Infame | Dos
🍓🚬,strawberry,cigarettes
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Es una verdad extremadamente reconocida que cuando un joven honrado y sano es poseedor de una religión es dueño de las burlas de los depravados. Sin embargo, muy poco se sabe de los sentimientos u opiniones de la víctima para sobrevivir en tales condiciones, no obstante, yo estaba segura de eso y, aun así, fingía no estarlo, fingía no interesarme en aquel sujeto casto y aburrido, ¿Y todo por qué? porque tenía mi imagen que mantener y cuidar.
Tanto como yo y las personas a mi alrededor se emperifollaban con los límites de la extravagancia, tanto como la manera de vestir y la manera de maquillarse; ya era de noche cuando había una fiesta de bienvenida para mi familia como nuevos miembros del pueblo, la abundancia de la riqueza se reflejaba en la gran mansión de los Smith que gozaban de la diversión junto con los miembros de la iglesia que no tenían el lujo de permitirse estas fiestas de bienvenidas a diario.
Los Smith habían sido tan amables de ofrecer una fiesta de bienvenida para mi familia invitando a todos los del pueblo reunidos en el mismo espacio, cuya gente se encargaba de alagar a mi familia, los regalos que cada uno de los invitados ofrecía a mis padres era algo insignificante, y claro que todas esas cosas materiales se encargaba de recibir mi madre por nuestra reciente llegada, que hasta incluso la excentricidad del lugar era un exceso.
Por eso, necesitaba aprovecharme del lugar; me había vestido de la forma más hermosa posible que en cien años hubiera imaginado, llevaba unos tacones altos color perla y un vestido dorado que me llegaba más arriba de mis rodillas y aunque eso era prohibido en el lugar y religión me tome gustosamente el tiempo de romper las reglas enseñando mis piernas y mis hombros, —obviamente muchas gente me miraba discretamente con una mueca desplazando su indignación— y vaya que lo estaba disfrutando, sin mencionar que había tenido una disputa con mi madre por mi forma descarada de vestir antes de llegar a la mansión.
¿Por qué una chica como yo que odiaba las fiestas se había vestido esforzadamente y descaradamente?, había una razón, tenía la intención de encontrar a Ian.
Y en este lugar; era la ocasión perfecta para hallarlo, sólo había una oportunidad para entablar una conversación con ese sujetó quien me interesaba a su diferencia de aquellos típicos chicos extrovertidos, no sabría explicar el porqué, pero, si me esforcé por venir hoy no iba a ser en vano. Además, era del quien me causaba una inmensa curiosidad, o era incluso más casto que el mundo, no podía quererlo simplemente como amigo.
Allí mismo, me encontraba entre la multitud buscando a Ian, para mi mala suerte me había topado con gente desconocida y no era algo que poseían mis gustos internos, porque pensar en el sentimiento que me producían ellos no era satisfactorio, mucho menos si sus ojos me brillaban con indignación.
Lucia aún más somera que nunca, la verdad era que habían pasado una hora y aun no lo encontraba, pensé que no había venido a la fiesta, pero pensado mejor, un chico obediente como el sería incapaz de faltar a una bienvenida de esa forma, reemplazándola en su lugar con pensamientos e indecisiones, voltee a ver a mi madre quien se hallaba con una gran sonrisa como un niño cuando recibe muchos dulces, estaba entre la gente robándose la atención de medio pueblo y al otro lado mi padre quien estaba sentado conversando tranquilamente con el obispo de la iglesia.
Pero conforme el tiempo fue pasando, mi mente se encargó de analizar que, de seguro, él no estaba alrededor de esta gente. ¿Cómo podría si todo lo que nos rodeaba era pura hipocresía? No hacía falta ver los gestos incoloros del pueblo hacia la ilusionada de mi madre, y los halagos de doble sentido que sus palabras adquieran, era como agujas flotando en el aire, pero parecía que yo no era la única que sentía el pinchazo de ellas.
Ian lo sabía, así que quizá, él estaba algo lejos y solitario en alguna zona muerta del lugar, pero dentro de la fiesta. Me encaminé hacia las escaleras del tercer piso de la mansión y recorrí los pasadizos solitarios que tenía el lugar, mis tacos hicieron estruendo eco hasta llegar a la planta del tercer piso donde comenzaba la soledad pasiva dejando atrás aquellas agujas suspendidas.
Si bien era cierto, el lugar era elegante, mi vista no se apartaba de las paredes, adornos, cuadros y habitaciones que tenía la mansión.
Pero para cuando llegue al último piso, mi mente trato de recrear que podría hacer aquí, seguir buscándolo claro; no obstante, mis ojos fueron acto reflejo de la piscina intensa y grande que tenía, esta parte era habitada por poca gente, había más jóvenes de mi edad disfrutando de la música, otros charlando, y otros... divirtiéndose en la piscina, sin embrago, cuando mi mente viajo por los jóvenes en la piscina quede asombrada con la ropa que llevaban. No estaban en ropa de baño, estaban con ropa casual en la piscina, su iglesia debía ser tan recatada como para imponer estas reglas tan estrictas.
Ellos debieron darse cuenta de mi presencia por lo que; se detuvieron a observarme, pero más que todo, observaron mi vestido, pude ver a unas chicas hablando sobre mí a mis espaldas, otros susurrando, otros mirándome de reojo. No me importo y seguí, de hecho, me complació ver sus caras al saber que había una chica de esa comunidad religiosa que rompía las reglas, lo necesitaban después de la intensa doble cara que tenía el pueblo y que solapaban sus verdaderas personalidades
Seguí mi camino y pasé por delante de todas los chicos y chicas quienes me estaban mirando sin disimularlo, una vez que los perdí de vista, volteé hacia un pasadizo solitario y al fondo de la última habitación, detrás de una puerta blanca media abierta, emergía una melodía melancólica y vacía que se interpretaba por un piano; y del quien yo era consiente escuchándolo. Inhalé y exhalé un par de veces antes de perder la cordura al saber que todo aquello era sinónimo de una pequeña calma después de la tormenta, y mis tacos hicieron estruendo por la solitaria parte hasta llegar a la habitación del sonido melancólico.
Al llegar al final tenía un nudo en el estómago porque era donde la soledad comenzaba a envolverme, dejando a tras el bullicio de toda la gente que se indignaban con mi presencia.
Una vez llegué al final, el melodioso piano seguía desarrollándose tristemente, me mordí la lengua antes ver por el rabillo de la puerta medio abierta. Mi presencia pareció desapercibida para él, quien estaba sentado con pericia en el piano de cola negro envuelto en la habitación de color blanco tocando esa melodía que no había escuchado antes; y como si mi corazón supiera de la emoción, lo reconocí de inmediato, pero, de todas formas, mi tembloroso corazón se aceleró a medida que el tocaba y eso fue suficiente para erizar mi piel. Que, si bien esa melodía lo podía tocar cualquiera, él lo hacía de una forma antinatural y yo era consciente de su belleza inocente del quien era interpretado por el mismísimo Ian, pues en ello, su mirada florecía cuando tocaba las teclas y su perfil delgado y perfilado lo hacía más interesante.
Pero por más que el piano se esforzará por llegar a admirarme, por más que la melodía era triste y adictiva, mis ojos admiraban la belleza de aquel sujeto lleno de talento y su mirada angelical dio el aviso en el momento donde la canción llego a su fin yo aplaudí su pequeña interpretación; existí para él. Volteo inmediatamente un tanto desprevenido, y al verme, sus ojos grises brillaron más que la luna llena, bajo la mirada y se relamió los labios luciendo incitante sin siquiera quererlo, sus pestañas cohibidas eran el claro indicio de su semblante avergonzado y temeroso; y para cuando me acerque a él, no podía sostenerme la mirada, estaba envuelto en la elegancia de su esmoquin de etiqueta color negro luciendo sano y decente, giro su cuerpo listo para irse con una mueca indecisa y el color de estos lo delataban, porque sus labios delgados cantaban el sinónimo de la vergüenza, obteniendo así un tono rojizo. Y el, el solo me estaba torturando con su presencia demoniaca manchada de nostalgia.
Las luces lucían prendidas. Sin embargo, daba más vida propia la luna llena y el reflejo de esta que hacía en las ventanas de la mansión, hacían su trabajo impidiendo entrar el frio, lo adornaba el brillo de la presencia de aquel joven inocente manchado de blanco, muy fino que lucía como un ángel recién nacido, al punto de llegarme embelesar, me gustaba así, me gustaba su soledad, el ambiente triste y oscuro, porque si no lo vez, ni lo sientes, no existe.
La definición como la maldición recaía en ese chico raro, porque junto con su belleza perpleja de su rostro era mas una maldición que una bendición sinónimo del acoso, porque entonces la palabra bendición era blasfemias de aquellas.
Embelesada menté, me le quede observándolo; era más que obvio que yo intentaba hablar con él, de no ser porque la intención de Ian se acentuaba más en querer huir de mi persona, y así lo hizo; paso por mi lado cuando agarre su brazo, deteniéndolo, sin escape.
—Es de mala educación ignorar a una chica, Ian.
Su brazo, lo sentí tan cálido, aun sintiéndolo debajo de aquella tela gruesa mi corazón latía rápido, pasaron segundos sin soltarlo, pero dentro de ese tiempo mi pobre alma estaba derritiéndose por el toque, la textura y el aura del contacto me producía una pequeña corriente eléctrica que erizaba mi piel, pues lo que trasmitía Ian debajo de esa tela no era dominio o debilidad, si no que era el centro de ellas dos.
Mi expresión se basaba en mi indiferencia hacia él; quería transmitir que el contacto que tenía con su persona no me importada. Me di cuenta de que a pesar de que su anatomía se encontraba estable, la debilidad de su cuerpo a simple vista era visible, porque lucia delgado, su manos y brazos era tan débiles, lucia tan oscuro, melancólico, tímido, temeroso.
Como una presa esperando a ser aniquilada.
Hacia no muchas horas que sabía de su subsistencia, es más, nunca me había enterado de que un chico dueño de poseer una inexistente belleza masculina existía, si no hasta que era un blanco de burlas de mis dos mejores amigos y agradecí ir a la iglesia y haberme topado por causalidad con mis amigos; porque si no fuera por ellos, probablemente nunca estuviera aquí; y alabé al encantador chico que tenía delante mío, mucho más tenso y nervioso.
Era tan bello como el diablo trataba de no observarme y evitarme.
Quizá, esa había sido una de sus más grandes astucias.
—¿Pero creo que en tu iglesia te enseñan a ser más educado? ¿O me equivocó? –de mi garganta salieron esas palabras, un tanto atrevidas ante el pobre Ian, se quedó evitando mi mirada y me pareció gracioso, una risilla, sin embargo, no fue compartida con su persona.
Me di cuenta de que, Ian pensaba que le haría Bullying como lo hacían mis amigos lo cual de verdad; trate inmediatamente de aclararlo:
— No te voy a hacer nada Ian, no soy igual que ellos, lo prometo.
Sus facciones fueron tan débiles, apenas entreabrió los labios para decir algo y al instante lo cerró, entonces, trato de formular unas palabras.
—Oh, A-Akemi –mascullo, su voz hizo eco por la ausente habitación y juraría por dios que su voz era la más ronca que había escuchado a pesar de no parecerlo, causo un revuelo en mi interior al escuchar que mi nombre dejaba sus suaves labios con sorpresa– Fe-fe-felicidades por unirte a la religión– trastrabilló, su voz era baja y sumisa que se tenía que escuchar de cerca para entenderlo, su rostro, mierda, su rostro era como el hijo de dios, y esos labios, sus jodidos labios delgados color a fresas se movían de una manera inocente y hermosa– Es una sorpresa tenerte por aquí...
Hice una mueca extraña, pues tenía curiosidad ya que nunca había estado en una situación así, siempre era una persona sociable y promiscua, nunca había hablado con chicos como Ian, siempre estaba con los arrogantes y verlo a él, tan débil... tan nervioso; hizo que, genuinamente mi interés se aumentará
Parecía ocultar muchos pecados detrás de esa mascara
—Lo sé –me mordí el labio por los nervios, seguía viendo a Ian de una manera diferente, de una manera más especial; quería acercarme a él, y lo hice, mi cuerpo apenas rozo con su persona, sentí su calor corporal y su incomodidad, pero no quería que fuese así, mantenía su cabeza gacha alejado del contacto visual; me relamí los labios y dije:– Seria mejor si me miras a los ojos, ya que no parece que tenemos una charla de verdad. ¿No muerdo, sabes?
—Entonces... –quería saber que decía, quería saber todo de él, sin embargo, espere y nunca llego a la parte final de su mención– ¿Cómo te va en la fiesta? ¿Lo estas disfrutando? –cuestioné con interés. La manera en la que sus mejillas se ponían rojas, la manera en la que rascaba su cabello con indecisión, la manera las que mantenía los labios húmedos y entreabiertos me hacía desearlo mucho.
—Bueno... –miro toda la habitación encontrando una respuesta–. No tengo amigos con quien divertirme, así que... –señalo el piano– cada vez que hay una fiesta, toco el piano.
Sus palabras me derritieron por dentro sin quiera imaginarlo, sus labios parecían de fresas de verdad, sus pestañas risadas parecían enredarse entre sí, su voz ronca y agria era arte, la punta de su nariz y sus mejillas estaban rosadas, sus facciones masculinas tan marcadas era como estar viviendo en vida propia al ángel disfrazado del diablo.
—¿Y te gustaría tener una amiga? –inquirí interesada buscado su mirada de una manera muy real para ser muy falso.
—¿Una...amiga? –murmuro, parecía esa clase de persona de que nunca entraba en confianza con nadie, quizá en cierta parte era la culpa de mis amigos o de su alrededor que lo atemorizaba tanto.
—Sí –asentí, no quería ser su amiga en realidad, quería ser algo más que una amiga. Lo observaba como una joya perfecta sin imperfecciones que muy claramente estaba dañado por dentro– ¿Te gustaría ser mi amigo?
—No creo que sea buena idea, Akemi –aparto su mirada un tanto indeciso– Tú tienes tus amigos y...
—Y eso no importa.
Se relamió los labios y agacho su cabeza, de nuevo.
Ahí estaba, queriendo evitarme otra vez.
—¿Es-estas segura...?
—Lo estoy.
Me dio una mirada de advertencia, fue tan quimérico viniendo de su parte, ¿Por qué se esmeraba en contradecirme? no entendía, ¿era por mi forma de vestirme? o por mis amigos quienes lo aterraban, seguramente lo comprendía por su religiosidad ya que durante esas horas estaba enterado que no debía estar como chicas como yo. No sé si yo era muy observadora o el muy fácil de descifrar, pero no hacía falta saber que era tan dedicado a su religión o eso era lo que yo creía, resultaba ciertamente singular, llevaba ropa que le cubría todo su cuerpo sin dejar nada al aire.
—Está bien –murmuro algo de prisa– Pero ya me tengo que ir...
—¿A dónde?
—Tengo que llegar temprano a casa –se apartó de mí, temeroso.
—¿Y no te gustaría romper las reglas, Ian...? –me acerqué de nuevo, mi tono se volvió como aquellos demonios que te incitan a hacer cosas malas en las noches, con ese ligero de insinuación picante en ellas pero que escondían una perversidad de la imaginación en estas.
—¿Qué-qué?
Comprendí era difícil ganarme a aquel joven; su hermoso rostro brillaba más que la luna, que incluso me preguntaba cómo era posible que existía esa belleza angelical pero perturbada en una persona, ¿era posible? ¿o solo lo tenía él? no obstante, para Ian era imposible manejar la situación, las comisuras de sus labios estaban curvados hacia abajo y permanecía quieto sin mover un solo musculo, sus labios rojos carmesí estaban apretados, y la forma en como miraba gacho con la mirada inmersa en sus pensamientos tratando de formular algunas palabras con la intención de no herir al prójimo me pareció curioso.
Mi cuerpo estaba pegado a su cuerpo, no tanto, pero rozaba el suyo en cierta parte. Mis brazos permanecían cruzados sobre mi pecho escotado, y mis piernas largas eran atrevidas que dejaban al aire la imaginación.
Debí haberlo parecido algo loca vistiendo así, o aún peor, debí haberle parecido una prostituta con ese vestido, tenía una cara de no entender que rayos pasada, su palidez era su reflejo en ello; su mirada oculta por su cabello negro y su flequillo lacio era lo único que podía ver, estaba tan confundido, como si nunca en su vida hubiera estado en un momento así.
Lo agarre del brazo para irnos de aquí.
—Ven, te llevare a un lugar.
—Espera, n-no puedo –respondió– si llego tarde a casa... –me miro y agacho la mirada–. No puedo ir, lo siento.
—Pensé que eras mi amigo.
—Lo soy, pero...es el cumpleaños de un familiar –el negó, yo quise reír.
Él siempre sabía que decir, pero mintiendo y tragándose sus propias mentiras, era como un ángel disfrazado de diablo tratando de hallar sentido a sus palabras; aunque eso implicaba su autodestrucción.
O quizá la mía.
—Mentir es un pecado. –Mencioné. Abrió los ojos y sus labios sintiéndose acorralado, fue como si, dentro de él, fuera consiente de sus mentiras, pero no parecía ser creíble en lo absoluto, aparto su vista hacia abajo y yo me acerque a centímetros de su rostro, agudice mi vista y lo observe fijamente mientras yo me ahogaba en esa emoción (probablemente) la más pura que había sentido en mucho tiempo
—¿Es cierto que le tienes tanto miedo a la religión? –vi su cuerpo en tensión, parecía arruinado, parecía realmente perturbado.
—Si, eh... lo siento Akemi –se disculpó luego de soltarme. Miro hacia el suelo, y luego hacia la salida–¿Te veo otro día? ¿sí? –se froto el cabello, tenso– Debo irme a...
Hasta quise reír en su cara, pero no lo hice, su manera de defenderse era evitando todo a su alrededor, fue esa forma tan tonta y estúpida para esconder sus mentiras (que nunca había visto en nadie) y fue esa la misma que me atrajo hacia él. Sus expresiones delataban sus mentiras, su cuerpo delataba sus mentiras; me le quede observando por segundos, y entonces con aire de confianza mencione mis palabras en complejo de su libertad:
—A ninguna parte.
Tome de nuevo su muñeca cálida. Se quedo tan tieso, tan débil, tan abrumado.
—Es ahora o nunca –volví a repetir– ¿Vienes?
Se quedo pensando un rato, como analizando su respuesta, se quedó mirando la salida para luego volver su mirada hacia mí. Sabía que tenía intriga por ir conmigo, se podía notar a leguas, quizá por esa manera genuina de morderse el labio mientras escuchaba mis palabras o esa mirada inocente que ocultaba una chispa en ellos, entonces, me di cuenta de que quería ir conmigo, su rostro se mantenía curioso, pero a su vez, miedoso.
Me imaginé que aquel chico nunca en su vida, nunca, había estado en una posición como esta, nunca había hablado con una chica, nunca había sentido el contacto personal con nadie, nunca había tenido amigos, y eso era tan atrayente, o más bien, él lo hacía atrayente.
Era como Eva tentada a probar cosas nuevas.
Pero Eva solo quiso la manzana habiendo tantas en el paraíso.
—¿Qué es lo que nunca has hecho? –cuestioné
—Yo, ah... no lo sé –pensó–. Nunca he salido de madrugada al bosque, dicen que es peligroso –por la forma en como lo dijo, supe que aquel sujeto era más que pegado a la religión, supe que tenía miedo en ese ligero doble de voz.
Mi expresión en mi rostro se lo supo de antemano cuando mis ojos chisparon en una idea por su repentina confesión, sabía que se aproximaba el rompimiento de esa regla yendo al bosque, pero rápidamente como si me estuviera leyendo la mente se adelantó en decirlo ganándome una interrupción de su parte:
—No, no podemos, son las reglas de la comunidad... –lo oí decir con una ligera advertencia que me desconcertó, estaba visiblemente asustado por mi declaración y fue por eso mismo que incluso antes de darme cuenta por sus facciones perturbadas, yo misma me mostraba un tanto indignada porque cosas como esas eran reglas de la comunidad, no lo exprese físicamente, pero sí mentalmente.
No entendía, no entendía porque una comunidad no dejaba explorar las afueras del pueblo, era tan absurdo, tan tonto, soso, ¿acaso iba a venir un lobo a comernos a mitad de noche? a veces las reglas eran estúpidas, tontas como para no aceptar la índole de querer salir, pero más que una regla, para mi significo algo extraño que una comunidad prohibiera los bosques.
Desvié mis ojos hacia los suyos, y cuando los vi; sentí que sus ojos eran unas hermosas estrellas.
Aquel era único; aquel sujeto era el pigmentó de la oscuridad pintado en blanco; su personalidad era única, sus facciones eran delgadas y finas, su mirada ennegrecida cobraba la vida propia de un cuadro de arte, sus pestañas negras y largas adornaban su rostro, su poción debajo de mi tímida le daba un aspecto tierno, se veía tan frágil.
—Hay cosas que debes romper, y otras que no –me acerque a su oído y sentí su calor, había ansiado tanto este momento aunque no fuera tan atrevida, de todos modos, mi cercanía en su débil cuerpo le hizo estremecerse y no lo oculto, mi respiración cerca de su oído le hizo erizarse más así como la suya que estaba entrecortada y sus labios entreabiertos y resecos; su cuerpo rígido que era el sinónimo de su nerviosismo significando más claro que el agua que aquel chico indefenso nunca había sentido esta emoción. Le trasmití un pequeño comienzo de lo que estaba por venir– y conmigo romperás todas.
En medio de todo; mis palabras parecieron fluir por si solas como si fuesen letras plasmadas en un libro, la grabación de su rostro en ese momento era una obra de arte encontrándole sentido a la imagen, el sinónimo de su belleza diabólica era como encontrar agua en pleno desierto.
༒︎
Holi, It's Kami
si estas leyendo esto muchas gracias por pasarte por aquí, de verdad aprecio mucho sus votos y comentarios y no solo eso, me anima a seguir escribiendo:'), esta es mi segunda historia que estoy creando y no sé si vaya a salir bien; (pero se intenta) pero de todas formas espero actualizar seguido y que no se me vaya el Internet lol.
Realmente no sé qué paso por mi cabeza al crear una historia erótica (religiosa) JAJA. Pero si te interesa, su contenido no siempre está dirigido a + 18, trata temas psicológicos, suicidios, misterio, etc, (bueno ya se imaginan). ¿Porque hice + 18?, porque sé que a ustedes les gusta osiiii. (no es obligatorio leer)
sé que este capítulo no fue muy informativo sobre la vida de los personajes; pero quise que ustedes se den la idea de cómo es la cuidad, su religión y costumbres. y sí, hay faltas ortográficas, poco a poco iré mejorando ;). (Recuerden que esto es ficción, no se lo tomen tan literal)
posta: no me considero escritora ni nada, tampoco me considero experta, solo escribo por diversión para salir de la realidad que es un asco, (¿¿todos estamos de acuerdo??'?)
dato: es irónico que escriba una novela de este tipo cuando yo también voy a la iglesia, en fin, perdóname dios, pero son necesidades naturales.
pero lollll tengo 15 años y escribo esto????? WTF. ojalá mi madre no lea esto, recemos.
bueno, si leíste hasta aquí, muchas gracias de verdad <3 muaaa.
insert music from doja cat: need to know.
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