•|Capítulo 8|•
—“Tengo mucha hambre. ¿Cuándo llegaremos?”
Ese soy yo, quejándome por lo dentro de estar tanto tiempo sentado en una limusina, al lado de gente con clase superior, que “maravilla” es la vida. Sin embargo, me tuve que sentar en medio de Ayato y Yui, faltando decir que hacía una tensión aquí dentro, sería una falta de respeto que pidiera de favor que abrieran la ventanita polarizada. Mejor aguanto.
Puse mi pierna derecha encima de la izquierda pacíficamente, ignorando la mirada del supuesto ‘Rey’.
Con la mirada fui identificando cada quien, según lo que dijo Yui-san, todos son hermanos o medios hermanos, los cuales no se parecen en nada, sino me falla la vista, sus facciones son algo similares a las otras, pero lo que si me intrigaba, eran los colores de sus cabellos y ojos. Absolutamente los presentes (menos Oreo-Baka) no prestaban atención mi presencia, era lo de menos, pues, desde que llegaron y subimos a la limusina, no objetaron nada.
Para mi mala suerte, mi estómago gruñó audiblemente, haciendo que me sobara la barriga con pereza; límite a suspirar con cansancio.
—¿T-Tienes hambre, Tatsumi-san?—. Pregunta Yui-san con algo de timidez, ya que era lógico.
—Hai.— Respondí cortante, mirándola. —No he comido mucho en estos últimos días.
—Oh, que mal.— Rápidamente me sonrió con amabilidad. —Pero después de hacer el trabajo puedes quedarte a cenar.
La verdad, no suena mal. Todo por llenar el estómago vacío.
—Está-.— Soy interrumpido.
—¡Bien!—. Aplaude la pelirrubia con algo de emoción, a mí se me baja una gota en la sien.
Estoy seguro que el ambiente se hizo más pesado de lo normal.
—Nfu~, no estaría mal tener más visitas en la gran mansión.— Comenta el pelimarrón de ojos verdes algo lascivo. A primera supe que esa sonrisa y vista que tiene es de un pervertido, pero no puedo juzgar a alguien que apenas conozco. —Nee~, a propósito. ¿Cómo te llamas, amigo de Yui?
Que gran impresión.
—Eh, me llamo Tatsumi Toriyama. Un gusto.— Cerré los ojos por un momento, pensando si preguntar el suyo también o no. Los abrí de golpe al oír su risa de lado.
—El gusto es mío. Mi nombre es Laito Sakamaki~, espero que algún nos podamos llevar bien~.— Asentí de nueva cuenta su comportamiento hacia a mí, su voz sonaba muy pervertida y lasciva. Hasta me guiñó el ojo.
—“Para ser vampiros, se comportan lo contario a unos.”— No puedo creerlo.
(...)
Al fin ya llegamos a la “casa” de los Sakamakis, bajamos todos de la limusina dirigiéndonos a la entrada. Paré mi andar para observar cómo era la gran mansión de estos vampiros, de repente el cielo se iba tornando más grisáceo acompañándolo junto con las nubes del mismo color. Extraño.
—¡Oe! ¡¿Vas a venir, o vas a ver cómo llueve!?—. En efecto, va a llover.
Que cambio de clima tan repentino, ¿no lo creen?
Sin decir nada, me adentré a la gran casa ignorando la mirada molesta de Ayato, tsk. Algunos me “miraban” (escaneaban) de reojos, como si no vieran a una persona 'normal', quien los entiende; apenas conozco a estas personas y ya quiero irme de aquí.
—Voy a presentarme como se debe.— Se ajusta los lentes el pelinegro con el ceño levemente fruncido, lo miré serio. Apunta con la palma de su mano izquierda al pelirrubio, el nombrado estaba recargado en los escalones. —Él es Shū Sakamaki; el mayor de nosotros.— Se señala él mismo. —Yo soy Reiji; el segundo.— Apunta al pelimarrón del sombrero. —Él es el tercero y mayor de los trillizos: Laito Sakamaki.— Ríe de lado el ojiverde, sin dejar de mirarme. —Él es Kanato Sakamaki; el cuarto.— Ahora apunta a un peliblanco con mechones en la frente de color rosa, saltándose al supuesto “Ore-Sama”. —El menor de los Sakamaki; Subaru.
—¡Oe, Otaku de las vajillas! ¡¿Por qué demonios me saltaste en tu presentación!?—. Reclama el pelirrojo.
—No hacía falta porque al ver el como te comportabas muy familiarizado con él, pensé que ya se conocían.— Y de la peor manera. —También no nombré a la señorita Yui por la misma razón.
—Tch.— Chasqueó la lengua seguido de desviar su mirada de lado.
Esto es verdaderamente incómodo.
—Yui-san.— Llamé su atención, acercándome hacia ella. —¿Vamos a hacer la tarea?—. Asiente nerviosa, creo yo, por la presencia de los vampiritos.
Para su sorpresa de ella, le había agarrado de la mano jalándola, subimos a las escaleras, ahora ya estábamos caminando por los pasillos. Solté su mano lentamente.
—Gomen'ne. Pero si me quedaba más tiempo en ese ambiente tan incómodo...
—E-Está bien, lo entiendo.— Pasa a mi lado sonriéndome con pena, suelta un suspiro. —Vamos, mi habitación está a unos cuartos más adelante.— Acelera el paso torpemente, la sigo normalmente.
(...)
—¿Eres fan del color rosa?—. Miré curiosamente toda su habitación.
—Amh, sí.— Vaya, y eso que la habitación de mi apartamento es de un color más hogareño y uno que otros toques grises.
No soy muy fan de los colores llamativos, pero quien soy yo para juzgar los gustos de alguien.
Agarré una silla blanca dirigiéndonos hacia el escritorio que quedaba un lado de la entrada de su balcón, nos sentamos los dos, después sacamos nuestros cuadernos y un libro de Química, esa maldita clase si que nos la da y las otras no; aparte, esa materia no es mi gran fuerte. Antes de hacer el trabajo, quise sacar cualquier tema.
—Dime Yui, ¿vives con los Sakamakis permanentemente o es temporario?
—Honestamente, no lo sé. Llevo cinco meses viviendo con ellos.— Me mira con algo de melancolía que no entendí.
—Por lo que vi, uno de ellos te estaba mordiendo posesivamente.— Escuché un que jadeo sorprendida. —¿Eres algo de ellos cómo para dejarte beber?
No dijo nada, sólo desvió la mirada con algo de tristeza. Suspiré cansado, alcé mi mano derecha para después acariciar los cabellos rubios de la pelirrubia.
—¿Acaso eres una especie de contenido de sangre dulce para esos hipócritas?—. Sigue sin decirme palabra alguna, siguió mirando la nada, hasta sus cabellos caían justamente por dónde estaban sus ojos, impidiéndome verlos. —Vamos, dímelo. No soy de esas personas que juzgan a la gente con sus historias.— Traté de animarla, escucho un sollozo de parte suya, sorprendiéndome un poco. —“La he cagado.”
Acaricio más su cabellos con suavidad, escuchando más de sus sollozos que por alguna razón, estoy sintiendo mi corazón palpitar con rapidez. Alineé los labios encarnando un poco la ceja izquierda; sentí mi cuerpo apretado por alguien. Yui-san me estaba abrazando con fuerza, escuchando sus sollozos de dolor, sus lágrimas me mojaban el uniforme escolar sintiendo muy húmedo mi cuerpo.
Mierda, no sé en que hacer en estos tipos de situación. A lo mejor necesito que se desahogue.
—“¿En que lío me he metido?”
Como dije en el cap anterior, va a ser una noche larga.
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