió una mano—. Ven conmigo, Cassia. Te llevaré a un lugar seguro.

—Pero Darren... —Miré a mi amigo inconsciente y deseé que pudiera venir con nosotros.

—Él estará bien, Cassia, te lo prometo. Pero si quieres que sobreviva, lo mejor es que nos vayamos.

—Bien. —Le di un abrazo a Darren a pesar de que estaba inconsciente y me puse de pie.

Lisa inspeccionó el pasillo y abandonó el salón. Miré a Darren por última vez antes de seguirla y por dentro deseé con todas mis fuerzas que continuara con vida por la mañana.

Lisa apuntó su arco y su flecha hacia el frente y miró ambas direcciones al caminar. Yo iba detrás de ella como una gallina indefensa. Tenía que hacer algo, lo que fuera para aportar, pero no sabía qué. No iba a convertirme en una guerrera infernal en cuestión de meses, pero que no fuera capaz ni de lanzar una llamarada sin agotarme era una vergüenza.

Logramos llegar a la parte trasera de la academia. Atravesamos la puerta de salida y llegamos al muro que rodeaba el establecimiento. No había nadie en el patio; la batalla entre los miembros del Círculo Gris y los cazadores infernales tenía lugar en el frente. Era una lucha voraz, dudaba que los nuestros salieran de ella con vida. Ya tendría tiempo para pensar en las pérdidas.

¿Dónde estaría Kirtan ahora? ¿Se encontraría afuera combatiendo a los cazadores y a sus bestias? ¿Estaría en riesgo de muerte? ¿O ya estaría muerto? No sabía cómo sentirme al respecto de esa posibilidad.

Lisa y yo salimos por una puerta del muro y nos internamos en el desierto. Ya que ella no podía crear portales como Kirtan, no teníamos más opción que correr.

Tuve la leve sensación de que lograríamos salvarnos, pero esta se desvaneció cuando una enorme estalactita de hielo atravesó la espalda de Lisa.

Mi amiga cayó boca abajo al suelo. Emitía gruñidos de dolor, apenas podía moverse. Grité su nombre, me agaché junto a ella y dirigí la mirada hacia el causante de la caída de mi compañera:

Era un sujeto muy alto y de cabello blanco que a la luz de la luna de sangre se le veía un tanto rojizo. Ostentaba una belleza sobrenatural, sus rasgos eran perfectamente simétricos y equilibrados. Su piel era tan pálida que parecía carecer de sangre. Traía en sus hombros una capa negra que ondeaba con gracia en el viento, su presencia entera era imponente y autoritaria.

—Corre, Cassia —ordenó Lisa a duras penas desde el suelo arenoso, luego cayó inconsciente.

Volví a gritar su nombre y le rogué que despertara, aunque no teníamos oportunidad de escapar. La única persona que podía defendernos estaba herida y yo no tenía idea de cómo enfrentarme a un enemigo sin estallar.

Traté de conectarme con mi esencia infernal mientras el sujeto se acercaba, pero no pasaba nada. Lloré de pura frustración conforme buscaba la chispa dentro de mí. No pude defender a Darren y ahora tampoco a Lisa. Mi propia esencia me había abandonado cuando más la necesitaba.

El extraño caminaba hacia mí sin temor alguno, tenía un andar seguro y altanero. Sonreía con malicia a medida que se aproximaba. Blandía una espada gigantesca que desprendía un brillo azulado, el que hacía relucir sus ojos claros de una manera siniestra.

Levanté la pistola que me entregó Lisa y la apunté hacia el desconocido. Disparé contra su pecho; él retrocedió un paso, pero no aminoró la marcha. Disparé otra bala, pero esta ni siquiera lo rozó.

Disparé una más y le llegó al estómago. El sujeto del cabello blanco flaqueó, sin embargo, seguía en pie.

—Es inútil —vociferó. Su voz era grave y melodiosa a la vez—. Tus balas no pueden lastimarme... tu poder sí. Muéstrame tu poder, colosal. Enséñame de lo que eres capaz.

Eso quería. Era lo que más deseaba, pero, por más que lo intentaba, no lo conseguía.

Disparé tantas balas como pude. El dolor del extraño era visible, pero no tan intenso como para incapacitarlo. Seguía dando pasos lentos pero seguros en mi dirección.

Quise correr, pero no quería dejar a Lisa. Además, ¿adónde escaparía? Ya estaba frita. La academia sería destruida por completo y mi nueva familia sería asesinada. Ya no tenía nada por lo que vivir.

Me lancé de rodillas al suelo, totalmente derrotada. La sonrisa de mi oponente se ensanchó al divisar mi rendición.

—Justo lo que me temía —dijo. Se encontraba a solo unos pocos metros de distancia—. No sabes usar tu poder. De otro modo, ya me habrías matado.

—Mátame, pero salva a mi amiga —le imploré. El llanto me cubría el rostro—. Perdónale la vida y toma la mía.

El sujeto se paró frente a mí. Miré hacia arriba y sus ojos claros se tiñeron de llamas azules, lo que me alarmó. Que tuviera fuego en la mirada quería decir que podría ser un infernal, pero sus llamas azuladas indicaban otra cosa. ¿Qué rayos era él? ¿Él mismo formó el hielo que lanzó contra Lisa?

Su mera presencia era aterradora; yo no podía sentir las energías del resto, pero adiviné que la suya era oscura como ninguna otra.

—¿Matarte? —inquirió—. ¿Y perder a un arma tan valiosa?

¿Un arma?

—¿Qué quieres de mí? —inquirí, aterrada.

—Lo quiero todo. —Se agachó frente a mí y un mechón de su cabello blanco le cubrió la frente. Sus ojos ardientes me hipnotizaban.

—¿Quién eres? —Me tembló la voz.

—Soy Aziel, hijo del diablo y príncipe de Abisma, y ahora me perteneces.





FIN DE LA PRIMERA PARTE





🔥❄️🔥


Amores míos, espero que les haya gustado esta primera parte de Infernal. ¿Qué les pareció el libro hasta ahora? ¿Les gustó? 🥺

Espero que se hayan preparado para la segunda parte. Se viene muy intensa, y el final... uffff, ni se lo imaginan. Quedarán en shock 😳

Gracias por acompañarme en esta infernal aventura. Todo mi amor para ustedes ❤️

¡Nos vemos en la siguiente parte, bebés! Prometo que ya no volveré a tardar tanto en actualizar 😅

Si leyeron hasta aquí, comenten un fueguito 🔥 el último de la primera parte 😭

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¡Nos vemos! 😍❤️

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