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•|Capítulo 4|•

Miraba con seriedad toda la escuela, tratando de memorizar los pasillos, los clubes en donde se ubican, el camino hacía la cafetería donde antes los tipos me querían “intimidar” salieron corriendo como nenas, excepto por los dos sujetos quienes tuvieron que ir a la enfermería por heberles golpeado. Que llorones.

—¡A-Ayato-kun! ¡Ittai!—. Oh... mierda... no debí haber interrumpido.

Estaban en una posición un tanto comprometedora, aunque no puse expresión alguna a la escena que tenía viendo en mis ojos. La chica pelirrubia trataba de alejar al pelirrojo de mis antes clases pasadas quien me dijo ÉL mismo que era una chica, aunque fuese indiferente lo entendí a la primera. Ayato la tenía acorralado con ambos brazos hasta el tamaño de su cabeza, dejando sin escapatoria alguna a la ojirrosa, el pelirrojo miraba lascivo a la chica con una sonrisa socarrona. Hasta que sentí mirada clavada en mí, lo miré serio. Diciendo lo siguiente:

—Oh, lamento interrumpir. Onegai, continúen con lo que andaban.— Alcé la mano sin darle importancia, pero ambos me miraban incómodos. No los culpo sí yo algún día me llego a topar con mi “pareja” y que nos cachen, sería nuestro fin.

—¡Tsk! ¿Qué haces aquí? Baka.

—Pues... Da la casualidad que este pasillo da al salón 2-A ¿no?, pues quería regresar para leer tranquilamente pero...— Los mire con desdén. —Aparentemente tienen algo que hacer.

Sin cuidado alguno soltó a la pelirrubia quien aún temblaba de miedo, y de su cuello brotaba hilos de sangre, ¿acaso el Oreo-Baka la mordió marcándola como suya? Que deplorable. No me di cuenta que el ojiverde ya me tenía acorralado en la pared con ambos brazos, tal como lo hizo a la ojirrosa.

—Te crees muy confiado al hablar de tu señor y, eso no lo puedo permitir.— Yo no dije nada, sólo me le quedaba mirando serio haciendo contacto visual con el pelirrojo. —Ore-Sama te dará un castigo.

—¿Nani?—. Acercó su boca a mi cuello lamiéndola por completo, hasta en la clavícula. Mi vista se fijaba en el techo como si fuera lo más natural e interesante que haya visto. Aún no entiendo porque el me quiso morder. Así es, Ayato ya me tenía mordiendo y chupando mi “supuesta” sangre helada. ¿Cómo se que es helada? Siempre mi cuerpo se ha acostumbrado a temperaturas altas.

Se separa de mí. —Hmm~, ¡esto, se siente muy frío! Pero en mi paladar se siente tan caliente. Y está sangre, es exquisita.— Sonríe psicópatamente, mi mirada vacía se encontró con la del misterioso brillo. Dejó de sonreír.

—Oye, ya puedes soltarme, ¿ó vas a volver a morderme hasta dejarme inválido?—. Parece que se sorprendió por como llegue a sobrevivir a su “mortal” mordida.

—Tch, ¿por qué no te quejaste y torciste de dolor?

—¿Para qué sentir dolor? Sí yo ya estoy dolido y llorando por dentro.— Éste se sorprende por mi respuesta seca y directa.

—Grr. Está vez...— Se me acerca nuevamente. —, te haré sentir el verdadero dolor.— Los incrustó pero nada bonito. Lo que sí me llego a impresionar es como succionaba como loco. Me daba punzadas y eso, no me gustaba. Por fin pude sentir, que era... El dolor de ser un contenedor.

Sonreí inconscientemente. Pero, no quería que me dejara inválido en mi primer día de clases. Así que lo aparté bruscamente estampándolo con la pared del pasillo. Su mirada era una llena de sorpresas. Y apuesto que también los demás que lo presenciaban eran sus hermanos.

—Nfu~, mira como te dejo Ayato-kun. Por fin alguien te rechaza menos Yui.— Esa voz lasciva, suena asquerosa.

—Nee~Teddy. Ése chico tiene algo especial. ¿También lo crees?

—Tch, que problemático.

—Ayato. Te he dicho que no hagas eso y menos en la Academia Ryōtei, ya hablamos de eso.

—¡Ustedes, Uruse!— Yo me voy de aquí. —¡Oe! ¡No he terminado contigo!

—Ya lo hiciste.— Digo con un deje de serio. —Aparte no quiero llegar tarde a la siguiente clase. ¡Tú, la rubia!—. Ésta me voltea a ver con nervios. —Dejate de andar de puta y vamos a la siguiente clase, joder.— El pelimarrón con sombrero de la Alicia en el País de Las Maravillas la sujeta de la cintura. Suspiro agotado. —Bueno, ahí que te den los vampiros esos. Yo me largo.

Esos tontos no me dejan en paz. Lo único que quiero es que pase el día y me vaya de este puto instituto.

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