Infame| Siete
🍓🚬,strawberry,cigarettes
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Lo que no pude decir con palabras, lo sentí en todo el cuerpo
Descifrar el sentimiento que habitaba en mí después de que aquellas palabras salieran de sus labios como si no fuesen nada importante me tomo, tal vez, más de lo conveniente en procesarlo. Hasta el más inteligente si quiera podría procesarlo, ¿cómo podía si todo lo que me rodeaba era el aire pesado que Ian transmitía en el ambiente?
Sera que...
¿Los chicos de la iglesia hablan así?
¿Es normal para ellos dirigirse a alguien de esa manera tan suspicaz?
¿Acaso... los chicos de la iglesia hablan con ese ligero tono de rencor como el que tuvo Ian en su última expresión?
Ojalá si, rogaba que sí, él no podía ser el único santo aquí ya que a esas alturas nadie podría serlo, no era un hecho del que uno se tenía que avergonzar por no ser tan "santo" de hecho, yo admitía que no lo era y disfrutaba hacerlo, pero Ian tenía un problema, y es que él aparentaba ser santo, la manera rápida de sus movimientos como si conociera el bosque, sus constantes estúpidas mentiras, su manera de hablar y su aura extraña parecían contradecirlo, eso no era lo que hacen las personas de la iglesia ni mucho menos una persona "inocente"
Mis sospechas se confirmaron mucho más cuando me dirigió la palabra afirmando su supuesto secreto: "Quiero que caigas conmigo, Akemi"
¿Qué mierda significaba eso?
¿Era una forma de mantenerme más a la expectativa de su persona y de esa forma evitar que yo me le acerque?
Podía darle crédito a su ingenio, el intentaba asustarme con lo que dijo para posteriormente hacer que me aleje de él, pensándolo, tenía coherencia, siempre me evitaba y buscaba la manera de huir de mí, sin embargo, aquellas acciones tiernas que Ian me regalaba solo me hacían querer acercarme a su persona
Lo hacía para asustarme, estaba segura
Ian sonrió jugando con la misantropía, su mirada negruzca también lo hizo. De entre sus labios se esfumo un suspiro risueño, quisa esa era la risa más amarga que había podido oír en toda mi existencia.
Conservaba su postura cercana a la mía, esta vez no se alejaba de mí y yo tampoco quería que lo hiciese, no obstante, su constante silencio me ponía ciertamente un poco inquieta, no podía estar tranquila, y mucho menos cuando había soltado esas palabras. Caí en cuenta de su repentino cambio hacia mí, usualmente se comportaba como un chico temeroso ante los demás, pero ahora mismo parecía que no se asomaba si quiera un atisbo de esa personalidad tan escasa que me encantaba, de hecho, parecía que su comodidad conmigo lo llevaba a lugares irreconocibles de su personalidad.
Eso no era una excusa para lo que sentía, lo que ocasionó en mí, Intentaba ocultarlo, pero mentiría si no dijese que yo estaba vibrando de miedo. No era un miedo hacia Ian lo que lo hacía tenebroso e imposible de ver, sino que lo suplantaba el hecho del como salieron sus palabras, de esa manera irreconocible que fui capaz de escuchar; ni en mil años tendría el privilegio de presenciar algo como aquello, parecía irreal, lo podía esperar de una persona como Adrick que hablaba ante sus enemigos con sarcasmo y odio, pero... ¿Ian?
Al pronunciar su secreto, lo oí arrastrando un estibo de odio con un pequeño hilo de sarcasmo en su voz que me advertía sobre un peligro eminente. ¿Era resentimiento lo que escuche? pues se asemejaba mucho a su significado
Al observar su ennegrecida mirada, sus comisuras se elevaron como si hubieran alcanzado su objetivo. Pero no era esa una sonrisa que expresaba felicidad o un afecto de afinidad, si no que lejos de eso, se trataba de una expresión de desquite, de burla y amargura que muy poco se podía visualizar, se tenía que estar muy cerca para darse cuenta de su casi fantasma expresión
Así que, para ensimismar sus palabras, inquirí:
—¿Que significa eso? — mi voz no salió como deseaba, a su contraria lo suplantaba el capricho de la curiosidad, porque sí, intrigada era muy poco para lo que sentía, no era en la posición que quisiera estar y por si no fuera poco, repudia la idea de estar sometida a su control. Mis afirmaciones se situaban en mis palabras, porque estaba amarrada a él esperando una ansiada respuesta, estaba controlada por el, horrorosamente controlada por el, Ian era como una droga que cuando una vez lo consumías ya no podías parar, en este caso yo era la que lo consumía e Ian era la droga, yo consumía las sustancias de él
—Significa que serán más divertidos nuestros encuentros— murmuro con cierta emoción, pero el contaste de esta no era algo divertido o ansioso, era más bien algo extraño y gélido. Se relamió los labios sin mirarme, un color rosando se posó en sus mejillas de inmediato. Admiraba y me encantaba ver el compañerismo de la intimidad en nuestra conversión, quien lo diría, hace poco estaba en la mansión y ahora me encontraba por arte del destino (y del divino dios) aquí en el bosque prohibido, al lado de él.
—¿Y....como conoces este lugar? — curioseé en un vago intento de saber que lares frecuentaba Ian, si es que (quizá) había algo más de esto que él sabía y que yo no producto de mi ignorancia. — Es decir, no intento culparte por traerme aquí si no que me asombra mucho estar aquí, se siente mágico— agregue y carraspeé la garganta en un tono frágil. Y después de ese pequeño acto me reprendí internamente, ¿cómo mierda era que me ponía nerviosa con su presencia? nunca era así, hasta que llame su atención
—Lo sé, te lo contare porque estoy seguro de que no eres como tus amigos — me aseguro titubeando y discutiendo internamente si contarme o no. Finalmente, cuando creí que esta vez no podía dejarme más interesada y pasmada, sus siguientes palabras fueron— Uhm... lo descubrí accidentalmente cuando uno de tus amigos, para ser más exactos, Adrick, vino aquí y no estaba precisamente haciendo cosas buenas—su mirada se volvía cada vez más siniestra, más oscura y emocionante, mentiría si no dijese que de ellos salían unas chispas del calvario ardiente del infierno— pero no lo sé Akemi...no creo que debas saber que estaba haciendo tu mejor amigo aquí, no sería correcto porque que ese secreto solo le pertenece a tu amigo...¿verdad?
A Ian le gustaba hablar conmigo como si yo fuera una persona inferior (y parecía que disfrutaba hacerlo) o tal vez lo que le gustaba era causar interés por su modo de contar las cosas, había una posibilidad de que le gustara crear suspenso y jugar conmigo.
Apenas escuche el nombre de Adrick salir de sus labios, mi corazón se detuvo por un momento. Sabía que Adrick era un chico que rompía las reglas constantemente, es decir, su vida se basaba en eso y en todas las manzanas prohibidas que poder comer, no era un asombro para mí, quizá guardaba secretos como todo el mundo, pero mi incógnita se situaba en Ian ¿cómo era que Ian sabía un secreto de Adrick? ¿cómo es que lo descubrió?
Me asustaba el hecho de la magnitud del secreto de Adrick, me importaban mis amigos porqué eran como una familia y como los hermanos que nunca tuve, a veces, hacían cosas repugnantes y no ocultaban su vergüenza de mis conocimientos con respecto a ellos, lo sabía uno por uno, detalle a detalle, e incluso podría decirse que yo participaba en esos actos, y por eso mismo me importaba lo que Ian sabía ¿y si esta vez Adrick se había pasado de la raya? ¿Ian sería capaz de delatarlo ante la comunidad?
—¿Q-que secreto? —inquirí y mantuve mi compostura
—Ya es muy de noche— en respuesta a mis perseguidas cuestiones, me había contestado de aquella manera firme pero sigilosa, su mirada evitativa seguía y sus orbes apuntaban hacía la nada, perdido y algo cohibido. Voltee a verme con una bochornosa timidez impregnada en su rostro, lucia muchísimo más sonrojado por su confesión— si quieres saber el secreto entonces esto podría ser una excusa para vernos hoy en la noche, solo que esta vez yo te llevare a un lugar
—¿Hoy? —mi cerebro comenzó a comprenderlo todo, no era tonta y ya me estaba haciendo la idea de que probablemente, ahora mismo estaba presenciando la personalidad más cuerda sincera de Ian. Pero al ver el pequeño lago celeste frente a mí y el retumbar del viento en la cueva donde estábamos, no podía rechazar una oferta así, no quería irme y deseaba obligarlo a contarme lo que él sabía, no obstante, tenía que ser astuta.
—Si-s-si— se incorporó para irnos de lugar y seguidamente, una de sus cremosas y suaves manos me la tendió para ayudar levantarme— me gustaría que fuera por la tarde, pero sería incómodo para ti que las personas te vean conmigo
Absorta en el lugar en sí, apenas lo escuche, y mi cuando pronuncio las palabras finales, salte en mi defensa:
—Oh no, claro que no, no pienses eso por favor— me lamente de aquella manera más estúpida que nunca imagine hacerlo—no me avergüenza pensar que los demás nos vean juntos si no que lo hago porque no quiero que tengas problemas por mi culpa
Pero la verdad era que Ian tenía razón, me avergonzaba que los demás lo vean conmigo.
—¿D-de verdad? — tartamudeo con la cabeza gacha, y aquella cuestión indefensa solo me hacía sentir más culpable de lo que ya estaba.
Tragando mi acorazonada, agarré la mano de Ian y me sostuve fuertemente para levantarme, en silencio, abandonamos el lugar, recorrimos el bosque y antes de llegar a las entradas del pueblo lo vi desaparecer entre los arbustos para dirigirse a su hogar, me le quedo observando minuciosamente mientras lo veía marcharse, por un momento pensé en seguirlo para seguir curioseando sobre él, pero mi teléfono estaba sonando repetidas veces y sabía bien que era mi madre.
Me encontraba corriendo a altas horas de la madrugada hacia la mansión, y cuando pude ingresar dentro de ella, me encontré a mi madre jugando a las cartas con mi padre, en la mesa se encontraba un vino tinto, aquel liquido estaba en dos copas de cristal elegantes. Esperé a que mi madre me dirigiera la palabra tan abruptamente como solía hacerlo, solo que esta vez, las palabras que mi madre me deberían dirigir se las transmitía a mi padre, ella no noto mi presencia y me escondí detrás de la puerta escuchar su conversación.
—¡Estoy segura de que lo escuche yo misma! ¡muy segura! — dijo, ¿Qué le pasaba a mi madre? ¿porque estaba actuando de manera tan feliz y animada?
—A mí no me interesa si ese joven viene al pueblo— planteo mi padre, después de unos segundos, los ojos de él se desviaron hacia Jasmine y dejo a un lado las cartas, cansado de todo el alboroto— sé que tramas algo mujer, tú no te pones contenta de la nada
—¡Me conoces tan bien cariño! — mi madre lo rodeo con sus brazos dándole un abrazo y los deposito en el cuello de mi padre, mientras en su azul vestido elegante bailaba de emoción, de entre sus manos, sostenía su copa de vino y bebió esta, manchándose ligeramente sus labios de color rojo, dándole un aspecto obstinado— en especial cuando se trata del futuro de Akemi
¿Qué mierda?
Me incline hacia más adentro para escuchar su conversación:
—Dilo ya mujer, eres insoportable— Bufo virando los ojos
—Quiero que él sea el hombre adecuado para Akemi, más de dos millones de herencia de ese joven no es nada malo para el destino de mi hija ¡es grandioso!
—Tú no puedes decidir el futuro de Akemi, no sabemos si a ella sentirá atracción por el— cansado de toda la situación, mi padre se levantó de la silla para irse no sin antes cuestionar: — ¿Como es tan segura que Akemi aceptara tu idea?
—¡Por favor! — exclamo indignada— ella es mi hija, tenemos gustos y cosas iguales, ella es igual a mi
—Ella no es nada comparada a ti, no es ambiciosa como tu— le recrimino en la cara, sin embargo, mi madre no opuso control sobre sus palabras, hizo caso omiso a aquella mención porque en estos momentos, nadie podía quitarle la grande sonrisa que tenía en su cara.
—El chico vendrá en dos semanas y se instalará en la preparatoria de Akemi, como tú eres amigo de su padre entonces dile que venga a cenar con nosotros, de esa forma el podrá conocer a Akemi y...
—No pienso participar en tus planes
—Si no lo haces lo hare yo, después de todo tu hijo, Valir, vendrá a la mansión y creo que le vendría bien un amigo millonario. ¿No lo crees? — inquirió con sarcasmo— tu hijo es muy pobre y le encantararía probar cosas nuevas...quiero decir...un pobre y un rico se llevan bien, ¿no?
Después de esto, mi madre soltó carcajadas por el lugar y mi padre se dedicó a salir de la sala
A pesar de lo que había dicho mi madre sobre la llegada de un joven millonario al pueblo me intereso muy poco sus comentarios respecto a este, porque ahora mi mente está situada en una cosa: "Akemi es igual a mí" "Ella es igual a mí", no podía pensar con claridad ante lo que Jasmine dijo, yo no era igual que mi madre y no podía serlo, la odiaba y la repudiaba; simplemente decir que me parecía a ella era una ofensa hacia mi persona, y mis opiniones se manifestaban en mi cuerpo que lucía pasmado y quieto, no podía mover un solo musculo, mis piernas comenzaban a flaquear, tenía un nudo amargo en la garganta y yo sabía porque mi estado se comenzaba a desvanecer de ese modo, sabía del porque me estaba sintiendo así, porque en todo el alborotó, dolorosamente tenía que darle el crédito a mi madre de algo, Jasmine tenía razón en una cosa:
Yo era la copia de ella.
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