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Capítulo XIII

No, definitivamente no. Él no estaba dispuesto a humillarse, ni con ChanYeol ni con ningún otro bastardo, mucho menos después de burlarse de él y tratarlo de esa manera. Por suerte, solo bastó una negación de cabeza para que el tipo entendiese. Tampoco hubo insistencia de su parte, así que BaekHyun aprovechó ese momento para ponerse la camiseta y meterse debajo de las mantas. Se acercó a su lado de la cama lo más que pudo; no tenía ninguna intención de parlotear con ChanYeol.

Lo que dijo el otro lo hirió, aunque no debió ser así. Después de todo, no solía sentir mucha vergüenza y la mayor parte del tiempo andaba por la vida haciendo cosas estúpidas o hablando demasiado alto de cualquier cosa. Incluso conversar con chicos que le gustaban no fue un problema, por lo que estar en esa situación era infinitamente humillante.

—Para dejarlo claro, no quise besarte —mintió aún con la vista fija en el armario y dándole la espalda al pelinegro. Como este no dijo nada continuó—: Además, no pienses que ando detrás de ti o algo. Solo me sorprendieron tus cicatrices, imbécil.

Guardó silencio y se mordió la lengua. Se preguntó si aquello fue suficiente para quitarle la idea —no errónea, pero sí humillante— de que andaba detrás él, le gustaba o alguna mierda parecida.

—Entiendo —susurró el tipo—. Estaré en el baño.

Aquello fue lo último que dijo esa noche y se sintió tranquilo como para dormir sin complicaciones. La cama era grande, cómoda y cálida, así que fue grato revolcarse entre las sábanas mientras soltaba ligeros quejidos al dormir y soñaba que estaba fuera de esa mierda de lugar.

Cuando despertó ChanYeol no estaba en la habitación, pero fue mucho mejor así. No estaba preparado para enfrentar sus mierdas de nuevo, que el alto creyese que podía llegar a gustarle, que quería besarlo...

De igual forma, tengo que llevarme bien con él, recordó. Hizo un trato con YiFan, apostó con su propia vida y ya no había vuelta atrás.

—BaekHyun. —Alzó la cabeza, asustado. Ni cuenta se dio de que MinSeok entró a la habitación—. Baja conmigo. Haremos el almuerzo.

De seguro su expresión fue estúpida, porque el tipo se rió de él. Sin embargo, MinSeok siempre se reía de él, así que no se preocupó de cambiar la cara cuando bajó por las escaleras. Llegó al primer piso y dobló directo hacia la cocina, yendo siempre a espaldas del rubio. Una vez en el lugar dirigió la mirada a la esquina, donde los vidrios se juntaban en el vértice para mostrar una imagen panorámica del océano.

Bajó con pijama, o con lo que sea que se puso antes de dormir, así que tenía un buzo suelto gris junto con una sudadera inmensa de color negro, la cual supuso que era de ChanYeol porque le quedaba absurdamente grande.

—BaekHyun, haz algo.

Se volteó al oír la voz de KyungSoo, encontrándoselo tan ridículo con el delantal de cocina alrededor de la cintura y las gafas de marco redondo negro sobre el rostro. El sujeto fruncía el ceño mientras picaba unas verduras, totalmente concentrado en lo que hacía.

—Te ves ridículo —comentó antes de pasar con rapidez por su lado para dirigirse al comedor, evitando que KyungSoo le enterrase el cuchillo entre las cejas.

Entre el comedor y la cocina había una península, que era donde MinSeok se apoyó para cortar algunos trozos de carne y, al verlo, BaekHyun rezó para que el chico no le sirviese un pedazo de nalga en el almuerzo.

Quitó las cosas que estaban sobre la mesa y buscó individuales o un mantel entre los cajones, posteriormente los servicios, los vasos y el resto de mierdas que le pasó el moreno ese a órdenes de KyungSoo. Ahí descubrió que llevaba poco tiempo metido en esa mierda y no fue precisamente porque él se ofreciese, claro. Quedó a cargo de KyungSoo al no tener dueño todavía; "solo dale una miradita", escuchó que le dijo JunMyeon antes de dirigirse a la oficina de YiFan. Antes de que pudiese sentir más curiosidad, escuchó a uno de los dos chicos hablando desde los sofás, diciendo que el moreno era un bailarín norteamericano, quien, a pesar de ser coreano de nacimiento, no sabía el idioma y por eso no hablaba con ellos.

Mientras ordenaba la mesa no pudo evitar pensar que la situación era extraña, precisamente porque parecía... saludable, como si fuesen amigos y estuviesen allí de vacaciones o una mierda parecida, cosa que era estúpida porque los sofás estaba atiborrados de armas y apenas llevaban un día ahí y alguien ya rompió el candelabro del pasillo.

La puerta de entrada se abrió y por ahí entraron algunos tipos, pero su atención fue exclusiva para ChanYeol, quien caminó directamente al sofá más cercano. Se sacó la chaqueta y la dejó sobre uno de los sofás mientras tiraba ahí todas las armas que llevaba encima, las cuales eran cinco. Cinco, maldición. ¿Dónde se las metía? ¿Por el culo?

El tipo pasó por su lado y le dio un suave toque en el hombro sano—. Hola, Baek.

Quedó petrificado. El pelinegro pasó de largo, se dirigió a la cocina para saludar a los chicos y sacó una botella de agua del refrigerador. BaekHyun lo miró con atención mientras bebía de la botella. ¿Le golpearon la cabeza al imbécil ese?

—¡Hola!

Se sobresaltó y notó que miró atentamente a ChanYeol y no le prestó atención a ninguno de los otros tipos que entraron junto a él.

Dirigió la mirada a quien le habló. JongDae llegó a su lado y le pasó el brazo por los hombros, sacándole una mueca, porque se apoyó en su herida.

—¿Qué estás...? —Ni siquiera esperó a que JongDae terminase de hablar y le pegó un puntapié en la tibia. El chico se doblegó y lo soltó—. Mierda, Baek. ¿Qué te pasa?

—Aún me duele, bastardo. —Se sobó su propio hombro, lejos de la herida, y se ganó una sonrisa maliciosa por parte del tipo. El maldito ese le tocó la herida a conciencia.

Una vez sentados en la mesa, a KyungSoo se le ocurrió encender el equipo de música y poner una balada sin letra. La mierda era aburrida y daba sueño, pero el doctor pareció muy cómodo con la tela de la servilleta casi ahorcándole el cuello y los cubiertos bien agarrados con ambas manos. Se veía ridículo, pero despreocupado a la vez.

Al cabo de unos segundos a BaekHyun le dio igual y a JongDae también, porque este empezó a parlotear de lo odioso que fue YiFan durante la mañana, ya que lo mandó a subirse a un árbol para sacar naranjas. Un sin sentido, pero la conversación fluyó a partir de eso. No obstante, la mente de BaekHyun se fue hacia otro lado cuando escuchó el nombre de su jefe. Claro, no podía olvidar que hizo un trato con el bastardo ese, pero primero necesitaba un calendario porque no tenía idea de qué puto día era.

Un fuerte sonido del otro lado de la mesa llamó su atención. Fue ChanYeol, quien se ahogó con agua al escuchar algo que dijo MinSeok; al parecer tuvo ganas de reír. El tipo abultó las mejillas e intentó respirar con el vaso medio lleno aún en la mano. BaekHyun se preguntó cómo podía parecer tan ridículo, infantil y tan... mundano, como si no lo rodease ningún tipo de maldad.

Suspiró imperceptiblemente, miró su plato y empujó un trozo de zanahoria con el par de palillos. Perdió el hambre por completo, pero nadie notó su estado. Después de almorzar fueron los chicos que no ayudaron en el almuerzo quienes lavaron los platos, así que BaekHyun hizo al lado algunas armas y se sentó en el sofá con el cuerpo cansado.

La puerta se abrió nuevamente y BaekHyun miró hacia atrás, encontrándose con YiFan y ZiTao, quien estaba entretenido pelando una naranja. Se puso de pie y tomó al castaño de la muñeca para tirar de él, sentándolo a su lado. YiFan solo pasó de largo a la oficina sin siquiera dirigirles la mirada, demasiado concentrado en su propio celular.

ZiTao sonrió cuando lo vio—. ¿Cómo estás?

—De puta madre —ironizó con una sonrisa fingida. ZiTao cambió su expresión a una muy seria, cosa que le sacó una risa sincera—. Necesito hablar contigo.

Se reacomodó sobre el sofá y se enderezó en un intento de darle la espalda por completo a los tipos que ordenaban la mesa.

—¿Qué pasa?

—Debes buscarme algo entre los papeles de YiFan.

ZiTao elevó las cejas y se atragantó con la naranja, generando una mueca extraña porque no quiso llamar la atención de los demás, pero a la vez pareció tener muchas ganas de quejarse de que le ardía la faringe con el cítrico. El acto le sacó una risa suave a BaekHyun.

—¿Quieres que me meta en la oficina de YiFan? ¿Estás loco? —gritó el chico a modo de susurró y el tomó su mano, nervioso.

—Tao, de verdad necesito tu ayuda.

Sonrió con fingida inocencia y por un momento se sintió mal porque fue él quien metió a ZiTao en el mismo saco que YiFan solo para su conveniencia. Después de todo, BaekHyun era un bastardo astuto y sabía que con alguien de confianza cerca de su jefe tendría mayores oportunidades para rebuscar entre sus cosas algo que le sirviera.

—¿Qué necesitas exactamente?

El tipo miró sus propias manos y entendió que ZiTao quería disimular. Dejó caer la espalda sobre el sofá y miró a su derecha, donde anteriormente daba la espalda. Se encontró con el ceño fruncido de ChanYeol y chasqueó la lengua de forma audible, esperando la mierda que estaba por tirarle el pelinegro.

—No te quiero tan cercano de las armas.

Frunció el ceño por el comentario y miró donde estaba asentado. Bueno, no tenía muchas opciones donde sentarse, esas mierdas estaban por todos lados.

—Ni siquiera sé usarlas.

Le dio la espalda al tipo, importándole poco su presencia. Sin embargo, BaekHyun no quería seguir encontrándose con esos ojos almendrados, esos labios rosados, sus cejas frondosas, su pelo bien peinado hacia atrás, su...

Volvió a concentrarse en ZiTao, quien lo miró con el ceño fruncido y tan visiblemente confundido que se vio ridículo. BaekHyun sintió que sus mejillas enrojecieron.

—¿Te gusta ChanYeol? —preguntó el otro poco después con cuidado, como si tuviera miedo de que se alterara. Maldición, tenía sentido. Después de todo, él era un cabrón incontrolable.

Tomó aire a profundidad, pero no dijo nada. En vez de eso se afirmó de sus propias rodillas y acercó el rostro al contrario con la intención de que nadie los escuchara.

—Sí, me gusta ChanYeol —mintió, o dijo, ni mierda. BaekHyun no lo sabía—. Así que necesito que me ayudes a encontrar algo que pueda hacer junto a él.

—¿Algo junto a él? —Asintió y el contrario arrugó la nariz en actitud pensante—. BaekHyun, no llevo aquí lo suficiente como para saber cómo organiza las cosas.

—Por favor. —Tomó al chico de las manos y lo miró directo a los ojos—. Cualquier cosa me sirve siempre y cuando no me mate.

BaekHyun lo dijo a modo de broma, pero en respuesta solo recibió un asentimiento y un suspiro. ZiTao se puso de pie y apoyó una de las manos sobre su hombro sano, casi pareció lamentarse de él.

—Cuando tenga noticias te lo haré saber.

Asintió con emoción y dejó que el contrario emprendiese su camino hacia la oficina de YiFan. El chico se perdió detrás de las dos grandes y elegantes puertas que hacían de entrada principal.

El día pasó sin mucho más, con KyungSoo mandando a todos de un lado a otro, porque se antojó de comer pastelillos de mora. Sin embargo, al tipo no le gustaban las semillas, así que tuvieron a BaekHyun con el codo sobre la mesa y la cabeza apoyada en el talón de su mano mientras sacaba las jodidas semillas con una pinza para las cejas. Creyó que le daría un ataque de rabia y que mandaría a volar toda la pulpa que tenía lista. No obstante, lo hizo bien, maldición, y sin colapsar ninguna vez, pero comiéndose la mitad de la cantidad de moras que KyungSoo le pasó en un inicio.

Fue mucho más fácil y llevadero estar en esa casa que en el otro edificio. Casi no se quejó cuando MinSeok le golpeó el pecho con una cubeta y un trapeador y lo mandó a trapear. Casi no se quejó, casi. De igual forma, le tiró mucha mierda al rubio cuando este se fue después de verlo trapear las escaleras.

Sí, BaekHyun limpió por primera vez en su vida algo que no era su cuerpo o el semen cuando se masturbaba, fuera de ese lugar, por supuesto, porque en ese sitio no se le paraba el pene ni rezando. Bueno, sí, pero BaekHyun quería olvidarse de eso.

De igual forma, la cosa funcionaba y a BaekHyun incluso se le olvidó que estaba secuestrado. A exceptuar por un pequeño detalle todo parecía ir bien, y aquel detalle era justamente ChanYeol, quien desaparecía todo el día y solo se lo encontraba cuando estaba dormitando. De hecho, si no fuese porque tenía un trato con YiFan le importaría una mierda lo que hiciera el pelinegro.

Uno de esos días se puso a sacar cuentas con JongIn mientras ordenaban el refrigerador y, entre discusiones por cómo se pronunciaba correctamente la uve doble en inglés, dedujeron que, al menos BaekHyun, llevaba quince días secuestrado. En cuanto a JongIn, llevaba ten, en sus palabras.

Quince días era mucho tiempo y él no podía esperar mucho más para mover los hilos y hacer algo respecto a ChanYeol. Por eso lo esperó durante esa noche con los brazos cruzados, el culo sobre la cama y bien tapadito porque tenía frío.

ChanYeol llegó cerca de las tres de la mañana y parecía muy cansado. BaekHyun se pegó unos cuantos cabezazos contra el cabecero de madera al dormitar, pero consiguió mantenerse despierto para encontrarse con el chico, quien se sorprendió al verlo despierto.

Sin poder evitarlo recordó lo que dijo MinSeok hace unos días sobre lo que sucedió con su dueño y la perrera. Quiso preguntarle directamente al chico, no porque desconfiara de las palabras del rubio, sino porque quería escucharlo de la propia boca de su dueño. Sin embargo, ya pasaron muchas cosas y tenía miedo de cagar el ambiente tranquilo que se generó con el pelinegro, quien seguía plantado debajo del marco de la puerta, sin caber en la sorpresa.

—¿Cómo estás? —se atrevió a preguntar.

El hombre pestañeó repetidas veces y cerró la puerta a sus espaldas.

—¿Qué haces despierto tan tarde?

El alto se sacó la chaqueta negra y la dejó sobre uno de los sofás pequeños que estaba junto al ventanal, sin quitarle nunca la mirada de encima.

—Te estaba esperando.

La cara de asombro del contrario fue evidente y BaekHyun se mordió el labio inferior para no largarse a reír de lo ridículo que se veía el otro.

—¿Esperarme? ¿Para qué?

ChanYeol empezó a quitarse el cinturón sin cambiar su ceño fruncido ni apartar la mirada de BaekHyun, quien arrugó el entrecejo.

—Quiero ducharme.

Se puso de pie cuando vio que el otro caminó hacia la pequeña habitación que estaba en una de las esquina. Él avanzó hacia el chico y casi se partió los dientes contra el suelo al enredarse entre las sábanas. Entre unas pocas patadas logró zafarse, pero ChanYeol ya ingresó al baño, dejándolo plantado ahí delante de la puerta con un puchero y un bufido que soltó poco después. No supo por qué se quedó ahí unos segundos más, quizás por verse sumergido en sus pensamientos, recordando los días que pasaron. Después de todo, no esperó que ChanYeol volviera a abrir la puerta para salir del baño solo con los jeans negros ajustándose a sus piernas, sin camiseta, y le golpeara al avanzar.

Se fue de espaldas por el impacto. En un intento de dar un paso hacia atrás para estabilizarse entrecruzó su pierna con la de ChanYeol, haciéndolo perder el equilibrio. Se agarró del hombro ajeno, pero aun así cayó y soltó un quejido cuando su espalda se encontró con el suelo. Agregando a eso, se llevó al contrario consigo, así que el otro quedó encima suyo. El pelinegro le pasó el brazo por la espalda para sujetarle la cabeza, evitando que se golpeara. De igual forma, se mordió el interior de la mejilla derecha por el imprevisto de chocar con el pecho del tipo.

Una vez en el suelo pensó que, debido a lo feo que sonó la caída, de seguro despertaron a más de uno en la casa, pero a BaekHyun le importó una mierda cuando se encontró con los ojos de ChanYeol. A pesar de la situación y del dolor, se atrevió a cuestionarse cómo un chico tan medianamente agradable e inclusive bonito estaba metido dentro de toda esa mierda. Se veía tan fuerte, sano y capaz que podría llegar a conseguir cualquier cosa, pero escogió eso. Sus ojos almendrados se veían tiernos como para representar un mundo como aquel; sus cejas bien delineadas, junto con la curva blanquecina de su nariz, lo rosado de sus labios...

—¿Cuánto tiempo estarás mirándome?

—Perdón. —Se sonrojó, maldición. Sintió la cara quemarle.

Recordó la última vez que lo miró embobado y rememoró aquella sensación de rechazo que lo dejó en shock durante un momento, sin embargo, rápidamente se recuperó. Intentó rodar para salir de ahí, pero uno de los brazos ajenos estaba impidiéndole el paso, así que volvió a posicionarse donde estuvo en un inicio, mirando los ojos de ChanYeol y sin saber qué hacer. La mano del tipo tomó su barbilla con fuerza y lo obligó a que le dirigiera la mirada. Se quedó estático ante el contacto y esperó que lo insultara, incluso que lo golpeara, pero jamás imaginó que lo besaría. ChanYeol se acercó, posó los labios sobre los suyos con brusquedad y metió la lengua dentro de su boca, sacándole un gemido por la sorpresa.

Maldición, por fin lo tenía, después de tantas veces que lo pensó. BaekHyun no se quedaría con las ganas. Estaba seguro que ChanYeol se arrepentiría y lo alejaría en cualquier momento.

Con dificultad se movió debajo del cuerpo ajeno, apoyó los codos sobre el suelo y se acercó para profundizar el beso; ladeó la cabeza y metió la lengua en la boca del otro. BaekHyun dio muchos besos, pero ninguno fue como ese, ninguno le disparó esa corriente en la columna ni lo hizo sentir insaciable.

ChanYeol se separó rápido de él y lo miró desde lo alto solo un par de segundo antes de alejarse y ponerse de pie, dejándolo inmóvil sobre el suelo.

—¿Necesitas ayuda?

Pestañeó ante las palabras del pelinegro y se puso de pie con rapidez. Pasó las palmas sobre los jeans de manera nerviosa, sin saber dónde meterse para no tener la conversación incómoda que sabía que tendrían.

—¡¿Qué?! —espetó nervioso al ver esa sonrisa pícara.

—No he dicho nada.

—Tú empezaste —continuó sin considerar lo que dijo el otro—. No me tires mierda a mí. Tú me besaste primero.

—BaekHyun...

—Me harás la vida imposible a partir de ahora —lloriqueó, alzando la voz.

—Baek...

Abrió la boca, dispuesto a decir otra de sus mierdas, pero ChanYeol lo interrumpió besándolo de nuevo y lo empujó a la cama, poniéndose sobre él otra vez. Si fuese otro BaekHyun le hubiese pegado una buena patada en el culo, pero quiso besar al chico otras veces y le tenía ganas. Además, no besaba mal.

Ya con más libertad tuvo la oportunidad de tomar al contrario por el cuello para atraerlo más hacia sí, momento en el que aprovechó para introducir los dedos entre los cabellos ajenos y besarlo con mayor profundidad.

—Chicos, dejen de golpear... —JongDae abrió la puerta y una vez que entró continuó con la frase—: ... se.

ChanYeol se alejó de él, se levantó de la cama y se puso del otro lado de la habitación. BaekHyun se irguió con lentitud mientras tenía la mirada fija en los recién llegados, de repente sintiéndose con el rostro rojo por la vergüenza.

—Realmente no quisimos interrumpir, pero JongDae dijo que solían pelear con frecuencia. No quería que se terminaran matando y... —SeHun, quien entró junto al castaño, se calló al ver que ninguno de los dos respondía.

—Tengo que llamar a LuHan.

—No —dijo de ChanYeol de inmediato y se acercó al castaño para detenerlo, pero no consiguió que se callara.

—¡Lu...! —JongDae no alcanzó a decir mucho más antes de que el pelinegro le tapara la boca.

—Por favor, JongDae. No me jodas más —dijo suavemente, suplicándole al más bajo.

BaekHyun se levantó de la cama con lentitud, sin saber qué hacer o dónde meterse. Sintió muchas ganas de desaparecer, porque todo se volvió incómodo en cosa de segundo.

El castaño dirigió la mirada hacia él—. Dejemos que BaekHyun decida.

—¿Qué? —ChanYeol se tomó un tiempo para continuar, como si no pudiese salir de su estupor—. ¿Vas a dejar que una mierda que no sabe nada...?

Su ceño se frunció.

—SeHun, detén a BaekHyun —interrumpió JongDae sin apartar la vista de él.

—¿Qué? —contestó el aludido, confundido—. No se ha movido.

—¡Solo detenlo!

No pudo contener mucho más las manos apretadas, rodeó la cama para llegar hasta ChanYeol y le dio un golpe en la cara, cosa que BaekHyun no tenía ni idea de cómo hacer. No obstante, se las arregló para hacerle sangrar el labio inferior al tipo.

Los nudillos le ardían y el golpe también le dolió a él, pero le dolió más que el pelinegro pareciera tan ajeno, como si nunca le hubiese sonreído, como si nunca lo hubiese basado.

SeHun se puso delante de él y lo tomó de los brazos, alejándolo de ChanYeol.

—Eres un hijo de puta —escupió el pelinegro mientras se pasaba el torso de la mano por el labio.

—¡Con esa misma boca me besaste, bastardo!

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