•|Capítulo 13|•
—¿Trajiste el proyecto, Yui-san?
—Ah, sí. Por poco y se me olvidaba en la mansión.— Declaró penosa, moviendo tímidamente sus dedos al igual que miraba abajo, queriendo desviar nuestro contacto visual.
Bueno, no la culpo, tengo una mirada vacía y sin vida, pero los únicos que no han notado eso son los vampiros, o tal vez si lo han hecho pero no le toman importancia realmente.
Obviamente donde nos encontrábamos Yui-san y yo, era en el aula, pero como la mayoría de clases no nos dan nadie, dejándolos por ende unas horas libres, sólo en la última tenemos la materia de Ciencias, por lo que será una gran pérdida de tiempo estar aquí.
Todavía ando pensando en como el Director Atsushi puede expulsarme sin cometer algo... bueno, la única forma pacífica hacerlo es faltar toda la semana, no entregarles tareas, reprobar sería una opción más fácil obvia.
Suspiré para mis adentros, llevando una mano con desgano por detrás de mi cabeza, mirando a la pelirrubia quien me hablaba de no sé qué tema. No tengo interés en saber.
—¡Chichinashi!
—“Hoy no es mi día.”— No sé cuantos suspiros más soltaré en lo que resta del día.
El pelirrojo no quitaba su ceño fruncido al mirarme junto con la pelirrubia de ojos magenta, oí un chasquido por parte suya.
—Oe, chichinashi, dame de tu sangre. Ahora.— Mandó hacia Yui, quien rápidamente se puso nerviosa.
—A-Ayato-kun... yo no...
—¡No me interesa, eres nuestro saco de sangre! ¡Así que no reclames!
Yo me quedé mirando la escena monótona, como si ya me lo esperaba del comportamiento de Ayato-san, pero en realidad me daba un poquito de lástima por lo que está pasando Yui-san.
La antes nombrada me miró suplicante, pidiéndome que la sacase de la situación, pero yo no dije nada, limité a cerrar los ojos sin cambiar mi expresión, haciéndole también un ademán con mi dietra despreocupado.
—Hagan lo que tengan que hacer. No me interesa.— Contesté al final con neutralidad, sentándome en mi lugar.
—¿Ves? Tu disque “amigo” te dejó permiso para venir. ¡Así que, vamos!
—¡E-Espera!
Ambos se retiraron del aula, dejándome a mí solo.
Me desamarré el cabello largo hasta los hombros, despeinándolo por completo. Me estaba empezando a doler la cabeza.
Saqué mi teléfono para saber que hora era, grata fue mi sorpresa ver que apenas eran las 9:15 p. m.
—Shit.— Apenas tenemos la segunda hora de clase, luego sigue la tercera y después; receso. —Falta mucho.
Musité, quedándome en blanco. Raioz.
Me dan ganas de...
—Vaya, vaya. Pero si es el “amigo” de la Bitch-chan.— ¡A la ve-! Pues, ¿cuándo apareció? Ah, que idiota. Se me olvidaba que eran vampiros y que podían hacer eso. —Dime, ¿te está gustando hasta ahora la Preparatoria Ryōtei?
Lo miré serio. —¿A qué viene esa pregunta?
Como siempre, soy directo.
Me responde sin quitar su tono., ¿meloso o...?, como sea su tono de voz.
—Sólo me da curiosidad. No te esponjes.— Es raro que venga a hablarme... —Es raro que alguien como tú no nos tenga pavor.
—Sé que ustedes son vampiros. Y que la mayoría de los estudiantes que van a esta tonta escuela: son vampiros.— Cuando terminé de hablar, pareció sorprenderle un poco, pero lo asimiló muy bien el ca...
—Sabía que eras diferente, nfu~. Eres muy observador~.— Ya volvió con su tono lascivo, no dejaba de mirarme. Pero me valía máuser. —¿Puedo ponerte un apodo?
Bajé los hombros desinteresado. Desviando mi vista con la suya.
—Me da igual, Laito-san.
—Eres muy amable~, Tatsumi-kun~. ¡Oh, podría llamarte Tami-kun~! ¿Te parece?
Para ser sincero. Es un apodo tonto, pero la verdad no me interesa, al fin y al cabo no somos cercanos y algún día dejará de hablarme. Quiero creer eso.
Asentí desinteresado.
—Como sea...
Callé abruptamente cuando siento un ligero empujón, sintiendo los brazos que me rodeaban por el cuello del pelimarrón de ojos verdes, sin mencionar su extraño sombrero que lo lleva todos los días.
—Ahora somos amigos... ¿Cierto, Tami-kun~?
Se me acerca peligrosamente hacia mi rostro inexpresivo, sonriéndome coqueto. Encarné una ceja por eso.
—Sabes...— Se acerca aún más hasta llegar a mi oreja, susurrándome. —Con tu cabello suelto se te mira lindo. Te pareces a una de mis tantas Bitch-chans, Nfu~.
—Puedo ver claramente tus intensiones, Laito-san.
—Me ofendes, Tami-kun~.— Pone una mano en su pecho, como si fuera ofendido, no sin antes apartarse de mí después de decirle directamente lo anterior. —Pero me excita que te hagas el difícil, nfu~.
Sonríe lascivamente, sin dejar de mirarme, ambos no apartábamos el contacto visual del otro.
—Tienes un ojos lindos, Tami-kun~.
No dije nada ante ese elogio, sabía que estaba mintiendo. Con indiferencia miré otra vez la hora, bajo la mirada pesada que me daba el ojiverde.
—Falta media hora.
—Bueno, estaré en mi aula, si necesitas algo...— Me pasó una hoja con un número telefónico. Despidiéndose con un guiño en el ojo.
Suspiré pesado. Al menos me dejará en paz hoy, rompí en pedacitos la pequeña hoja, dejando que se caiga en el piso.
Volteo a mi derecha como una silueta va a apenas entrando al salón. Es Yui-san.
—Hola.— Lo primero que vi fueron marcas de mordidas en su cuello. Ignoré que tenía eso.
—Tat-Tatsumi-kun.— Me levanté de mi asiento, dirigiéndome hacia ella.
—Te llevaré a la enfermería.
—Gra-Gracias.— Ella se apoyó en mí, la sostuve de los hombros para que no se cayera.
Cuando apenas salimos del aula, en los pasillos, se encontraba un pelirrojo recargado en la pared, con una sonrisa engreída hacia a mí y a la ojirrosa.
—“¿Siempre son así los Sakamaki?”
¿Por qué me los tuve que topar a todos?
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