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•|Capítulo 5|•

¿Muy bien? Con respecto a toda la tensión de hace un rato con la chica Yui, no me interesa y trato de olvidarlo. ¡Pero la imagen de todos los hermanos juntos me invade la cabeza! ¡Carajo!

Se preguntarán: ‹‹“¿Oye, y en dónde miércoles estás tú.”›› Justamente estoy caminando hacía mi casa para prepararme mentalmente que haré mañana un acto deplorable para que el director Atsushi me expulse de su estúpida escuela. Ya que en ese lugar hay puros vampiros o yo que sé, quien sabe, siempre hay que precaver primero.

Con una cara aburrida me dirigía a la salida, hasta que siento un toque en mi hombro, miré con soslayo a ver quien era la persona con la que me había tocado el hombro, una cabellera rubia apareció en mis narices.

—E-Etto.— Su tono de voz parecía dulce, pero con un deje de timidez en su habla, voltie todo mi cuerpo quedando frente a frente con ella, la miré serio.

—¿Qué quieres?—. Le pregunté confundido pero serio, al ver como se incomodaba por mi mirada seria y sin brillo en ella.

—No.. no hacía falta que me pidieras que fuera contigo para dejar solos a los Sakamakis.— Así que eran ellos, vaya, ya me dio pena ésta chica. Me encogí de hombros.

—La verdad, no entendio porque antes te estabas dejando beber por uno de ellos— Le digo directamente, sacándole un suspiro de la impresión al igual que me miraba de la misma manera. —, hubieras estado en mal estado. Amh...— Paré en seco de hablar, quedándome pensativo por no recordar su nombre que había dicho hace minutitos atrás.

—¡Ah, etto!—. Hace una leve reverencia. —Mi-Mi nombre es Yui Komori..

—Un placer.— Digo desinteresado. —El mío es: Tatsumi Toriyama.— Volteo medio cuerpo, levantando la mano izquierda en forma de despedida. —Un gusto hablar contigo Komori-san, pero debo irme.— Le doy la espalda comenzando a caminar hacia la salida, pero justamente... siento una presión en mi brazo derecho deteniendo mi andar. Confundido digo: —¿Nande?

—No he terminado contigo, Ba~ka.— Chasqueo la lengua inexpresivo, pero en el interior oraba que éste men no me provocara porque sino...

—¿Qué quieres, Oreo-Baka?—. Puso los ojos en blanco al terminar de decir aquello, pues si se ganaría mi respeto, tal vez lo consideraría un principe o yo que sé.

Por fin, el pelirrojo me suelta. —Hablo de que aún no he terminado contigo.— Se me acerca peligrosamente, hasta llegar a mi oído. —Aún me debes sangre, y es de la mejor que he probado.— Sin que se diera cuenta, me alejé de él encaminándome hacia mi hogar, ignorándolo por completo. —¡Oe! ¡No me ignores estúpido!

—¡Ya lo hice!—. Baka, no me dejaré tan fácilmente si es lo que dice.

Mientras me alejaba de ellos, escuché unas voces familiares que hasta se oyeron en mis tímpanos, sin considerar en la “magnífica” distancia que tengo.

—¡Oe! ¡Cerdo!—. Genial, primer día y ya tengo problemas. Sin voltear aún digo con deje seco.

—¿Qué ocurre?—. Siento una presión en mi hombro derecho, cuando siento que me giran bruscamente para mirarlo a la cara.

—Aún no hemos terminado de hablar. Cerdo.— ¿Really? Lo único que quiero es que me vaya a mi casita linda, tengo una cita con la almohada.

—No es mi culpa que defendieras a tu hermano y yo te dejara en tu lugar.— Lo miré serio, el pelimarrón no dejaba de mirarme con molestia, seguido de chasquear su lengua.

—¡Uruse Cerdo!—. Simplemente lo ignoré, encaminándome nuevamente hacia mi casa, pensando en como puedo salir de esa escuela tan lacra.

(...)

Al día siguiente, ocurrió lo mismo que ayer cuando me encontré con “ciertos” hermanos destacados en la escuela Ryōtei, sólo que está vez si nos dieron clases y a la cuarta hora tuvimos libre, era hora del receso.

Tenía un plan perfecto para poder irme a otro escuela que no sea ésta, ya después veré en internet las escuelas disponibles que hay.

—“Pero antes de eso. Iré a comer.”— Dicho y eso, caminé sin prisa hacia la cafetería.

No hacía falta que en los pasillos me encontrara a cierto pelirrojo con una mirada superior, su mirada de engreidad y con su extraño brillo chocaba con la mía, seria y sin luz en mis ojos. Pasé por un lado como si nada hubiera pasado, hasta que siento nuevamente otra presión en mi hombro derecho, sin voltearlo a ver digo seriamente:

—Suéltame, onegaimasu.— Me volteó bruscamente, azotándome por completo entre la pared y yo. —¿Nande?

—¡Ore-sama no te dejará está vez!—. Pasa su nariz sobre mi cuello, escuchando su respiración de que me está oliendo, que raro. ¿No le desagrada mi aroma? Y eso que no me bañé ayer :v. —Quiero volver a probarlo.

—¿Probar qué?—. Dije desentendido, ¿a qué se refiere?

—Tu sangre.— Acerca su boca a mi cuello, escuché que mordió sin esfuerzo ya que me dejé como la primera vez, no me importa en realidad si toma o no. Lo único que quiero es que me deje en paz.

Sentí que se separaba lentamente de mí, mirándome con una sonrisa malévola mostrando sus colmillos, mientras que en la comisura de su boca deslizaba un hilo de mí sangre. Como si no hubiera pasado nada, le pregunto indiferente.

—¿Ya terminaste?—. Me mira sorprendido, sintiendo la libertad en mis brazos por fin. —Ahora es mi turno de irme a comer.— Le dije serio, para después darle la espalda y despedirme pacíficamente, alcé la mano en forma de despedida. —¡Sayōnara!

Sólo pude oír un chasquido de su parte con enojo, creo que fue porque no mostré ninguna expresión hacia eso. Miré el suelo pensativo sin dejar de caminar.

—“Me pregunto... si podré sentir el dolor. Tal como me lo provocó Oreo-Baka.— Es mejor dejar eso de lado, tengo hambre.

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