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Los nidos son tan estúpidamente complejos.

Raph sentía que, hasta cierto punto, los hacía complejos. Es decir, buscando manta, toallas, agua, snacks. Luego, diciendo que las mantas estan muy ásperas, o menos cálidas. Y después, observa que puso un cúmulo de cosas innecesarias y pensando en nimiedades haciendo que el tiempo de calidad ahí sea incómodo. Él hizo su propio nido incómodo y se siente decepcionado.

Antes, cualquier mierda agradable al tacto y olfato sería bienvenido.

Ahora, no entiende por qué se complica tanto la vida en hacer uno sencillo, justo cuando más que nunca lo necesita (en realidad, no. Solo era Leo siendo malcriado y queriendo tener a todos sus hermanos con él solo porque tenía un bajón emocional. Y si Leo tenía uno, significa que Don tendría o tiene uno. De nuevo.).

Recuerda el pargo, con nostalgia y extrañeza, que hacer nidos en sus años de infante era tan fácil, rápido y cómodo. ¿Cómo es que es tan diferente ahora? Supone que no debería causarle problemas porque es mayor, y por ende, tendría por que tener más experiencias para hacerlo.

Resulta que no, algo está haciendo diferente y no entiende exactamente qué.

También recuerda que agarraba por azar prendas de ropa de quién sea y las ponía en algún rincón de su cuarto junto con los almohadones, peluches y sábanas con relleno. A las pocas horas, todos sus hermanos iban directo ahí y se acomodaban, como si ya supieran su lugar y este estaría apartado.

De cualquier manera, ya no es así. Y tiene sentido, según le comentó Donnie, pues el estrés acumulado trajo consigo cierto desorden hormonal y, al mismo tiempo, emocional.

Quería y no quería tenerlos cerca. Después, ya no soportaba la idea de verlos y les gruñía.
Al estar en sus cabales, se sintió tan avergonzado y apenado.

Por suerte, entendieron las explicaciones previas de Donnie, y lo perdonaron y olvidaron al tiro.

Ahora, Leonardo quería un nido, quería convivir y quería, ya conociéndolo, ser mimado por el omega de la familia. Raph no podía creer que se lo vaya a cumplir. Aunque de igual forma, todos ellos son malos haciendo nidos.

Y tal parece que se le está pegando eso.

Suelta un exuberante suspiro y el estómago vacío comienza a exigir comida. Pese a todo, seguían haciendo patrullaje y él no podía permitirse faltar a sus patrullas en solitario.
Hasta se olvidó de comer.

Agarra varias manzanas, y piensa que seria buena idea tener algunas en el nido. Luego agarra tres barras de chocolate y esa bebida sin sabor que tanto ama Donnie.

Recuerda que mencionaron dolores de cabeza, así que va tras unos analgésicos.

Luego piensa que su cuarto sería mala idea hacer el nido, ¡no puede imaginarse el terrible olor de estrés y nervios creciendo ahí todos los días! Así que opta por la sala de cine, que tiene un olor más neutro, o incluso tenue de todos ellos.

Deja el desastre en el medio, y en seguida va por sus peluches. No puede hacer un nido sin ellos. Incluso ahora, teniendo los juguetes masticables que le hizo Donnie, prefiere dar ligeros mordiscos a las patas u orejas de sus peludos amigos.

Sin mucho en mente, extiende los trapos y las mandas remendadas, y en alguna esquina deja los peluches amontonados. En una mesita cercana están las frutas y botellas de agua. Se recuesta boca abajo, cierra los ojos y a los minutos ya está roncando.

🐢💭

Raph escucha unas voces y luego siente una suave mano pasando como una especie de sustancia grasosa por todo su caparazón. Está fresco y huele bien, así que responde con un chirrido consternado.

—Raphie, despierta. Hay que hidratar tus escamas —Leo se acerca y toma una buena cantidad del ungüento en sus manos y la extiende por todo el caparazón, haciendo movimientos circulares.

El pargo aún se encuentra somnoliento, pero entiende que el ungüento es aquello que se ponían de niños cuando mudaban de escamas. Mientras que a Mikey le gustaba la frescura en sus escamas, Donnie lo repudiaba por lo grasoso que estaba después.

—Luego te toca a ti, Angelo. Nuestra temporada de muda está en aproximadamente una semana —Donnie, no teniendo ni su muñequera ni su caparazón de batalla, anota rápidamente algo en su ipad.

Leo se burla ante lo dicho, diciendo:
—No digas "aproximadamente" cuando bien sabes la fecha, Don.

—Me complace que digas que lo sé todo, mi querido gemelo, sin embargo, esto involucra diversos factores, como; la mala alimentación, temperaturas inapropiadas, falta de luz ultravioleta, poca…

Leonardo no quiere perder su lugar en el nido y tampoco tiene el humor de pelear con su gemelo, así que solo suelta un enorme chirrido quejumbroso y sigue extendiendo el ungüento.

Raph se mueve y se estira para desperezarse, y voltea a ver a cada uno de sus hermanos. Incluso Mikey se sube al regazo de Donnie, pidiendo hidratar sus escamas.

—¿Cómo...?

—Te encontramos dormido y decidimos traer lo faltante al nido nosotros. De nada.

Raph mira desconcertado a Donnie, pero tiene razón, hay diversas cosas que no estaban ahí antes, como sus juguetes masticables y mantas térmicas.

De pronto, entiende por qué Leo quería tanto el dichoso nido.

—¿Ya estamos mudando...?

—No, Raph, falta alrededor de 16 días, tal vez un poco más. ¿Quieres fresas? —Donnie le acerca un plato de la fruta, que Raph aparta con calma. Todavía tiene sueño.

—¿Por eso querías un nido, Leo? ¿Por la temporada? —pregunta el pargo, sentándose al fin.

—No me gusta pasar esto solo —murmura la tortuga de orejas rojas  con cierto pesar.

Desde mucho antes de que Leonardo supiera qué era lo que sucedía en su cuerpo, ya lo odiaba. Le afligía tanto la piel que perdía y se sentía tan... ajeno e irritado. Con el tiempo, aprendió a vivir con ello, ignorando los pedazos caídos desprenderse de él cada que se bañaba y la sensación de picor. Lo único que funcionaba eran los baños calientes, pero eso producía resequedad a sus pobres escamas descoloridas. La otra vaga opción era la presión ejercida y las cremas hidratantes.

Por otro lado, los nidos no lo curaban, pero amortiguaban la desesperación que sentía.

Raph sentía tanta pena por él, pues no tenia temporadas malas, incluso se empeñaba a quitarse él mismo las escamas a pesar de las advertencias de Donnie, que decía constantemente podía herirse las escamas y afectar en el proceso de curación.

Raph suelta un poco sus feromonas, tranquilizando al azul y prosiguiendo a envolverlo en un desastroso abrazo. Leo gorgea complacido.

Tal vez ya sea buen momento para volver a dormir.


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EN DONDE ESTOY TODAVÍA ES MIÉRCOLES

q vergüenza, les juro q me olvidé q hoy es miércoles, creí q era martes 😭

Enfin, los amito

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